miércoles, 29 de febrero de 2012

SEBASTIÁN SANTOS SIRNI

River Plate 1932/1943 - 99 partidos - 4 títulos.


Sebastián Sirni no era un tipo normal. Al menos no para la profesión que eligió desempeñar. Su historia fue una burla para los prototipos y convenciones que a menudo reglamentan ciertas actividades. Y el puesto de arquero está lleno de convenciones. Nos hemos formado suponiendo que para ser guardameta hay que ser alto, fuerte, etc, etc. El caso de Sirni, desde sus llamativos 1.64, demuestra que no necesariamente debe ser así.
Porque si el del arquero es el puesto más ingrato, debe haberlo sido el doble para este tipo que apenas alcanzaba a rozar el travesaño con su salto y que fue reforzando su personalidad en base a una tozuda perseverancia por taparle la boca a todos los que decían que con ese físico no podía atajar.
Había surgido de las inferiores de Colegiales, el Club de su barrio, y si llegar a River era ya un logro, jugar en la Primera, permanecer una década y ser golero de La Máquina fue toda una hazaña. Sirni peleo toda su carrera contra la desconfianza. Allí casi siempre perdió. Muy pocas veces pudo borrar de la mente de entrenadores y directivos esa sensación de peligro inminente que brotaba de su esmirriada figura. No era para menos. Visualmente era una tentación. Entraba a la cancha y más que un arquero parecía una mascota. En la foto siempre era el más bajo, salvo que jugara Aarón Wergifker. Solo fue titular en las urgencias o en las buenas rachas, y cada vez que hubo un resquicio disponible, la dirigencia le puso enfrente un colega con mejores condiciones que él.

Siempre corrió en desventaja. Con Juan Poggi (su competencia en 1932) la lucha fue palmo a palmo. Poggi jugó más, pero Sirni fue quién se adueñó del arco en la etapa más caliente del torneo, e incluso fue el portero titular en la famosa final del Gasómetro ante Independiente, cuando River ganó el primer título profesional de su historia. La contratación de Ángel Bossio (la maravilla elástica, hombre de Selección llegado de Talleres de RdE,) practicamente lo borró por los siguientes 3 años. Encontró un hueco a mediados de la temporada de 1936 para producir lo mejor de su carrera. Entre el 36, 37 y 38, jugó 60 de sus 99 partidos oficiales, además de participar activamente en la construcción de dos nuevas vueltas olímpicas.

En 1938 el millonario incorporó al uruguayo Juan Bautista Bezzuso, de quién se decía era el mejor portero de América. A Sirni no le quedó otra que volver a comer banco. Jugó 9 partidos en 1939 y apenas 4 en 1940, tapado ahora por Antonio Rodríguez y el vasco Gregorio Blasco. En 1941 el panorama fue más sombrío aún, Julio Barrios (el sobrio primer portero de La Máquina) pisó fuerte desde su arribo y solo le dio lugar a Sirni para disputar 2 partidos en dos años. Su campaña final fue la de 1943. Jugó los primeros 3 partidos del año, el último de ellos un 3-3 ante Newell’s Old Boys en Núñez. El titular ahora era Eduardo Lettieri.

Sebastián Sirni era un arquero poco ortodoxo y no solo por su altura. Tenía un gran sentido de la ubicación que compensaba con creces su poca talla, y era un extremista a la hora de arriesgar su humanidad con tal de defender la valla. Utilizaba una amplia gama de recursos para alejar el peligro y se decía que atajaba más con las piernas que con las manos. No son muchos en la historia los que pueden contar 5 campeonatos con la banda roja (en realidad 4, si tenemos en cuenta que en 1941 no jugó ni un partido). Así y todo, los que todavía sobreviven de aquellas épocas inolvidables, se siguen haciendo la misma pregunta que invadía a todos cuando saltaba a la cancha: “¿Qué tendrá ese petiso?”.

domingo, 26 de febrero de 2012

GANAR, GOLEAR Y NO GUSTAR

Sportivo Desamparados 1 - 4 River Plate
B Nacional 11/12 - 22ª fecha.
Estadio Bicentenario (San Juan) - 26/02/12.



SP. DESAMPARADOS: Giordano; Fontana, Barth, Rosso y Rosales; Drocco, Lamberti, Cálgaro y Álvarez; Ceballos y Parisi. Posteriormente Cuevas, Anívole y Granero. DT: Ricardo Dillon.
RIVER PLATE: Vega (5); Abecasis (5), Maidana (6), Ramiro Funes Mori (6) y Arano (5); Aguirre (4), Cirigliano (5), Ponzio (7) y Ocampos (4); Cavenaghi (6) y Rogelio Funes Mori (7). Luego Villalva, González Pírez y Trezeguet. DT: Matías Almeyda.
GOLES:
Leonardo Ponzio (RP) 20 pt. Rogelio Funes Mori (RP) 4 st. Ramiro Funes Mori (RP) 23 st. Ignacio Anívole (DES) 37 st. David Trezeguet (RP) 45 st.

ARBITRO:
Saúl Laverni -bien-.

MAN OF THE MATCH:
Leonardo Ponzio (River Plate).

