lunes, 28 de junio de 2010

CAMPAÑA 1949


En 1949, Mao Tse Tung llega con su ejército a Pekín. Toma el Gobierno y le da nacimiento a la República Popular China. Chiang Kai- Shek, líder del Kuomintang derrotado, huye a la isla de Taiwán. Mientras tanto, en Washington, las potencias occidentales se reunen y concluyen que la unión hace la fuerza. Fundan así la temible y poderosa OTAN. Un emprendedor empresario teutón funda Adidas. Se llama Adolf (Adi) Dassler (Das) y, a su modo, también estaba fundando un imperio. La presión de la URSS logra que la Alemania de la posguerra se fragmente en dos, la RFA y la RDA. Como había dicho Churchill: “Un telón de hierro se ciñe sobre Europa”.
En Argentina Perón logra reformar la Constitución Nacional habilitando así, su futura reelección. Inauguran el Aeropuerto Ministro Pistarini en la zona de Ezeiza, y el Edificio de la Facultad de Derecho, en plena Avenida Figueroa Alcorta. Jorge Luis Borges publica lo que sería su obra maestra mas laureada, “El Aleph”, y Julio Cortazar firma por primera vez con su nombre una obra suya: El poema “Los reyes”.
En 1949 nacen el conductor televisivo Jorge Ginzburg, el boxeador George Foreman, el narco Pablo Escobar Gaviria y el músico Carlos Solari, el popular indio. Una espantosa tragedia vincula indirectamente a River Plate. El 4 de mayo, el avión que traslada de regreso a casa a la delegación de Torino de Italia se estrella en las inmediaciones de la Basílica de Superga. Perece todo el plantel y el cuerpo técnico. En gesto solidario, River se ofrece gratis para jugar un amistoso a beneficio de los familiares de las víctimas. El partido de celebra el 29 de mayo en el Comunale de Turín ante un equipo denominado “Torino símbolo”, conformado por las estrellas de los otros equipos del calcio. Ya en el 49, La Máquina ha desaparecido. Moreno está en Chile, Pedernera en Colombia, y a mitad de año, Alfredo Di Stéfano y Pipo Rossi, seguirían el mismo camino de Adolfo. River contrata a Negri, De Cicco y Fizel para potenciar la delantera, pero la apuesta no da muchos dividendos. Finalmente concluye el certamen segundo a 6 puntos de Racing, que comienza ese año un ciclo magnifico que lo llevaría al tricampeonato. El segundo puesto se define un un choque ida y vuelta con el sorprendente Platense, al que River doblega en los dos partidos. Labruna convierte 19 goles y es –otra vez- el goleador del equipo en la temporada.

TEMPORADA 1949

1- Estudiantes (LP) 2-2 - Prado, Labruna / Infante, Reynoso.
2- Atlanta 7-0 - Labruna (3), Loustau, Reyes, Di Stéfano, R. Coll.
3- Banfield 3-2 - Di Stéfano, Loustau, R. Coll.
4- Huracán 3-0 - Di Stéfano, De Cicco, Labruna.
5- Racing Club 3-0 - Fizel (2), Moyano.
6- Vélez Sarsfield 1-0 - De Cicco.
7- Tigre 0-0.
8- Newell's O.B. 3-3 - Loustau, Di Stéfano, Labruna / Ortiguela, Benavidez, Contini.
9- Gimnasia (LP) 4-0 - Di Stéfano (2), Rossi, Loustau.
10- Chacarita Jrs. 1-3 - Reyes / Campana, De Luca, Pessarini.
11- Lanús 2-0 - Prado, Reyes.
12- Independiente 3-2 - Negri, De Cicco, Di Stéfano / Pairoux (2).
13- Boca Jrs. 1-0 - Labruna.
14- San Lorenzo 2-3 - Di Stéfano (2) / Papa (2), Rial.
15- Ferro C.O. 4-0 - Losutau (3), Negri.
16- Platense 0-0.
17- Rosario Central 3-0 - Negri, Fizel, Loustau.
18- Estudiantes (LP) 5-1 - Fizel (2), Labruna (2), Loustau / Infante.
19- Atlanta 2-1 - Fizel, Muñóz / Ingunza.
20- Banfield 5-0 - Fizel (2), Loustau, Negri, Labruna.
21- Huracán 1-1 - Fizel / Vigo.
22- Racing Club 0-1 / Gagliardo.
23- Vélez Sarsfield 3-5 - De Cicco, Labruna, Loustau / Zubeldía (3), Botini, Menéndez.
24- Tigre 3-0 - Fizel, Labruna, Fiori (ec).
25- Newell's O.B. 1-2 - Negri / Benavídez, Montaño.
26- Gimnasia (LP) 1-2 - Fizel / Camacho, Walter.
27- Chacarita Jrs. 0-0.
28- Lanús 2-0 - Negri, Fizel.
29- Independiente 2-1 - Labruna, Muñóz / Ferrari.
30- Boca Jrs. 0-2 / Busico, Benítez.
31- San Lorenzo 0-1 / Papa.
32- Ferro C.O. 1-0 - Prado.
33- Platense 2-2 - Labruna (2) / Geronis, Sayago.
34- Rosario Central 1-2 - Labruna / Aguirre, De Zorzi.
DE- Platense 2-1 - Labruna, R. Coll / Báez. (*)
DE- Platense 4-0 - Labruna (2), Fizel, Ramos.(*)

(*) - Partidos desempate para definir el subcampeonato.

