domingo, 27 de febrero de 2011

PERSEVERA Y TRIUNFARÁS

Independiente 0 - 1 River Plate
Torneo Clausura 2010 - 3ª fecha.
Estadio Libertadores de América - 27/02/11.


INDEPENDIENTE: Navarro; Matheu, Tuzzio y Velázquez; Cabrera, Battión, Fredes, Mareque, Defederico y Rodríguez; Silvera. Posteriormente Pellerano, Gracián y Núñez. DT: Antonio Mohamed.
RIVER PLATE: Chichizola (6); Ferrero (6), Maidana (6) y Román (6); Ferrari (5) Acevedo, (5) Almeyda (7), J.M. Díaz (6), Lanzini (6) y Lamela (6); Pavone (7). Luego Bordagaray, Buonanotte y Cirigliano. DT: Juan José López.
GOLES: Mariano Pavone (RP) 43 st.
ARBITRO:
Saúl Laverni (bien).

MAN OF THE MATCH:
Mariano Pavone (River Plate)

RESULTADO MORAL:
Independiente 1 - River Plate 2.


44 en los relojes. Desde hace ya mucho rato el punto se acepta gustoso, pero alguna fibra íntima todavía confía en un premio a la perseverancia. Entonces tras él va Pavone y su bandera conmovedora. Podría haber obviado el pique y retrocedido a posiciones defensivas. Pero fue con una esperanza dificil de comprender. En el camino alguien lo debía cuerpear, alguien lo debía anticipar, alguien lo debía cubrir. De pronto -como un guiño divino al tezón entregado- Pavone y la pelota quedaron a un metro de la valla. En su Tres Sargentos natal habrá soñado mil veces con una situación similar. Toque y estallido. Toque y delirio. Toque y victoria.
Un capital interesante viaja a Núñez con la victoria. En primer lugar, por el peso propio de una victoria en terreno hostil y ante un rival que se preparó especialmente para voltearnos. Y también por las formas de llegar a la misma. River parece haber encontrado la manera de compenzar su dificultad para llenar el ojo con una personalidad que se hace evidente en varios lados y que le permite al equipo jugar los partidos como quiere y no como proponga el rival. Los tres de atras no ganaran ningun concurso de pulcritud, pero hacen su trabajo con mucha seriedad y escazos errores. Almeyda y Acevedo equilibran con esmero la balanza cuando las subidas de Ferrari y Díaz liberan huecos a cubrir. Lamela y Lanzini todavía chispean esporádicamente, pero cuando lo hacen, dañan e ilusionan. Pavone es un tema aparte. Podrá perder (como ante Independiente) cien goles, pero siempre tendrá fuerza para una más. Y ese plus en invalorable.
River fue más que Independiente. Lo fue todo el partido, aún soportanto algunas llegadas con peligro del rojo. Lo era en el primer tiempo cuando un yerro flagrante (uno más, y dale que va) del lineman Esquivel, truncó un golazo de Ferrari tras una exquicita combinacion de Erik y el uruguayo Díaz. Lo era tambien sobre el final de la noche, cuando las revoluciónes comezaban a bajar y sin embargo Pavone decidió ir a buscar la última.
Como hacía bastante rato, el pueblo millonario bajó las escalinatas cantando su alegría desde lo alto de la popu de las vías. Por ahora solo es eso, una alegría. La luchas es para que la misma se transforme en esperanza.

