miércoles, 30 de marzo de 2011

LA TRAGEDIA DE LA PUERTA 11

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Avanzando por Figueroa Alcorta, a los pies mismos del Monumental, puede leerse claramente una plaqueta de mármol que homenajea a las 71 víctimas de la Puerta 12. Parado frente a ese portón colosal, hiela la sangre imaginar lo que hace tiempo sucedió allí. La placa es efectiva al convocar la memoria, pero tiene una omisión que la deja incompleta. Pocos saben que 24 años antes de esa tragedia, las mismas escalinatas empinadas, los mismos pasillos sombríos, la misma violencia tan nuestra, la misma incompetencia hecha carne, cegaron la vida de 9 tipos jóvenes, que concurrieron a ver un espectáculo y que fueron obligados a bajar rápido de la popular y nunca pudieron llegar a la vereda de la Avenida.
El 2 de julio de 1944, en un Monumental a reventar, River Plate y San Lorenzo se jugaban una parada importante por la punta del certamen de AFA. La Máquina tuvo trabajo extra esa tarde para doblegar al Ciclón por 2-1, habiendo arrancado en desventaja por un gol a los 4 minutos de Rinaldo Martino. Fue un partido charlado y caliente, y que varias veces se fue de las manos del ya veterano Bartolomé Macías, juez del match. A los 33 del segundo tiempo, y tras una jugada dudosa, Adolfo Pedernera puso el 2-1 y fue esta la gota que colmó la paciencia del pueblo sanlorencista, que ya venía susceptible por la no sanción de dos supuestos claros penales en su favor.

Lo que prosiguió luego tiene tantas versiones como intereses existieron. Podría contarse que la historia verdadera (no la oficial) ocurrió mas o menos así: Afiebrados por lo que creían una injusticia, los hinchas de San Lorenzo acometieron con incidentes al cierre del partido. La Policía no se quedó en el molde y, fiel a lo que marca su tradición centenaria, reprimió con virulencia. La gresca motivó un desbande generalizado de espectadores que se apuraron por embocar en las salidas de la popular sin saber que se metían en la trampa. La puerta 11 estaba cerrada y los molinetes aún colocados. Asfixiadas, aplastadas, reventadas, 7 personas murieron en el acto, y otras 2 lo harían con el correr de las horas y los días. Todos tenían una historia que no contemplaba ese final.
El primero en morir fue un chico de Villa Luro de 14 años llamado Vicente Pintado. Iba por primera vez a la cancha. Su caída azuzó el pandemónium. Carlos Latrecchi (17 pirulos) era vecino suyo dos casas de por medio pero no habían ido juntos. La turba lo arrasó. Francisco Enrique y Francisco Fau eran dos muchachos de 15, y excelentes estudiantes en sus respectivos colegios. Rafael De Luca de 26 se había casado el fin de semana anterior. Alberto Ratti tenía 22, era Santiagueño y estaba conscripto en la Marina de Guerra. José Díaz fue la víctima de mayor edad. Apenas 34. Un día mas tarde murió en el Hospital Militar Alberto Martínez (17), tenía el cuerpo desfigurado por múltiples fracturas. 10 días después del domingo fatal, en el Fernández, se iría José Alfredo Del Prado (26), a los pies de su lecho estaba su esposa, con la que se había casado un mes atrás.
En Argentina imperaba la dictadura con Edelmiro Farrell al poder. El golpe militar del 43 estaba fresco y Perón olía su oportunidad. El clima era belicoso e incierto, quizá como producto de la tensión de la Segunda Guerra y la vacilante postura Argentina. La masa comenzaba a animarse a mostrar su descontento y no hay peor cosa para un milico que la gente en la calle. Los uniformados controlaban con la ley del machete, y los medios ayudaban desde la censura o directamente desde la mentira. Solo así se comprende el esfuerzo de La Nación y La Prensa (los principales diarios porteños, Clarín aún no existía) por explicarle a la gente que lo que había pasado era un accidente ocurrido por culpa de los propios espectadores, y no por la inoperancia policial y la negligencia organizativa. La idea surtió efecto, pasaron los días, el silencio se acentuó, al domingo próximo volvió el fútbol y listo, aquí nada a pasado. Hoy a casi 67 años del hecho, una par de cosas quedan claras: Esta fue la primer gran tragedia del fútbol Argentino. También fue la mas silenciada de la historia.