GOLEADORES: Ángel Amadeo Labruna 19- Emilio Pablo Jorge Fizel 12- Félix Loustau 10- Alfredo Di Stéfano 9- Juan José Negri 6- Ángel De Cicco 4- Hugo Reyes 3- Eliseo Prado 3- Juan Carlos Muñoz 3- Roberto Coll 2- Oscar Coll 1- Ramón Felipe Moyano 1- Néstor Raúl Rossi 1- Raúl Fiori (Tigre -EC-) 1.

FORMACIÓN BASE: Amadeo Carrizo; Ricardo Vaghi y Eduardo Rodríguez (Lidoro Soria); Norberto Yácono, Néstor Raúl Rossi (Eduardo Castagno) y José Ramos; Juan Carlos Muñóz (Hugo Reyes), Juan José Negri, Alfredo Di Stéfano (Pablo Fizel), Ángel Labruna y Félix Loustau.

viernes, 25 de junio de 2010

JOSE VARACKA


El mundillo del fútbol, ese tumulto que mezcla códigos y chusmerios en partes iguales, nunca desmintió la fama de mufa que acompañó a José Varacka durante toda su carrera. Todavía existe mucha gente que cree en esas cosas y, a juzgar por su corto paso en River Plate, Puchero no podrá hacer mucho para refutarla.
Así como los futbolistas tienen momentos de esplendor y recaída a lo largo su carrera, con los entrenadores pasa lo mismo. Con 51 años de edad, el José Varacka que llegó a River a principios de 1983, no era el mismo Director Técnico promisorio que había debutado más de una década atrás en Gimnasia de La Plata. Aragón Cabrera lo había llamado para ocupar una silla que ardía tras las frustradas experiencias de Di Stéfano, Cap, Pistola Vázquez y Ramos Delgado, y tenía una misión difícil de cumplir: Levantar a River de la mediocridad que lo había embargado durante toda la temporada de 1982. A los pocos meses se dio cuenta que el tiro le había salido por la culata.
Varacka debutó en River la tarde del 13 de Marzo de 1983 ante Loma Negra de Olavaria. Fue triunfo 1-0 con gol de Jorge García de penal. Ese Nacional mostraría lo poco de interesante que tuvo su gestión en Núñez. Trató de conformar un cuadro sólido, basándose en la experiencia de Fillol, Tarantini, Saporiti, Gallego, Comisso y Merlo, para sumarle la cuota de desequilibrio que prometían las llegadas de Francescoli, Bica y Trossero. Mas allá de una bochornosa caída 1-2 ante Andino en el Estadio de Vargas de La Rioja, el equipo pasó de ronda, alcanzó un poco de vuelo con la promocionada llegada de Enzo y fue eliminado sin pena ni gloria en la cancha de Vélez en los cuartos de final por el Argentinos Juniors de Ángel Labruna, con un tanto del Panza Videla.
Desde la segunda mitad del 83 el hierro caliente se volvió insostenible. A poco de comenzado el Metro, el plantel entero se le reveló a la dirigencia y montó una huelga para cobrar sus sueldos. En el ojo de la tormenta, Varacka acató la decisión de Aragón Cabrera de incluir juveniles. Cuando los profesionales volvieron, tras 7 partidos jugados con la cuarta, ellos y el cuerpo técnico tenían toda la gente en contra. River jugaba horrible, no le ganaba a nadie, peleaba los últimos puestos, estaba lleno de deudas. Si el panorama les parece familiar, descarten de plano la coincidencia. Dos caídas en 15 días ante Boca (1-2 en Núñez, 0-1 en Vélez) terminaron de decidir una suerte que de antemano parecía ya echada. Luego de 8 meses de turbulencia, Varacka era eyectado de Núñez con el edificio en llamas.
Luego de una espléndida y prolongada carrera como futbolista en Independiente, River y la Selección, Varacka debutó como entrenador en GELP en el 68. Su perfil de líder serio y con personalidad lo llevó a Boca en 1972. Sin embargo, sus mejores años como técnico los vivió en tierras colombianas, donde dejó un gran recuerdo en Junior de Barranquilla, ganando dos títulos de liga. Junto a su compadre Vladislao Cap, entrenó el equipo Argentino que jugó el Mundial de Alemania 1974. Se liberó de supuestas auras mufosas en 1981 cuando su Argentinos Juniors mandó a la B a San Lorenzo en Caballito. River trató de encontrar en él un guía, un baqueano de mil batallas para escapar de la tempestad. Hizo lo que pudo. Y lo que pudo, fue realmente muy poco.

