lunes, 17 de septiembre de 2012

EL FIN

   No me pregunten porqué, pero supe que esta historia tenía fecha de caducidad, la noche despues del partido ante Patronato en Santa Fe. Escribir la crónica de ese cotejo fue una tortura, lo mismo que tratar de conciliar el sueño un rato más tarde. Y dando vueltas en las incómodas sábanas de la frustración por un ascenso que -parecía- se escapaba, pude concluir que cuando algo deja de ser placentero, es mejor dejarlo ir, a que mantenerse aferrado a él por una mera cuestión de costumbre. 
   Escribir lujo y pueblo fue (sin exagerar) uno de los más enormes gustos de mi vida. Y lo fue por varias razones, pero sobre todo por el indescriptible placer de juntar en una sola expresión las dos pasiones por la que uno se desvive: River y la escritura. Asombrosamente, sin llamarlos, ni convocarlos, ni amenazarlos, y atraídos vaya a saber uno por que motivo, una calificada troupe de internautas fue sumándose a esta experiencia aportando, desde el respeto y el buen gusto, ideas muchas veces más interesantes que los textos mismos. Junto a ellos pasamos los muchos momentos amargos y los escasos estallidos de alegría de este tiempo histórico. Es por esos tipos y solo por ellos (gente de la que no conozco ni el nombre, ni la edad, ni el trabajo, ni la ideología ni las facciones de la cara) que siento algo de pena por ponerle fin a este blog.
   Escribir el post de Patronato fue una tortura. El de Almirante Brown una descarga y un compromiso. El resumen del año fue una cuestión ya rutinaria. Estar en el retorno a Primera ante Belgrano era un deber ineludible, y el resto hasta aquí, un ejercicio repetido que se asemejó cada vez más a un trabajo. Yo nunca quise eso para Lujo y pueblo. Anoche luego de la amarga presentación ante Vélez no hubo forma de plasmar en la pantalla alguna idea atractiva o un punto de vista distinto para compartir con ustedes. No pude, no supe, no quise. Comprendí entonces que era el momento de tomar la decisión.
   Eramos distintos hace 4 años y pico cuando la experiencia arrancó. Explotaba la novedad blogger. Había otras ganas. Había -y las sigue habiendo- muchas historias para contar. Había otro tiempo libre del cual valerse. Hoy muchas cosas han cambiado, salvo el irrenunciable amor por River, motor de todo esto. Por ello el sitio quedará abierto como tribuna de opinión. Yo entre tanto, bajaré la persiana sin remordimientos y me guardaré la llave del candado en el bolsillo por si alguna vez pinta volver. Quedarán en los archivos varios textos sobre la historia millonaria que no alcanzaron a ver la luz y otros tantos que surgirán cuando por el puro placer de hacerlo me siente a escribir de lo que me gusta. 
   Amigos (que bueno que hoy pueda llamarlos así), imaginen que los miro a los ojos y les digo muchas gracias con el mayor afecto posible. Les dejo un abrazo enorme. Y la certeza de saber que valió la pena cada instante de esta experiencia inolvidable.

Adrian Dalmasso (dalmassito).

lunes, 10 de septiembre de 2012

OTRA CARA DE LA MISMA MONEDA

River Plate  3 - 3  Newell's Old Boys
Torneo Inicial 2012 - 6ª fecha
Estadio Monumental - 09/09/12.

RIVER PLATE: Barovero (5); Mercado, Maidana (6), Bottinelli (4) y Ramiro Funes Mori (5); Sánchez (3), Ponzio (7) y Rojas (5); Mora (8), Trezeguet (7) y Rogelio Funes Mori (7). Luego Aguirre (5), Villalva y Lanzini. DT: Matías Almeyda.
NEWELL'S OLD BOYS: Guzmán; Casco, López, Vergini y Heinze; Pérez, Villalba, Vangioni; Figueroa, Sperdutti y Scocco. Posteriormente Díaz, Tonso y Bernardi. DT: Gerardo Martino.
GOLES: Pablo Pérez (NOB) 11 pt. David Trezeguet (RP) 19 pt. Rodrigo Mora (RP) 21 pt. Rogelio Funes Mori (RP) 21 st. Ignacio Scocco (NOB) -penal- 24 st. Ignacio Scocco (NOB) 27 st.
ARBITRO: Mauro Vigliano (bien)
MAN OF THE MATCH: Ignacio Scocco (Newell's Old Boys)
RESULTADO MORAL: River Plate 4 - Newell's Old Boys 3.

   Al fin y al cabo el optimismo y el pesimismo no son más que actitudes ante la vida. Nadie discutirá que el silbato final de Vigliano dejó en el mundo River una mala onda espantosa. Sin embargo, antes de aquello hubo un largo rosario de virtudes y falencias que obligan al hincha a una elección de sensaciones. El llenado del vaso quedó a mitad de recorrido. Cada cual elige si lo ve medio lleno o medio vacío.
   Hubo pros y contras. Pro: Visiblemente se jugó a "algo". Contra: No alcanzó. Pro: Se generaron muchas situaciones de gol. Contra: Se fue muy inefectivo. Pro: Se dió vuelta un resultado en un abrir y cerrar de ojos. Contra: Se escaparon tres puntos en un parpadeo. Pro: El debut de Rodrigo Mora en altísimo nivel. Contra: La lesión fulera de Gabriel Mercado. Pro: La gula ofensiva que invitan al optimismo. Contra: Ciertas improvisaciones (Sanchez de 4, Aguirre de 8) que autoboicotean el panorama. 
    El partido fue un gimnasta que no dejó nunca de dar vueltas en el aire. Dos equipos de naturalezas parecidas animaron noventa minutos excitantes, intensos, nunca apegados a la monotonía y el conformismo que dominan nuestro fútbol. River debió remar para sobreponerse a su dormida inicial, y lo hizo con un ímpetu ofensivo desconocido durante estas cinco fechas iniciales. A falta de generación de juego, cascoteó el rancho leproso con el vértigo de tres delanteros punzantes más el empuje siempre vital de Leonardo Ponzio. Hizo todo para merecer la victoria y cuando la tenía en el bolsillo la dejó caer inexplicablemente. Cosas que pasan... y que lamentablemente, siempre le pasan a River.
   Quedó en la nada una notable presentación de Rodrigo Mora, un delantero picante y pillo, y la necesitada vuelta al gol de David Trezeguet. La insólita mano de Carlos Sánchez reconectó a NOB a una línea de vida que estaba virtualmente cortada y le abrió las puertas del empate conquistado con un precioso remate de Scocco. Y River (que había retornado de Santa Fe aliviado por el punto pero preocupado por el juego) comprobó con enorme ironía que a veces cara y cera de una performance futbolística pueden ser -a la hora del resultado- exactamente lo mismo. 

miércoles, 5 de septiembre de 2012

RUBENS SAMBUEZA

   Fue en Mar del Plata una noche de enero de 2004. Un gurrumín la pisaba para acá y para allá sin temor ni respeto por tener enfrente suyo a consabidos leñadores como Alfredo Cascini o Rolando Schiavi. El pibe de medias bajas, camiseta afuera del pantalón y rostro con acné, la movía de pié a pié y tiraba caños al amparo de una tribuna que se desarmaba de placer. Era Rubens Sambueza cuya irrupción en Primera merituó bien alto, aún en años donde el salto de jóvenes a la pancarta principal era casi moneda corriente.
   A finales de 2003, River Plate tenía buena parte de su personal ocupado. Los sub 20 (Mascherano, Malevo Ferreyra, Cavenaghi) estaban con la Selección Nacional jugando el Mundial de Emiratos Árabes, y el resto de su plantilla superior tenía apuntados todos los cañones a la obtención de la Copa Sudamericana. Es por eso que en las fechas finales del Apertura 03, Manuel Pellegrini optó por hacer debutar en primera a varios elementos que se destacaban en las inferiores. Aparecieron Luis Lobo, Pablo Frontini, Cristian Nasuti, René Lima, Darío Conca, Federico Almerares y Sambueza, un neuquino de Zapala, con pinta de desfachatado, que le encantaba firuletear haciendo gala de su innegable habilidad.
   Nacido el primer día de enero de 1984, Rubens Omar Sambueza jugó buenos partidos durante la primera parte de la experiencia de Leonardo Astrada. Atacaba en forma punzante, era osado en la gambeta y su buena pegada de zurda solucionó algunos problemas gracias a su precisión (goles a Newell’s en Rosario, a Deportivo Cali en Núñez por la Copa 04, y un tirolibrazo a Junior en Barranquilla en 2005). Pero el empuje de su arranque paulatinamente fue perdiendo fuerza al tiempo en que se demoraba su definitiva explosión. Su juego perdió punch y las lagunas e indisciplinas –otra característica de su estilo- se acentuaron cada vez más.
   Se fue perdiendo en la nebulosa de un presente sin demasiadas certezas. Fue prestado a los Pumas de la UNAM y luego a Flamengo de Río de Janeiro. En ninguno de los dos lados convenció como para que sus dirigentes paguen el precio de su pase. Volvió a Núñez y jugó de la mano de Gorosito un puchito de partidos por la Copa Liberadores de 2009 cuando la gran mayoría del mundo River ya pensaba que su carrera era un caso perdido.
   Pero debe ser verdad aquello de que todos tenemos un lugar en el mundo, y para Sambueza, México debe ser ese lugar. Adquirido por el Estudiantes Tecos a mediados del 09, comenzó a jugar con continuidad y su rendimiento fue devolviéndole aquella confianza en sus condiciones que descubrimos en sus inicios. Mas allá de alguna salida de cadena (agresión a un árbitro en pleno partido), dos buenas temporadas en el humilde equipo de Guadalajara le abrieron las puertas en este 2012 del colosal América del Distrito Federal. Allí está ahora, todavía tirando caños, viviendo el mejor momento de su carrera, lejos de la realidad de una banda roja que esperó de aguardó mucho de él. Tal vez demasiado para lo que podía dar.

