miércoles, 30 de diciembre de 2009

PRÍNCIPE SOY

River Plate 1983/85 - 1994/97 - 229 partidos - 137 goles - 7 títulos.


Lo vimos. Efectivamente pasó. Damos fe que realmente existió alguna vez un arlequín hidalgo, de cuerpo flaco y mirada melancólica. Que se desplazaba esbelto por el césped de Núñez pisando sin ruido sobre nubes imaginarias. Que poseía en su diestra el filo que detenta el sable y la delicadeza de los poemas mejor escritos. Que jugaba el juego del pueblo como el pueblo realmente quiere y admira, con el rigor puntual con que los científicos piensan, o con la magia implícita con que los músicos componen.
Fue Príncipe y Rey. Humilde como su barrio Montevideano de Capurro; Enorme, como los baldíos en los que forjo sus comienzos y la historia que su talento ayudaría a edificar. Lo vimos. Se hizo ídolo mientras nosotros, mas anónimos y mas terrenales, nos volvíamos adolescentes y hombres, contando las horas hasta el bendito momento en que un gol suyo nos justificaba la semana. Lo que se graba de niño, no se borra jamás, querido Enzo. Es por eso que decir que te vimos es nuestro orgullo y nuestro tributo.
Lo vimos debutar ante Huracán y poner la cara en ese agitado 1983. Lo vimos jugar con la 8 en la espalda cuando Cubilla lo ponía a regañadientes, lo vimos bajarla de pecho y levantar la cabeza con la elegancia de la alta costura. Lo vimos sacarse adversarios de encima como quien se quita la caspa del hombro. Lo vimos bancarse patadas arteras, lo vimos hacerle dos goles a Argentinos en ese inolvidable 5-4 del 86, lo vimos ensayar esa infartante chilena ante Polonia y ganarse nuestro corazón eternamente. Lo vimos hacerle un gol de penal a Vélez y despedirse campeón, al grito de “algún día volveré”.
Es difícil agradecer tanta alegría, como siempre fue difícil describir dignamente su andar tristón, su porte quijotesco, las palomas liberales de su estilo, el absurdo geométrico dibujado por el chanfle de su empeine, el colchón de plumas de su pecho erguido. Lo que se da no se quita, uruguayo. Y por eso decir que te vimos es nuestra forma de pagar la enorme deuda de gratitud que te tenemos.
Y claro que lo vimos. Vimos su vuelta prometida en 1994. Gritamos ese tiro libre agónico bajo la lluvia en Caballito. Revoleamos junto a él la camiseta en un gol a Talleres en el minuto 52 del segundo tiempo. Gozamos cuando batió a Navarro Montoya en La Bombonera una tarde de baile. Lo vimos con el mismo talento de siempre pero mejorado por los años. Vimos como cada tiro libre era medio gol. Lo vimos levantar la Libertadores y la Supercopa, y también lo vimos masticar bronca ese amanecer triste de Tokio ante Juventus. Lo vimos dejar en ridículo a Chilavert con dos golazos en el 97, lo vimos anotarle de cabeza a Colón el que sería su último gol con la casaca millonaria. Lo vimos despedirse para siempre, como lo hacen los grandes de verdad: Campeón.
Fue héroe de tardes perdidas y estrella mas brillante en noches inciertas. Fue el más caballero de los futbolistas o, tal vez, el más futbolista de los caballeros. Dejó una montaña de goles, asistencias, lujos y gambetas. Dejó una parva de campeonatos, algunas decepciones, unas cuantas lágrimas emotivas y el rumor grave e inmortal de ese “u-ru-guayo, u-ru-guayo” descendiendo como catarata luego de cada gol festejado.
Llevó nuestra nombre al cielo y allí se quedó para vivir eternamente. Los que te vimos, tenemos el deber de difundir sus milagros. El tiempo se hará cargo del resto.

lunes, 28 de diciembre de 2009

CAMPAÑA 1945


Termina la Segunda Guerra Mundial y el costo es altísimo. Estados Unidos arroja sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki dos bombas con un novedoso y espeluznate poder. La bomba atómica. Aún hay gente que muere a causa de sus efectos. Meses antes Adolf Hitler, cercado por el Ejercito Rojo, decide volarse la cabeza en su bunker subterraneo de Berlín. No corre la misma suerte el tirano italiano Benito Mussolini, quién es masacrado por sus partizanos y luego colgado de un gancho carnicero en la plaza de Milán. Como consecuencia del conflicto mueren en total unas 60.000.000 de personas. En San Francisco nace la Organización de las Naciones Unidas. En Nurenberg comienzan los juicios contra los Jerarcas Nazis que no se inmolaron tras la derrota. La poetisa chilena Gabriela Mistral gana el Premio Nobel de Literatura y Alexander Fleming el de Medicina, por su invalorable aporte a la vida humana. La penicilina. En 1945 nacen Bob Marley, Rob Stewart, Eric Clapton, Alejandro Dolina y Carmen Maura, la primer chica Almodóvar.
En Argentina toda una masa de trabajadores sale a la calle para pedir por la libertad de Juan Domingo Perón, preso en Martín García por el Gobierno Militar que el mismo ayudó a implantar. Es 17 de octubre de 1945. Ese día (como muchos días antes, y tantos otros después) nació una nueva Argentina.
River vuelve a salir campeón en el 45. La máquina sigue vigente aún sin un engranaje principal. Alberto Gallo reemplaza a Moreno y lo hace decentemente. Labruna es el goleador con 25 tantos. Aparecen en primera varios pibes que con el tiempo se transformarían en leyendas: Amadeo Carrizo, Néstor Rossi y Alfredo Di Stéfano. River derrota en el clásico de ida a Boca 1-0 con un gol olímpico de Loustau, y pierde por goleada en la Bombonera 4-1 en la revancha. En la recta final, River supera al Xeneize y a Independiente, obteniendo de esta forma su 6ª corona profesional. Tambien obtiene la Copa Rió de La Plata, superando en los dos cotejos a Peñarol por 2-1 y 3-2.