lunes, 21 de junio de 2010

EL FRANKESTEIN DE BELL VILLE


Las líneas que leerán a continuación están infectadas por un fundamentalismo de barricada y fácilmente refutable, brotado de ideas románticas, ortodoxas e infundadas. Se ruega no tomar en serio algunas aseveraciones de este texto. No son una declaración de principios, ni siquiera son una toma de postura ante la cosa. Nada mas es un juego de impresiones poco convincentes de una curiosidad que hace equilibrio entre lo tierno y lo patético.
Pero si no lo saben, deberán conocer que existe en el mundo, más precisamente en la provincia de Córdoba, más específicamente en la ciudad de Bell Ville, un River muy particular. Un River incompleto. Un lobo con la piel de cordero. Un River vestido de clown de subterraneo. Un River portador de nombre y vacío de esencia. Un River que –en el plausible nombre de la amistad y el consenso- eligió en su fundación los colores prohibidos para pintar su insignia. Sabrán ustedes perdonarlos, yo no puedo.
El Club Atlético y Biblioteca River Plate nació en Bell Ville el 23 de marzo de 1923. Lo levantaron a la vida una decena de muchachos que, lanzados a la aventura del picado, soñaron con la trascendencia para siempre de un lugar, de un nombre, y de una idea seguramente relacionada con la amistad y la pertenencia. River y Boca ya movilizaban corazones en esos tiempos y fue en un viejo almacen bellvillense cuando el grupo de soñadores decidió meter la pata con una idea no apta para susceptibles: Mezclar lo que no se mezcla.
La iniciativa fue sencilla: En un sorteo, el primer nombre elegido denominaría a la entidad, el segundo le pondría los colores. Y en la tómbola el ganador (como siempre) fue River Plate. Así que juntando el agua y el aceite, lo dulce y lo saldado, nació este divertido Frankestein cordobés. Un River Plate que viste la camiseta de Boca, y no es chiste. Desde hace 87 años, domingo tras domingo, cada salida a los precarios campos de la Liga Bellvillense sigue convocando preguntas difíciles de responder. ¿Cómo puede llamarse River y vestirse así?. ¿Cómo alentar a River con esa camiseta?, ¿Lo siguen mas los hinchas de River o los de Boca?, ¿Cómo será para su tribuna gritar “pintado azul y oro, como mi corazón”?.
River Plate de Bell Ville es un pequeño club de pueblo. Vive sobreviviendo, y en su repaso de tiempos de esplendor, se les va la tarde a los pocos y viejos fieles del truquito y el vermouth. Su sede hace esquina en las calle Mitre y Corrientes, allí donde es difícil no ver ese cartel azul y amarillo que lo anuncia sin vergüenzas. El fútbol, las bochas y alguna que otra cuarteteada le dan vida a un espíritu que languidece con cada año que pasa y con cada pibe que prefiere ir a jugar a la play. Tienen una pequeña cancha de alambrados oxidados y virgen de césped y tribunas donde juega sus partidos en la B de la Liga de Bell Ville. Posee además un entusiasta reducto bochófilo que es su orgullo, denominado “José Donato Ghio” en honor a uno de los personajes más célebres de la ciudad, campeón mundial de Bochas en el año 1967
En el sureste de Córdoba está Bell Ville. Tiene 33 mil habitantes, vive de lo que ofrece el campo y alguna que otra industria. Su nombre no es poca cosa para el deporte del país. De allí surgió la invención de la pelota sin tiento. De sus canteras apareció la notable figura del “Matador” Mario Alberto Kempes. También es la cucha de este perro verde que aquí presentamos, y del que nos despediremos diciendo (con la mejor y más sincera buena onda) que también la ciencia –en el nombre de la humanidad y el progreso- fue capaz de las más notables aberraciones.