Dicen que una tragedia no ocurre de casualidad. Ni que hablar dos. De los vicios y miserias de la autoridad ni cabe hablar. Son un problema cultural y quizás insoluble. El karma del Monumental siempre fueron sus salidas. No en vano, cuando llegó la hora de la refacción pensando en el Mundial, los arquitectos diseñaron las escaleras caracol, por fuera de la estructura del estadio, para desagotar las tribunas. A todo esto, la plaqueta en la Puerta L todavía está y es bueno que allí siga. Solo que alguien podría subsanar el involuntario error y colocar en el frío mármol el real número de víctimas de aquellas desgracias demasiado parecidas y para nada casuales. 80.


FUENTE DE DATOS: www.lapuerta11.blogspot.com

domingo, 27 de marzo de 2011

VALE MÁS QUE MIL PALABRAS

River Plate 2 - 1 Newell's Old Boys
Torneo Clausura 2011 - 7° fecha.
Estadio Monumental - 27/03/11.


RIVER PLATE: Carrizo (7); Ferrari (6), Maidana (5), Ferrero (5) y J.M. Díaz (7); Acevedo (5), Almeyda (6), Pereyra (5), Lanzini (4) y Lamela (5); Caruso (8); Posteriormente Buonanotte (6), Bordagaray y González Pires. DT: Juan José López.
NEWELL'S OLD BOYS: Peratta; Schiavi, Machuca y Lema; Vella, Mateo, C. Díaz, Vilalba y Camacho; Sperdutti y Bieler. Luego Tonso, Cobelli y Almirón. DT: Roberto Sensini.
GOLES: Leandro Caruso (RP) 34 pt. Mauricio Sperdutti (NOB) 40 pt. Leandro Caruso (RP) 27 st.
ARBITRO: Juan Pablo Pompei -bien-.
ROJAS: Rolando Schiavi y Claudio Bieler (Newell's Old Boys).
MAN OF THE MATCH: Leandro Caruso (Rive Plate).
RESULTADO MORAL: River Plate 2 - Newell's Old Boys 1.

34 en los relojes. Tiempo de ilusión.
Un guiño favorable muestra el camino cuando el juego aún no se perfilaba. El que tampoco se perfila es Schiavi y remata a lo chambón un pelotazo al muslo de Pereyra. Caruso captura el rebote y siente que deseó 8 meses una pelota así, picándole a un metro del pié hábil, mano a mano, espiando el achique estéril del arquero, tocándola levemente levantada, para que vaya mansa a la red de la Figueroa Alcorta, iniciando el festejo antes que de culmine inoxerablemente en el fondo de la red.
40 ahora. Tiempo de desencanto.
Llueve un pelotazo de Peratta en las abyasencias del área millonaria. Ferrero rechaza y no rechaza. Se desorienta y su duda es la perdición. Bieler se despierta un centésimo antes y habilita a Sperdutti quién remata cruzado y rasante a contrapierna de Carrizo. El silencio se escucha más que el grito lejano de los rosarinos allá arriba. No duele tanto el gol como sí el regalo que lo propicia.
19 del epílogo. Tiempo de angustia.
Juan Manuel Díaz mancha una excelente actuación con un obsequio desinteresado al molesto Sperdutti. Este observa el camino libre hacia la valla y se ciega. Bieler se desgañita solo en el medio, pero el pibe solo ve el arco y la tapa de los diarios del domingo. Momento ideal para que JP cristalice otro de sus milagros. Lo espera inmóvil y con la vista fija en el balón. Sperdutti comete el error de acercarse demasiado y se sabe, cuanto mas cerca del arquero, mas lejos del gol se está. Atajada de arquero grande. Atajada que vale tanto como un gol.
27 ya. Tiempo de desahogo.
Por primera vez en el año, Buonanotte sintoniza la misma onda que el resto del equipo. Habilita a Ferrari que pasa como una exhalación, desborda y centra. Otro rebote favorable le permite a Leandro Caruso darse el gusto de su vida. Define alto antes que lo atore el arquero y se va a la popu del Río a festejar su noche de gloria. El grito de gol brota de las tripas desesperado, expulsando cualquier exorcismo.
Debe haber sido este partido de lo peorcito de River en el Clausura. Apurado, desconectado, impotente a veces. Ganar en un contexto así enciende las alarmas, pero también hace ver algunas cosas positivas sobre el temperamento, el temple y el orden que de a poco se van adquiriendo. Pero sobre todo, vale por la enorme calma que da un domingo a la mañana, agarrar el diario y ver que lentamente el nombre del cuadro de tus amores se aleja de esa zona incomoda e indeseable que -por respeto y superstición- no vamos a nombrar.