miércoles, 23 de febrero de 2011

LA TANITA DE AVELLANEDA


Manuel Baena era vendedor de vinos en el barrio de Barracas y era muy amigo de Víctor Camaño, por ese tiempo entrenador del equipo de atletismo de River Plate. Una mañana de trabajo lo cruzó en la calle y le advirtió algo que Camaño tomó como improbable: "Te voy a llevar a una campeona de verdad para que entrenes". Don Baena sabía de lo que hablaba. Él era vecino de la familia Simonetto en Bernal y no había podido escapar del asombro, cuando en un picnic estival había visto a la niña en cuestión saltar más alto que nadie una valla colgada a una altura inverosímil para su estatura y -sobre todo- para su sexo.
Noemí Simonetto apenas era una colegiala de 13 años cuando en la mañana del 8 de diciembre de 1939 cuando se vio cara a cara con Camaño para la prueba. Le hicieron correr los 400 metros de la pista y saltar un par de vallas, exámenes que superó a las carcajadas. Camaño, rendido ante las evidencias, fue concreto y tajante: "Señorita, vengase por la tarde al desfile. Ya es atleta del Club". Ese día era el acto inaugural de la Fiesta del Deporte que se realizaba en el flamante Monumental. A Noemí no le alcanzaban los ojos para observar todo lo que quería ver.
La historia de Noemí Simonetto con River se extiende por poco menos de dos años. Transitaba en compañía de papá los varios kilómetros que separaban su casa del Monumental, sitio que para esa época todavía estaba atestado de pajonales y potreros. Entrenada con las veteranas y reconocidas Lelia Spuhr y Olga Tassi, a las que casi sorprende en el Nacional de 1940, llegando segunda en la competencia de los 100 metros llanos. Su nombre era sinónimo de promesa verdadera, y eso fue motivo para que El Gráfico, nada menos, se fijara en ella para dedicarle una portada. La Edición número 1122, aparecida el 10 de enero de 1941, muestra en tapa a una hermosa joven de cabellos cobrizos, con aires de barrio, con una poderosa mirada parda y una banda roja cruzándole el pecho. Días después de aquello cumplió 15 años, y ella lo recordaba como el mejor regalo de su vida.
Para la gran masa todavía no era la tanita de Avellaneda, apodo tierno que se ganó con el correr de los triunfos logrados en todos los puntos del país y el continente. La dificultad geográfica y la pasión de su familia por Independiente, la empujaron a dejar Núñez para representar al rojo de Avellaneda. Los números de su campaña asustan. Ganó 17 medallas (11 de oro) en los Juegos Sudamericanos, compitiendo tanto en salto en alto como en pruebas de velocidad. Fue la primer atleta sudamericana en ganar una medalla olímpica, obteniendo la plata en salto en alto de los Juegos de Londres de 1948, prueba que perdió en el último salto ante la húngara Olga Gyarmati. Luego de eso comprendió que era el tiempo de dedicarse a ser esposa y madre. Eso jamás la apartó del deporte y el reconocimiento. Fue nombrada miembro del Comité Olímpico Argentino, le dieron el Premio Konex al mérito deportivo, y fue galardonada simbólicamente como la mejor atleta sudamericana de la historia.
Este fin de semana, Noemí Simonetto murió. Quiso el destino que River Plate salte a la cancha para jugar su partido ante Huracán vestido de riguroso luto. Es que nunca nadie podrá borrar de la historia que la leyenda de nuestra atleta mas grande, comenzó a escribirse una calurosa mañana de diciembre del 39, en la vieja pista de ceniza del Monumental.

domingo, 20 de febrero de 2011

UN LINDO RATITO

River Plate 2 - 0 Huracán
Torneo Clausura 2011 - 2ª fecha.
Estadio Monumental - 20/02/11.


RIVER PLATE: Chichizola (6); Ferrero (6), Román (6) y J.M. Díaz (5); Ferrari (7), Acevedo (6), Almeyda (5), Pereyra (5), Lanzini (5) y Lamela (7); Pavone (7). Posteriormente Buonanotte, Cirigliano y Arano. DT: Juan José López.
HURACÁN: Monzón; Angelof, Quintana, Quiroga y Villán; Machin, Lemos, Battaglia, Soplán y Maidana; Cámpora. Luego Guerra y López. DT: Miguel Ángel Brindisi.
GOLES: Erik Lamela (RP) 4 st. Paulo Ferrari (RP) 14 st.
ARBITRO: Néstor Pitana (bien)
MAN OF THE MATCH: Paulo Ferrari (River Plate)
RESULTADO MORAL: River Plate 2 - Huracán 0.