miércoles, 16 de junio de 2010

SI LOGO

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Dice Naomi Klein en su famoso best seller No Logo: “Es legítimo decir que el astronómico crecimiento de la riqueza y la influencia cultural de las multinacionales tiene su origen en una idea única, y al parecer inofensiva. Que las empresas de éxito deben producir, ante todo, marcas y no productos”.
Las marcas están en todos lados. Son parte del paisaje y la estética. No hay vida si no hay logo. Consumo, dinero, poder, cultura se comprenden mejor bajo las reglas de un multimercado absolutamente rapaz. Desde los sueldos y explotaciones mas miserables, hasta las ganancias mas fastuosos. Así de obsceno y repugnante, también es absolutamente obvio que el fútbol ya no sea un juego y si un shopping. Ilógico sería que no lo fuera.
La camiseta de River es tierra muy fértil para que las marcas exploten su nombre. Desde principios de los 80, millones han llegado a las cajas fuertes de Núñez a cambio de una pequeño sacrilegio. Manchar los colores sagrados. En las reglas del mercado, la tradición es un escollo muy fácil de sortear.
Olimpia: A finales de 1980 una rara inscripción apareció en el costado derecho de la casaca millonaria. Olimpia era una humilde firma de indumentaria que también producía material para el box y el tenis. Había firmado contrato personal con Fillol, pero luego este se extendió a todo el equipo. En tiempos donde todo no era tan profesional, Olimpia proveyó a River hasta comienzos de 1982, luego se perdió en el tiempo pero dejó en el recuerdo una hermosa casaca para el fetiche de los coleccionistas.
Adidas: Difícil imaginar si Adolf Dassler soñó alguna vez con el imperio que iba a construir. El logo de Adidas es un sinónimo de posmodernidad. La relación oficial con River data desde 1982 con algunos contactos anteriores. Desde allí, las tres tiras adornan la banda roja, y son responsables además, de algunas casacas que quedaron en la historia. Quitó la banda de la espalda. Hizo retornar la tricolor a bastones. Puso escuditos degradé en el blanco de nuestro paño. Propuso el color violeta y el gris en la alternativa. Diseñó la casaca negra con la banda roja. Es una ligazón comercial que hará ruido cuando se disuelva.
Fate: El 6 de agosto del 85, River salió a la cancha de Vélez para enfrentar a Temperley con una inscripción en su pecho. Fate. La firma argentina de neumáticos se transformaba así en el primer sponsor del millonario. Fate acompañó a River en las exitosas campañas del equipo de Veira, pero –por cuestiones contractuales- se quedó afuera del partido mas importante: La final ante Steaua de Bucarest. La relación se extendió hasta mediados de 1989, tras la cual, la firma recuperó el perfil bajo que marcó su existencia.
Peugeot – Sevel: Alguna vez Macri también hizo negocios con River. A finales de los 80, Humberto Agnelli y Jean Paul Parayre (capos de la Fiat y de la Peugeot-Citroen) firmaron un acuerdo para desembarcar juntos en América. Se creaba así Sevel (Sociedad Europea de Vehículos para Latinoamérica) y eligieron al grupo de Franco y Mauricio como responsable en el país. Su golpe publicitario fue apadrinar las casacas de los dos grandes de Argentina. Fiat fue con Boca y Peugeot con River y ambos se estrenaron en un superclásico nocturno en La Bombonera. El sponsoreo de la automotriz francesa duró hasta junio de 1991.
Carta Credencial: La realidad ficticia del uno a uno hizo proliferar en el país la fiebre del crédito y el compre ahora y pague cuando pueda. Los 90 dieron para todo. Tanto como para que una tarjeta de crédito de segundo orden auspicie la casaca mas importante del país. Carta Credencial puso su nombre en el pecho de River durante una temporada acompañando el retorno de Ramón Díaz y el título del Apertura 91. Tenía un logo totalmente antipublicitario que de lejos no se veía. En 1998 cambió de dueños y se reconvirtió en Credencial Argentina S.A.
Sanyo: El coloso electrónico japonés marcó un quiebre en una cuestión puntual, e imperdonable para los fundamentalistas de la tradición. Fue la primer marca en atravesar la banda roja. Para eso pagó 480.000 por tres años de contrato. Se estrenó una tarde entre semana del 92 ante Deportivo Español y se mantuvo como sponsor hasta el cierre del año 1995. Sanyo fue fundada por Toshio Iue en 1947 en Osaka, Japón y hoy tiene mas de 80.000 empleados en todo el mundo. Su nombre significa “tres océanos”, simbolizando de alguna forma, las ambiciones de conquista que le dieron nacimiento. Y cumplieron. Vaya si cumplieron.
Quilmes: Tal vez la empresa argentina por excelencia, aunque en realidad, de argentina tenga muy poco. Quilmes detenta el record de permanencia como auspiciante de River. 6 años y 4 meses. Su estreno fue en un superclásico en Mar del Plata y su sponsoreo coincidió con lo mejor de la era Ramón Díaz y los debuts de jóvenes estrellas como Aimar y Saviola. Hoy, a mas de 100 años de su establecimiento en el país, la cerveza argenta pertenece a capitales brasileños y su dorado nectar es fabricado por una empresa belga.
Budweiser: Un icono del “american style”, y protagonista de uno de los conflictos legales mas legendarios de la era del mercado. Bud tenía la idea de establecerse en un mercado de difícil penetración. Se estrenó en el pecho riverplatense la famosa tarde de la vaselina de Rojas en 2002, y se mantuvo en cartel hasta comienzos de 2006. Hay tres cervezas en el mundo con ese nombre y la pelea legal por sus derechos –persistente aún hoy- es un caso paradigma en la historia empresarial. De todas formas, su logo, como el de Adidas, Coca, Nike, Mc Donald’s, es un icono indestructible del poder de la cultura dominante.
Petrobrás: El gigante energético brasileño buscaba un golpe de efecto para su ya indetenible avance en el mercado nacional. Llegó a la casaca de River a mediados de 2006. Como todos los patrocinantes millonarios, acompañó vueltas olímpicas, pero tuvo el raro privilegio de ser el sponsor del equipo que terminó último en el Apertura 2008. Petrobrás pertenece al Gobierno de Brasil. Fue creada en 1953 y se introdujo inicialmente en el mercado argentino con el nombre de EG3. Hoy tiene mas de 7 mil estaciones de servicio y mas de 14 mil posos de extracción. Es un puntal clave del megacrecimiento de Brasil en la región.
Pokerstars.net: Es el primer sponsor virtual en la historia de River Plate. Pokerstars surgió de la imaginación de un joven costarricense adepto al poker en el año 2001, y es la demostración cabal de que una buena idea te puede hacer muy rico. El sitio web se transformó –básicamente- es una gigantesca sala de juego a la que ya asistieron mas de 10.000.000 de personas. Firmó con River a principios de 2009, y como el pecho de la camiseta ya estaba ocupado por otra empresa, inauguró la sección mangas del sponsoreo millonario.