miércoles, 23 de marzo de 2011

CAMPAÑA 1954


Año pesado en lo político. El 24 de agosto, un sórdido disparo se oye dentro de uno de los cuartos privados del Palacio de Catete, sede del gobierno brasileño en Río de Janeiro. Al entrar comprueban con estupor que el presidente Getulio Vargas se ha suicidado de un tiro al corazón. Una nueva era comienza en Brasil, como así también en Paraguay donde asume el mando un crápula poderoso y despiadado como Alfredo Stroessner. En Egipto, un conjunto de Generales encabezados por Gamal Abdel Nasser toma el poder que detentaba la monarquía. Francia sucumbe en Dien Bien Phu ante las fuerzas del Vietminh y debe abandonar derrotado sus colonias en Indochina. Estados Unidos sigue haciéndole “favores” a la humanidad y detona en un atolón de las Islas Marshall la primera bomba de hidrógeno. Elvis Presley graba su primer disco. La firma Fender presenta en sociedad su modelo Stratocaster, que significará al rock and roll, lo mismo que la mostaza al hot dog.
Sorpresivamente Alemania le gana la final del mundial de Suiza a Hungría 3-2. Juan Manuel Fangio vuelve a ser campeón mundial de Fórmula 1. El mendocino Pascual Pérez le gana al japonés Yoshio Shirai y le da al deporte argentino su primer título mundial de box. Nacen Emir Kusturika, Ángela Merkel y Jhon travolta. Mueren Frida Khalo y Robert Kapa, el húngaro que fotografió la muerte del miliciano en la Guerra Civil Española.

En Argentina, Peronistas e Iglesia se tiran con munición cada vez mas pesada. El golpe esta al caer. En tanto, en Mendoza y Córdoba se inauguran los colectivos de combustible eléctrico, los populares trolebuses. Para River es un año positivo a pesar de quedar tercero, lejos del campeón Boca. El millonario gana los dos clásicos del año. 1-0 en la Boca y 3-0 en Núñez al cabo de un baile inolvidable. Debutan en primera dos que serán estrellas: Enrique Omar Sívori y Norberto Menéndez. Minella sigue siendo el DT. Santiago Vernazza es el máximo goleador de la campaña con 13 tantos.
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CAMPEONATO AFA 1954
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1- Lanús 5-2 - Gómez (4), Sívori / Tachi, Reynoso.
2- Ferro C.O. 1-1 - Sívori / García.
3- Huracán 2-2 - Sívori, Vernazza / Infante, Hernández.
4- Vélez 3-0 - Gómez (2), Vernazza.
5- Tigre 3-2 - Gómez (2), Sívori / Caserio y Sanchez García.
6- Gimnasia (LP) 1-0 - Loustau.
7- Newell's O.B. 1-1 - Vernazza / Belén.
8- Independiente 2-3 - Vernazza, Labruna / Cecconatto (2), Bonelli.
9- Banfield 2-1 - Gómez, Vernazza / Felliú.
10- San Lorenzo 1-3 - Prado / Coll (2), Picot.
11- Platense 2-2 - Labruna, Vernazza / López, Murúa.
12- Chacarita Jrs. 2-1 - Vernazza (2) / Campana.
13- Boca Jrs. 1-0 - Prado.
14- Rosario Central 4-0 - Sívori (2), Labruna, Prado.
15- Racing Club 1-2 - Vernazza / Blanco (2).
16- Lanús 3-0 - Vernazza (3).
17- Ferro C.O. 0-1 / Garabal.
18- Huracán 2-1 - Sívori, Labruna / Onzari.
19- Vélez 1-3 - Prado / Martínez, Zubeldía, Ferraro.
20- Tigre 5-1 - Vernazza (2), Gómez, Labruna, Prado / Chirico.
21- Gimnasia (LP) 2-1 - Labruna, Loustau / Maravilla.
22- Newell's O.B. 1-2 - Prado / Belén, Yudica.
23- Independiente 0-0.
24- Banfield 3-1 - Venini, Sola, Menéndez / Graziolo.
25- San Lorenzo 1-2 - Menéndez / Berni, Picot.
26- Platense 1-0 - Sívori.
27- Chacarita Jrs. 2-0 - Zárate, Prado.
28- Boca Jrs. 3-0 Labruna (2), Gómez.
29- Rosario Central 0-4 / Massei, Cardozo, Gauna, Rosa.
30- Racing Club 1-1 - Zárate / Cupo.