CAMPEONATO AFA 1945

1- Newell's O.B. 3-2 - Labruna, Gallo / Fernández, Micci, Díaz.
2- Vélez 3-1 - Labruna (2), Giúdice / Ferraro.
3- Independiente 2-1 Labruna, Gallo / Cervino.
4- San Lorenzo 2-1 Muñóz, Pedernera / Pontoni.
5- Lanús 2-0 - Luostau, Labruna.
6- Ferro C.O. 4-0 - Labruna (2), Pedernera, Muñóz.
7- Gimnasia (LP) 2-1 - Gallo, Labruna / Arregui.
8- Rosario Central 1-0 - Pedernera.
9- Atlanta 2-0 - Pedernera, Gallo.
10- Racing Club 2-0 - Labruna, Loustau.
11- Estudiantes (LP) 2-2 - Labruna, Muñóz / Pellegrina (2).
12- Huracán 1-2 - Labruna / Salvini (2).
13- Boca Jrs. 1-0 - Loustau.
14- Chacarita Jrs. 1-0 - Pedernera.
15- Platense 5-2 - Labruna (2), Pedernera, Gallo, J. Martínez / Dorado, Cantelli.
16- Newell's O.B 2-0 - Loustau, Labruna.
17- Vélez 1-1 - Labruna / Ferraro.
18- Independiente 3-2 - Labruna (2), Pedernera / V. De la Mata, Erico.
19- San Lorenzo 2-3 - Gallo, Vanzini (ec) / F. De la Mata (2), Martino.
20- Lanús 2-2 - Deambrossi, Loustau / Romay, Avalos.
21- Ferro C.O. 5-1 - Labruna (2), Gallo (2), Loustau / Corvetto.
22- Gimnasia (LP) 1-0 - Pedernera.
23- Rosario Central 4-1 - Labruna (2), Gallo, Pedernera / Aguirre.
24- Atlanta 2-2 - Labruna (2) / Turello, Yorlano.
25- Racing Club 1-1 - Deambrossi / Yuzzolino.
26- Estudiantes (LP) 3-1 - Pedernera, Labruna, Loustau / Oroz.
27- Huracán 3-1 - Muñóz, Labruna, Loustau / Salvini.
28- Boca Jrs. 1-4 - Ramos / Boyé (2), Sarlanga, Corcuera.
29- Chacarita Jrs. 2-0 - Loustau, Labruna.
30- Platense 2-2 - Deambrossi, Pedernera / Cantelli (2).

FORMACIÓN BASE: José Soriano; Ricardo Vaghi y Eduardo Rodríguez; Norberto Yácono, Manuel Giúdice (Néstor Rossi) y José Ramos; Juan Carlos Muñóz (Joaquín Martínez, Aristóbulo Deambrossi), Alberto Gallo, Adolfo Pedernera, Ángel Labruna y Félix Loustau.

GOLEADORES: Ángel Amadeo Labruna 25- Adolfo Pedernera 11- Alberto Gallo 10- Félix Loustau 9- Juan Carlos Muñoz 4- Aristóbulo Deambrossi 3- Manuel Ernesto Giúdice 1- José Ramos 1- Joaquín Pedro Martínez 1- José Vanzini (San Lorenzo -EC-) 1.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