domingo, 2 de septiembre de 2012

MAL, PERO ACOSTUMBRADO

Colón (Santa Fe)  1 - 1  River Plate
Torneo Inicial 2012 - 5ª fecha.
Cementerio de los elefantes - 02/09/12.
.

COLÓN: Pozo; Caire, Alcoba, Raldes y Urribarri; Mugni, Bastía, Prédiger y Moreno y Fabbianessi; Curuchet y Gigliotti. Luego Ramírez, Gomez y Bernardello. DT: Roberto Sensini.
RIVER PLATE: Barovero (5); Mercado (5), Pezzella (5), Maidana (6) y Ramiro Funes Mori (5); Sánchez (4), Ponzio (6), Ledesma (4) y Cazares (4); Rogelio Funes Mori (5) y Trezeguet (4).  Posteriormente Rojas (4), Aguirre (4) y Mora. DT: Matías Almeyda.
GOLES: Rubén Ramirez (COL) 24 st. Germán Pezzella (RP) 42 st.
ARBITRO: Néstor Pitana (bien)
MAN OF THE MATCH: Maximiliano Caire (Colón)
RESULTADO MORAL: Colón 1 - River Plate 1.

   La mandó al área Leonardo Ponzio, mirando con ojos en la espalda, pensando en instantes donde es fácil nublarse. La estampida sabalera buscando el off side tardó una milésima en salir y le permitió a Germán Pezzella tener su noche inolvidable. El pibe (muy técnico, muy tiempista, muy soguero) controló y de una ajustició a Pozo. Fue el baldazo de agua que apagó el pequeño incendio, pero que no logrará despejar la humareda de dudas salientes de este empate.
   Amén del contexto (un rival en racha favorable, un estadio siempre difícil), subyace en esta actuación de River un molesto gusto rancio que mixtura el desencanto por un equipo sin plan, y la impotencia de no adivinar certezas en el corto plazo. Podrá Matías Almeyda salir ante los periodistas y explicar porqué las cosas no salen. Pero la cuestión no es esa. Puede soportarse que se juegue mal siempre y cuando se juegue a algo. Pero es inadmisible que un equipo con ciertas aspiraciones deambule (sobre todo en lo creativo) a la buena de Dios desde el minuto cero al noventa. Lo más triste es que se está haciendo costumbre.
   Demuestra hoy River un escaso amor por la tenencia del balón. Desde los defensores que revolean todo lo que les pasa cerca, pasando por el cuerpo de volantes incapaces (salvo Ponzio) del don de la paciencia, y llegando a los delanteros que, entre el apuro y la marca pegajosa, solo tocan de primera para posicionarse esperando el centro. Hay poca sorpresa, nula movilidad, pocos volantes rompen, pocos delanteros se desmarcan, casi nunca los laterales pasan al ataque con intención seria de daño. Así las cosas, el millonario es un autómata previsible que repite sus fórmulas ofensivas sin descanso ni solución. Es presa fácil si delante suyo hay un mínimo orden defensivo.
   El juego del Cementerio coqueteó con las emociones, pero dejó a todas las almas en paz al  llegar el silbato final de Pitana. Chocadores, corredores, protestones, Sabaleros y Millonarios se prestaron las iniciativas y los balones. El espléndido frentazo de Tito Ramírez encegueció de impotencia a un River que quedó tambaleando en el precipicio. El pase de Ponzio y la definición de Pezzella trajeron a nuestras huestes cierta calma para la semana, y tal vez, la demora de un serio replanteo sobre a que corno estamos jugando. Replanteo que -tarde o temprano- deberá darse.

miércoles, 29 de agosto de 2012

JUGADOREEEEE...

River Plate  1 - 0  Newell's Old Boys
Metropolitano 1983 - 14/08/83
.
   La canción se llama “It’ a heartache”, fue compuesta en el año 1977 e impulsada a la fama por la voz ronquita de Bonnie Tyler. El folclore tribunero del país convirtió su melodía en una especie de hit de la bronca cuando los resultados deportivos resultan esquivos. Su letra está dedicada a los jugadores y al sexo de sus madres, y habla de poner huevos y de no jugar contra nadie. En 1983 su potencial incendiario aún no había sido descubierto por la chispa creativa de algún iluminado barra con beta musical. Si así hubiese sido, el ya clásico “Jugadoreeee….” No hubiese dejado de atronar en aquellas rabiosas tribunas del Monumental, la tarde del 14 de agosto de 1983, en ocasión de la 13ª fecha del Torneo Metropolitano.
   Hasta el maldito 2011, ningún hincha de River más o menos leído hubiese dudado en calificar a 1983 como el peor año en la historia institucional de la banda roja. La decadencia en la que se encontraba sumido el proceso de Aragón Cabrera arrastraba al Club a una debacle deportiva y económica sin parangón. River debía mucha plata. River despedazaba su plantel exitoso. River cedía protagonismo escénico. River asustaba con la posibilidad de descender. Para colmo de males, cierta cadena de desgracias (Asesinato del barra Alberto Taranto tras un superclásico en Vélez. Muerte inesperada del ídolo Ángel Labruna en un sanatorio capitalino. Muerte del delantero Oscar Trossero por un aneurisma en pleno vestuario del Gigante de Arroyito) sumían el ánimo del mundo River dentro de un pesimismo que fue el verdadero protagonista de toda esa temporada.
   Y si como toda aquella concatenación de mufas no fuese suficiente, la huelga a la que se plegó el plantel profesional por falta de pago en el arranque del Metro de ese año, hizo estallar la bronca de un hincha que hasta allí se había mostrado dispuesto a tragarse todos los sapos posibles para no espesar más un clima demasiado turbio. Durante el largo mes y medio que duró la protesta, River jugó sus partidos con elementos de la cuarta y la quinta división, cuyo esfuerzo y enjundia para inmolarse en la desventaja, no hizo más que exacerbar los ánimos de los parciales –de por sí ya muy caldeados- contra la postura de los huelguistas.
   Todo se desmadró el 14 de agosto de 1983 ante Newell’s Old Boys de Rosario, día en que los profesionales volvieron a jugar tras la medida. El Monumental fue un hervidero que no necesitó más de 15.000 almas para explotar. Los jugadores, sabedores de la mala onda reinante, se comprometieron a ser lo menos demostrativos posibles ante su propio público enervado. Salieron a la cancha a paso cansino y con la cabeza gacha, escoltados por por una rechifla que tapaba a los tibios aplausos. Apenas saludaron cuando se pararon en el círculo central. Los insultos caían ya como pesadas piedras a sus pies sin que el grueso límite de la pista de atletismo los ponga en salvaguarda de su daño moral. Epítetos hirientes llovían al por mayor: Traidores!. Ladrones!. Mercenarios!. Gallinas!. Mostaza Merlo miraba a sus constados y con un par de aplausos bruscos buscaba contagiar ánimo a los suyos.  Un pibito como Carlos Tapia intentaba en la descarga de algún pique corto espantar las tensiones de una realidad que no le pertenecía. Los uruguayos Bica y Francescoli miraban absortos como un Club (del cual habían dicho era la Casa Blanca) podía consumirse en su fuego interno sin miramientos.
   El hincha puede ser muy cruel al momento de demostrar su enojo. Cada toque de Newell’s era acompañado por un “ole” hiriente. Cada pase errático era procedido por un murmullo irritante. Cada salida del banquillo del DT José Varacka despertaba inmediatamente el “Sentate allá, ladrón!” de la San Martín. Promediando el primer tiempo, el volante millonario Daniel Messina tuvo que ser atendido por un golpe y de la tribuna bajó un conteo socarrón modo juez de box hasta darle el out al lesionado.
   Cuando faltando 20 minutos para culminar un match anodino, Enzo Francescoli maniobró en el borde del área, alcanzó a rematar chanfleado al segundo palo provocando el rebote largo del arquero Civarelli. Alberto Bica llegó primero que todos y la mandó a guardar en el arco del Río de la Plata. Una montonera de jugadores se aferró en un abrazo de bronca y revancha. En las tribunas el gol se gritó sin la enjundia habitual. En muchos casos lo hicieron por compromiso.
   Gabriel Puentedura; Julio Olarticoechea, Eduardo Saporiti, Enrique Nieto y Jorge García; Daniel Messina, Reynaldo Merlo, Carlos Tapia y Enzo Francescoli; Oscar Víctor Trossero y Alberto Bica salieron a la cancha por River. Cuando pitó el final Jorge Romero nadie sabía bien que hacer. Los jugadores ni saludaron antes de bajar a los vestuarios. El público, dolorido pero tal vez anestesiado por la victoria, los despidió con mas tristeza que bronca. Todos sabían que algo se había roto para siempre.

