lunes, 17 de septiembre de 2012

EL FIN

   No me pregunten porqué, pero supe que esta historia tenía fecha de caducidad, la noche despues del partido ante Patronato en Santa Fe. Escribir la crónica de ese cotejo fue una tortura, lo mismo que tratar de conciliar el sueño un rato más tarde. Y dando vueltas en las incómodas sábanas de la frustración por un ascenso que -parecía- se escapaba, pude concluir que cuando algo deja de ser placentero, es mejor dejarlo ir, a que mantenerse aferrado a él por una mera cuestión de costumbre. 
   Escribir lujo y pueblo fue (sin exagerar) uno de los más enormes gustos de mi vida. Y lo fue por varias razones, pero sobre todo por el indescriptible placer de juntar en una sola expresión las dos pasiones por la que uno se desvive: River y la escritura. Asombrosamente, sin llamarlos, ni convocarlos, ni amenazarlos, y atraídos vaya a saber uno por que motivo, una calificada troupe de internautas fue sumándose a esta experiencia aportando, desde el respeto y el buen gusto, ideas muchas veces más interesantes que los textos mismos. Junto a ellos pasamos los muchos momentos amargos y los escasos estallidos de alegría de este tiempo histórico. Es por esos tipos y solo por ellos (gente de la que no conozco ni el nombre, ni la edad, ni el trabajo, ni la ideología ni las facciones de la cara) que siento algo de pena por ponerle fin a este blog.
   Escribir el post de Patronato fue una tortura. El de Almirante Brown una descarga y un compromiso. El resumen del año fue una cuestión ya rutinaria. Estar en el retorno a Primera ante Belgrano era un deber ineludible, y el resto hasta aquí, un ejercicio repetido que se asemejó cada vez más a un trabajo. Yo nunca quise eso para Lujo y pueblo. Anoche luego de la amarga presentación ante Vélez no hubo forma de plasmar en la pantalla alguna idea atractiva o un punto de vista distinto para compartir con ustedes. No pude, no supe, no quise. Comprendí entonces que era el momento de tomar la decisión.
   Eramos distintos hace 4 años y pico cuando la experiencia arrancó. Explotaba la novedad blogger. Había otras ganas. Había -y las sigue habiendo- muchas historias para contar. Había otro tiempo libre del cual valerse. Hoy muchas cosas han cambiado, salvo el irrenunciable amor por River, motor de todo esto. Por ello el sitio quedará abierto como tribuna de opinión. Yo entre tanto, bajaré la persiana sin remordimientos y me guardaré la llave del candado en el bolsillo por si alguna vez pinta volver. Quedarán en los archivos varios textos sobre la historia millonaria que no alcanzaron a ver la luz y otros tantos que surgirán cuando por el puro placer de hacerlo me siente a escribir de lo que me gusta. 
   Amigos (que bueno que hoy pueda llamarlos así), imaginen que los miro a los ojos y les digo muchas gracias con el mayor afecto posible. Les dejo un abrazo enorme. Y la certeza de saber que valió la pena cada instante de esta experiencia inolvidable.

Adrian Dalmasso (dalmassito).

lunes, 10 de septiembre de 2012

OTRA CARA DE LA MISMA MONEDA

River Plate  3 - 3  Newell's Old Boys
Torneo Inicial 2012 - 6ª fecha
Estadio Monumental - 09/09/12.

RIVER PLATE: Barovero (5); Mercado, Maidana (6), Bottinelli (4) y Ramiro Funes Mori (5); Sánchez (3), Ponzio (7) y Rojas (5); Mora (8), Trezeguet (7) y Rogelio Funes Mori (7). Luego Aguirre (5), Villalva y Lanzini. DT: Matías Almeyda.
NEWELL'S OLD BOYS: Guzmán; Casco, López, Vergini y Heinze; Pérez, Villalba, Vangioni; Figueroa, Sperdutti y Scocco. Posteriormente Díaz, Tonso y Bernardi. DT: Gerardo Martino.
GOLES: Pablo Pérez (NOB) 11 pt. David Trezeguet (RP) 19 pt. Rodrigo Mora (RP) 21 pt. Rogelio Funes Mori (RP) 21 st. Ignacio Scocco (NOB) -penal- 24 st. Ignacio Scocco (NOB) 27 st.
ARBITRO: Mauro Vigliano (bien)
MAN OF THE MATCH: Ignacio Scocco (Newell's Old Boys)
RESULTADO MORAL: River Plate 4 - Newell's Old Boys 3.