EL DREAM TEAM QUE NO FUE


En 1988 el término “Dream team” (originado con la Selección Norteamericana de Básquet, integrada por figuras de la NBA, que participó en los JJ.OO. de Barcelona en 1992) todavía no había nacido. Hubiera sido el apodo perfecto para aquella empresa díscola encarada por Hugo Santilli de armar ese rejunte ambicioso de jugadores con mucha pretensión de gloria, y que solo levantó polvareda en dos momentos de su ciclo: En su ruidoso anuncio, y en su estrepitoso final.
Menotti y River siempre habían coqueteado, pero a mitad del 88 decidieron por fin ir a los bifes, y en su aventura no repararon en gastos. Ya sin Pumpido, Ruggeri, Alzamendi y Caniggia, el Millonario decidió honrar su nombre y arrimar a Núñez mucho de lo mejor que ofrecía el mercado local por ese entonces. Fueron 14 nombres de peso, traídos para intentar repetir la hazaña del 86. El tiro salió por la culata. A saber.
-Daniel Passarella: Una gloria en retorno y que venía de campeonar en Inter de Milán. Pastoriza y Alegre lo habían tentado para vestir los colores prohibidos. Jugó con la prestancia de su calidad indiscutida y la experiencia de tantos años de carrera. Igual no fue el mismo que se fue. Se retiró al finaliza la temporada.
-Carlos Enrique: Temperamental, irreverente e intenso. Era en ese momento el mejor lateral izquierdo del país. Fue uno de los pocos titulares inamovibles de la campaña. Su carácter le había generado problemas en Independiente y se los volvería a generar en River tiempo después. Por ese motivo, Passarella –ya técnico- lo apartó del plantel en 1991.
-Claudio Borghi: Tal vez el desperdicio de talento mas grande de la historia del fútbol argentino. Borghi era perfecto, pero tenía una personalidad muy particular. Llegó de Italia donde había vestido las camisetas de Milan y Como. De un jugador de su clase siempre se esperan cosas extraordinarias, y ellas –mas allá de algunos destellos geniales- nunca ocurrieron. A fin de año se fue a Independiente.
-Julio Zamora: Se presentó en sociedad un año antes con una gran campaña en el Newell’s campeón 87/88. Era un atacante completo, potente y técnico a la vez. Fue muy utilizado por Menotti y por Merlo luego. Jugó en River 2 años y lo hizo sin desentonar. Continuó se carrera en el Atlas Mexicano.
-Ángel David Comizzo: Venia de Talleres. Fue una apuesta jugada y con el tiempo redituable. La táctica del achique practicada por Menotti favoreció sus dotes de golero salidor. Tenía una personalidad apabullante que disimulaba cualquier error. Admirador de Gatti y Baley, fue figura varios años y marcó una epoca en la valla millonaria.
-Milton Melgar: Volante dinámico y técnico. Un berretín innecesario de Menotti de sus años en Boca, ya que en ese puesto estaba Negro Enrique. Jugó poco y mal. La gente no lo bancó mucho y no lo extrañó cuando se fue a fin de año.
-Sergio Batista: Modelo de 5 en la década de los 80. Voz de mando, quite, técnica, ubicación. Pero el Checho que jugó en River fue una sombra del que había sido. Sus reservas físicas estaban dinamitadas por los años de carrera y por adicciones personales. Su suplente –Carucha Corti- jugó mas que él.
-Mario Bevilacqua: Ariete espigado y técnico. El “Pastor” llegó a Buenos Aires para confirmar los pergaminos de goleador adquiridos en Talleres de Córdoba. Pero a las pocas chances de jugar que le dieron, él le agregó un rendimiento demasiado apático como para pretender seguir. Volvió a La Docta como llegó: En silencio.
-Jorge Higuaín: Amigo del codo amedrentante y la murra de ablande. Fue mal visto de arranque por venir de Boca y por no tener –según se creía- la categoría necesaria para ser el 2 de River. Tras un comienzo mediocre, demostró con humildad y trabajo que se estaban equivocando. Ya sin Menotti, y con un sistema defensivo mas equilibrado, Higuaín se hizo caudillo de la defensa hasta su retiro en 1992.
-Gerardo Reynoso: La “vieja” venia de acompañar en Independiente el genio creativo de Bochini. En River no tuvo ningún mago del cual alimentarse y lo suyo se redujo a la improvisación de su talento individual. Jugó algunos muy buenos partidos pero la irregularidad lo consumió. Quedó la sensación de que estaba para más.
-Fabián Basualdo: Su compra fue uno de los pocos grandes aciertos. Amigo del silencio, el rosarino era un sobrio lateral derecho con mucho aporte tanto en defensa como en proyección. Fue titular varias temporadas y hombre de Selección Nacional.
-Jorge Rinaldi: Aquel pibe de oro que surgió en San Lorenzo y que también se destacó en Boca, era un media punta con gol y mucho juego, además de una personalidad explosiva. De movida se lesionó y perdió chances de competir desde lo futbolístico y desde lo físico. Tenía el estilo River, pero no lo pudo demostrar. Lo vendieron a Turquía a fin de la campaña.
-Abel Balbo: Pocos sabían de él cuando se presentó en sociedad. Había debutado meses antes jugando para Newell’s, ya despuntando su velocidad en el área, la repentización para definir y el olfato de gol. Fue el mejor de los nuevos en la temporada. Hizo 13 goles y ahí nomás se lo llevó Udinese de Italia.
-José Tiburcio Serrizuela: La incorporación mas humilde que resultaría siendo una de las mas eficientes. Serrizuela, (un zaguero proveniente de Racing de Córdoba, férreo, sobrio y con un gran remate) fue una alternativa confiable en las ausencias (varias) de Passarella y cuando este se despidió, se adueñó de su casaca por largo tiempo.
-Los que casi llegaron: Las dirigencias de River y San Lorenzo habían arreglado un doble trueque por el cual el Millonario cedía a Sergio Goycochea y Néstor Gorosito a cambio de los pases del volante Darío Sivisky (famoso por sus galopes por la banda derecha) y el golero paraguayo José Luis Chilavert (aún no tan polémico y genial como lo sería luego). Los pases se cayeron por el rumor de una supuesta enfermedad -con el tiempo desmentida- de Goycochea. Finalmente el único que cambiaría de casaca sería Pipo, a la postre, uno de los goleadores de ese certamen.
River en la temporada 88/89 (el mamarrachesco año de los penales ante el juego empatado) terminó en el 4º puesto, 16 puntos debajo del campeón Independiente, con un record de 16-13-9. Teniendo en cuenta que el plantel se armó como para ganar la Intercontinental en Japón, el término fracaso califica a la perfección tanto revuelo.

martes, 22 de diciembre de 2009

VLADISLAO CAP

Fue en horas de la tarde del martes 11 de mayo de 1982 en alguna de las oficinas céntricas que poseía el presidente Rafael Aragón Cabrera. Luego de varios minutos de negociaciones se dieron la mano y se desearon suerte. Vladislao Wenceslao Cap quedaba de esta manera oficializado como nuevo entrenador de River Plate. Pocos se percataron de una particularidad demasiado desprolija. En ese momento, Cap todavía era formalmente entrenador de Boca Juniors. Tal es así, que en la noche de ese martes, Cap se reunió en La Bombonera con los directivos xeneizes Martín Benito Noel y Pablo Abbatángelo para finiquitar su desvinculación. Se convertía así, en el primer –y hasta ahora único- Director Técnico que pasó directamente de una vereda a otra. La particularidad de Cap, es que por unas pocas horas, estuvo en las dos.
El Polaco había renunciado a Boca luego de perder ante Talleres 0-4 por la anteúltima fecha del Nacional del 82. Tanto River como Boca no pasaron a la fase definitoria, por lo que el debut de Cap en River se produjo recién en 18 de junio, tras la disputa del Mundial de España. Llegó para reemplazar a Alfredo Di Stéfano, una figura de una enorme personalidad que, a pesar de ganar el Nacional del 81, no pudo soportar el peso de una situación institucional delicada –por ejemplo huelga de jugadores-, y de sus propias decisiones –la borrada de Norberto Alonso-.
Era un DT capaz, y tenia un estilo ofensivo que se contrastaba con las características rústicas que marcaron su carrera como jugador. Estaba ilusionado con su llegada a River porque veía material para lograr algo importante. En el plantel estaban entre otros Fillol, Gallego, Merlo y Tarantini, mas los rumores que hablaban de la “inminente” llegada de un supergoleador que no saldría de Carlos Bianchi, el uruguayo Fernando Morena o el brasileño Roberto Dinamita. Como se sabe, ninguno de los tres arribó a Núñez, y si lo hicieron Antonio Alzamendi y Raúl de la Cruz Chaparro.
Pero Cap no tuvo mucho tiempo para demostrar su capacidad en River. La vida no lo dejó. Había ganado mucho respeto como futbolista, vistiendo los colores de Quilmes, Racing, Huracán, River Plate, Vélez Sarsfield y la Selección Nacional, donde llegó a jugar el Mundial de 1962. Sus principales logros como entrenador fueron el de llevar a Independiente a ganar el Metro de 1971, y de ser el orientador táctico (junto a Varacka y Rodríguez) del equipo Argentino en el Mundial de 1974.
Apenas dirigió a River en 11 partidos. Había arrancado correctamente con 3 victorias al hilo en el Metropolitano y con un buen paso en la Libertadores, también con 3 éxitos y 1 empate. Pero a partir de la caída en el Monumental ante Vélez 3-2 (el día del gol de Alonso a Fillol) el sistema de Cap comenzó a sufrir fisuras y a perder rendimiento. Se sentó por última vez en el banco millonario en una nueva caída en Núñez, en este caso frente a Racing de Córdoba.
Tiempito después sufrió un severo agravamiento de su afección pulmonar de la que ya no se recuperaría. A la fecha siguiente –juego ante Huracán en el Ducó- su lugar fue ocupado por su ayudante José Manuel “Pistola” Vázquez. Falleció el viernes 10 de septiembre de 1982, luego de diez días de internación en el Hospital Italiano. Tenía 48 años. Al miércoles siguiente, y por Copa Libertadores, River le ganaba a Jorge Wilstermann 3-0. Un pequeño y merecido homenaje para el técnico que no fue.