lunes, 27 de agosto de 2012

ANTIFUTBOL PARA TODOS

River Plate  0 - 0  San Lorenzo
Torneo Inicial 2012 - 4ª fecha.
Estadio Monumental - 26/08/12.
.
RIVER PLATE: Barovero (6); Mercado (5), Maidana (5), González Pírez (5) y Ramiro Funes Mori (5); Sánchez (4), Cirigliano (4), Ponzio (6) y Lanzini (4); Rogelio Funes Mori (5) y Trezeguet (4). Posteriormente Cazarez (5) y Villalva. DT: Matías Almeyda.
SAN LORENZO: Migliore; Masuero, Bianchi Arce, Alvarado y Kannemann; Prosperi, Buffarini, Aguiar y Telechea; Furch y Jara. Luego H. Villalba, Mercier y Álvarez. DT: Ricardo Caruso Lombardi.
GOLES: No hubo.
ÁRBITRO: Germán Delfino (bien)
MAN OF THE MATCH: Pablo Migliore (San Lorenzo)
RESULTADO MORAL: River Plate 0 - San Lorenzo 0.

No es un OVNI. No es un avión. No es un asteroide. Es una pelota que vuela sin control. Allá va expulsada por un expeditivo zapatazo. Parará varios metros más adelante a merced de otro bartolero que la vuelva a poner en órbita. Yirará errática de pié en pié sin dueño ni sentido. 90 minutos sometida a un destrato irrespetuoso. Es un himno a lo ordinario. Foules, fricciones, protestas, demoras, imprecisiones, chamuyos. A sus costados el espectáculo monstruoso hierve en el climax de su decadencia, socabado por la inescrupulosa excusa de la pasión. Para peor, la masa come esa bazofia con fruición. Acepta el mamarracho como parte de las presiones y las urgencias que agobian a nuestros clubes y que el negocio prefabrica con perversión. Y mientras tanto seguimos sin ver lo evidente y -al parecer- irremediable: Que partidos como el que protagonizaron esta noche River y San Lorenzo hieren de muerte a esto que aún dice llamarse "Glorioso Fútbol Argentino".
¿Y River?. ¿y San Lorenzo?. Disfrazados con los ropajes que la circunstancia les impone, hicieron lo que todos sabíamos que iban a hacer. Y lo hicieron con tanta perfección que otra cosa que no hubiese sido un rotundo 0-0 hubiera sido batacazo. El millonario fue a buscar la victoria tratando de hallarla al tanteo en una pieza oscura y lo único que hizo fue chocarse contra las paredes. San Lorenzo vino a buscar el punto. Respetó una receta humillante para su gloria pero efectiva para su presente y se aferró al negocio del cero ya desde el primer tiempo. Y entre el "no puedo" de uno y el "no quiero" del otro, salió un bodrio espantoso que exime de todo comentario a los que nos sometimos a la tortura de observalo.

jueves, 23 de agosto de 2012

"JUGÓ COMO UNA MÁQUINA EL CAMPEÓN"


El título va textual para graficar el verdadero poder una frase exacta, dicha en el momento preciso y en la adecuada circunstancia. Resulta fascinante imaginar a Borocotó (Ricardo Lorenzo Rodríguez, uruguayo, periodista de El Gráfico) yendo hacia la redacción de su revista buscando las frases justas para describir en una crónica la demostración que acababa de presenciar. Podría haber figurado un ballet clásico, o un jardín florido, o un veneno letal. Pero no. Eligió una máquina como metáfora, algo que suponga perfección, fortaleza, modernidad. Borocotó no lo sabía, pero estaba poniéndole nombre artístico a un pedazo de historia del fútbol mundial.
   La vieja cancha de Chacarita en Villa Crespo estaba en la calle Humboldt al 300, al lado del estadio de Atlanta. Las separaba un alambre y una calle, y tan cerca estaban que en los partidos importantes la gente ocupaba la parte alta de la tribuna bohemia para ver el partido en el reducto de al lado. En esa tarde del 7 de junio del 42 ocurrió una de las más altas funciones de La Máquina que se recuerden. Toques irreverentes, gambetas indescifrables, paredes supersónicas, goles impecables, rivales que la veían pasar. Fue un 6-2 (2 Angelito, 2 Adolfo, el Charro y Emanuelli en contra) que mereció ser una docena. Moreno descosió el cuero como siempre, de puro ególatra que era, y también para desmentir sus 4 horas de sueño. Pedernera el estratega más perfecto, Muñoz el wing del demonio, Labruna el apellido del gol. Cuando caía el sol porteño un estruendoso aplauso cerrado nació de las tribunas y bajó por los tablones. A esos 11 hombres que arrancaron la jornada bajo insultos no les quedó otra que saludar y retribuir la admiración. Pocos habrán percatado en ese instante el bajar presuroso de los escalones de un anonadado periodista, que ya llevaba en su cabeza la idea de plasmar en la perpetuidad del papel el nombre de esa maravilla

lunes, 20 de agosto de 2012

TIEMPO DE SIEMBRA

Tigre  2 - 3  River Plate
Torneo Inicial 2012 - 3ª fecha.
Monumental de Victoria - 19/08/12.
.
TIGRE: García; Paparatto, Echeverría y Orban; Galmarini, Castaño, Pío, Leone y Pérez García; Toraza y Maggiolo. Posteriormente Ftacla, Ferreyra y Janson. DT: Rodolfo Arruabarrena.
RIVER PLATE: Barovero (5); Mercado (6), Maidana (6), González Pírez (5) y Ramiro Funes Mori (5); Sánchez (7), Ponzio (7), Cirigliano (4) y Lanzini (6); Rogelio Funes Mori (7) y Villalva (6). Luego Rojas (5), Aguirre y Luna. DT: Matías Almeyda.
GOLES: Daniel Villalva (RP) 10 pt. Carlos Sánchez (RP) 15 pt. Lucas Orban (TIG) 20 pt. Manuel Lanzini (RP) 1 st. Diego Ftacla (TIG) 15 st.
ARBITRO: Saúl Laverni (bien)
MAN OF THE MATCH: Rogelio Funes Mori (River Plate)
RESULTADO MORAL: Tigre 2 - River Plate 3.