FORMACIÓN BASE: Amadeo Carrizo; Alfredo Pérez y Bernardo Gustavino; Oscar Hernán Mantegari, Roberto Venini y Gilberto Sola (Roberto Tesouro); Santiago Vernazza, Eliseo Prado, Walter Gómez (Enrique Omar Sívori), Ángel Labruna y Félix Loustau (Roberto Zárate).


GOLEADORES:
Santiago Julio Vernazza 13- Walter Gómez 11- Enrique Omar Sívori 8- Ángel Amadeo Labruna 8- Eliseo Prado 7- Félix Loustau 3- Roberto Oscar Zárate 2- Norberto Menéndez 2- Julio Luis Venini 1- Gilberto Pascasio Sola 1.

martes, 22 de marzo de 2011

EL CRACK DE LA 64


Cuando pasan cosas como lo sucedido con De Vicente, es cuando uno piensa que la vida es muy corta. Y cómo no hacerlo. Si pareciera que fue ayer cuando debutó en Primera junto a sus amigos de la categoría 64. O que fue ayer nomas cuando llevó la batuta en una brillante consagración riverplatense en ese torneo de inferiores llamado Esperanzas 84. O en su celebrado paso por Platense, al que con su juego y sus goles ayudó a ganar una Liguilla Pre Libertadores. O en aquella recordada palomita a Independiente vistiendo los colores de la Academia. Como no creer que la vida es corta cuando se termina de esta forma. Insólita, injusta, desgraciada.
Producto genuino de la marca River, sus gambetas vigorosas y su físico espigado levantaban rumores de crack entre los asiduos testigos de las categorías formativas. El flaco De Vicente sumaba su cuota de versatilidad y buen gusto a un tándem compuesto además de él, por un poeta como Pipo Gorosito y un tiro al aire como Mariano Dalla Líbera. Subieron en yunta y antes de tiempo a la Primera, para llenar nada más que con amor por la camiseta, el hueco que una pelea egoísta entre los profesionales y la dirigencia había dejado en el equipo allá por 1983. De Vicente pagó esa precocidad y no pudo cumplir con lo mucho que se le reclamaba. No se dio. Otros horizontes lo esperaban en su vida deportiva. Instituto de Córdoba, Estudiantes de La Plata, Platense, Grasshoppers de Suiza, Racing de Avellaneda, construyendo una carrera tan sólida como extensa.
No fue ninguna gloria millonaria (24 partidos, 2 goles), pero más de 10 años al servicio de la banda roja, bien valen este sincero obituario. Vivía en familia de sus ahorros profesionales y de su laburo de representante de futbolistas, bajo el ala de Jorge Cysterpiller. Un accidente que no provocó, ocurrido en la Avenida Panamericana, lo culminó casi instantáneamente a la edad de 46 años. Deja un dolor inabarcable en su familia, y un recuerdo respetuoso y unánime en el hincha de las camisetas que defendió.

sábado, 19 de marzo de 2011

FALTA PIRIPIPÍ

Arsenal 1 - 1 River Plate
Torneo Clausura 2011 - 6ª fecha.
Estadio del Viaducto - 19/03/11.



ARSENAL: Campestrini; Nervo, López, Aguilar y Krupoviesa; Aguirre, Ortíz, Marcone y Caffa; Leguizamón y Obolo. Posteriormente Franzoia, Mendoza y Mosca. DT: Gustavo Alfaro.
RIVER PLATE: Carrizo (6); Ferrero (6), Maidana (6) y Román (5); Ferrari (5), Acevedo (5), Almeyda (6) J.M. Díaz (6), Lanzini (4) y Lamela (7); Pavone (4). Luego Caruso (4), Pereyra y Bordagaray. DT: Juan José López.
GOLES:
Jonathan Maidana (RP) 13 pt. Mauro Obolo (ARS) 16 pt.
ARBITRO:
Patricio Loustau -bien-.
MAN OF THE MATCH: Erik Lamela (River Plate)
RESULTADO MORAL:
Arsenal 1 - River Plate 1.