RESULTADO MORAL:
Sportivo Desamparados 1 - River Plate 3.

Si, ya se sabe. No está River atravesando épocas en donde las famosas "3G" sean una irrevocable y cotidiana obligación. Pero a veces es tan grande la diferencia existente con el que está enfrente que no intentarlas resulta una picardía. Antes, Ganar, Golear y Gustar eran como el onceavo mandamiento. Hoy, solo la primera G es exigencia, la segunda y la tercera -apenas- son yapas. Por eso habrá quienes se encandilen con el score final de esta noche sanjuanina. Quedará para quienes supimos de los verdaderos buenos tiempos morigerar el agite de una (claro) victoria importante. Contundente en la red, apenas aceptable en el juego.
Si, ya se sabe. Hoy por hoy ya no se gana ni con la camiseta ni con el nombre. Pero hubo que ver la indigencia extrema con la que Sportivo Desamparados se arrastró por la cancha para detectar ese pelo en la leche que tal vez a pocos le importe. River dispuso del tiempo, del balón y los espacios para otorgar otra cosa, algo más agradable, más suntuoso, más humillante. Dirán que me ubique, que estamos en la B, y que si quiero espectáculo vaya al Maipo, que lo que se pide no es lo importante. Y sí, tal vez tengan razón, pero si no se lo exige contra rivales como Desamparados, ¿contra quién?.
San Juan planteó su noche buscando entorpecer a River en su circulación de pelota en mitad de cancha. Lo logró durante 45 minutos, no por su pericia, sino por la llamativa imprecisión e individualismo de varias figuras millonarias. El bombazo lejano de Ponzio (ayudado por la flaca respuesta del arquero Giordano) fue el único sobresalto emotivo en el reino de la chatura. El golazo de contra del mellizo delantero abriendo el complemento metió a River en una ancha avenida sin tráfico, y cuya única desembocadura era la goleada. No hubo que esforzarse (ni lucirse) demasiado para encontrarla.

La pretendida buena racha sigue su curso. Habrá que encontrar en el nuevo gran partido de Leonardo Ponzio, en las sutilezas útiles de Cavenaghi (bochinescos pases para el 2º y 4ª gol), en la buena noche de RFM7, en el gol de Trezeguet, y -sobre todo- en las baterías llenas del ánimo, el verdadero sentido de esta goleada. Sobre todo en la previa de un duelo contra Quilmes que se supone clave, tal vez no desde la matemática, pero si desde los intrincados vericuetos de la moral.

jueves, 23 de febrero de 2012

VIVO Y DIRECTO


El 17 de octubre de 1951 fue el último Día de la Lealtad para Evita. Su voz, valiente y ensayada, escondía no con mucha efectividad una profunda angustia por saber perdida la batalla contra su cuerpo. Tras ella y de cara a un mar de cabecitas explotando la Plaza de Mayo, un estrambótico aparato con la leyenda de Canal 7 capturaba su discurso para que sea visto al mismo tiempo por un grupo de pocos privilegiados lejos de allí. Ambos estaban haciendo historia. La leyenda escribía su epitafio en vida, mientras la televisión nacía en nuestro país, justo a tiempo para dejar constancia.
Hoy y siempre, televisión, política y fútbol se ayudaron y correspondieron cuando se necesitaron. Son hermanos de sangre, hijos de la misma pasión popular que los ha trascendido. No fue de extrañar entonces que luego de Perón y Evita, la segunda transmisión importante en nuestro país haya sido un cotejo de Primera División. Hasta entonces, el fútbol en la caja mágica solo existía en los memorables reportes de Sucesos Argentinos, que mostraba de a puchitos el match mas importante de la semana. Todo cambió de pronto, y allí estaba River, como también lo estaría casi 40 años luego, cuando la AFA inauguró ese fabuloso negocio llamado Televisión Codificada.

El alma mater de la criatura fue Jaime Yankilevick, un inmigrante búlgaro llegado al país en los años 20. De su cabeza salieron las primeras ideas que alentaron la aventura de la TV en Argentina. Fue él quien trajo los equipos desde Estados Unidos con los que se montaron las primeras transmisiones. El desafío asomaba quijotesco, no solo por la dificultad propia de un evento en vivo, sino porque la plaza de televisores reducía enormemente la cantidad de hipotéticos receptores. La inexperiencia del personal en estas producciones fue suplida con una inclaudicable voluntad por tapar los agujeros que minuto a minuto fueron surgiendo.