viernes, 18 de diciembre de 2009

NOTAS DE UN SEMESTRE COMPLICADO


La gira: Nadie quería ir tan lejos a realizar una pretemporada, pero la sed de dinero pudo más. Tres juegos apáticos e intrascendentes en Canadá, con un solo punto alto: El retorno oficial de Ortega ante Everton y un golazo con su sello. Los choques ante Toronto FC y Montreal Impact ya forman parte de la galería de bizarrerías de nuestro club.
La Sudamericana: Una decepción pequeña. Diremos que la Sudamericana es un torneo menor, aunque si se hubieran avanzado las fases, tal vez el concepto sería otro. Lo cierto es que ante Lanús, River fue tan inferior que su eliminación ni siquiera causó dolor. Peleó en el cotejo de ida pero dos contras de Salvio lo pararon en seco. La revancha, sencillamente, estuvo demás.
El Apertura: Al minuto del primer juego ante Banfield, Cabral chamboneó un cabezazo y le regaló el gol a Santiago Silva. Un anticipo funesto de lo que sería el semestre. Con Gorosito como DT, River nunca estuvo a la altura de las circunstancias, y lo que es peor, siempre se supo un cuadro chiquito e inferior a su rival. Con Astrada hubo un clic mental que le adhirió al equipo un plus de sacrificio y un leve repunte individual. Solo alcanzó para elevar la calificación de la campaña de paupérrima a casi mediocre.
El mejor: Diego Buonanotte. Su físico es, al mismo tiempo, su gran defecto y su principal arma. Es frágil, lo mueven, pero se escabulle. Le proponen la fuerza, pero el gana con velocidad y técnica. Renegó mucho, pero recuperó la chispa que le conocimos en sus comienzos. Hizo 8 goles, que no es poco en una campaña como esta.
El peor: Cristian Fabbiani. Cuando se disipó la polvareda mediática quedó a la vista la cruel realidad. Es difícil presentar un jugador en esas condiciones. Fuera de forma y fuera de compromiso. Su principal error fue creer que en River se juega con la chamuyo y no con el talento. Apostó a eso y perdió. No se lo extrañará.
Los otros peores: Se elige un trio pero podría haber sido cuarteto, quintero o más. Gustavo Cabral (asegura 3 regalos por partido), Nicolás Sánchez (otros tres más), y Nicolás Navarro (un arquero que en vez de volar parece tropezar). Muestras cabales de que en el fútbol, además de talento, hay que tener un buen representante
La resurrección: Muchos no le daban crédito a esta idea descabellada (que de todas formas sigue siéndolo), pero resultó. Matías Almeyda, fue protagonista de una conmovedora resurrección futbolistica sin precedentes en la historia. Enfrentó a los años y los físicos mas veloces con su categoría internacional y una entrega emocionante. Hoy es un insustituible en el equipo y una reserva moral para la pretendida levantada.
La revelación: Daniel Villalva. Corajudo y talentoso, jugó como si tuviera sobre sus espaldas varios años de Primera. Le faltan algunos centímetros y algunos kilos, pero mostró que tiene pasta de crack. Lo tiraron a la parilla antes de tiempo, esperemos no se queme.
Los técnicos: Gorosito supo desde el vamos que tenía que afrontar una tormenta sin radar. Hizo lo que pudo y, lo que pudo, fue muy poco. Se fue para no rifar su buena historia riverplatense. Astrada llegó con ideas claras y una línea a seguir. Hubo una mejora sensible y eso le valió un crédito importante para la temporada que viene.
El mejor partido: River no jugó 90 minutos continuos en buen nivel. Sobresalen de la medianía el primer tiempo ante Boca, porque se estuvo para ganar por mas que 1-0, y los segundos 45 ante Atlético Tucumán, porque se remontó el partido con 3 goles, y porque fue el único tramo del campeonato en que la gente se animó a gritar ole.
El peor partido: Hay tantos que se podría elavorar un top Five: 1) 1-2 ante Rosario Central por la 3ª del Apertura. 2) 0-1 ante Arsenal por la 5ª del Apertura. 3) 0-1 ante Lanús por Copa Sudamericana. 4) 1-2 ante Newells de Rosario por la 12ª del Apertura. 5) 0-2 ante Banfield por la 1ª del Apertura.
La vergüenza: Hubo de todo. Fabbiani contrayendo matrimonio con la vedetonga para las cámaras de Riál, mientras el plantel entrenaba en Ezeiza. El superclásico cancelado entre gallos y medianoche en Santa Cruz de la Sierra, con argumentos que no convencieron ni a sus propios autores. Las incorporaciones risueñas de los paraguayos Miguel Paniagua y Javier Kohene Mereles.
Las elecciones: El año mas politico de la historia. Millones en publicidad. Discursos inflamados de pasión riverplatense. Un recuento infartante, y un ganador que cambió en la madrugada. Que el presidente electo haya sido Passarella es un soberano sopapo del socio hacia la manera “ortodoxa” de hacer política de dirigentes “tradicionales” encarnados en la figura de Rodolfo D’onofrio y José María Aguilar.
La hinchada: River volvió a ganar la tabla de venta de entradas pese a una nueva campaña desilusionante. Pero la verdadera grandeza de River se vió mejor reflejada en las urnas el 5 de diciembre, el día que Passarella ganó por 6 votos, el día que Aguilar perdió 15.000 a 0.
La dirigencia: Luego de 8 años de gestión, por fin, una medida aplaudida… Irse.
La sensación: Parece ser que hoy, River se encuentra parado frente a un sendero donde las calles se bifurcan. Es exactamente ahora, el momento de elegir el camino correcto.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