   El ejercicio es rutinario y hasta folclórico. La irresistible visteada previa al comienzo de un certamen al fixture de partidos e imaginar someramente la suerte que puede caberle a tu equipo en cada presentación. Hoy en día ningún hincha medianamente informado tildaría a la visita al Monumental de Victoria como una cosecha segura de puntos. Cancha chica, tribuna ardiente, clima espeso, accesos difusos, serruchando la tabla de equilibrio para ayudar al Matador, ese cuadro que es (amén de lo anteriormente mencionado) un buen -aunque desmantelado- equipo de fútbol.
   Pero el valor del triunfo millonario no está únicamente en la complejidad que pueda suponer el adversario y la circunstancia, sino por ciertas aristas que se dejaron ver en la concepción propia de la victoria. Fueron tres puntos que River pretendió desde el inicio mismo del match y por el que hizo mal que mal los mayores méritos para obtenerlos. Salvó con acierto el escollo de tener ausente a su figura y referente, para saber explotar la mayor virtud que su plantilla en cancha exponía: La rapidez y movilidad en posiciones de ataque. Tocó, buscó sociedades, mostró apetito, transmitió menos dudas que de costumbre. Con Villalva picante, Funes Mori lúcido en el área, Lanzini y Sánchez martillando en las trepadas, Ponzio con la batuta del medio, la banda cimentó 20 minutos iniciales de alto vuelo, coronados con 2 goles repletos de belleza en elaboración y concreción.
   Ocurrió que al mínimo contratiempo (inexorable ley del ex de Lucas Orban) la solvencia inicial se fue esfumando y el millonario quedó atrapado en la maraña de indecisiones que provocaba la certeza de saberse poderoso en ofensiva, pero absolutamente vulnerable en la retaguardia. Diga que este Tigre lastimado de ausencias no pasó de ser una turba voluntariosa arremetiendo al tun tun, y el festejo -más allá de algún sofocón a las perdidas- no corrió peligro.
   No es casualidad que River haya ganado todos sus puntos en el torneo en condición de visitante. La riqueza técnica suele explotar con mayor facilidad en la libertad del campo abierto, y este equipo la tiene. Es cuestión de darle valor agregado a lo ya hecho y cimentar punto por punto, victoria tras victoria, una estructura que nos permita saber para lo que verdaderamente estamos en este primer semestre. Hay que ser optimistas y pacientes. Para cosechar alegrías, primero hay que saber plantar ilusiones. Este de ahora, es el tiempo de siembra.

miércoles, 15 de agosto de 2012

CAMPAÑA 1962

Año agitado si los hay. El U2, avión espía norteamericano, detecta varias plataformas lanzamisiles en las costas cubanas apuntando a yankilandia. Son 13 días donde el mundo queda a las puertas de una nueva guerra mundial. Kennedy impone un bloqueo económico sobre la isla que perdura hasta hoy. Aparece muerta Marilyn Monroe en una habitación de su mansión de Beverly Hills. Tiene 36 y se habla de una sobredosis de barbitúricos. Juan Carlos (entonces Príncipe heredero al trono de España) y Sofía de Grecia se casan en Atenas. Jamaica se independiza de Gran Bretaña y Argelia hace lo mismo de Francia. Spider-man aparece publicado por primera vez en formato historieta en la revista Amazing fantasy. Ringo Starr se une a los Beatles. Los Rolling Stones tocan por primera vez en un sucio teatro londinense llamado The Marqueé.
   River debe afrontar el sabor de una frustración fuerte. Apuesta a la sapiencia de un viejo cacique de la casa: Néstor Rossi. Pipo borra todo atisbo del "fútbol espectáculo" y apuesta a lo nacional. Llegan Vladislao Cap, Martín Pando, Nicha Sainz y Luis Artime. El el verano ocurre una celebrada victoria por 2-1 en el Monumental ante el famoso Santos de Pelé. El equipo es durante buena parte del certamen una aceitada máquina de ganar. Compite palmo a palmo con Boca por la vuelta olímpica. Faltando una fecha se enfrentan en La Bombonera. Faltando poco y en desventaja por uno, Antonio Roma le ataja un penal a Delem en flagrante adelantamiento. El juez Nai Foino se traga el silbato ante lo evidente. Luisito y Delem arremeten con grandes temporadas en lo individual de 26 y 18 goles cada uno. Puntales de un buen equipo que se quedó sin nada.


CAMPEONATO AFA 1962

1-  Estudiantes (LP)  3-1  -  Artime (3) / Sainz (ec).
2-  Chacarita Jrs.  2-2  -  Artime, Sarnari / Restivo, Diego.
3-  Racing Club  1-2  -  Delem / Belen, Mansilla.
4-  Independiente  0-2  / Dacquarti, D'ascenzo.
5-  Ferro C.O.  4-0  -  Delem (3), Pando.
6-  Vélez Sarsfield  1-1  -  Griguol / Yudica.
7-  Argentinos Jrs.  2-0  -  Griguol, Artime.
8-  Atlanta  1-0  -  Delem.
9-  Huracán  1-1  -  Artime / Medina.
10- San Lorenzo  3-1  -  Artime (2), Delem / García.
11- Quilmes  4-0  -  Artime (3), Delem.
12- Rosario Central  1-0  -  Artime.
13- Boca Juniors  3-1  -  Artime (2), Delem / Valentím.
14- Gimnasia (LP)  0-2  /  Rojas, Prado.
15- Estudiantes (LP)  2-2  -  Delem, Artime / Koroch (2).
16- Chacarita Jrs.  1-0  -  Artime.
17- Racing Club  6-2  -  Artime (3), Cap, Pando, Delem / Marchetta (2).
18- Independiente  4-1  -  Artime (3), Roberto / Etchegaray (ec)
19- Ferro C.O.  0-0
20- Vélez Sarsfield  4-1  -  Delem (2), Sarnari, Pando / Benedetto.
21- Argentinos Jrs.  3-2  -  Delem, Artime, Pando / Canseco (2).
22- Atlanta  2-1  -  Artime, Roberto / Fernández.
23- Huracán  1-2  -  Onega / Juárez, Marchesse.
24- San Lorenzo  4-1  -  Delem (2), Sarnari, Pando / Sanfilippo.
25- Quilmes  1-0  -  Delem
26- Rosario Central  3-1  -  Artime (2), Delem / Fernández.
27- Boca Juniors  0-1  / Valentím.
28- Gimnasia (LP)  4-1  -  Artime (2), Sarnari, Daniel Bayo (ec) / Diego Bayo.

GOLEADORES: Luis Artime  26-  Delem  18-  Martín Esteban Pando  5-  Juan Carlos Sarnari  4-  Ermindo Ángel Onega  2-  Mario Griguol  2-  Roberto  2-  Vladislao Wenceslao Cap  1-  Daniel Bayo (Gimnasia y Esgrima La Plata -EC-)  1.

EQUIPO BASE: Amadeo Raúl Carrizo (Rogelio Domínguez); José Manuel Ramos Delgado (Roque Mario Ditro),y Marcelo Edmundo Etchegaray; Alberto Carlos Saínz, Vladislao Cap y José Varacka; Martín Esteban Pando, Juan Carlos Sarnari (Ermindo Ángel Onega), Luis Artime, Delem y Roberto Frojuello.

sábado, 11 de agosto de 2012

AQUEL SABOR

Estudiantes (La Plata)  0 - 2  River Plate
Torneo Inicial 2012 - 2ª fecha.
Estadio Único de La Plata - 11/08/12.
.
ESTUDIANTES: Villar; Angeleri, Alayes, Desábato y Ré; Núñez, Braña, Martínez y Jara; Fernández y Carrillo. Posteriormente Auzqui. DT: Diego Cagna.
RIVER PLATE: Barovero (6); Mercado (5), Maidana (6), González Pírez (5) y Ramiro Funes Mori (6); Sánchez (5), Cirigliano (5), Ponzio (6) y Lanzini (4); Rogelio Funes Mori (8) y Trezeguet (7). Posteriormente Aguirre (5), Rojas (6) y Ledesma. DT: Matías Almeyda.
GOLES: Rogelio Funes Mori (RP) 8 st. Rogelio Funes Mori (RP) 21 st.
ARBITRO: Diego Abal -mal-.
MAN OF THE MATCH: Rogelio Funes Mori (River Plate)
RESULTADO MORAL: Estudiantes 0 - River Plate 1.