lunes, 14 de junio de 2010

EL REY DE LA MILONGA

River 35-44 / 46-48 - DT: 1964 - 320 partidos - 180 goles - 5 títulos
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¿Será verdad que los futbolistas juegan como viven?. El caso de José Manuel Moreno es el evento mas paradigmático que afirma el postulado. Se sospecha que quién expresó esta idea acababa de leer una biografía de este muchacho que se creía un superdotado y terminó convenciendo a todo el mundo de que efectivamente lo era.
José Manuel Moreno, el fanfa, el charro. Buque insignia del River de todos los tiempos. Desmentidor por los siglos de los siglos del apodo de gallina. Hace de su cuerpo su norte y su bandera. Cuerpo diestro, vigoroso, incondicional, que no aplana picardías, pero desconfía de toda vacilación. La flojedad es un fantasma lejano en tanto abunden vanidad, orgullo y amor propio.
¿Es de goma que salta sobre el salto y cabecea siempre?. ¿qué come para trabar y llevarse diez pelotas de diez?. ¿qué pócima bebe para no cansarse nunca?. ¿De que fanfarria salió que la tiene atada?. ¿qué Dios le dicta cuándo tocarla, cuándo repartirla, cuándo castigar al arquero?.
Engranaje mayúsculo de La Máquina, socio de Ángel Labruna, de Adolfo Pedernera, de Alfredo Di Stéfano, Pero él va mucho mas allá, porque establece una relación en la que el acto épico, lo majestuoso, y el juego son sinónimos. Una tarde en la cancha de Estudiantes, solo y a piña limpia protege al arbitro de los iracundos hinchas. Otra tarde, la del regreso de México en el 46, va tanta gente a la cancha de Ferro que el alambrado cede. Moreno no: Mete tres goles, lo sacan en andas, levanta los brazos, saluda, como un estadista.
En México es compinche de juerga de Agustín Lara y de Bette Davis. Va a los toros con Manolete, es amigo de Cantinflas y "amigo" de María Félix. Allí, el Charro acrecienta su mito, porque la cultura de ese lugar le cae como anillo al dedo, es decir, la exaltación del vigor físico, el desafío, el machismo. Entonces las proezas (futbolísticas, etílicas, sexuales) no solo deben ser consumadas, también deben ser evidentes.
José Manuel Moreno. El que se crió en la Boca y es Gardel en River. Dicen que no hubo mejor jugador que él y que bailaba mejor de lo que jugaba. Para eso entrenaba bailando tango en el Marabú o el Chantecler, y baila tango entrenándose en el Alvear y Tagle o el Monumental. Atleta sin igual, Pinta arrolladora, bacancito atorrante, genial todocampista, ducho en el billar, con los autos, los burros y el boxeo. Galán en telenovela, gomía de Pichuco y Discepolín. Un par de esposas, amantes incontables y sex simbol de una época. Icono de una tiempo irrepetible para el juego y para la joda. Vivió para gastar la vida, como la gastó en el verde césped. Es decir: Jugó como vivió.
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Sobre un téxto de Walter Vargas, al cual se le han modificado, suprimido y agregado algunas cosas, para que el robo no sea tan descarado.

miércoles, 9 de junio de 2010

EL DÍA DEL GÉNESIS

Independiente 0 – 4 River Plate
Campeonato AFA 1941 - 21/09/41.