Apareció sin presentarse, como lo hacen las noticias inesperadas. Y de pronto, el viejo River se apoderó del alma de esta maqueta descascarada que lleva su nombre y resolvió en un flash eléctrico los nudos gordianos que ataban el choque ante la quema. A los 4 del segundo tiempo, tras una bella jugada conjunta, Pavone se vistió de Bochini y asistió Lamela que definió casi con desprecio ante el achique de Monzón. Al ratito, Erik volvió a ceder a Pavone y este vio solo a Ferrari, quién abrochó con cabezazo la victoria necesitada. Así de simple, tan fácil que era.
Bajamos la adrenalina con la sensación de haber ganado un juego importante por el bendito asunto del promedio. No lo será por lo que el millonario mostró en el campo, no lo será por la valía del adversario. Partidos como éste ante Huracán tienen una frontera que delimita lo preocupante de lo reconfortante. Esa frontera cayó con el gol de Lamela y ese lindo ratito de inspiración. Un tramo donde deseos, apuros, ideas y ejecuciones se alinearon para resolver algo que comenzaba a enmarañarse por demás. Antes y después, el trámite se explica con los estados de animo, que van desde la acumulación de preguntas sin respuesta de los primeros 45, hasta el aplauso generoso, inpluso para la burrada mas evidente, en el cierre de la tarde.
¿Que es River hoy?. Una defensa que hace de tripas corazón -y no siempre con buen resultado- el duro arte de cerrar los partidos. Un arquero que se siente observado, pero que responde, a veces atajando hasta sus propios nervios. Un par de pibes talentosos que todavía no superan la categoría de promesas. Un delantero de una solidaridad conmovedora. Una mezcla poco lograda de mucha actitud y poca idea. Un técnico que, en el afán de puntuar y puntuar, no se anima a soltar por pajaritos de la jaula. Un pueblo que comprende y aguanta estoico al pié del cañón, identificados con una camiseta y vaya uno a saber que otra cosa mas.
Dos ítems redondean una tarde moderadamente feliz. 1- Desde las victorias se trabaja más y mejor. 2- Si este Huracán es rival en la lucha por el promedio, no habrá que preocuparse más de lo estrictamente necesario.

miércoles, 16 de febrero de 2011

UN PASEO ENTRERRIANO

Atlético Uruguay 0 – 6 River Plate
Torneo Nacional 1984 – 11/03/84.

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Hay que estar muy atentos para percatarse que uno ha pasado al lado del estadio Simon Luciano Plazaola de Concepción del Uruguay. Cercanía al río. Tribunas bajas de tablón, perímetro entapialado, elegante platea social, unas pocas cabinas de transmisión. Si a algún desprevenido le dicen que allí alguna vez jugó River Plate y por los puntos, la respuesta inmediata sería un gesto de desconfianza. Pero lo que dicen que pasó, efectivamente pasó. Los recuerdos mienten un poco, dijo el Indio Solari. Y sobre todo para los fanáticos del “decano” uruguayense que aseguran haber asistido esa tarde al estadio. Varios miles más de los 15.000 que en realidad concurrieron.
A 26 años de ese juego, la visita del millonario a Concepción del Uruguay es un hito en aquellos lados de la baja mesopotamia. Los memoriosos no recuerdan tamaño interés por un partido de fútbol. La cancha se llenó 2 horas antes y había gente hasta arriba de los árboles. En la previa varios suspendieron la vuelta del perro para pasarse por el hotel y poder ver de cerca de los jugadores millonarios, y no son pocos los que atesoran en algún sitio preferencial del álbum de fotos, alguna instantánea con alguna figura riverplatense.
El River que fue a Entre Rios estaba reconstruyéndose. Tras un 83 paupérrimo, la llegada de Luis Cubilla al banco, mas el retorno de Alonso de su exilio velezano y algunas figuras incorporadas –Teglia, Alfaro, Villalba, Pumpido, Borelli-, alimentaban la expectativa de un equipo ganador. La ilusión llegaría hasta la final de ese Nacional de 1984, destrozada a pesados por el Ferro de Griguol. Pero, a esa altura del partido (4ª fecha de la primera fase) la marcha de la banda era sobria y tranquila con dos éxitos ante Huracán y Atlético Uruguay, y una paridad en Río Cuarto ante Estudiantes.
Después de desandar los tortuosos senderos de los regionales mesopotamicos, Atlético Uruguay por fin se había dado el gusto de llegar a la Primera del fútbol Nacional derrotando a quien era uno de sus verdugos por aquellos años, Renato Cesarini de Rosario, y sentando un precedente irrefutable en la histórica y enconada rivalidad de pueblo que alimenta con Gimnasia y Esgrima. Los dirigentes decidieron respetar la base del plantel del ascenso, compuesto unánimemente por jugadores duchos en la plaza zonal pero absolutamente anónimos para el gran contexto, y que no tenían otro objetivo mas que el de hacer un papel decoroso ante los grandes de AFA.
Esa tarde del 11 de marzo de 1984 todo transcurrió en los carriles normales de la lógica. El entusiasmo de los locales comenzó a esfumarse a los 21 minutos del primer tiempo cuando Enzo Francescoli puso el primero. Antes de que concluyan los 45 iniciales, River ya estaba 4-0 por anotaciones de Alfaro de tiro libre, Teglia y Jorge García. En el complemento hubo otro tanto de Roque y hasta un exótico gol de tiro libre del Tolo Gallego. Evidentemente la tarde daba para todo.
Por River Plate fueron Nery Pumpido; Eduardo Saporiti, Alfredo De los Santos, Cacho Borelli y Jorge García; Enzo Francescoli (de 8), Américo Gallego y Roque Alfaro; Alberto Bica, Enrique Atanasio Villalba y Daniel Teglia. Posteriormente entraron Vasco Olarticoechea y Chino Tapia. El local alineó a Cáceres; Ayala, Cueno, Gómez y Sturm; Mosca, Alberto Martínez y Velásquez; Hugo Umpiérrez, Mario Wurtz y José Luis Martínez. Arbitró el partido Ricardo Calabria.
En la catedral de Concepción del Uruguay descansan los restos del General Justo José de Urquiza. Y en la memoria del pueblo uruguayense descansa muy vivo el recuerdo de esa tarde de fines de verano del 84, y del aplauso cerrado con la que el publico despidió a los equipos en el viejo estadio del decano. A River por haber paseado su grandeza en el suelo entrerriano y Atlético Uruguay por ser hidalgo y digno ante una superioridad tan abrumadora.