   Al fin y al cabo el optimismo y el pesimismo no son más que actitudes ante la vida. Nadie discutirá que el silbato final de Vigliano dejó en el mundo River una mala onda espantosa. Sin embargo, antes de aquello hubo un largo rosario de virtudes y falencias que obligan al hincha a una elección de sensaciones. El llenado del vaso quedó a mitad de recorrido. Cada cual elige si lo ve medio lleno o medio vacío.
   Hubo pros y contras. Pro: Visiblemente se jugó a "algo". Contra: No alcanzó. Pro: Se generaron muchas situaciones de gol. Contra: Se fue muy inefectivo. Pro: Se dió vuelta un resultado en un abrir y cerrar de ojos. Contra: Se escaparon tres puntos en un parpadeo. Pro: El debut de Rodrigo Mora en altísimo nivel. Contra: La lesión fulera de Gabriel Mercado. Pro: La gula ofensiva que invitan al optimismo. Contra: Ciertas improvisaciones (Sanchez de 4, Aguirre de 8) que autoboicotean el panorama. 
    El partido fue un gimnasta que no dejó nunca de dar vueltas en el aire. Dos equipos de naturalezas parecidas animaron noventa minutos excitantes, intensos, nunca apegados a la monotonía y el conformismo que dominan nuestro fútbol. River debió remar para sobreponerse a su dormida inicial, y lo hizo con un ímpetu ofensivo desconocido durante estas cinco fechas iniciales. A falta de generación de juego, cascoteó el rancho leproso con el vértigo de tres delanteros punzantes más el empuje siempre vital de Leonardo Ponzio. Hizo todo para merecer la victoria y cuando la tenía en el bolsillo la dejó caer inexplicablemente. Cosas que pasan... y que lamentablemente, siempre le pasan a River.
   Quedó en la nada una notable presentación de Rodrigo Mora, un delantero picante y pillo, y la necesitada vuelta al gol de David Trezeguet. La insólita mano de Carlos Sánchez reconectó a NOB a una línea de vida que estaba virtualmente cortada y le abrió las puertas del empate conquistado con un precioso remate de Scocco. Y River (que había retornado de Santa Fe aliviado por el punto pero preocupado por el juego) comprobó con enorme ironía que a veces cara y cera de una performance futbolística pueden ser -a la hora del resultado- exactamente lo mismo. 

miércoles, 5 de septiembre de 2012

RUBENS SAMBUEZA

   Fue en Mar del Plata una noche de enero de 2004. Un gurrumín la pisaba para acá y para allá sin temor ni respeto por tener enfrente suyo a consabidos leñadores como Alfredo Cascini o Rolando Schiavi. El pibe de medias bajas, camiseta afuera del pantalón y rostro con acné, la movía de pié a pié y tiraba caños al amparo de una tribuna que se desarmaba de placer. Era Rubens Sambueza cuya irrupción en Primera merituó bien alto, aún en años donde el salto de jóvenes a la pancarta principal era casi moneda corriente.
   A finales de 2003, River Plate tenía buena parte de su personal ocupado. Los sub 20 (Mascherano, Malevo Ferreyra, Cavenaghi) estaban con la Selección Nacional jugando el Mundial de Emiratos Árabes, y el resto de su plantilla superior tenía apuntados todos los cañones a la obtención de la Copa Sudamericana. Es por eso que en las fechas finales del Apertura 03, Manuel Pellegrini optó por hacer debutar en primera a varios elementos que se destacaban en las inferiores. Aparecieron Luis Lobo, Pablo Frontini, Cristian Nasuti, René Lima, Darío Conca, Federico Almerares y Sambueza, un neuquino de Zapala, con pinta de desfachatado, que le encantaba firuletear haciendo gala de su innegable habilidad.
   Nacido el primer día de enero de 1984, Rubens Omar Sambueza jugó buenos partidos durante la primera parte de la experiencia de Leonardo Astrada. Atacaba en forma punzante, era osado en la gambeta y su buena pegada de zurda solucionó algunos problemas gracias a su precisión (goles a Newell’s en Rosario, a Deportivo Cali en Núñez por la Copa 04, y un tirolibrazo a Junior en Barranquilla en 2005). Pero el empuje de su arranque paulatinamente fue perdiendo fuerza al tiempo en que se demoraba su definitiva explosión. Su juego perdió punch y las lagunas e indisciplinas –otra característica de su estilo- se acentuaron cada vez más.
   Se fue perdiendo en la nebulosa de un presente sin demasiadas certezas. Fue prestado a los Pumas de la UNAM y luego a Flamengo de Río de Janeiro. En ninguno de los dos lados convenció como para que sus dirigentes paguen el precio de su pase. Volvió a Núñez y jugó de la mano de Gorosito un puchito de partidos por la Copa Liberadores de 2009 cuando la gran mayoría del mundo River ya pensaba que su carrera era un caso perdido.
   Pero debe ser verdad aquello de que todos tenemos un lugar en el mundo, y para Sambueza, México debe ser ese lugar. Adquirido por el Estudiantes Tecos a mediados del 09, comenzó a jugar con continuidad y su rendimiento fue devolviéndole aquella confianza en sus condiciones que descubrimos en sus inicios. Mas allá de alguna salida de cadena (agresión a un árbitro en pleno partido), dos buenas temporadas en el humilde equipo de Guadalajara le abrieron las puertas en este 2012 del colosal América del Distrito Federal. Allí está ahora, todavía tirando caños, viviendo el mejor momento de su carrera, lejos de la realidad de una banda roja que esperó de aguardó mucho de él. Tal vez demasiado para lo que podía dar.