Minutos antes del pitazo inicial del juez británico Robert Cross, Ernesto Veltri dio la bienvenida a la transmisión formal. Veltri era todo un personaje de esos años, y se había dedicado al relato deportivo previa incursión como cantante de tangos durante buena parte de la década del 40 bajo el nombre artístico de Néstor Del Campo. A su lado estaba el ya veterano Enzo Ardigó, un uruguayo símbolo del periodismo radial de todos los tiempos, aportando la claridad conceptual que lo distinguió por años en el comentario deportivo.
3 cámaras fueron dispuestas en la platea oficial del Gasómetro de Boedo. Una a la altura del círculo central y las dos restantes a ras del piso en línea a ambas áreas. Estaban conectadas al camión de exteriores que llevaba la señal a los receptores. Nicolás Del Boca (papá de la actriz Andrea Del Boca) fue el tipo más ocupado de la tarde. A su cargo estaba la función de asistente, pero un imprevisto del cameraman lo obligó a quedar al mando de uno de los aparatos. Su pánico e inexperiencia lo llevaron a distraerse un instante y así perderse de filmar el primer gol del partido, convertido por el Sanjuanino Maravilla.
La manija periodística de este hecho histórico hizo que no se hable de otra cosa más que del partido en los días previos. Unos 35 grados centígrados martillaban el Wembley Porteño ese domingo 18 de noviembre de 1951. Muchedumbres colmaban Avenida La Plata y Las Casas, pugnando por ser parte de las casi 60.000 personas que esperaban un partido anunciado como clave. El River de Minella debía ganar para igualar en la cima de la tabla al sorprendente Banfield que en esa 33ª fecha quedaba libre, pero se quedó apenas con un empate agridulce. Faltando 15 minutos para el cierre, luego de un penal dudoso de Oscar Basso a Ángel Labruna, Santiago Vernazza lo empató fusilando a Blazina con uno de sus habituales remates de derecha. Lo festejó sin coreografías para la cámara, apenas levantando la mano y volviendo al circulo central. No era de buen colega festejar un gol de penal.
Carrizo; Ramos y Soria; Yácono, Venini y Ferrari; Vernazza, Pizutti, Gómez, Labruna y Loustau vistieron la banda. Blazina; Martínez y Basso; Cívico, Zubieta y Fontana; Picot, Maravilla, Benavídez, Farro y Silva usaron la azulgrana. Se desconoce a ciencia cierta que cantidad de personas vivieron las incidencias del partido desde la TV. Se supone que existían en Buenos Aires en ese tiempo unos 1300 receptores, que eran en efecto, un artículo de super lujo, solo habitual en las casas de potentados o en algunos bares y restaurantes de alta clase. Una cosa es segura. Con mucho o poco rating, la televisión había llegado al fútbol para quedarse.

A los 15 minutos del primer tiempo, José Cristóbal Maravilla cabeceó al gol un centro de Ernesto Picot. Con Carrizo indefenso, al seguro trayecto del balón a la red se interpuso el volante de River Héctor Ferrari quién con una providencial chilena mandó la pelota afuera en la misma línea de sentencia. Hubo protestas y dudas que concluyeron finalmente 7 minutos después con la convalidación del tanto por parte del juez. El incidente quedó como una simple anécdota recordada por los pocos testigos vivos del evento.
Imagínense esa jugada hoy en día, con 20 cámaras estratégicamente ubicadas, alimentando el show de polémicas, telebines y discusiones baratas a lo largo de toda una semana. Con periodistas pidiendo cortes de cabeza a árbitros y líneas por un margen de error de 5 centímetros. A nadie se le hubiera cruzado por la cabeza hace 60 años. La tecnología mejoró la vida de las personas, lamentablemente no pudo hacer mucho por el buen gusto de las mismas.

domingo, 19 de febrero de 2012

CRÓNICA DE UNA TARDE SIN RIVER

River Plate 3 - 0 Independiente Rivadavia
B Nacional 11/12 - 21ª fecha.
Estadio Monumental - 18/02/12.


RIVER PLATE: Vega (6); Abecasis (5), Maidana (6), Ramiro Funes Mori (5) y J.M. Díaz (6); C. Sánchez, Cirigliano (7), Ponzio (8) y Ocampos (6); Domínguez (7) y Cavenaghi (7). Posteriormente Aguirre, Trezeguet y Villalva. DT: Matías Almeyda.
INDEPENDIENTE RIVADAVIA: Ayala; Aveska, Mosquera, L. Sánchez y De Miranda; Quiroga, Brítez Ojeda, Guerra y Recalde; Ferradas y Fabbiani. Luego Gómez, Velázquez y Cavallero. DT: Gustavo Zapata.
GOLES: Fernando Cavenaghi (RP) 27 pt. Alejandro Domínguez (RP) 30 st. David Trezeguet (RP) 43 st.
ARBITRO:
Germán Delfino -bien-.

ROJAS:
Carlos Sánchez (River Plate), Josué Ayala (Ind. Rivadavia).
MAN OF THE MATCH: Leonardo Ponzio (River Plate)
RESULTADO MORAL: River Plate 3 - Independiente Rivadavia 0.