domingo, 13 de febrero de 2011

FALTÓ POCO, FALTA BASTANTE.

Tigre 0 - 0 River Plate
Torneo Clausura 2011 - 1ª fecha.
Monumental de Victoria - 13/01/11.


TIGRE: Islas; Galmarini, Echeverría, Blengio y Pernía; González, Castaño, Martínez, Morales y Botta; Stracqualursi. Posteriormente Altobelli y Tellechea. DT: Rodolfo Arruabarrena.
RIVER PLATE: Chichizola (6); Ferrero (6), Maidana (6) y Román (5); Ferrari (6), Acevedo (5), Almeyda (6), J.M. Díaz (6), Lanzini (5) y Lamela (4); Pavone (7). Luego Caruso y Bordagaray. DT: Juan José López.
GOLES: No hubo
ARBITRO: Sergio Pezzotta -bien-
MAN OF THE MATCH: Mariano Pavone (River Plate)
RESULTADO MORAL: Tigre 0 - River Plate 0.

Ay. Es que faltó tan poco. Centímetros tal vez. La distancia mínima que separó el balón del palo derecho de Islas luego del remate cruzado de Ferrari en ese mano a mano. O milímetros quizá. La diferencia que hubo entre el esférico y el intento de desvío de taco de Leandro Caruso debajo del arco luego de un buscapié de Pavone, también en el complemento. Quién sabe si hubiera sido justo. Si estamos seguros que era absolutamente necesario.
Ay. Es que nos falta tanto. En medio del fragor y los nervios uno se toma el trabajo de mirar fríamente el juego de River Plate y la reflexión inmediata es: Donde hemos caído!. 7 jugadores de corte defensivo, la preponderancia por el combate y la especulación, un delantero solo aislado en Siberia, la pérdida de la identidad cada vez mas acentuada. Miro la tabla -la otra tabla- y la siguiente reflexión viene en forma de interrogante: ¿y como estamos, se puede jugar de otra forma?.
Es erróneo decir que River hizo un mal partido en Victoria. Todo lo contrario. Cancha brava, rival jugado, amenaza constante. JJ y Arruabarrena planearon un tablero de ajedrez lleno de peones en el centro del campo. Jugar se hizo virtualmente imposible, haciendo incierto el trámite y el resultado. Apagado Lamela y discontinuo Lanzini, River apostó por las correctas escaladas de Ferrari y JM Díaz, y por el arrojo de Pavone. Llegó bastante mas de lo esperado, y si hubiese ajustado el toque final, la sonrisa hubiera sido grande.
Correcto Chichizola (dos atajadas imponentes ante Pernía y Telechea, y una canchereada innecesaria que casi cuesta un gol). Sobrios los de atrás y los volantes centrales. Hubo mucha actitud y concentración. A esta altura queda claro que el déficit millonario no pasa por la entrega y la lucha. Pasa por un alarmantemente bajo volumen futbolístico, y por un temor -intrínseco e ingobernable- de jugar con la guillotina del promedio cerca del cuello. Como siempre se dice, los puntos de visitante rinden solo si se ganan los 3 de local. Huracán (compañero de desventuras en esta historia) será un buen motivo para levantar la puntería y la autoestima.