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La primavera del 41 explotaba en los jardines y en las plazas porteñas. Ya el sol entibiaba las tardes animando a los muchachos al amor y la aventura. Lejos, demasiado lejos, estaban los truenos funestos de la Segunda Guerra. Aquí, al sur de todo, Buenos Aires solo tenía ojos para admirarse y sorprenderse, perfumada con aroma de vereda, barrio y baldío. Silbaba tangos por lo bajo y explotaba los domingo en las tribunas al grito de gol. Escribía sus páginas más románticas con “Malena” de fondo, y transpiraba su sabia vital en el tablón crujiente del Gasómetro, o en el cemento todavía fresco del flamante Monumental.
Fue una época maravillosa e irrepetible. Expuesta mejor desde la lógica del mito y no por la frialdad de la crónica. Discepolo y Moreno. Troilo y Pedernera. Buenos Aires años 40. Postales bohemias de milonga y fútbol espectáculo, palabras que evocan velozmente a la alucinación y a la magia. Porque solo en la patria del sueño y la magia puede explicarse cabalmente el surgimiento de La Máquina, un equipo que jugaba a “algo” parecido al fútbol.
Y al rescate de ese vetusto recuerdo van de la mano el mito y la historia. Una le imprime rigurosidad a la fantasía, El otro le agrega color a la verdad. Será mito y también será historia entonces esa tarde de inicio de primavera a pleno sol en Avellaneda, cuando el cuadro soñado cobró forma verdadera y se corporizó para siempre ante la presencia de 35.000 tipos que con el tiempo se contarían por millones.
Dicen que Barullo Peucelle –todavía jugador, pero que ya hablaba y aconsejaba como maestro- le sugirió a su colega (o sea otro maestro) Renato Cesarini la idea de correr a Adolfo Pedernera de la banda izquierda al centro del campo para armar juego. Al tano no le convencía la idea de quitar a Roque D’allesandro, el 9 titular, un hombre de escaso vuelo técnico pero con mucho gol, pero cedió al ver que River no lograba torcer la muñeca de sus contrincantes en la recta final del campeonato. Decir que Adolfo fue la pieza clave de ese equipo es faltarle el respeto al talento de los otros integrantes del quinteto, pero está claro que esa movida estratégica –tan sencilla como fundamental- fue el génesis de todo, ya que por muchos años solo hubo que hacerle pequeños retoques. Fue ni mas ni menos que la decisión táctica mas importante de la historia de River.
Independiente ese año no estaba en la conversación, pero era casi inexpugnable en Avellaneda. Sin embargo, tipos venerados y respetables como Antonio Sastre, Arsenio Erico, Celestino Martínez, Sabino Coletta, o Antonio Maril se comieron ese día uno de los peludos mas humillantes de sus carreras. Era sencillo. Adolfo bajaba para acompañar a Moreno y desde el medio se venían en yunta. Te pintaban. Por técnica, fortaleza, inteligencia y guapeza. A un costado, Muñóz era indescifrable y preciso en las estocadas, y al centro Labruna merodeaba con cuchillo y tenedor en cada mano. Nadie lo había anunciado, pero había nacido un super equipo. Había nacido La Máquina.
Adolfo la rompió en su estreno como conductor. Tenía 22 años pero parecía que lo había hecho toda la vida, como si efectivamente hubiera nacido para eso. A los 6, rompió el cero con un disparo desde afuera que dejó sin chances al brasileño Thadeu. Amplió la ventaja a los 25 luego de un pase gol de Moreno. Y, tras el tercero de Muñóz, sentenció el score a los 10 del complemento con una entrada sorpresiva. Lo patearon hasta el dolor, lo agarraron hasta rajarle la casaca, pero terminaron aplaudiéndolo de admiración. Esa tarde –también- había nacido un ídolo.
Al domingo siguiente de la tarde del génesis, La Máquina goleo 4-0 a Lanús. Posteriormente le hizo 5 a Boca y luego fue campeón en La Plata haciéndole 3 a Estudiantes. Mas tarde hubo un 4-0 a Boca, el debut de Loustau, una vuelta olímpica en la Bombonera, y otra vuelta más, y fútbol y aplausos cosechados a raudales. Sabrán disculpar entonces el cierre abrupto de este comentario. Demasiado arte para un solo post.