Mejor no caretearla. Me fue imposible ver el partido de River ante Independiente Rivadavia. Parece mentira haber tenido que comprender (aquí en Uruguay, un país y un pueblo al que nos parecemos tanto) que en la era de las comunicaciones aún se puede estar aislado de algo tan accesible como un resultado de fútbol. Así y todo, una tarde transcurrida sin River no deja de ser igualmente una tarde intensa. Su ausencia resulta antinatural, como caminar con los zapatos al revés, es una ausencia falaz, porque no ocupa la cabeza otra cosa más que la incertidumbre de su suerte. La historia mínima que sigue a continuación puede llegar a tener algunas inexactitudes, pero como dice el pensador, lo importante de las historias es que sean buenas, y si son verdaderas, mucho mejor.
Es la hora del partido camino a Montevideo vía Colonia. No hay radio ni señal de celular, la tormenta merodea y los campos pasan como una película sin fin por la ventanilla del bus. El reloj obliga a descontar una hora y así calcular el tiempo de partido. Entonces ya deben ir como 20 minutos, ¿cómo iremos?, ¿dominaremos?, ¿ya habrá pasado algo?. Abstraerse es imposible, River te gana la cabeza sospechando movimientos, imaginando goles, malpensando riesgos. Desempolvarás cábalas olvidadas, recordarás resultados producidos en viajes anteriores. Para el resto del pasaje serás solo uno más comiéndose las uñas para matar el aburrimiento, mirando a la nada por el vidrio. Nadie sospecha que por dentro va una procesión difícil de aguantar.
10 de la noche yorugua. Ya debe haber terminado. Quien baja en la terminal de Tres Cruces es una persona desesperada. Le sacás el tema a un changarín que se nota futbolero por la campera de Danubio. "¿Sabe como salió River, jefe?". "eeehhh, juega mañana con Nacional", me responde. "No, perdón, River de Argentina", le aclaro. "A no, no se... Están jodidos ustedes, eh". El taxista que nos traslada al hotel es de Peñarol y tampoco sabe nada, pero dispara un inquietante "iba empatando, creo" que acelera más el corazón. Ya en el hotel, el check -in es interminable. Antes de que nos lleven las valijas a la habitación suplicas por una computadora con internet. "Allá, en el comedor". Tecleas en google lo primero que se te viene a la cabeza. www.clarin.com. La página tarda en cargar y lo primero que aparece es una foto de Trezeguet sonriente como perro con dos colas. 3-0. Un bienestar recorre tu cuerpo como una bendición para un exagerado desespero.
Oficialmente el viaje había finalizado.
Si siempre es bueno ganar, hacerlo con absoluta autoridad otorga otras sensaciones. River acomodó sobre la marcha una mano que venía mal barajada por la temprana roja a Carlos Sánchez, y extrajo desde la categoría individual de su plantel una clara victoria que se presume revitalizante. Hubo entrega para jugar, mostrarse y meter cuando hizo falta. No está mal una demostración de fuerza, a esta altura, al menos si es cierto (como parece) que la carrera por el ascenso se comprimirá a 4 equipos. Una buena racha puede resultar decisiva. En eso deberá concentrarce el millonario luego de haber encontrado velocidad en estas 2 últimas fechas. Es momento de no levantar el pié del acelerador.

miércoles, 15 de febrero de 2012

EL COME FIERRO

River Plate 1951/1956 - 160 partidos - 72 goles - 4 Títulos.


Antes no era como ahora. Hoy en día los balones de fútbol no son más que globos pintados, se dejan llevar por el aire viboreando con capricho, no acusan recibo del agua y el barro, y tienen más tecnología que un iPad. Hace algunos años un balón de fútbol solamente era eso, una esfera de cuero color… cuero. Gajos cocidos a puntadas y un peso que variaba de acuerdo a las condiciones climáticas. Esos balones se transformaban en balas de cañón cuando el que pateaba franco era alguien como Santiago Vernazza. Si hoy jugara, habría varias Adidas Tango haciendo patito en el Río de la Plata.

A lo largo de toda la historia River Plate se ha beneficiado enormemente de los productos de sus divisiones inferiores, pero también supo de algunas inversiones que resultaron altamente redituables. Una de ellas fue, sin dudas, este muchacho de piernas robustas y torso rocoso, llegado de Platense a cambio de 150.000 pesos, y los pases de Oscar Coll, Juan José Negri y Juan Carlos Muñoz. Vernazza (un muchacho de La Boca, fanático de niño del xeneize, pero seguidor fervoroso de La Máquina en su adolescencia) había crecido admirando los dibujos excitantes de la gambeta de Muñoz por la banda derecha y no podía creer que por él pagaran tanta plata para reemplazarlo.
Traía en su bolsito una humildad que jamás abandonó a pesar del éxito, y una parva de goles de esos que hacían ruido.
A Vernazza le decían el “Guito”, pero sus propios compañeros comenzaron a llamarlo el “come fierro” cuando se percataron in situ en los entrenamientos del poder de su patada. Sus goles estridentes ya eran famosos por sus campañas iniciales en el Calamar, Club del que se fue con 58 goles oficiales, varios de ellos sufridos por Amadeo Carrizo. Pero sus sablazos adquirieron velozmente categoría de mito sirviendo de tracción vital para un equipo que escribió por esos años varias de las páginas más inolvidables de la historia millonaria. Su arribo cerró el círculo de una delantera perfecta, que combinaba su polenta con la magia de Walter, con la eficacia de Angelito, la utilitariedad de Prado y Loustau, más los talentos nuevos de Sívori y Menéndez.
Su disparo cruzado de derecha solucionó varios problemas. Los sacaba a la carrera, impactando sin sutilezas, describiendo una línea fugaz en el desenfrenado e inexorable viaje del esférico a la red. Además, era imposible bancarlo en el cuerpo a cuerpo, por veloz y por potente, y tenía un imán infalible que lo atraía al gol siempre en los partidos importantes. Debutó con la banda sangre en la cancha de Boca, ante Lanús, el 15 de abril de 1951. 15 días luego, le anotaba a Racing el primero de sus 72 goles oficiales en Núñez. Se despidió 6 temporadas después, bañado de gloria, un 11 de noviembre de 1956, en el Monumental ante Chacarita. Como no podía ser de otra forma, lo hizo con un gol de su sello. Nunca más volvería a jugar en canchas argentinas.