jueves, 10 de febrero de 2011

ALEXIS SÁNCHEZ


Alexis Sánchez. Joven. Chileno. Talentoso. Veloz. Gambeteador empedernido. Futuro de crack. Con todos estos datos en la mesa, resulta difícil explicar entonces porque el paso de este chico por River no quedó marcado a fuego en los corazones de los hinchas. Cómo fue que teniendo las condiciones que todos vimos que tenía, apenas tuvo que conformarse con el dudoso título de ser la primer opción de cambio. Porqué un pibe tallado con la madera de los diferentes solo aportó alegrías en cuentagotas y una promesa jamás cumplida.
El nombre de Alexis Sánchez no era desconocido para el medio local cuando llegó a River a mediados de 2007. Venía de una magnifica campaña en Colo Colo donde (de la mano de Claudio Borghi, Matías Fernández y Chupete Suazo) había conquistado varios certámenes locales en Chile y llegado a la final de la Copa Sudamericana, además de ser ya una figura habitual en las Selecciones juveniles trasandinas. Lo que sí se desconocía por estos lares era su estilo. Ese que causo furor en sus primeros juegos en Núñez, merced a una gambeta diabla e irrespetuosa, y a cierta tendencia a la espectacularidad en sus caídas, cosa que irritaba demasiado a jueces y marcadores.
Daniel Passarella le dio pista en el segundo semestre de 2007 e iba muy bien, hasta que una mañana en Victoria, el defensor de Tigre Juan Blengio le pisó el tobillo y le rompió los ligamentos. Luego de eso le fue difícil volver. Reapareció en 2008 y Simeone lo tuvo en cuenta solo como reserva de Ortega, Falcao y Abreu. Esto último, más la elevada cotización impuesta para la compra de su pase por parte de su propietario, Udinese de Italia, apuraron la despedida de Alexis de la banda.
Chileno del norte, hijo del desierto, nacido el 19 de diciembre de 1988, en la ciudad de Tocopilla, en la plena aridez de Atacama. Alexis Alejandro Sánchez Sánchez (papi y mami se apellidan igual) era furor en las canchitas peladas de su tierra, cuando fue llevado de joven a Cobreloa de Calama. Allí debutó en primera de la mano del experimentado uruguayo Nelson Acosta. Vendido a Colo Colo, su paso por el elenco cacique dejó una huella profunda, tanto como su experiencia en las juveniles de la roja, donde fue fundamental para obtener el tercer puesto en el Mundial Sub 20 que se jugó en Canadá.
Gambeteaba, siempre gambeteaba, incluso hasta donde no se podía. A veces se ponía un balde en la cabeza y su estilo se volvía muy egoísta, tendencia que lo emparentaba vagamente con el peor Pipino Cuevas. Pero despejaba todas las críticas cuando salía airoso y fugaz de una maraña de 6 piernas para generar una ocasión de gol, cosa que se repetía al menos una vez por partido. Jugó en River 22 cotejos, pocos de ellos como titular. Anotó 4 goles (a Estudiantes, Lanús, Vélez y Colón) y dejó en el recuerdo un par de apiladas memorables como aquella del Malvinas Argentinas de Mendoza ante Boca, cuando sentó de traste a toda la defensa bostera antes de que Caranta le cometa penal.
¿Triunfó Alexis Sánchez en River?. La respuesta es sí, si se tiene en cuenta el campeonato Clausura 2008 que ayudó a obtener. Pero tambien la respuesta es no, si se pone en la balanza lo mucho prometido y lo relativamente poco concretado. Después de hacer un gran Mundial con Chile en Sudáfrica, hoy juega con mucho suceso en Udinese de Italia. Su carrera marcha en un indetenible ascenso. Se veía venir.