   Lo tengo muy presente hasta hoy, tal vez para guardar como sea esa sensación placentera. Fue un sábado otoñal del año pasado ante Racing, un 30 de abril frío y nublado como este. Recuerdo que Carrizo atajó el viento y que Lamela la descosió con su repertorio de pisadas. No me olvido el potente taponazo de Pavone en el penal de la victoria y el festejo a brazo tendido de cara a una tribuna, que entre el penar ruin del descenso, se animaba a la inconsciencia del campeonato. Quedó tan lejos aquella última victoria en Primera que todo el tiempo transcurrido desde aquel día hasta hoy parece parte de otra vida, de otra historia, de una nebulosa eterna de la cual volvimos como pudimos, enteros, pero absolutamente distintos.
   River resolvió en La Plata un tramite que amenazaba desde la previa en volverse un peloteo engorroso. Lo hizo con cierta autoridad y sin demasiados contratiempos, y no fue necesario extremar los límites del ingenio, la creatividad y el aguante para volverse de las diagonales en paz interior. Chapoteando en un campo veloz, la banda debió adaptarse a un juego donde el pelotazo y la fricción fueron ley. Supo morder, supo rechazar y supo ser efectivo cuando el adversario descubrió el mentón en una contra. Poquísimo para nuestra historia. Justo y necesario para nuestra realidad.
   Quedan tres unidades indispensables para abortar cualquier mala onda y un puñado de sensaciones sobre las cuales apoyarse para crecer: Barovero superó ampliamente un debut chivo, alejando con solvencia la sensación de cagada inminente que expelía la valla millonaria en el último tiempo. Ariel Rojas, dentro de la soberbia timidez que aún lo envuelve, dejó advertir algunas cositas (excelente pegada zurda, vocación para el orden y el juego) que lo hacen un elemento al que no deberían faltarle las oportunidades. David Trezeguet con tres pinceladas (cabezazo maestro sacado por Villar, pase gol a Lanzini y asistencia a Funes Mori) demostró que puede ser tan determinante como siempre, aún sin anotarse en la red, tanto para ser el faro y titiritero de la ofensiva, como para servirle de efecto descompresor al mellizo delantero, quién no en vano recuperó en estos ocho meses de 2012, los pergaminos de gran delantero que supo mostrar en sus tiempos de novato. 
   Vuelvo a degustar aquel legendario sabor. El dulce aroma de una victoria en Primera. Paseo un largo rato ese néctar por todo el paladar hasta dejarlo irse lentamente por la garganta, tan revitalizante y placentero como siempre. Solo allí comprendo cuanto lo extrañaba. Está claro que ganar no es todo en la vida, pero a veces se vuelve tan necesario...

miércoles, 8 de agosto de 2012

BRUNO RODOLFI

River Plate 1934/44 – 1947/48  -  170 partidos – 5 goles – 5 títulos
.

Había dos cosas imposibles de lograr con Bruno Rodolfi. Primero despegarse de su persecución a la hora de la marca. Y segundo arrancarle una sonrisa entre tanto despliegue de sobriedad. Así era este mendocino derecho y señorial, cortado con la tijera del recato y la timidez, reacciones lógicas para un paisano de tierra adentro que se aventura a las desmesuras de la gran ciudad.
   Bruno Rodolfi había nacido el 26 de Abril de 1915 en la provincia de Mendoza. La magia del boca a boca y la cadena de contactos informales, acercaron los rumores de volante en jefe que despertaba cada domingo en los pelados reductos viñateros, a oídos de un par de dirigentes riverplatenses que aceptaron jugarle una fichita (de 5000 pesos) a este desconocido centrojás de Gimnasia y Esgrima.
   La fascinación constante, el movimiento permanente, la paz esporádica de una ciudad bestial y de una camiseta por todos conocida seguramente habrán hecho mella en las costumbres de un muchacho de palabras contadas y gestos sencillos. Pero nada de eso se notó en el campo de juego, donde su rectitud y compromiso prendieron rápido en la consideración de un hincha siempre exigente. Jugó al lado de Esteban Malazzo y Aarón Wergifker sus primeros partidos como profesional en la extensa temporada de 1934 apuntalando siempre en base a marca y orden las pulsiones ofensivas de nenes como Bernabé Ferreyra, Nolo Ferreira y Carlos Peucelle.
   La rutilante adquisición de José María Minella, lo relegó un par de temporadas a un segundo plano del que logró escapar por su aptitud para ocupar la zaga central en casos de fuerza mayor y por una sorprendente convocatoria a la Selección Nacional en el año 1937, cuando era reserva en el equipo que lo contenía. Tanta paciencia y dedicación le redituaron dividendos personales al poco tiempo, cuando las tabas del gran Pepe poco a poco acusaron la edad y el esfuerzo.
   Más canchero y más experto en su función de contrapeso del equipo, Rodolfi entregó sus mejores años entre 1940 y 1943. Si la fabulosa irrupción de La Máquina es definida como un violento reverdecer de la primavera futbolística, Bruno (y Ramos, y Vaghi, y Yácono, y Ferreyra) deben ser necesariamente ubicados en los roles de jardineros prolijos, prestos a eliminar cualquier maleza que surgiese para entorpecer la enorme belleza de ese cantero millonario. Los memoriosos recordarán por siempre su fabulosa actuación en el superclásico del año 1941, mientras el quinteto mágico deleitaba con su show de goles (5-1 final), Rodolfi se encargaba de borrar de la cancha al magnífico playmaker xeneize Jaime Sarlanga, con una limpieza y autoridad que fue imposible pasarla por alto.
   Con 4 campeonatos en la mochila y un respeto consolidado en el mundo River, Bruno Rodolfi optó como tantos por emigrar al calor monetario de la novel liga mexicana. Fichó en el Puebla y allí jugó dos temporadas relajadas y exitosas, siendo comandante junto a otros argentinos (Ricardo Alarcón, Eladio Vaschetto, Norberto Pairoux, Emilio Baldonedo) de un cuadro que fue gran protagonista de campeonatos. Emprendió el retorno a mediados del 47 y encaró su último año y medio como profesional a la sombra cada vez más inmensa de Pipo Rossi. Tal vez en esos minutos finales de su carrera haya esbozado alguna mueca de sonrisa dentro del campo, esa que guardo siempre para los suyos, pero que pocas veces se permitió en el fragor de la batalla.

domingo, 5 de agosto de 2012

IGUAL QUE EL SOBREVIVIENTE

River Plate  1 - 2  Belgrano (Córdoba)
Torneo Inicial 2012 - 1ª fecha.
Estadio Monumental  - 05/08/12.
.

RIVER PLATE: Vega (3); Mercado (5), Maidana (4), González Pírez (4), Vella (3); Ocampos (6), Cirigliano (5), Ponzio (5) y Lanzini (6); Trezeguet (4), Rogelio Funes Mori (4). Luego Rojas (4) y Aguirre (4). DT: Matías Almeyda.
BELGRANO: Olave; Barrios, Turus, Rodríguez y Quiroga; Zapata, Farré, González y Velázquez; Aquino y Melano. Posteriormente Carranza, Pittinari y Martín. DT: Ricardo Zielinzky.
GOLES: Lucas Melano (BEL) 44 pt. Cesar Carranza (BEL) 1 st. Manuel Lanzini (RP) -tiro libre- 30 st.
ARBITRO: Germán Delfino (mal)
ROJAS: Juan Carlos Olave (Belgrano)
MAN OF THE MATCH: Cesar Carranza (Belgrano).
RESULTADO MORAL: River Plate 1 - Belgrano 1.

Primero la historia...
Hay un estribillo de Ciro y los persas que dice: "Que placer verte otra vez, nos dijimos sin hablar, hoy todo vuelve a empezar, y será lo que ya fue". Amanece un domingo en el que por la tarde juega River. Hace rato que no trasunta tanta paz en una previa. La vida tiene sentido, por fin, el círculo completo, la vuelta de tuerca, la casa en orden, el yin y el yan. Sale River inflando el pecho con el orgullo del sobreviviente que vuelve de la guerra. Lo recibe el monstruo bancatodo, centinela de mil angustias palmeandolo en la espalda con una ovación conmovedora. Suena eso de "Esta campaña volveremo' a estar contigo" al tiempo en que la historia comienza a escribir en esta tardecita de Agosto otro capítulo de esta apasionante biografía.
Despues la realidad...
Mucho podrá discutirse sobre las hipotéticas diferencias que puedan haber entre Primera y Ascenso. Podrá concluirse que las diferencias son pocas, pero existen, sobre todo en dos de los ítem que River padeció en su reestreno: La defensa y la eficacia. Disciplinado en un irrestricto 4-4-2, Belgrano complicó amuchando gente y revoleandola lo más lejos posible, un argumento simplista que suele revatirse con el fútbol que River nunca tuvo. En la primera de cambio, Vega otorgó el regalo que venía prometiendo desde hacía 6 meses ofreciéndole en bandeja el gol a Melano cuando moría la etapa inicial; Eso, más la imperfecta cesión de Cirigliano que derivo en el golazo de Carranza cuando nacía el complemento redondearon la sensación de noche torcida que no se cambiaría, ni con el descuento de Lanzini, ni con el penal errado malamente por Rogelio Funes Mori.
Por último el futuro...
Tal vez ahora que todo está en pañales, sea el momento de poner las cosas en claro. Da la sensación (siempre la dió) que Almeyda no termina de definirse y arrastra en sus vaivenes a todo el equipo. Jugó con un 4 de 3, con un delantero de volante por derecha y un enganche como volante por izquierda, dejó a uno de los mejores arqueros del campeonato en el banco y sacó al primer error al único agente de fútbol claro del mediocampo, para terminar tirandole pelotazos de 50 metros a los dos grandotes de área. Nadie lo entendió. Horneandose todavía en una tarea demasiado compleja, tal vez la lógica del "prueba y error" o el "cara o cruz" deba dejarle paso a la elección sensata de una línea de juego y respetarla a rajatabla. El momento es ahora que tiempo y crédito es lo que sobra.