lunes, 7 de junio de 2010

CAMISETA VIOLETA 1969 / 1975


A mediados de la década del 50, la camiseta alternativa de River Plate comenzó a mostrar algunas variantes que escapaban de la ya tradicional tricolor a bastones verticales. Aparecieron así la casaca color bordó, en homenaje a Torino de Italia, el atuendo rojo con mangas blancas, obsequio del Stade Reims de Francia, la camiseta roja y negra por mitades -símil a la de Newell's) confeccionada únicamente para una gira por Europa, y la violeta, a la que hoy hacemos referencia.
Ya se ha explicado en este blog que la casaca púrpura no tiene ninguna relación con el Torino de Italia ni con la tragedia de Superga del año 1949. Su llegada a la utilería millonaria fue mas bien ocacional (un socio donó el juego de camisetas) y su utilización poco menos que efímera, hasta su recuperación por la firma Adidas hace algunas temporadas. La primera vez que River jugó de violeta fue en un 3-0 sobre Deportivo Morón por el Metropolitano de 1969. Volvió a hacerlo en un empate 0-0 ante Gimnasia de La Plata por el Metropolitano de 1971, y finalmente, vio la luz por última vez ante Banfield, en otra paridad en cero, esta vez por el Metropolitano de 1975. En ninguna de las tres ocasiones referidas la combinación con pantalón y medias fue la misma: Ante Morón pantalón blanco y medias grises (horrible). Ante Gimnasia pantalón blanco y medias blancas y rojas. Y ante Banfield todo violeta, como aquí se exhibe.
Adidas recuperó este color para la temporada 2008. Volvió en un triunfo 1-0 ante Huracán un sábado por la tarde, y tambien se lo utilizó ante San Martín de Tucumán y Estudiantes de La Plata. Ocasionalmente se lo pudo ver a Daniel Vega, tal cual la moda de estos tiempos, usándola como casaca de arquero.
Da la sensación que el violeta es un color tan alejado de la idiosincrasia riverplatense que ni años de trabajo de marcketing podrán lograr una aceptación dentro del paladar del hincha millonario. Se vistieron de violeta jugadores como Daniel Onega, Ricardo Pellerano, Jorge Ghiso, Pablo Comelles y Pedro Bareiro.

viernes, 4 de junio de 2010

EL DÍA QUE SE FUE CARRASCO

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El diálogo que se transcribe a continuación ocurrió la tarde del domingo 6 de Julio de 1980 en el banco de suplentes del estadio José Amalfitani de Vélez Sarsfield. Palabras más palabras menos, sucedió así:
-“Tala!, ¿Cuánto falta?”.
-“ehhhh… 20 mas o menos”
-“ ah, avisame cuando queden 15”
5 minutos mas tarde, una nueva charla entre los mismo protagonistas.
-“¿Cuánto falta, Tala?.
- “13”
-“Hermano, no te dije que me avises cuando falten 15”.
Tala es Rodolfo Talamonti, el histórico ayudante de campo de Ángel Labruna, y el inquisidor horario es el uruguayo Juan Ramón Carrasco, suplente de River esa tarde en la que el Millonario venció con gol de Passarella 1-0 a Vélez Sarsfield por el Metropolitano del 80. Luego de esa charla se produciría la historia por todos conocida: Carrasco levantándose del banquillo y enfilando hacia del túnel masticando y escupiendo insultos, la caminata a la vera de la línea de cal, la ovación de una tribuna confiada en que se produciría su ingreso, su desaparición final en el túnel visitante, en la que sería su última imagen como futbolista de River.
Figura precoz del fútbol del paisito, Carrasco había llegado a Núñez a principios de 1979, proveniente de Nacional de Montevideo. A los 23 años de edad, el oriental era un muchacho complicado. Sanguíneo, frontal, porfiado y sin pelos en la lengua. Se ganó rápidamente la simpatía de la masa millonaria por una verdad irrefutable: Carrasco era un formidable futbolista. Un crack talentoso y rebelde. Gambeteaba para adelante, le pegaba como los dioses y ostentaba una personalidad arrolladora. Pero en River, su camino al estrellato tuvo un único e insalvable escollo. Norberto Alonso. Juan Ramón sabía que mientras el Beto estuviera en el plantel, estaba condenado a ser su suplente. Eso no le gustaba nada y se lo hacía saber a Labruna cada vez que podía, incluso, superando los límites del respeto. Tanto que, tiempo después, Angelito confesó en una entrevista que Carrasco había sido el único jugador que lo decepcionó.
Sus repetidas actitudes caprichosas y egoístas no caían nada bien en un plantel absolutamente identificado con la figura del Feo. Una noche ante Atlético Chalaco de Perú, por la Copa Libertadores, estaba por ejecutar un corner cuando vio que lo iban a reemplazar por Luque, y allí mismo envió la pelota a la tribuna de un puntazo. Cuando no lo concentraban, se iba el viernes para Montevideo y no volvía a Buenos Aires hasta el martes de la semana siguiente. Fue multado varias veces, se cojudeó con los referentes otras tantas, pero no escarmentó y la historia terminó acabando como tenía que acabar: Mal. Lo que ocurrió esa tarde en Liniers fue la gota que rebalsó el vaso. A mitad de temporada fue vendido a Racing. La dirigencia y el cuerpo técnico aceptaron perder un jugadorazo, con tal de sacarse un problema de encima.
Y ese bendito problema con Carrasco nunca estuvo dentro de la cancha. Allí, aún alternando titularidad, sus goles espectaculares y sus arranques distinguidos fueron vitales para obtener el tricampeonato entre el 79 y 80. Le hizo dos tantos a Boca en un inolvidable 5-2 en la Bombonera. La hinchada lo bancaba y lo pedía de entrada. Pero su orgullo juvenil lo llevaba a tolerar poco eso de ser suplente de Alonso. A la vuelta de una pretemporada en Córdoba dijo “Arreglé con Labruna para jugar al menos 15 minutos por partido y sino que me vendan”. Nadie pensó que lo decía en serio.