martes, 8 de febrero de 2011

HUGO DE LEÓN

River Plate 1989 – 13 partidos – 0 goles – 1 título.
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Hugo de León llenaba todos los requisitos del caudillo rioplatense. Rostro barbado, seriedad gestual, estampa recia. No pijoteaba músculo y codo, y llevaba tras de sí esa aureola imperturbable de quién está a la vuelta de todo. Pero a veces, ser y parecer caudillo no alcanza para ejercer caudillazgo. Introducido de repente en un ambiente desacostumbrado, De León no pudo, no supo, y no lo dejaron, erigirse en referente moral de un equipo como River, que en ese momento estaba en pleno recambio generacional.
El Hugo De León que llegó a Núñez era ya un veterano de 31 años, curtido su temperamento en mil batallas sudamericanas gracias a sus gloriosas performances en Nacional de Montevideo, Gremio de Porto Alegre (donde obtuvo títulos locales, Copas Libertadores e Intercontinentales) y la Celeste charrúa (con la que ganó la Copa América y el Mundialito de 1980). La diáspora producida tras el fracaso de la era Menotti, alentó a River a un cambio de imagen en la que los pibes de la cantera eran los protagonistas. Eso, sumado al reciente retiro de Daniel Passarella, obligaron a la dirigencia encabezada por Tití Di Carlo a buscar en el uruguayo una voz de mando, una reserva temperamental, que guíe la inserción en la Primera de muchachos noveles como Zapata, Astrada, Borrelli, Talarico, etc. La apuesta fracasó, entre otras causas, por falta de tiempo.
Debutó con la banda roja en la cancha de Huracán la noche del 27 de septiembre de 1989. River le ganó a San Lorenzo 1-0 en la final de ida de la Liguilla pre Libertadores con gol de Gabriel Batistuta. El Gráfico le puso 8. En los 12 partidos siguientes vistiendo la casaca millonaria, De León hizo dupla central con Jorge Higuaín. Eran protagonistas de un River que preponderaba la lucha al juego, el orden a la fantasía. Un River utilitario que, al comando de Mostaza Merlo, privilegiaba el cero en su valla como precepto fundamental. Una lectura rápida por su estadística lo deja bastante bien parado en el recuerdo. Con De León en cancha, River ganó 7 partidos, empató 4 y perdió 2. En esos 13 cotejos, solo sufrió 5 goles. Jugó su último partido el 10 de diciembre del 89 en Santa Fé en un 0-1 ante Unión. La salida de Merlo y la llegada de Passarella le minaron el futuro. Siempre se supo de la aversión del Kaiser a las figuras que puedan eclipsarle el liderazgo. Optó entonces por la sumisión de jugadores como Serrizuela, Corti y Oldrá. La apuesta pagó con creces sus dividendos, porque River –en un notable cambio de cara- salió campeón con holgura de este torneo. Título del que De León fue actor de relleno.
Nacido en Rivera el 27 de Febrero de 1958, Hugo Eduardo de León Rodríguez surgió al reconocimiento futbolístico oriental defendiendo la casaca de Nacional. Fue transferido a Gremio de Porto Alegre donde también fue ídolo. Mas tarde su campaña se extendió por Santos, Corinthians y Botafogo de Brasil, Logroñés de España y Toshiba de Japón. Cerró su campaña como correspondía: Vistiendo otra vez la tricolor del Bolso en 1993. Luego se convirtió en entrenador obteniendo en Nacional 3 campeonatos entre 1998 y 2001.
Su instrucción, su cultura y su imagen positiva en la sociedad lo llevaron a meterse en política y a ser el candidato a vicepresidente de Uruguay en la lista del Partido Colorado encabezada por el Dr. Pedro Bordaberry. El aura triunfal que lo acompaño durante toda su campaña deportiva lo abandonó a la hora de las urnas y su fórmula no logró meterse en el ballotage que luego consagraría a Pepe Mujica como mandatario charrúa.