miércoles, 1 de agosto de 2012

"MATAR A PASSARELLA"


   El Hotel El Mirador es tan austero como la localidad que lo cobija. Mar Chiquita. Hay un solo televisor en el hall y un único teléfono en la oficina de recepción. Se llega por la Ruta 11, adentrandose luego hacia la izquierda por unos dos kilómetros de pavimento austero. Son las 19:30 del viernes 29 de enero de 1993. River acaba de concluir el último entrenamiento de su pretemporada y retorna a la posada para descansar y esperar el partido del día siguiente ante San Lorenzo en Mar del Plata y luego el ansiado retorno a Buenos Aires tras 17 días de castigo en los médanos. A mitad de camino hay un pequeño puente que cruza el arroyo El cangrejo que separa en dos mitades el pueblo. Es allí, camuflados en el papel de solitarios pescadores, donde 4 ojos fisgoneaban el paso del colectivo con el plantel millonario, era la señal que esperaban para dar el zarpazo que tanto habían tramado. Había en sus mentes sed de poder y de revancha. La coyuntura deportiva del momento –Boca campeón tras 11 años, Comizzo borrado sorpresivamente del plantel- lo propiciaba.
   Una hora más tarde, una vetusta camioneta Dodge azul aparca en el hostal. Bajan raudamente 2 personas envalentonadas por la inconciencia, el alcohol y alguna otra cosa más. Sobrevienen cinco minutos de terror. Uno de ellos lleva una manija de crique en la mano, el otro una filosa navaja. El profe Pizzarotti y el utilero Carlos Peralta son los desafortunados en recibirlos en el hall. Ligan duro y parejo. El tumulto aplaca el eterno relax de un lugar simple y familiar. José Miguel y Daniel Passarella, que charlan sentados en el comedor, salen al rescate. Rapidamente, el entonces entrenador, pasa a ser foco exclusivo de los maleantes. “Passarella hijo de puta, poné a Comizzo”. Un navajazo revoleado tajea el ocaso y abre la oreja izquierda del Kaiser. Hay estupor. Un segundo de duda permite que Pizzarotti, en un enorme acto de valentia, tome por la espalda a uno de los facinerosos hasta caer juntos al suelo. Más joven, más fuerte, y más sacado, el barra se incorpora primero y tiene a merced del puntazo al veterano profe. Un instante antes del ataque letal una voz conocida le frena el brazo en medio del recorrido. “Pará Sandokán!!!, que vas a hacer?!!!”. Era el Tolo Américo Gallego. Los delincuentes comprenden que es el momento de la retirada y rápidamente se pierden en las sombras de la noche.
   “Sandokán” era el nombre de guerra de Miguel Alejandro Cano, un pesado que supo conocer el verdadero poder de la barra en los tiempos de Hugo Santilli, pero que había sido apartado de las altas esferas del paravalanchas conforme al cambio de dirigencia de principios de los noventa. Buscaba volver al reinado perdido y –de paso- lavar una afrenta personal que le lesionó el orgullo de matón, cuando el 26 de julio de 1991, Daniel Passarella lo echó a las piñas de la concentración del Monumental, tras una visita nocturna a los jugadores para pedir guita y entradas.
   Cano era changarín y alquilaba una piecita de hotel en la zona de Villa Martelli. No son pocos los que juran haber escuchado de su boca aquello de que un día de estos iba a “matar a Passarella”, en medio de charlas beodas rememorando sus días de gloria al comando del hampa. De aquellas épocas provenía su amistad con Ismael Guassardo, su compañero de correrías en aquella jornada balnearia. A Guassardo le decían Melena y la leyenda del tablón cuenta historias inverosímiles de sus enormes pelotas a la hora del aguante, pero que lo describian como bastante desequilibrado como para arribar a la mesa chica de los bravos, allí donde no solo se debe poseer vocación para la rosca sino frialdad para el negocio y la estrategia.
   La repercusión del altercado cobró velozmente alcance nacional y la Policía no tardó en caerles. Se habló de penas duras, de medidas de fondo, de punto de inflexión, de “basta de violencia”, bla, bla, bla. Finalmente pasó lo que se suponía iba a pasar. Cano y Guassardo fueron condenados y cumplieron penas de 8 y 6 meses de prisión y todo se olvidó con el retorno del campeonato Cuando volvieron a la luz la historia ya había cambiado. Passarella al poco tiempo se fue de Núñez rumbo a Ezeiza, y la barra, gradualmente fue reemplazando sus fichas conforme al crecimiento descontrolado de la maquinaria de violencia, extorsión y pillaje que conocemos hoy. Sandokan y Melena son eslabones de una prolongada cadena forjada con dinero y sangre, donde hasta el propio Passarella (el mismo que alguna vez le plantó lucha a trompada limpia) es responsable de no erradicar y detener.