miércoles, 2 de junio de 2010

JULIO CRUZ


Lo primero que hizo Julio Cruz con la camiseta de River fue un gol. Ni un foul intrascendente, ni un pase hacia atrás, ni quedar enganchado en off side. Un gol, así como Walter Gómez en Rosario en su estreno del 50. Fue en la cancha de Unión de Santa Fe la tarde del 4 de septiembre de 1996 por la segunda fecha del Torneo Apertura. Luego de una veloz combinación, Hernán Díaz llegó al fondo y levantó el centro para la cabeza de Cruz, que la mandó a guardar a metros de la línea de sentencia. Iban apenas 24 segundos de juego. Imaginar una mejor carta de presentación era imposible y fue un tempranero anticipo de lo mucho y bueno que Cruz mostraría en su corto paso por Núñez.
Julio Ricardo Cruz nació el 12 de diciembre de 1974 en Santiago del Estero. Llegó de muy pibe a la gran ciudad y tuvo que laburar porque en su rancho humilde del Sur del Conurbano el mango no abundaba. Uno de esos trabajos fue cuidar los jardines en la sede de Banfield, Club que lo formó en las inferiores y lo hizo debutar en Primera en el año 1991.
Fue una de las caras menos rutilantes y conocidas de las muchas que revitalizaron, a mitad del 96, al River de Ramón. Cruz –un flaco enclenque, de andar desganado, hombros caídos y con un lenguaje corporal que daban ganas de zamarrearlo para que se despierte- resultó ser un delantero super completo. Alto para ganar de arriba. Dúctil para acoplarse al juego de equipo. Frío para dar la puñalada final. Rápido y liviano para el metro noventa que debía mover. Abastecido en abundancia por un equipo al que le brotaba fútbol por todos lados, el jardinero aportó una pila de goles en ese Apertura 96, y contribuyó (junto a Enzo, Ortega, Berti, Berizzo, Monserrat, Salas, Solari, etc) para que ese equipo sea la expresión mejor lograda de fútbol lujoso y efectivo de toda la era Ramón Díaz.
La explosión goleadora y carismática del Matador Salas le quitó lugar en la primera parte del 97, pero no redujo por eso su cuota anotadora. Cerró sus números en la banda roja con 18 goles en 30 partidos. Su último grito fue en Caballito en un 2-0 ante Ferro, Feyenoord de Holanda lo esperaba. Ya había debutado en la Selección Nacional y vivido el acontecimiento que lo marcaría para toda su carrera: Aquella piña de un asistente boliviano que lo noqueo en una tanganga en el Hernando Siles de La Paz, y la foto de ese sospechoso tajo en su pómulo derecho, el lado opuesto donde había recibido la trompada.
Callado y con perfil bajo (como todo en su carrera), Julio Cruz edificó en Europa una trayectoria exitosa y prolongada. Sus goles llevaron al Feyenoord a ganar la Liga Holandesa en 1999. Pasó a Bologna de Italia donde, pese a pelear el descenso, se ganó un nombre respetado en el fútbol mas difícil del mundo. Inter lo sumó a su colección de figuras en 2003 y allí se cansó de dar vueltas olímpicas. 8 en total (4 ligas, 3 Supercopas y 1 Copa). Hoy, a los 35 años, un detalle resalta en toda su campaña. Desde su arranque en Banfield, hasta su actualidad en Lazio, no hubo equipo en donde Cruz no haya marcado goles.
Tal vez nunca supo vender su capacidad como delantero mas allá de lo que mostraba todos los domingos dentro del campo. Entiéndase. Cruz es contemporaneo de –por ejemplo- Martín Palermo. Pero claro, el nunca se tiñó el pelo, no sonrió para la cámara, no festejó sus goles bajándose los pantalones, no jugó para la tribuna trabando con la cabeza, no podía enfrentar a los micrófonos sin ponerse colorado, no atrajo a la parafernalia mediática ansiosa de polémica, y –por sobre todas las cosas- no fracasó en el viejo continente. Ocurre que saber venderse no es una condición esencial para poder jugar bien al fútbol. En este caso, el problema no es de Cruz, sino todo nuestro.