sábado, 5 de febrero de 2011

DESESPERANZAS DE COLOMBIA


Enero 1993. Atardece en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza. Un cerrado aplauso corta abruptamente el murmullo de los pasajeros que aguardan en el hall central. Por una de las puertas de desembarco un grupo de jóvenes uniformados camina en fila india para reencontrarse con sus familiares. Algún desprevenido pregunta lo obvio. “¿Quienes son?”. Otro responde. “Son pibes de River que fueron a jugar un Torneo en Colombia”. El desprevenido concluye “Ahhh, ganaron”. La respuesta no se hace esperar. “No, que van a ganar. Los echaron por hacer quilombo y acá los reciben como héroes”.
El Torneo Esperanzas de Colombia fue organizado por América de Cali con el objetivo de brindarle rodaje a la Selección Sub 20 de ese país, en su preparación para el Mundial de la categoría que se jugaba en marzo de ese año en Australia. Invitaron para el evento a los representativos juveniles de los mejores equipos del mundo. River Plate, Flamengo de Río, Sampdoria de Italia, Real Madrid, Nacional de Montevideo, etc. Pero desde el vamos, la organización del evento jamás pareció estar a la altura del prestigio de sus participantes. Las defecciones más notorias se manifestaban en dos ítems: La seguridad y los arbitrajes.
Al combinado Sub 20 de River lo dirigía Héctor López (el gorrión) y marchó con paso firme durante los partidos de primera fase. Venció a Sampdoria por 1-0 y a El Remanso (un combinado local) por 3-0, e igualó 1-1 con Independiente de Medellín. El choque de cuartos de final determinó que su adversario iba a ser la Selección de Colombia. El caballo del comisario, de la organización y de los árbitros.
Algunos detalles puntuales pueden servir para graficar la mala predisposición con que River encaró ese juego ante Colombia. En el estadio de la ciudad de Buga no había vestuarios, se cambiaban a la intemperie dentro de un perímetro cercado expuestos a todo. La cancha no tenía alambrado y el público podía llegar hasta la línea de cal si se lo propusiese. Los pibes eran blanco de los improperios de todo tipo que los argentinos supimos ganarnos con muestra manera de ser. Los árbitros eran de la liga local y sus performances en los partidos del cuadro cafetero habían sido poco menos que vergonzosas, criticadas hasta por la propia prensa local. De todas formas, nada justifica lo que mas tarde ocurrió.
Con un partido parejo y relativamente tranquilo, el juez Jairo Escobar cobró una fuerte falta del defensor de River Matías Biscay. Metió la mano en el bolsillo de atrás para sacar la roja y el joven millonario se las agarró tratando de impedir la expulsión. A Escobar se le cayeron las tarjetas al suelo y luego de recogerlas, también metió la pata. Le aplicó un cabezazo a Biscay, que viendo su nariz sangrante quedó preso de la furia. Lo sacaron de la cancha entre varios suplentes 5 minutos luego. El partido estaba definitivamente picado. Encima, del cobro de la falta llegó el primer gol colombiano.
Las cosas fueron empeorando. Antes del cierre del primer tiempo fue expulsado Ricardo Castellani por juego brusco y a los 15 del complemento (con el match 2-0) el que vio la roja fue el volante José Latorre, que había empujado al arbitro en otro arranque de prepotencia e irracionalidad. Dicen que lo que desató el pandemónium fue una desafortunada exclamación del juez Escobar, gritando a viva voz “¡Callese, argentino llorón!. ¡¿Todavía no aprendieron de Malvinas?!. Ahora se va!!!. Fuera!!!”.
La golpiza fue tremenda. Voló una mano contra un línea y la siguieron otras también con los chicos del sub 20 colombiano como destinatarios. Entró la policía con sus escudos y machetes. También particulares desde las tribunas y rápidamente el pleito se transformó en una lucha de los pibes contra el pueblo. Hubo corridas díscolas por todo el campo de juego, los pibes de River perdidos en un torbellino de bronca y violencia, habían elegido el peor de los caminos. Mientras unos pocos sensatos empujaban al plantel afuera, los chicos se marchaban agitando sus camisetas, regalando cortes de manga y devolviendo a las tribunas las toscas y naranjas recibidas. Bochornoso.
La cadena Caracol repitió hasta el hartazgo las imágenes de la vergüenza. Jairo Escobar, actor fundamental en este lío, habló a la prensa y no estuvo muy feliz al decir que “algunos jugadores de argentinos olían a licor”. Varios chicos de River (José Latorre, Ricardo Castellani, Matías Biscay, Hernán Racitti, Cesar Sinelli, Hernán Buján, Diego Gavazzi) fueron detenidos por la Policía y denunciados por violencia pública y daños contra la propiedad. Hasta el Cónsul argentino tuvo que intervenir.
Los argentinos tenemos –entre varios- dos problemas fundamentales: El de nunca perder bien, y el de pretender arreglar a las piñas lo que creemos injusto. Tal vez lo más sensato lo dijo horas mas tarde Juan José Bellini, Presidente de la Federación Colombiana. “No hay que juzgar al fútbol argentino por un grupo de niños malcriados como los que presentó River Plate. Además, el árbitro también es otro malcriado, que no tiene categoría para dirigir”.
A todo esto, queda flotando una pregunta: ¿Qué cosa aplaudían los familiares de los jugadores cuando arribaron a Ezeiza?. Telón lento y sin palmas.