domingo, 1 de julio de 2012

UN AÑO TEMBLANDO


363 días: Procesión por dentro o exteriorización de tanta mierda contenida. Cada millonario del mundo tendrá en su relicario su propio catálogo de pruebas de amor. Ritual de sábados extraviados supeditando el humor semanal a un resultado, a una pasión potenciada en la mala, fundada en la imperiosa necesidad de estar, de acompañar lo que sea, de ser fieles con la camiseta y con todo lo que ella emana. River Plate invitó al desquicio, a la pérdida de la compostura, haciendo que en este casi año imborrable conozcamos las mil caras del amor de la forma más violenta, descarnada y encantadora que pueda existir.   
La B Nacional: Al infierno tan temido hubo que atravesarlo sorteando peligros a cada fecha. 19 equipos, 38 cotejos, todas finales del mundo para adversarios dispuestos a correr hasta la desesperación con tal de una tapa de diario. No obstante, River tuvo todo para que el ascenso decante por si solo con el correr de los partidos, pero sus presiones y (hay que decirlo) las grandes campañas de sus rivales, boicotearon su evidente diferencia de jerarquía. No jugó más desde el partido en Rosario y lo pagó con sufrimiento, pero nadie podrá discutir que al torneo de ascenso más competitivo de la historia lo ganó el mejor equipo.
El equipo: Las llegadas de Trezeguet y Ponzio alternaron planes y esquemas. Lo que era un 4-4-2 inamovible rotó a un 4-3-1-2 o un 3-4-3 o un 4-3-3 según la ocasión. Fue una movida arriesgada. En la 2da rueda River perdió frescura y sorpresa pero ganó –relativamente- en contundencia y clase. Pasó sofocones grosos por una defensa de precariedad alarmante y un arquero dubitativo. Pero siempre fue, apostando al fútbol y la calidad individual, virtud demostrada a medias por culpa de un insoluble defecto: No saber abrir o cerrar los partidos cuando debía.
El mejor: David Trezeguet. Determinante e indispensable para explicar el ascenso. Más alla de todos los elogios ya dispensados, un dato de la realidad lo explica todo: 13 goles en 19 partidos, todos (salvo el 3º a Indep. Rivadavia y el 4º a Desamparados) sirvieron para encaminar, definir o confirmar resultados positivos.
Los referentes: Cavenaghi y Domínguez enarbolaron el estandarte a riesgo de ser los primeros de caer en la volteada ante un hipotético fracaso. Resignaron guita volviendo por la gloria y bancaron con personalidad momentos álgidos. Cavenaghi depreció su nivel con la llegada de Trezeguet, pero fue durante buena parte del torneo (con juego y goles) la figura que esperabamos. Lo mismo cabe para el Chori, pero su habilidad y desequilibrio entraron –sobre todo en la 2ª rueda- frecuentemente en lagunas mentales que lo perjudicaron. Fueron los fundadores de la ilusión del ascenso y elementos preponderantes para lograrlo.
La revelación: Parece mentira que Ezequiel Cirigliano solo tenga 20 años. Aplomado y sapiente, fue el inevitable iniciador del juego ofensivo del equipo, se ganó la cinco y la cinta con su pisadita de crack y el pase claro al pié del compañero. Lucas Ocampos fue un buen descubrimiento de Almeyda. Poseedor del don del desequilibrio, llamó rápido la atención por lo largo de sus zancadas, lo corto de su gambeta, y el interesante aporte goleador para su puesto. Cuando aprenda a pensar más en el equipo y menos en su lucimiento, será fundamental.
Los pibes: Rogelio y Ramiro Funes Mori, Germán Pezzella, Luciano Abecasis, Leandro González Pírez, Keko Villalva, Leandro Chichizola, los mencionados Cirigliano y Ocampos y los que me olvide. Madurando a tiempo o quemando etapas de prepo, los pibes volvieron a dar la talla sacando la cara por la camiseta que los formó y respondiendo firme en una campaña que los necesitó tal vez más de la cuenta. 
El peor: Quién haya imaginado en Agustín Alayes un líder carismático que comande la defensa, le erró como bizco al timbre. Lo trajeron para cabecear pero cabeceó bastante poco, y encima, los enormes espacios que ofrecía River en su búsqueda ofensiva pusieron en evidencia los problemas de desplazamiento que ocultaba en equipos más chicos y en defensas más cerradas.
Los otros refuerzos: Leo Ponzio pisó fuerte de entrada a pura personalidad. Jugó varios partidos soberbios brindando la lucha y el equilibrio que le faltaba a nuestro mediojuego. Carlos Sánchez y Martín Aguirre la rompieron en el comienzo brindando versatilidad y dinámica, pero perdieron fuerza con el correr de la temporada apagados por la irregularidad. Luciano Vella solo aportó cuotas discretas de su tezón y experiencia. Lo del Maestrico González fue raro. Pasó de no ir ni al banco a ser pieza vital. Almeyda halló en él una confiable usina de juego para auxilir de su ahogo a las figuras. Rindió bien en partidos pesados hasta que un inoportuno desgarro en Tucumán abortó lo bueno que había hecho.
El técnico: Agarró el banco en un acto de arrojo. Almeyda se fue haciendo DT sobre la marcha y aun queda la sensación de faltarle varios minutos de horno. Manejó con bastante temple estar en el ojo de la tormenta. Apostó al futbol de ataque y varió –quizá demasiado- cuando lo creyó necesario. Erro varios planteos, cosa tan cierta como que varios cambios suyos reportaron puntos. No encontró el equipo en 38 partidos. El valor histórico de esta temporada le ha brindado un crédito que deberá con prisa ratificar.
El mejor gol: El 3º de Trezeguet a Ferro, monumental volea con carga de slice en el arco de la Figueroa Alcorta. Mención especial para los chanflazos de Ocampos a Chacarita y de Cavenaghi a Jujuy, y la hilera de toques precisos ante Atlético Tucumán que acabó con la definición de caño del Maestrico González.
El mejor partido: El 1-0 a Instituto. Por el clima de catástrofe inminente, por las ínfulas con que llegaba el rival, y porque fue el punto de inflexión de la campaña. River atacó a la yugular a los cordobeses hasta virtualmente borrarlos de la cancha.
El peor partido: Pecado de subestimación. Atlanta tuvo esa jornada en Vélez un planteo perfecto y una tarde en donde si jugaba al Quini 6 lo ganaba. Fue el único partido donde River fue menos que su rival. Y lo fue por mucho.
La hinchada: La llamaron revolución y así fue. El descenso despertó el orgullo y el país de River se transformó en multitudes conmovedoras buscando una revancha. Afloraron las camisetas en las calles y en los picados, y las canchas se llenaron, y las provincias se conmovieron, y las pantallas se derritieron. Tanta entrega exigió una recompensa que se transformó en carga conforme su demora. El desahogo del final tuvo proporciones bíblicas.
La dirigencia: Passarella -esa es toda la dirigencia- evitó exponerse y fue esa su medida mas sensata. Conforme a un descrédito que avanza, la propia conducción millonaria con sus acciones (y no acciones) se allana un camino que va derechito a la puerta de salida.
Los arbitrajes: El recuerdo fresco de los escándalos de Beligoy, Loustau y Pezzotta debe haber servido para bajar una línea rotunda desde el colegio arbitral: Con River esta vez no. Hubo buenos, discretos y malos arbitrajes, pero todos sobre carriles normales. En las fechas finales, colaboracionistas decisiones (con Maglio y Toia a la cabeza) confirmaron la sensación de que alguien se sentía con la cola sucia.
La Copa Argentina: Empezó siendo un estorbo en el calendario y acabó dejando una pequeña mueca de lástima por la forma en que se escapó. Mayormente usada como tester, la banda le fue tomando el gustito con el correr de las victorias limpias de los pibes, hasta llegar a colocarla como objetivo de campaña. Los penales y Saja pararon el carro en semifinales.
La imagen: Hay miles en este año de constantes temblores. Yo elijo 4. Cavenaghi y el Chori encabezando la salida del equipo el día del debut ante Chacarita. El cerro repleto en Catamarca la noche ante Sportivo Belgrano. El pantalón tinto en sangre de Leonardo Ponzio frente Boca Unidos. Las lágrimas de descarga de Matías Almeyda luego del segundo gol de Trezeguet la tarde del ascenso.

viernes, 29 de junio de 2012

AHÍ VA EL CAPITAN BETO POR EL ESPACIO

Le dirán Maestro y tendrán razón. O tal vez le digan Genio y nadie podrá discutirlo. O acaso lo llamarán ídolo, y claro, habrán cantado la justa. Sin embargo, ninguno de los merecidos calificativos que se le dispensen hará justicia con lo que fue la verdadera naturaleza de Juan Alberto Badía: Comunicar.
Se encendía la luz roja y el hombre parecía nacer en vida. Se convertía en el Capitán Beto de ese espacio al que llaman eter. Fue para ese universo de radio el inventor de algo nuevo, donde la creatividad era la ley y el buen gusto el dogma inquebrantable. Allí donde las fronteras las imponían la propia palabra y la capacidad imaginativa de la mente tras el receptor. 
Badía imaginaba un mundo y lo contaba con sabiduría. Frase a frase. Palábra a palábra. Lo sostenía ser creíble, ser jovial y ser honesto. Metió la radio dentro de la tele y (cosa casi imposible) la tele dentro de la radio. Referente de la vieja raza de locutores hoy en desaparición, sus programas insignias (Badía y compañía, Imágen de radio) fueron verdaderas escuelas para quienes fantaseabamos sin tapujos con la aventura de hablarle a una cámara o a un micrófono. Somos muchos los que a tipos como él le debemos un trabajo, una conducta de vida, una inspiración...
Estaría bueno reclamarle a la parca que afloje un poco, que es suficiente por ahora. Sus decisiones inapelables han golpeado este año al mundo River con la ausencia de tres de sus más altos referentes. Primero el Flaco, luego el Negro, y ahora el Beto. Y allá arriba estarán ahora, charlando de los Beatles, de la música, del mundo, de los sueños, de la banda roja... Llegará Juan Alberto al grito de "Muchachos!, tengo algo para contarles!"... y les narrará la noticia del ascenso con la pasión riverplatense que lo distinguió de por vida;  La misma que puso a diario cuando se enfrentaba con su amigo el micrófono.

jueves, 28 de junio de 2012

ESO NO SE HACE

Ahora que parece todo un bajón, no te dejes llevar por la bronca de lo incomprensible...
Ahora que todavía duele el puñal en la espalda...
Ahora que te sentís usado y despreciado...
Ahora que el desagradecimiento puede ser la sensación mas abarcadora...
Ahora, tras las lágrimas que seguro derramaste...
Ahora que el recuerdo de lo hecho se deshace en mil preguntas vanas...
Ahora que ya no habrá más festejos...
Ahora, cuando todavía no podemos salir de la perplejidad...
Ahora que las cosas aún no cierran...
Ahora que tu angustia se hermana a la nuestra...
Ahora, querido Cavegol, es el momento del silencio, y dejar que el tiempo hable...
El pueblo de River es memorioso y sabrá esperarte.
...
Claro que decisiones son decisiones, pero un referente no es un pañuelo que se usa y se descarta. Los argumentos de Almeyda / Passarella podrán ser inobjetables, pero tal vez lo que más duela no sea el hecho, sino las formas, y la sensación de que River vuelve a morderse su propia cola infectada de rabia. 
Si un traidor puede más que unos cuantos, que esos cuantos no lo olviden facilmente. Fernando Cavenaghi expuso al fuego abrasador del descenso el prestigio y el cariño que supo cosechar en las redes millonarias por temporadas enteras. Puso la cara cuando lo más fácil era esconderse. Volver -para él y para el hincha- fue un rotundo acto de amor. Solo en el campo legendario se reconocen gestos así, y ese gesto en el sentir millonario (dalo por descontado, torito) no morirá jamás...
Llamenlo como quieran: Forreada, traición, desagradecimiento.. Lo sucedido con Fernando Cavenaghi (y con el Chori también), por mas que sobren los motivos, simplemente no se hace. 