PECHO Y GOL

River Plate 1 - 0 Huracán
Torneo Apertura 1991 - 03/11/91


Tenía auriculares puestos y estaba sentado en el respaldo de madera de una butaca en la San Martín baja, así que puedo asegurar que antes de que el Pelado Díaz duerma en su pecho el centro combado de Carlos Enrique, Victor Hugo tiró al aire ese “Pecho y gol, pecho y gol” tan recordado. Después, claro, el zurdazo seco y bajo para batir a Puentedura, la explosión que todavía recuerdo, y Ramón corriendo paralelo a la línea de cal, con los brazos abiertos y extendidos con las palmas hacia el cielo, ofrendando el gol a la tribuna. El gol de la victoria en un partido especial para la historia de River.
A veces la memoria suele ser traicionera o selectiva, pero también es lo suficientemente benévola como para cobijar momentos imborrables que justifican hasta la propia existencia del olvido. Entonces no me resulta muy difícil rememorar cada detalle de aquella tarde calurosa de noviembre de 1991. Recuerdo el sol de frente, recuerdo el grito de las tribunas, recuerdo el verde del césped, recuerdo la salida de River con camiseta roja, el festejo del gol, la salida de la cancha y la fiesta que se armó en el hall, donde tantas veces mas tarde los “hinchas” manifestaron su descontento.
River y Huracán jugaban por la 10ª fecha del Torneo Apertura 1991. El Millo llevaba 8 partidos ganados en fila (Central, Unión, Racing –en el tribunal-, Gimnasia, Belgrano, Español, Ferro y Vélez), y un partido pendiente ante Mandiyú. Esa tarde iba por el record de victorias consecutivas en un arranque de torneo. Se percibía en el ambiente que River iba a tranco de campeón, con un arquero de personalidad, una defensa vigorosa, un mediocampo dinámico y una delantera mortal. Enfrente estaba Huracán, que hacía poco había retornado a primera, con algunos nombres ilustres en su formación, pero con una certeza de inferioridad que se notó desde el comienzo del partido.
Para los ojos de un muchacho del interior, presenciar un juego de Primera es una experiencia excitante, los detalles no se borran, las anécdotas crecen con los años. Recuerdo que en la reserva todos se atropellaban en preguntar el nombre de un morochito de medias bajas que gambeteaba hasta a su sombra. Alguien escalones arriba dijo “Se llama Ortega, es de Jujuy”.
Esa tarde Guillermo Rivarola se sacó el hombro, como era muy usual por aquellos años. El turco Mohamed fue a la popular de Huracán, pese a ser en ese entonces jugador de Boca Juniors. Lo insultó todo el estadio. En el entretiempo un grupo de hinchas descolgó de la popular visitante una bandera que a los 5 minutos fue exhibida por la brava millonaria. El globo tenía a Gabriel Puentedura en el arco, a un ya canoso Héctor Cúper en la defensa, y a Sergio Saturno como wing derecho haciendo gala de su poco efectiva bicicleta. También estaban Brítez, Herrero, Hugo Morales, Teté Quiróz y Corvalán. El DT era Carlos Babington.
Varios minutos luego, con la victoria y el festejo posterior ya consumado, fuimos a la Traffic que nos devolvería a nuestro pueblo. La radio repetía aquél “pecho y gol” de Víctor Hugo, y en la semana, El Gráfico titularía con esa frase la nota que comentaba la novena victoria consecutiva del cuadro de Passarella.
Habrán notado la insistencia de la primera persona en este relato. No es puro engreimiento. Se trata solamente de poner en perspectiva los recuerdos de un mocosito de 13 años que iba por segunda vez en su vida al Monumental. Si quieren, encuentren vanidad en este detalle. Observen la foto que ilustra el post. Estoy 99% seguro de que la figura borrosa de color azul que se asoma en la primera fila de la platea, justo arriba de la cabeza del último suplente de la derecha, soy yo. Podrá ser esta una foto más, pero para mí, es de un valor incalculable.

lunes, 14 de diciembre de 2009

EL VALOR DE UNA SONRISA

Tigre 0 - 2 River Plate
Torneo Apertura 2009 - 19ª fecha.
Monumental de Victoria - 13/12/09.


TIGRE: Islas; San Román, Leyes, Arruabarrena y Oliva; Passini, Blanco, Castagno y Leone; Luna y Lazzaro. Posteriormente Morel, Maldonado y Montiel. DT: Diego Cagna.
RIVER PLATE: Vega (6); Ferrari (6), Quiroga (6), Sánchez (6), Villagra (6); Barrado (5), Almeyda (6), Abelairas (5) y Ortega (5); Buonanotte (7) y Funes Mori (7). Luego Díaz, Buo y Pereyra. DT: Leonardo Astrada.
GOLES: Rogelio Funes Mori (RP) 47 pt. Diego Buonanotte (RP) -tiro libre- 13 st.
ARBITRO: Néstor Pitana (bien)
MAN OF THE MATCH: Diego Buonanotte (RP).
RESULTADO MORAL: Tigre 1 - River Plate 2.