Fue Walter Gómez quien recomendó su compra al Palermo de Italia. Sus 4 temporadas en la isla de Sicilia aún son recordados con respeto. Dejó el populoso Sur por el opulento Norte cuando AC Milan lo compró en 1961. Cuando decidió el retiro llevaba puesta la “magglia biancarossa” del Vicenza.

Tras las urras volvió a ser el anónimo que nunca quiso dejar de ser. Pero no del todo. Sus sonoros viandazos aún perduran en el recuerdo de un arco con redes sacudidas o en el chirlo seco contra el muslo de algún valiente que osaba interponerse en su remate. Hoy, sus 83 años de un hombre que ha vivido la vida son el mejor testimonio de una porción enorme de nuestra mejor historia.

domingo, 12 de febrero de 2012

A NADIE LE AMARGA UN DULCE

Chacarita Jrs. 0 - 2 River Plate
B Nacional 11/12 - 20ª fecha.

Estadio Único (La Plata) - 12/02/12.



CHACARITA JRS: Tauber; Pena, Toledo, Espíndola y Morales; Dolci, Rossi, Carabajal y Montenegro; Píriz y Cobelli. Posteriormente Bellone, Ereros y Piz. DT: Felipe De la Riva.
RIVER PLATE:
Vega (6); Abecasis (5), Maidana (6), Ramiro Funes Mori (6) y J.M. Díaz (5); Sánchez (
6), Cirigliano (5), Ponzio (5) y Ocampos (8); Domínguez (5) y Cavenaghi (5). Luego Aguirre, Trezeguet y Villalva. DT: Matías Almeyda.
GOLES:
Damian Toledo -en contra- (RP) 33 pt. Lucas Ocampos (RP) 38 pt.

ARBITRO:
Luis Álvarez -bien-

MAN OF THE MATCH:
Lucas Ocampos (River Plate)

RESULTADO MORAL: Chacarita Jrs. 0 - River Plate 2.

De pronto la llave atascada en la cerradura del partido dio un medio giro aliviador. Sebastián
Pena rechazó un centro del Chori y su despeje impactó providencialmente en las canillas de su compañero Damián Toledo para luego dormir en las mallas de la portería funebrera. Suerte. Dicen que solo con ella jamás se llega al éxito. También es cierto que sin la cuota necesaria, cualquier camino a la gloria puede quedar truncado. En una semana crispada, en un clima volátil, en un trámite enredado, ¿a quién podría amargarle este dulce del azar?.
Urgido, enojado consigo, y con los nervios a flor de piel, River tardó casi un tiempo para acomodarse a un partido entorpecido por las barricadas adversarias y por un campo de juego en estado bochornoso. El guiño de la providencia abrió los ventanales de un cotejo en donde las diferencias entre ambos se hicieron tan evidentes que resulta hasta incómodo comentarlas. Montado en la gran tarde de Ocampos (autor de un golazo Bundesliga style) el millonario abrió brechas profundas en la zaga local. El complemento amenazó con convertirse en goleada, la cual no se concretó en gran medida porque Cavenaghi y Domínguez pensaron más en engrosar su casillero goleador que en definir el partido. Jugaron como dos chiquilines inexpertos, y esto va mas allá de la anecdótica cojudeada que se propinaron sobre el final y con la cual le dieron comida a los ilustres del conventillo para toda la semana.

River sorteó sin problemas un obstáculo bajo como este Chacarita. Lógica pura. Fue a La Plata a encontrase consigo mismo. No lo logró. Se trajo -eso sí- tres puntos indispensables para subirse a la punta y una relativa tranquilidad que no logrará disimular las exiguas mejoras que se vieron en su rendimiento. Con el Torneo entrando en su segunda y última vuelta, el equipo todavía aparece como muy permisivo en su propia área y muy piadoso en la de enfrente. Con Instituto aún firme y con Central y Quilmes en levantada, es ahora el tiempo de acelerar el tranco. De aquí en más, cualquier trastabille puede resultar decisivo.

miércoles, 8 de febrero de 2012

GENIO TAL VEZ


Y si entonces es como dar amor, flaco. Y si nos montamos a los vientos que domaste bajo el lazo de la canción. Y si prometemos encontrarnos en el aleteo de tu águila de trueno. Y si heredamos aquella tarde en la que al ver, finalmente vimos. Será por fin la brisa la que repare esta herida de ausencia, el tibio confort de tu aura que ya se extraña.
Y si jugás otra vez a cambiar el mundo, flaco. El mío, el tuyo, el de él, ese que no es más que un burdo chocolatín. Y si nos llevás en tu ave seca, hecha con sombras de fantasmas. Y si nos dejás en Bajo Belgrano, Acasuso, Haedo o Paso del Rey. Y si alumbras el sol de enero y descorrés el velo de tu expresión inigualable. Será por fin el tiempo de reencontrarte, justo en la pluma de tu arte, donde el tiempo es un pesebre y tuya es la mano que lo mece.
Y si otra vez nos robas un color, flaco. Piazzolla. Artaud. Tanguito. Mc Cartney. Y si desollinás mi cuerpo con tu poesía sanadora. Y si rompés la corteza con tu hacha de jade, o acaricias la maleza con el mimbre de tus dedos. Será entonces el momento de caer en cruz, hacia el cenit, cosechando la siembra de tus días y la parva de milagros que provocaste.