Un arco de fútbol mide 7 metros 32 centímetros de largo, por 2, 44 de alto. Cuanto uno mas se le acerca mas enorme le parece. Parados dentro del área chica, a unos cinco metros de la línea de gol y con el perímetro visual acotado por la atracción misma del balón, a primera vista uno podría asegurar que hasta el más matungo de los humanos convertiría el gol que Coco Lamela se perdió en el último minuto de descuento en Sarandí. Después lo observás de vuelta y caes que el asunto no era tan fácil porque había dos tipos en la línea y que solo eligió, de una infinidad de opciones en una fracción de segundo, la única incorrecta, o sea, apuntar al cuerpo de un defensor. No se porque siento necesidad de bancarlo ahora que es carne de cañón para los que critican su displicencia. Después de soportar tanta mula patadura junta, es a jugadores como él, con los que hay que tener paciencia. Porque son de la cantera, porque son talentosos, son el capital del club y porque apenas son adolescentes. Aprenderá. Igual, la próxima, rompele el arco nene.
El River de nuestros días se asemeja mucho a un boxeador estilista sin piña de nocaut. Cubre sus flancos, se cuadra expectante, pero al contrincante apenas lo molesta con el jab y a la hora del remate no pasa naranja. Sería erróneo calificar de mala la actuación millonaria en el Viaducto, aunque es difícil verla con otros ojos cuando rara vez puede escaparse de la cuadratura que domina su juego. Molde que se rompe solo cuando Lamela inventa un toque o dos gambetas y el ritmo cambia, pero siempre queda en medias tintas porque el peso ofensivo de este cuadro hasta ahora es escaso tirando a nulo.
De la noche de Sarandí, además de los chispazos de Erik, se rescata la vuelta en forma de Carrizo (su parada a Obolo en el final, monstruosa), cierto orden para defender, precario, pero orden al fin. El interesante aporte de JM Díaz cuando decide salir de su timidez. Y la plausible idea de buscar el resultado hasta el final, sea como sea.

Una vez que concluya todo este bardo en el que nos hemos metido, sabremos a ciencia cierta si este punto logrado en Sarandí, sirve para algo o no. Es este uno de los pocos consuelos que nos podemos permitir luego de comprender claramente que el juego del Viaducto era uno de los más ganables de los últimos tiempo. Arsenal nos respetó como pocos en su casa y molesto en cuentagotas. ¿Porque no ganó River, pues?. Porque, a falta de una explicación mucho más conceptual y científica, a la banda por estos días le falta ese... piripipí, viste.

miércoles, 16 de marzo de 2011

RIVER EN AMARILLO Y NEGRO

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La historia de River Plate tiene varios puntos que se vinculan con Peñarol de Montevideo. Fueron los Mirasoles quienes prestaron su equipo para jugar el partido inaugural del Estadio Monumental en 1938. También fueron los que se hicieron presentes en el cotejo oficial de celebración del centenario millonario y los que asistieron al juego despedida de Enzo Francescoli. Además, fue Peñarol el equipo que le propinó a River la derrota por la cual surgiría el mote de gallina, tan doloroso y tan apropiado con el tiempo. Es más, durante el amateurismo River usó como alternativa más de una vez la casaca del manya, obsequiada en algún choque amistoso. Pese a estos lazos, no deja de sorprender que desperdigados a ambas riberas del plata, dos entidades llamadas River Plate, luzcan en sus divisas el negro y oro, colores insignias del carbonero montevideano.
La ciudad de Junin está ubicada en el noroeste de la provincia de Buenos Aires. Casi 100 mil habitantes. Cabecera de Partido. Laguna de Gómez, campo y parque industrial. Fútbol y Básquetbol. Sarmiento, Jorge Newbery y Mariano Moreno son los clubes que alcanzaron alguna vez el sueño de jugar en primera. El resto sucumbe fin de semana tras fin de semana a la soportable levedad de la Liga del Oeste. Desde allí viene el Club Atlético River Plate de Junín. Dos rarezas lo acompañan eternamente: Su casaca amarilla y negra y un apodo nunca antes escuchado: “La loba”. Parece que una vez un inmigrante italiano decidió ofrendarle como prueba de amor a la institución, su reliquia mas preciada. Una estatuilla mitológica de la loba amamantando a Rómulo y Remo, que no es ni mas ni menos que el símbolo de Roma en el mundo. El obsequio caló hondo en los corazones juninense, tanto como para perpetuarse en la memoria.