domingo, 2 de septiembre de 2012

MAL, PERO ACOSTUMBRADO

Colón (Santa Fe)  1 - 1  River Plate
Torneo Inicial 2012 - 5ª fecha.
Cementerio de los elefantes - 02/09/12.
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COLÓN: Pozo; Caire, Alcoba, Raldes y Urribarri; Mugni, Bastía, Prédiger y Moreno y Fabbianessi; Curuchet y Gigliotti. Luego Ramírez, Gomez y Bernardello. DT: Roberto Sensini.
RIVER PLATE: Barovero (5); Mercado (5), Pezzella (5), Maidana (6) y Ramiro Funes Mori (5); Sánchez (4), Ponzio (6), Ledesma (4) y Cazares (4); Rogelio Funes Mori (5) y Trezeguet (4).  Posteriormente Rojas (4), Aguirre (4) y Mora. DT: Matías Almeyda.
GOLES: Rubén Ramirez (COL) 24 st. Germán Pezzella (RP) 42 st.
ARBITRO: Néstor Pitana (bien)
MAN OF THE MATCH: Maximiliano Caire (Colón)
RESULTADO MORAL: Colón 1 - River Plate 1.

   La mandó al área Leonardo Ponzio, mirando con ojos en la espalda, pensando en instantes donde es fácil nublarse. La estampida sabalera buscando el off side tardó una milésima en salir y le permitió a Germán Pezzella tener su noche inolvidable. El pibe (muy técnico, muy tiempista, muy soguero) controló y de una ajustició a Pozo. Fue el baldazo de agua que apagó el pequeño incendio, pero que no logrará despejar la humareda de dudas salientes de este empate.
   Amén del contexto (un rival en racha favorable, un estadio siempre difícil), subyace en esta actuación de River un molesto gusto rancio que mixtura el desencanto por un equipo sin plan, y la impotencia de no adivinar certezas en el corto plazo. Podrá Matías Almeyda salir ante los periodistas y explicar porqué las cosas no salen. Pero la cuestión no es esa. Puede soportarse que se juegue mal siempre y cuando se juegue a algo. Pero es inadmisible que un equipo con ciertas aspiraciones deambule (sobre todo en lo creativo) a la buena de Dios desde el minuto cero al noventa. Lo más triste es que se está haciendo costumbre.
   Demuestra hoy River un escaso amor por la tenencia del balón. Desde los defensores que revolean todo lo que les pasa cerca, pasando por el cuerpo de volantes incapaces (salvo Ponzio) del don de la paciencia, y llegando a los delanteros que, entre el apuro y la marca pegajosa, solo tocan de primera para posicionarse esperando el centro. Hay poca sorpresa, nula movilidad, pocos volantes rompen, pocos delanteros se desmarcan, casi nunca los laterales pasan al ataque con intención seria de daño. Así las cosas, el millonario es un autómata previsible que repite sus fórmulas ofensivas sin descanso ni solución. Es presa fácil si delante suyo hay un mínimo orden defensivo.
   El juego del Cementerio coqueteó con las emociones, pero dejó a todas las almas en paz al  llegar el silbato final de Pitana. Chocadores, corredores, protestones, Sabaleros y Millonarios se prestaron las iniciativas y los balones. El espléndido frentazo de Tito Ramírez encegueció de impotencia a un River que quedó tambaleando en el precipicio. El pase de Ponzio y la definición de Pezzella trajeron a nuestras huestes cierta calma para la semana, y tal vez, la demora de un serio replanteo sobre a que corno estamos jugando. Replanteo que -tarde o temprano- deberá darse.