Y si hacés que despertas de este sueño, flaco. Y si socabás al menos esta noche la pena de los que nacimos a la música con vos. Y si solo te escondés en el vientre de la muchacha. Y si le devolves el banderín al capitán Beto. Y si te quedas en el jardín de los presentes, curando con sueños las heridas de la realidad, bordando con hilos de diamante tanto tajo post crucifixión.

Se ha ido Luis. El flaco más flaco, rulos de sortija, genio tal vez. Era muy de River, pero era también muy de todos. Allá arriba dejará boquiabierto a tanto ángel desprevenido. Ojalá en tu lecho hayas prometido volver de tanto en tanto en las alas de un gorrión, o porque no, transformado sin porfía en cualquiera de tus canciones indestructibles, para volver hacernos reír, hasta llorar.

OSCAR AHUMADA


Si un hombre puede arrepentirse de haber dicho dos palabras en el momento más inoportuno, ese hombre es Oscar Ahumada. Una frase que lo perseguirá hasta la tumba y que echará por tierra todo lo bueno que haya realizado, si es que eso ocurrió alguna vez. A esta altura es ya irrelevante si hubo un “silencio atroz” esa noche de mayo de 2008 en el Monumental. En todo caso fue una reacción elemental ante otra circunstancia mucho más atroz, como la de que te empaten un 2-0, en tu cancha, y con dos jugadores más. No había necesidad de herir gratis a un pueblo que había reventado la cancha esa noche. Cierto es que eventos mucho mas graves que esta desafortunada declaración pasaron en el mundo River en todo este tiempo. Pero hay cosas que el orgullo del hincha se niega a perdonar. Una traición moral que jamás pasará al olvido.
La carrera de Ahumada quedó signada por ese episodio que aportó su granito de arena en la indetenible barranca abajo que comenzaba. Antes y después de eso, su perfil, así también como su juego y aporte al equipo, no habían pasado de la discreción. Ahumada siempre fue apenas un correcto jugador, un leoncito batallador, irreprochable desde la entrega, apto para pescar en el barullo de la pierna fuerte, a veces excedido en un fervor peligroso. Hasta aquella entrevista con Niembro en La Red, formaba parte del grupo de elementos formados en la casa, a los que se mimaba en las buenas, y a los que se perdonaba en las malas. Tras su desliz, su nombre fue tachado de la lista y su presencia observada con el recelo mismo de los enemigos íntimos.
Nacido en Zárate, había debutado en Primera el 24 de noviembre de 2002 en un 2-1 matinal ante Olimpo. Fue reserva perpetua de cincos mucho mejores que él (Mascherano, Astrada). Pasó fugazmente al Wolfsburg de Alemania en una movida de la que también fueron parte Andrés D’alessandro y Juan Carlos Menseguéz. Al tiempo volvió y comenzó a alternar un poco más en el primer equipo. Convirtió en Montevideo ante Nacional su único gol oficial en 160 partidos con la banda roja. La luchó siempre hasta quedarse con la titularidad recién con el arribo de Cholo Simeone en 2008. Fue puntal importante de la última vuelta olímpica a pesar que ya había metido la pata feo ante la prensa. Los últimos dos años se la pasó tratando de explicar lo inexplicable y viendo con impotencia como el castillo de oro que alguna vez fue River se desmoronaba sin remedio. Se fue unos meses antes que los escombros lo aplastaran.
Jugó su último partido un jueves por la tarde en la Bombonera ante Boca. Fue vendido al Veracruz de México donde actuó muy poco. Desde allí accionó judicialmente contra River, trabando una demanda de un millón de dólares en concepto de incumplimiento de pago. Hay que rastrear mas de la cuenta para hallar su huella hoy en el FC Rostov de la ciudad de Rostov del Don, al sur del enorme territorio ruso. Allí está hoy Ahumada, vistiendo unos paradógicos colores azules y amarillos, muy lejos del sentir del hincha del club que tanto le dio y que no supo comprender en su momento de dolor. Por mas que se arrepienta, será mejor así.

domingo, 5 de febrero de 2012

EL MISTERIO CONTINUA

Almirante Brown 1 - 1 River Plate
B Nacional 11/12 - 19ª fecha.
Estadio Fragata Sarmiento - 05/02/12.