El equipo saluda a su gente desde el centro del campo. Los aplausos se retribuyen en agradecimiento a la entrega y a la victoria, llegada como un regalo del cielo, en estos tiempo de vacas flacas y puntos esquivos. Acaba de caer el telón de la obra de River en este 2009. No se oyen ovaciones de júbilo. La puesta en escena osciló entre el drama y la comedia, pero nunca se destacó ni por la calidad de su libreto ni por la valía de sus interpretes. El cierre, sin embargo, nos regala una sonrisa en forma de dos victorias al hilo. Discreta sonrisa, tibia, fugaz, pero altamente esperanzadora. Existen pocos argumentos lógicos para tomarla como un mensaje de próxima bondades, pero las ilusiones no tendrían sentido sin ese condimento de incertidumbre.
River derrotó a Tigre con las armas que su humilde arsenal hoy dispone. La velocidad dañina de Buonanotte y el esfuerzo del resto para tratar de equiparar con orden y entrega, varias de las lesiones irreversibles que detenta la categoría de este plantel. Tigre es un equipo de patético presente pero que, de todos modos, sigue siendo un hueso duro de roer cuando se presenta en Victoria. De allí el valor de este triunfo, logrado con el oportunismo del golpe preciso y el efecto contagio que el optimismo provoca.
Y de tanto en tanto, es bueno ver como una perla se asoma en el barro. Se llama Rogelio Funes Mori. Tiene 18 años, es mendocino y viene con antecedentes que lo vinculan con Dallas FC y Chelsea. Flaco, largo y flexible cual taco de polo. Juega de espaldas y de primera, se mueve para ofrecerse, tiene pies dúctiles y una interesante predisposición para el juego asociado. Va de arriba y gana. En la primera anticipa a Leyes y cabecea arriba. En la segunda queda mano a mano y un instante de duda le permite a Islas atorarle el remate. En la tercera, sube mas alto que su marcador para aplicar un cabezazo abajo, decretando el primer grito de la noche. Tengo ganas de decir que tiene cosas de Trezeguet, pero no, pobre pibe, bastante peso debe tener ya con vestir esa camiseta, como para que un irresponsable le tire la mochila de esa comparación.
2009 se va con dos victorias seguidas. Años enteros vivimos acostumbrados a las sensaciones de placer que, ahora, sufriendo cada partido para cosechar tres míseros puntos, nos damos cuenta de lo hermoso que es terminar un domingo sabiendo que River ganó su partido.

viernes, 11 de diciembre de 2009

PRESIDENTE QUE DEBUTA, GANA

River Plate 2 - 0 Racing Club
Torneo Apertura 2009 - 18ª fecha.
Estadio Monumental - 10/12/09.


RIVER PLATE: Vega (8); Ferrari (4), Sánchez (5), Quiroga (6) y Villagra (4); Bou (4), Barrado (4), Almeyda (5) y Abelairas (6); Buonanotte (6) y Funes Mori (4); Luego Galmarini (5), Domingo y Díaz. DT: Leonardo Astrada.
RACING CLUB: De Olivera; Martínez, Avendaño y Cahais; Mercado, Yacob, Falcón, Grazzini y Lucero; Luguercio y Ramírez. Posteriormente Steinert, Caballero y Lluy. DT: Claudio Vivas.
GOLES: Diego Buonanotte (RP) -penal- 28 pt. Matías Abelairas (RP) -tiro libre- 41 pt.
ARBITRO: Diego Abal (mal)
MAN OF THE MATCH: Daniel Vega (River Plate)
RESULTADO MORAL: River Plate 1 - Racing Club 1.

Apenas comenzado el partido, una jugada puntual modificó el trámite, los ánimos y la perspectiva del juego. Racing impulsó una contra por la derecha que concluyó con Tito Ramírez despatarrado levantando tierra en el área chica producto de un empujón evidente de Paulo Ferrari. Penalazo para todos, menos para Diego Abal, quien debe haber pensado que el foul lo cometió el fantasma de Angus Young, todavía merodeando la zona, tras los recitales de AC/DC del fin de semana. La omisión sacó a Racing del partido para meterlo en un mar de reclamos y maldiciones del que no pudo escapar en toda la noche.
El principal mérito de River fue pegar en los momentos exactos. Se hace difícil encontrar algún otro mérito en este equipo, chiquito desde lo futbolístico, para justificar el marcador. Hubieron 20 minutos (desde el penal que conquistó Buonanotte hasta el cierre de la etapa inicial) en que el trámite le dio a River la chance de ser protagonista. Cuando Abelairas clavó magistralmente su tiro libre en el ángulo de De Olivera estampando el 2-0, la sensación de alivio se codeo con la de la injusticia. El resto del partido se fue en el desdoblamiento de la contención millonaria para abortar los intentos cargados de corazón y carentes de ideas de Racing por lograr un descuento y un empate que -tal vez- mereció. Eso, a esta altura del partido, realmente importa muy poco.
Daniel Passarella debutó como jugador de River en 1974. Perdió 1-0 ante Rosario Central en Arroyito. Como orientador táctico hizo su estreno también en Rosario, pero en el Parque de la Independiencia en una igualdad 1-1 ante Newells Old Boys en el año 1990. Como Presidente su debut fue con victoria, y que sea esta, solamente, la primera de una larga cadena.
Aunque desde la cancha, el equipo no invite demasiado a la esperanza, quizá este sea el momento de comenzar a mirar con mas cariño la pequeña porción del vaso lleno que nos queda.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