martes, 26 de junio de 2012

MERCI BEAUCOUP


   El hincha argentino tiene dos características que lo resaltan sobre los demás. La mente podrida y el ojo entrenado. La noticia de la llegada de Trezeguet a principios de año disparó inmediatamente el comentario de “je, está todo roto, viene a robar” al amparo de los últimos antecedentes de descenso en España y 3 partidos en 6 meses en la liga de los Emiratos. Pero bastó verlo unos minutos en el verano, un par de toques de primera, una definición ante Racing, para comprender que en cancha había un tipo especial, dotado de un nivel distinto, ubicado, comprometido, predispuesto a la humildad, al que solo la incógnita de su estado físico, se interponía en una ilusión que tenía muchos fundamentos.
   Ahora resulta fácil preguntarse si hubiera ascendido River Plate si a mitad de temporada no hubiera llegado Trezeguet. Pregunta inútil, pregunta inquietante, pregunta sin respuesta. A la luz de los hechos es tentador decir que “no”, aunque cualquier afirmación siempre chocará contra la barrera de lo improbable. Si pudo haber otro jugador en lugar de David en el sitio y en el momento de sus goles claves (A Instituto, a Jujuy, a Ferro, a Defensa, a Almirante Brown) es jugar en una tómbola sin sentido donde la hilera de causas, consecuencias y casualidades puede resultar interminable. Lo importante es que estuvo. Listo, a otra cosa.
   Demostró tener la banda roja pintada. No por sus declaraciones de fanatismo y sueño cumplido de la previa, no por el gesto folclórico de golpearse el corazón tras cada gol convertido. Lo demostró por llevar a cada paso el legendario estilo de la escuela millonaria. Esa estirpe de alta clase, lo elegante, cierta indolencia, la gracia en los movimientos, la belleza en los pequeños detalles, el poder de simplificar la dificultad, la contundencia para el golpe, el poder de seducir muchedumbres sin recurrir a bajas artes. Pero no solo eso. Trezeguet mostró en estos seis meses ser una figura a la que River debería invitar a quedarse a vivir en Núñez. Hoy resulta desproporcionado imaginarlo, pero cuando ya sea un ex, sería un pecado desaprovechar esa experiencia, ese bagaje, esa influencia positiva, esa expresión ubicada y componedora que vimos imponerse con tanta fuerza en los tramos más caldeados de esta historia del ascenso.
   Llevaré en silencio la humilde medalla moral de haber confiado desde el primer minuto en el acierto de su compra. Pero más que nada guardaré en el corazón hasta el fin de mis tiempos los recuerdos de sus goles de escalofrío, que inyectaron morfina hasta sanar una herida que –con el paso de los partidos- parecía incurable.
   Seguramente nunca vaya a leer esto, Señor David Trezeguet. De todas formas no hará falta que yo ni nadie le exprese a viva voz el eterno agradecimiento que todo el mundo River le tendrá a su figura. La historia se lo hará saber a cada instante hasta el día en que se muera.

sábado, 23 de junio de 2012

NUNCA MÁS

River Plate  2 - 0  Almirante Brown.
B Nacional 11/12 - 38ª fecha.
Estadio Monumental - 23/06/12.
.
RIVER PLATE: M.D. Vega (6); Vella (5), Maidana (5), González Pírez (5) y Ramiro Funes Mori (6); Ponzio (6), Cirigliano (6) y González (4); Domínguez (5), Cavenaghi (4) y Trezeguet (8). Luego Rogelio Funes Mori (8), Ocampos (7) y Aguirre. DT: Matías Almeyda.
ALMIRANTE BROWN: Monasterio; León, Nievas, Ortíz y Garre; Centurión, Olmedo, Meza Sánchez, y Cisterna; Díaz y D. Vega. Luego Chavarri, Giménez y Canelo. DT: Blas Giunta.
GOLES: David Trezeguet (RP) 4 st. David Trezeguet (RP) 43 st.
ARBITRO: Alejandro Toia -mal-.
MAN OF THE MATCH: David Trezeguet (River Plate)
RESULTADO MORAL: River Plate 1 - Almirante Brown 0.

   Hola papá, soy yo, el nene. Quedate tranqui viejo, solo vine a avisarte que esta tarde volvimos a Primera. Si, viejo, volvimos... Y dejame que sea yo, como el riverplatense bien nacido que educaste, el que cierre el círculo que vos mismo abriste hace casi un año atrás, cuando el recuerdo de tu cara tras el penal de Pavone me anunció que aquella historia del descenso iba a culminar de la peor manera. Pero hoy volvimos, viejo, y estamos contentos, y quiero compartir con vos esa alegría. Dejame contarte que hoy ganamos con 2 goles de Trezeguet, un francesito que era apenas un pibe cuando te fuiste; Que él, junto a un tal Cavenaghi y un tal Chori Domínguez (dos muchachos que ni siquiera conociste) fueron los que llevaron la bandera todo este año cargado de nervios. Que fue Matías Almeyda -si pa, aquel cinco que tanto te gustaba- el que condujo al equipo desde el banco a un campeonato que nos sacó canas verdes. Sufrimos mucho pero volvimos, papá. Volvimos y te lo quiero contar. Volvimos y tengo la secreta esperanza de que a partir de esto todo vuelva a ser como fue. Como vos me enseñaste. Como tanto extraño que me cuentes. Esta noche a la hora de la cena, date una vuelta imaginaria por casa, así te sentas en la cabecera y nos damos el gusto de elevar una copa brindando por tu memoria, y por la gloria de la banda roja. La casaca que me metiste en el corazón y enseñaste a amar hasta el dolor.
...
   Terminó, madre de Diós, terminó...No es alegría lo que siento, mucho menos euforia. 363 días, 8760 horas, 210240 minutos después de aquel fatídico 26/J estoy de nuevo en el mismo lugar, plantado frente a la compu, con idéntico nudo en la garganta y angustia contenida, comprendiendo finalmente en este desahogo aliviador la verdadera magnitud de lo que es sufrir un descenso y la titánica lucha por defender las banderas pisoteadas por el malón. Fueron 26 sábados, 9 domingos, un viernes, un miércoles, y un martes en la B. Solo vos (que leés esto) y yo sabemos las que pasamos. 
   Estuvimos siempre. Ese martes lloviznoso ante Chacarita aguantando estoicos el debut. Fuimos con los 10000 ilegales a la popular en Mendoza. Nos retumbó el silencio en las tribunas vacías del Gasómetro. Copamos San Juan, Corrientes, Jujuy, Córdoba, Tucumán, Chubut, Catamarca, alborotadas por una camiseta. Reventamos todos los estadios y las mediciones de rating. Nos tragamos el sapo de las cargadas humillantes. Soportamos tapas de diarios mala leche. Oímos incrédulos como piojos resucitados nos cantaban que eramos de la B. Bancamos que Boca Unidos, Aldosivi, y Guillermo Brown nos saquen puntos sobre la hora. Perdimos ante Atlanta y Patronato de Paraná. Jugamos en el Raúl Conti de Puerto Madryn y en el Fragata Sarmiento de La Matanza. Festejamos golazos, maldijimos regalos defensivos, sacamos cuentas fecha tras fecha, nos copó una angustia insoportable, aprendimos nombres de jugadores desconocidos. Nos dorminos en el infierno tras la caída del Cementerio de los Elefantes y nos levantamos el domingo del día del padre resucitados gracias a la mano de Chacarita. Cruzamos a plena angustia esta larga semana previa hasta sacarnos el diablo de adentro con los goles (ya históricos) de Trezeguet... Me enorgullezco y me respeto por esta fidelidad. Solo pido que el domingo que volvamos a jugar en Primera, queridos amigos, todos los riverplatenses juremos  recordar todo lo que padecimos para parir esta cosa a la que llamamos felicidad.
   Y seguiremos siendo River. El River de siempre, el millonario, el más grande por lejos. No se nos caerá ningún anillo cuando comenzemos a contar todos los Torneos de Primera, Las Libertadores, La Intercontinental, La Supercopa, La Interamericana, y ahora, el Torneo de la B, a simple vista, el título más difícil de nuestra historia.
   Quisiera rubricar este drama con final feliz, con una sola frase. Solo una. Aquella que fue expresada en momentos aciagos y que sirvió como punta señera para alumbrar la esperanza de la llegada de buenos tiempos. Una frase que sirva de lección y escarmiento, y se nos tatúe a fuego en la mente y el corazón, al convocar la memoria a todos los responsables de nuestra caída y a todo lo que penamos en pos de la reconstrucción que nos debemos.
Señoras y Señores... Nunca más.
.