ALMIRANTE BROWN: Monasterio; León, Ortíz, Nievas y Garre; Centurión, Meza Sánchez, Olmedo, Cisterna y García; Vega. Posteriormente Maraschi, Ceballos y Marrone. DT: Blas Giunta.
RIVER PLATE: Vega (5); Vella (4), Maidana (4), Ramiro Funes Mori (5) y J.M. Díaz (5); Ponzio (5), Cirigliano (5), Ocampos (4) y Domínguez (4); Cavenaghi (6) y Rogelio Funes Mori (5). Luego Ríos (4), Villalva y Bou. DT: Matías Almeyda.
GOLES: Fernando Cavenaghi (RP) 13 pt. Diego Cisterna (AB) 24 pt.
ARBITRO: Carlos Maglio -bien-.
MAN OF THE MATCH: Daniel Vega (Almirante Brown)
RESULTADO MORAL: Almirante Brown 1 - River Plate 1.

Acción.
A los 13, los "internacionales" combinan. Ponzio levanta la cabeza y observa al Chori rompiendo entre líneas. Domínguez olfatea el claro y la pone sin mirar al pique de Cavenaghi. Con campo y espacio el goleador define con el manual del buen gusto en la mano. A ese toque sutil y bombeado sobre la cabeza del arquero hay que imaginarlo y hay que ejecutarlo. Y muy pocos pueden. Su festejo, de cara al apretujado gentío millonario en Casanova, marcó el punto más alto de un comienzo arrollador que pronto acabaría.
Reacción.

Van 24 cuando Dominguez realiza el peor cambio de frente de su carrera. Del error provine un foul al borde del área y los consecuentes presagios funestos sobre su desenlace. Las pelotas cruzadas, la criptonita riverplatense, facturan otra vez con sobreprecio las desatenciones. Hay 1, 2, 3, 4 rebotes infartantes. Diego Cisterna es el pescador mas atento. Puntazo a la red. A este River, lo ponen en la lona apenas con el jab.
Desilución.

Empieza a irse el complemento cuando Andrés Ríos efectúa su único aporte positivo en 45 minutos en cancha. Gran desborde por derecha y centro medido para el cabezazo de Rogelio Funes Mori. El mellizo, en esta, hace todo perfecto, salto elástico, impacto de parietal zurdo de pique al piso. Es gol, pero el hombro providencial de Garre desvía justo el balón que se eleva y rebota en el travesaño. Si no fue ésta, no será jamás en esta tarde.
La Matanza. Centro neurálgico del conurbano nacional y popular, groncho, laburante, peronista, barrial. El choque en el precario Fragata Sarmiento fue pintado para River con colores de apocalipsis pero apenas acabó siendo un ríspido juego más, de los que tanto ha tenido y tanto más tendrá en el camino del ascenso. Queda aún en el misterio la respuesta de porque a este equipo le sigue costando imponer la diferencia de categoría que tiene (se ve, se nota, se palpa) sobre sus rivales. El empate es insípido en el paladar, solo deja rastros de impotencia al notar que otra chance -una más- de ser líder se escapa como si nada. Y las fechas pasan.

Tras 20 minutos iniciales interesantes al compás del toque proligo de Cirigliano, River cayó misteriosamente ante el primer contratiempo (el empate) y jamás se recuperó, tanto que debió terminar la etapa casi pidiendo la hora. En el complemento, la banda retomó la compostura y de los dos fue el mejor pero no alcanzó. Con el calor dragando el físico, Almirante Brown comprendió cual era su negocio y le dejó a los de Almeyda la responsabilidad de que ganen o pierdan solos el partido. Y River falló por poco. Por desgracia. Por fortuna.