EXPLICACIONES DE LO INEXPLICABLE


La voz rabiosa de Liberti todavía retumba en el vestuario del Estadio Nacional de Santiago, como un eco lúgubre e interminable. “Este partido lo perdió Renato Cesarini” bramaba ante los micrófonos. Algunos minutos antes acababa de ocurrir una de las derrotas mas inexplicables en la historia de River. A lo lejos se escuchaba el festejo loco de los uruguayos de Peñarol en el vestidor contiguo, y el argumento burdo y desesperado del viejo patriarca, era un intento vano de ponerle fin a una noche aciaga, tajo profundo y recién abierto de una herida que aún no ha sanado.
Dijo Panzeri que el fútbol es la dinámica de lo impensado. Esa frase es el mejor argumento para explicar el 4-2 con que Peñarol venció a River en el juego desempate de la Copa Libertadores de 1966. Pero en los dominios del mito habitan todavía algunas explicaciones mas “terrenales” para comprender semejante debacle en aquella helada tarde noche trasandina.
Se sabe que River ganaba 2-0 al término del primer tiempo con dos impactos en 5 minutos para el KO (Tito Onega a los 37 e Indio Solari a los 42). Más tarde, la reacción carbonera con conquistas de Alberto Spencer y el Pardo Abbadie, para dar paso al suplementario y los goles finales de Spencer y el peruano Joya. La prensa oriental, tan afecta a la cosa mística y el derroche de hombría y heroísmo, adivinó ver la reacción luego de que Amadeo Carrizo, hiriera el orgullo de los jugadores carboneros, conteniendo un remate con su pecho. Eso es falso. O, por lo menos, improbable. Amadeo atajó de esa forma durante 25 años. De ser así, River debió perder todos sus partidos en ese período de tiempo, o sus adversarios fueron todos unos pecho fríos.
Muchos testigos de aquel encuentro, piensan que las verdaderas explicaciones de la derrota hay que buscarlas en el banco de suplentes. Y para ello hay que tener en cuenta un detalle fundamental. Con el partido en ventaja, Nicha Saínz –defensor/volante de River- se lesiona y debe abandonar el cotejo. Renato Cesarini mueve el banco inmediatamente y sorprende a todos. Manda a la cancha a Juan Carlos Lallana (Nº9), haciendo retroceder a Ermindo Onega (que era 10) a la posición de Saínz. Los detractores de Cesarini –un viejo tan sabio como altanero- le cargaron inmediatamente las culpas de la derrota al suponer que el DT vio fácil el partido y quiso cubrirse de gloria ganando la final con una goleada. Esa fue la versión que daba vueltas por la cabeza de Liberti en el momento de aquella crispada explicación.
Los detractores de Renato jamás dieron por cierta la otra versión de la misma historia. Aquella que dice que en el vértigo de aquella modificación que no estaba en los planes, Cesarini miró al banco y llamó al único volante defensivo que tenia a mano, Daniel Bayo, y que recibió un rotundo "no" como respuesta, porque esa no era su posición ideal.
Inconsciencias o arrugadas al margen, lo cierto es que con un equipo con nulo poder de contención (7 para atacar: Cubilla, Daniel y Ermindo Onega, Lallana, Sarnari, Solari, Más y 3 para defender: Grispo, Viéytez y Matosas), River sucumbió ante un Peñarol entonado por el descuento y el posterior empate. Destrozado anímicamente, el cuadro afrontó el alargue con la necesidad de ganar si o si, ya que Peñarol había ganado la ida 2-0 y River la vuelta 3-2. Fue ciego, pero recibió dos estocadas mortales de contra.
Don Cesarini nunca dijo nada y se llevó, si existió, ese secreto a la tumba. Al tiempito de esa final renunció. Daniel Bayo siguió jugando en River un año y medio más, como si nada hubiera pasado. Aquella noche nació el apodo de gallinas que dura hasta nuestros días, aunque el lastre de ese mote ya ni siquiera molesta. Luego de decenas de infructuosos intentos, River ganaría la Libertadores en el año 86. 20 años, 5 meses y 9 días después de aquella –aún- inexplicable jornada de Santiago de Chile.

lunes, 7 de diciembre de 2009

MUERTO EL PERRO, VIVA LA RABIA

Vélez Sarsfield 3 - 1 River Plate
Torneo Apertura 2009 - 17ª fecha.
Estadio José Amalfitani - 06/12/09


VÉLEZ SARSFIELD: Montoya; G. Díaz, Domínguez, Otamendi y Papa; Cubero, Somoza, Zapata y Moralez; Caruso y López. Posteriormente Martínez, Cabrera, Zárate. DT: Ricardo Gareca.
RIVER PLATE: Vega (5); Ferrari (4), Cabral, Sánchez (2) y Villagra (4); Barrado (4), Almeyda (4), Abelairas (3) y Pereyra (4); Ortega (4) y Villalva (6). Luego Coronel (4), M. Díaz (6) y Funes Mori. DT: Leonardo Astrada.
GOLES: Maximiliano Moralez (VZ) 31 pt. Mauro Díaz (RP) 31 st. Hernán Rodrigo López (VZ) 39 st. Rolando Zárate (VZ) 46 st.
ARBITRO: Nestor Pitana (regular)
MAN OF THE MATCH: Maximiliano Moralez (Vélez Sarsfield)
RESULTADO MORAL: Vélez Sarsfield 3 - River Plate 1.