jueves, 3 de febrero de 2011

SUSHI DE BAGRE

River Plate 1 - 1 Boca Juniors
Amistoso - Torneo de Verano 2011.
Malvinas Argentinas (Mendoza) - 03/01/11.


RIVER PLATE: Chichizola; Maidana, Ferrero, Román y J.M. Díaz; Pereyra, Acevedo, Almeyda y Lamela; Buonanotte y Pavone. Posteriormente Bordagaray, Lanzini y Arano. DT: Juan José López.
BOCA JUNIORS: García; Calvo, Caruzzo, Insaurralde y Rodríguez; Chávez, Somoza, Rivero y Colazo; Mouche y Palermo. Luego Noir, Viatri y Monzón. DT: Julio Cesar Falcioni.
GOLES: Mariano Pavone (RP) 7 pt. Martín Palermo (BJ) 26 pt.
ARBITRO: Héctor Baldassi -bien-
MAN OF THE MATCH: Leandro Somoza (Boca Juniors)
RESULTADO MORAL: River Plate 1 - Boca Juniors 1.

Entre tanto quiosquito impresentable y tanta venta de humo a cuenta de vaya a saber uno que interés, el comentarista de la noche deslizó una humorada que definió correctamente lo que debimos soportar en el Malvinas Argentinas. "Partido ordinario, como sushi de bagre" dijo Niembro al tiempo que los adlateres carcajeaban de compromiso. Cuesta imaginar una metáfora mejor.
Tenemos la opción de elegir lo que pensar. Ver el vaso con el poquito de agua que nos queda, o la inmensidad de la Copa que debemos trabajar para llenar. Mire como se lo mire, este River es bastante difícil de elogiar, salvo por los interesantisimos 20 minutos del arranque, cuando el equipo dejó los temores que lo acechan y decidió ser protagonista, con la línea de medios presionando en campo contrario y con varios hombres trabajando en función ofensiva. Bastó sin embargo una pequeña falla para que el castillo de naipes se desplome y habilite de nuevo a los viejos y conocidos pelotazos, chambonadas e inseguridades que nos aquejan desde hace rato. En ese contexto, que Boca casi no nos haya hecho cosquillas, tampoco habla muy bien de nuestros adversarios, a los que han pintado como el "gran" candidato para este Clausura.
Varias cosas deberían apuntarse para el replanteo serio. Jonathan Maidana es un buen central y un mediocre lateral, y es menos que Román marcando la banda. Desacertado, bajo y sin confianza, igualmente Ferrari no debería estar afuera del equipo. Pereyra debe ser volante por la zurda y no Lamela. Erik no puede ser condenado a cumplir funciones de carrilero, porque no lo siente. Debe jugar mas el partido y no mirarlo tanto, y para eso hay que darle mas seguido la pelota. Pavone necesita urgente un delantero que lo acompañe en su patriada, y no un Buonanotte a medias tintas, quien con cada partido que pasa, le da la razón a los que tuvieron la idea de venderlo en este receso.
Se va el verano. Allá por diciembre del año pasado lo esperábamos como un tiempo de relax en el ajetreado trayecto de esta campaña. Sin embargo, la pretemporada vino mal barajada y lo que debía ser un impasse calmo, se transformó en un periodo con los nervios a flor de piel. Dubitativos y expectantes encaramos 6 meses vitales en nuestra historia. Que sea con suerte. Que sea con grandeza.