miércoles, 1 de febrero de 2012

SOLDADOS CON OTRO UNIFORME

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Ángel Labruna / Platense: Angelito nunca debió jugar con otra casaca que no sea la de River Plate, pero no por nada es tan difícil observar el momento ideal para el retiro. Buscando recambio, River se vio obligado a faltarle el respeto y le dio el pase libre en 1959, a los 40 años. Sintiéndose aún con cuerda viajó a Uruguay, donde jugó para Rampla Jrs, y a Chile, donde actuó para el Rangers de Talca. Platense lo tentó para jugar la temporada de 1961 en la Primera B. Labruna aceptó pero tardó apenas dos partidos en darse cuenta que ya no podía como antes. Con 293 goles y más de 500 partidos en la joroba, hizo entonces el Feo lo que tuvo que haber hecho dos años antes: Retirarse.
Daniel Onega / Racing: A Didí no le cabía mucho un vestuario con voces de experiencia. Uno a uno fue limpiando cada vestigio de camarilla y Daniel fue el último en emigrar. En 6 años de primera se había ganado el título de figura y referente, con todo lo que eso significaba en aquella época de sequía. Firmó a principios de 1972 con Racing, que para ese metropolitano planeaba una revolución que al final no se dio. Jugó 41 partidos con 9 goles. Enfrentó a River el 3 de agosto en el Monumental. Ya con Didí lejos de Núñez, Daniel volvió a principios del 73 para retomar su historia de protagonismo, pero para ese entonces ya había explotado un pibe de apellido Alonso. Se fue al Córdoba de España y cerró su carrera en Millonarios de Bogotá.
Leonardo Astrada / Gremio PA: La incompatibilidad de caracteres del Jefe y Ramón Díaz siempre se guardo puertas adentro en el Mundo River sostenida solo por la mutua conveniencia. Astrada había sido hombre indispensable en el River campeón del Apertura 99 y era referente claro de la camada de jóvenes que despuntaba en primera. Ramón no quería caudillos con poder en el plantel (ya estaba Trotta) y apuntó su pulgar hacia abajo cuando le preguntaron por Leo. Pasó a Gremio de Porto Alegre a principios de 2000. A decir verdad, el pobre Astrada no dio pie con bola en un fútbol tan exótico para sus características. Volvió al tiempito, pero ya con su estrella en merma. Se retiró a mediados de 2003, apurado por el drama familiar de su padre secuestrado.
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Félix Loustau / Estudiantes: El Chaplín del fútbol rioplatense no podía retirarse de otra forma más que en silencio. Si hasta incluso sorprendió a varios ver aparecer por el túnel su figura mínima y desgarbada con la camiseta rojiblanca de Estudiantes de La Plata. Allí jugó durante 1958 unos 11 partidos sin anotar goles y haciendo un esfuerzo supremo para disimular los problemas físicos que habían amainado notablemente estilo. De River se había ido lentamente apareciendo cada vez en forma mas esporádica en las campañas del 56 y 57. Durante 15 años había sido un vanguardista, creador de un estilo de jugador completo, virtuoso y sacrificado. Tanto que la casaca 11 de todos los tiempos (de River y de todo el Fútbol Argentino) es de su exclusiva pertenencia.
Adolfo Pedernera / Atlanta: El domingo 3 de agosto de 1947 Pedernera pisó el Monumental con la casaca de Atlanta. El River de Labruna, Di Stéfano, Moreno y Loustau le hizo 8 goles con peludo incluido. Cuando concluyó el partido Adolfo dijo a la prensa “Esta tarde jugaron contra mí”. Peleado con Liberti y con Angelito, su mudanza a Villa Crespo a cambio de 170.000 pesos (un dineral para la época) supuso el adiós de La Máquina y la ruptura de una unión que tenía destino de eternidad. Luego emigró a Colombia y retornó para jugar en Huracán sus últimos partidos oficiales. Volvió a River de viejo, para terminar sus días enseñando su sabiduría infinita.
Ermindo Onega / Vélez: El gran crack de los sesenta tuvo que irse de River por la puerta de atrás. A muchos le resultaba imposible concebir que tanto talento venga de la mano de tan poco festejo. Eso, mas varias lesiones, apuraron la salida de Ermindo a fines de 1968. Desembarcó en la calma ribera de Montevideo para jugar 3 años en Peñarol. Vélez lo repatrió ya en su ocaso para jugar el Metro de 1972. Quiso el destino que el primer partido en su vuelta a Argentina sea en el Liberti ante River. A los 5 del complemento, el Ronco calzó una volea de zurda y perforó la resistencia de Barisio. En ese retorno en silencio al circulo central y en ese baño de aplausos que caía persistente, estaba implícita la despedida que se merecía.
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Alfredo Di Stéfano / Huracán: Había jugado un partido en primera en 1945, pero el retorno de Moreno y la plena vigencia de La Máquina no permitían espacio para las carreras supersónicas de la saeta. Fue cedido a préstamo a Huracán donde comenzó a demostrar su estirpe. Con el Globo visitó Núñez el 21 de julio del 46 y a los 30 segundos doblegó a Grisetti con un disparo cruzado. Ya en su vuelta, el panorama era otro y con un ataque amoldado a sus características se destacó durante 2 años. El éxodo producido luego de la huelga del 48 lo llevó a Colombia y luego a España donde se erigiría en uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos, algo que ni siquiera se sospechaba en el momento de su partida.
Norberto Alonso / Vélez: Ningún millonario que se precie de tal podrá pasar por alto el 17 de agosto de 1982 como día clave en la vida de River. Esta tarde el Beto Alonso pisaba por primera vez el Monumental con una casaca que no era la banda roja. A los 15 del primer tiempo le metió al Pato Fillol el gol mas doloroso de su carrera. Lo aplaudió todo el estadio. Lloró. Alonso –que ya había emigrado a Marsella en 1976- se había peleado feo con Alfredo Di Stéfano y su pase a Vélez fue una salida elegante al conflicto. Jugó en Liniers 2 años híbridos con 73 partidos y 10 goles. En 1984 volvió a casa para retirarse como corresponde a los grandes de verdad.
Andrés D’Alessandro / San Lorenzo: La carrera de Andrés es un crisol de equipos y países. Wolfburg, Zaragoza, Porthmouth, Inter de Porto Alegre. Pero tan indentificado con la banda está que su desembarco en San Lorenzo a principios de 2008 tocó fibras intimas en el pueblo riverplatense. Gracias al aporte monetario del magnate mediático Marcelo Tinelli, el cuadro de Boedo logro su fichaje pensando en la Copa. En 6 meses, D’Alessandro enfrentó 3 veces a River. En el primero de ellos jugó un par de minutos y se retiró lesionado. En el último celebró como loco la heroica clasificación del azulgrana a una nueva fase, justo antes de confesar descarnadamente ante las cámaras su amor por River y su desprecio a los dirigentes que no habían querido contratarlo. Aún se lo espera.