Podría maquillarse la sensación de impotencia esgrimiendo a modo de argumento la metáfora de que cuando uno se asoma a la luz, luego de tanto tiempo de oscuridad, lo que primero le ocurre es enceguecerse. Pero eso es mirar la realidad con un solo ojo. En la tarde de Liniers flotan en el aire dos sensaciones que se chocan como tormentas. La de saber que todo a cambiado, y la de darse cuenta de que, al mismo tiempo, todo sigue igual. La rabia no murió cuando mataron al perro.
Entonces se vuelve cada vez mas arduo pasar del sueño a la realidad. De correr a las urnas con el voto que extirpe para siempre el cáncer que nos a carcomido, para luego darse cuenta que el daño está hecho y la metástasis mas evidente es la de este equipo que no puede mantenerse en pié, rengo de moral, lesionado de talento, inválido de ilusiones.
Por supuesto que el poderoso Vélez Sarsfield es un equipo que evidencia al mango las flaquezas de sus adversarios y no es la medida justa para el tranco escuálido de este River. Cuando los locales le pusieron intensidad a su juego sacaron claras ventajas en todo sentido, siempre mas rápidos, siempre mas fuertes, siempre mas lúcidos. Con el toque de Mauro Díaz, la audacia de Villalva y el relax fortinero, los de Astrada habían equilibrado relativamente la balanza en el último tramo del complemento, pero una pifia en el área chica, digna de un patadura como Nico Sánchez, permitió la atropellada del uruguayo López que decantó en el merecido festejo local.
17 fechas. 15 puntos. Flojos atras. Flojos arriba. Un técnico que hace malabares con tal de sumar. Almeyda como figura. Ortega y Gallardo que no pueden con su físicos. Mucho pibe inexperto. Mucho mediopelo de titular. Analizando el juego en el Amalfitani y la realidad de nuestros días, merodea la sensación de que este equipo necesita algo mas que cuatro refuerzos de jerarquía, para tener aspiraciones decentes de pelear algo con seriedad.

martes, 1 de diciembre de 2009

LA HISTORIA NO LO ABSOLVERÁ


Sentado sobre su sillón en el Monumental, José María Aguilar deberá estar pensando que será de sus días, ahora que el poder lo está abandonando. Apoltronado en los cojines que alguna vez descansaron a Liberti, el rector de la vida riverplatense de la última década no soportará la idea de enumerar mentalmente las ventajas “presidenciales” que extrañará cuando deje la máxima autoridad institucional. No es difícil arriesgar cual será la sensación que mas evocará: La impunidad.
Apoyado en una verborragia florida, cautivante de pasión Riverplatense, Aguilar asumió con una promesa de cambio bien marcado en la manera de hacer política en el Club. Es decir, borrar de un plumazo los viejos y nefastos manejos de las administraciones Santilli, Davicce o Pintado, plenas de favoritismos, prebendas, negociados, deudas y otras yerbas. Lo ayudaba su imagen antimacrista de dirigente de tablón, conocedor de los famosos pasillos, con calle, con tribuna y de sangre nueva. Pero nada de eso ocurrió. A decir verdad, el verdadero legado de la administración Aguilar será la profundización de ese cáncer que carcome al Club. No fue revolucionario, fue más de lo mismo. No fue Robin Hood, robó para la Corona. No fue cristalino, fue siniestro y oscuro.
Como moscas que revolotean la basura, alrededor de Aguilar se acomodaron nombres que mas que una amistad, conforman una asociación ilícita. Nombres que de solo escucharlos provocan escalofríos. Alan Schenckler, Diego Quintas, Pinhas Zahavi, Mario Israel, Olé, Clarín, Adrián Rousseau, Julio Macchi, Locarno FC, Julio Grondona, Torneos y Competencias, Domingo Díaz, Grupo HAS, Martín Acro.
Aguilar convidó a grises personajes y crapulentos intermediarios con generosas porciones de la torta Riverplatense. Los invitó a la gran rifa del patrimonio millonario y ninguno se quedó sin ganar. Las ventas de jugadores fueron muchas y suculentas, pero el pasivo siguió inflándose, como si fuera lo mas lógico del mundo.
Estableció una turbia relación con la barra brava, la cual fue utilizada como fuerza de choque para “persuadir” opositores a cambio de venta de entradas, cobro de estacionamiento, puestos en el plantel de empleados del club y vaya a saber uno que otra matufia más. Cuando la reyerta intestina de los violentos estalló con sangre, Aguilar, -obedeciendo un código fundamental de la mafia- hizo silencio, y guardó sospechosamente el muerto en el placard. Todo esto pasó. Y fue tan grave que ni el silencio cómplice del imperio mediático (dime cuanto pagas y no diré quién eres) lo pudo ocultar.
Aguilar sacó a Delem de las inferiores. Garrafal error. En estos ocho años, pasaron por River tipos como Killiam Virviescas, Máximo Lucas, Martín Del Campo, Jersson González, Gabriel Loeschbor, Bernardo Leyenda, Lucas Pusineri, Marcelo Sosa, Miguel Ángel Paniagua, Cristian Álvarez, Daniel Fonseca, Juan Esnaider, Alejandro Escalona, Omar Merlo, Coti Fernández, Javier Kohene Mereles, Juan Carlos Toja, etc, etc. Lentamente, River (un club que se bancaba cualquier comparación con Barcelona, Real Madrid, o Inter) cambió su status de super equipo por esta espectral apariencia que se asemeja mucho al de una vedette cincuentona a la que se le cae el revoque y vive de los recuerdos.
Para los que estamos lejos del día a día, apartados de las entrañas del Monumental, para los que tenemos a River casi como un ser ideal, ese desmadre se fue haciendo evidente domingo tras domingo. Cuatro años sin títulos, desprestigio internacional, preocupación por el descenso, planteles berretas, gente enojada, bochornos públicos, añoranzas de tiempos no tan lejanos. Una distancia que no autoriza entonces a hablar del otro River, el River social y amateur, del estado de las instalaciones, del bienestar de los empleados, el del Museo, el de la reciente Universidad, y el de las variadas instancias educativas que el Club desarrolla.
Termina este post y queda la sensación de no haber sido justo con lo que ha pasado. De no haber dicho todo, de omitir barbaridades, de que este es un texto light, casi benévolo con nuestro futuro ex. Al fin y al cabo, es una digna entrega “aguilarista”: Decir mucho y concretar poco (de lo bueno).
El terremoto pasará, pero quedará el laburo mas penoso: Remover los escombros y buscar los cadáveres. De algo estamos seguros gran parte de los riverplatenses que hemos atravesado estos ocho años sin poder hacer nada para evitar que nuestro club se convierte en el reino del viva la pepa. José María Aguilar podrá eludir los estrados judiciales, pero la historia jamás lo absolverá.