River de Junín en humilde. Fue fundado el 1 de agosto de 1922. Fue campeón 7 veces en la Liga del Oeste: 1938, 1958, el nocturno de 1958/59, 1959, 1970, Apertura 2000 y Clausura 2000. Su pequeño reducto de juego lleva el nombre de Omar Atondo, orgullo de la institución y figura representativa de la entidad en el fútbol de primera con actuaciones en Colón de Santa Fe, Atlanta y Los Andes.
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Dorada y luto también es la insignia de otro River en el mundo. En este caso con un sentido mucho mas lógico porque se trata de un River Plate (otro) nacido en Uruguay. A Rocha es difícil encasillarla. Grande para ser pueblo. Chica para ser ciudad. Capital del departamento homónimo no escapa de las generalidades de la vida mansa acostumbrada en el interior. La paz de la gente en las veredas y la siesta sagrada, mechada con los atardeceres imponentes en La Paloma.
El River Plate rochense fue fundado el 28 de septiembre de 1918. Sus colores son un directo homenaje a Peñarol y fueron elegidos luego de una pisada de picado frente a los otros miembros fundadores fanáticos de Nacional que, obviamente, proponían la divisa tricolor. Ha jugado siempre en la Liga Rochense de fútbol y su trascendencia a oscilado con el tiempo. Tiene la rara particularidad de salir campeón cada 32 años y de contar en cada plantel campeón con un jugador de apellido Pereyra. En 1932 fue Floduardo, en 1964 Floduardo hijo, y el 1996 Daniel, nieto e hijo de los Floduardos anteriormente mencionados. Inigualable.

En 1996 rozó la hazaña de codearse con los grandes de Montevideo cuando representó al Departamento de Rocha en la Liguilla Pre Libertadores de ese año. Previamente había obtenido la Copa de Campeones organizada por la OFI (la entidad charrúa que vincula a los equipos del interior) derrotando a Central de Durazno, aunque por cuestiones organizativas nunca se reconoció ese triunfo.
Hoy ambos River buscan su destino en canchas desparejas y olvidadas de tribunas. Igual se las arreglan para llevar bien alto un nombre que estimula y obliga, por mas que los colores que se visten digan lo contrario.

domingo, 13 de marzo de 2011

PRIMERA PIFIA

River Plate 1 - 2 Vélez Sarsfield
Torneo Clausura 2011 - 5ª fecha.

Estadio Monumental - 13/03/11.



RIVER PLATE: Chichizola (4); Ferrero (5), Maidana (5) y Román (5); Pereyra (6), Acevedo (4), Almeyda (6), J.M. Díaz (5), Lanzini (6) y Lamela (4); Pavone (6). Posteriormente Caruso, Buonanotte y Affranchino. DT: Juan José López.
VÉLEZ SARSFIELD:
Barovero; G. Díaz, Domínguez, Ortíz y Papa; Fernández, Razzotti, Álvarez, Ramírez y Moralez; Silva. Luego Canteros, Martínez y Desábato. DT: Ricardo Gareca.

GOLES:
Santiago Silva (VZ) 34 pt. Mariano Pavone (RP) -penal- 3 st. Santiago Silva (VZ) 39 st.

ARBITRO: Héctor Baldassi -bien-.
MAN OF THE MATCH: Santiago Silva (Vélez Sarsfield).
RESULTADO MORAL: River Plate 1 - Vélez Sarsfield 1.


Ricky Álvarez encaró haciendo gala de sus zancadas elegantes. Sorteó como postes a Maidana y Almeyda y quedó mano a mano con Chichizola. El arrojo del arquerito provocó un rebote y luego otro más ante Ramírez. La pelota salió disparada y sin rumbo. Pudo haber volado a los carteles, rebotado hacia el centro del campo o aterrizado en una estrella cercana. Pero no. Viajó desalmada a los pies de Santiago Silva (olfato, que le llaman) quién tocó al gol de cachetada en la valla de la Figueroa Alcorta. Chau invicto. Hola realidad.
De movida se sabe que perder ante Vélez figura en los planes de nuestra realidad. De todas formas, no es la derrota ni mucho menos la perdida del invicto en nuestra valla, la señal más preocupante que se desprende de esta noche de Núñez. Como matriz para la salvación, la era JJ optó por un estilo, que no es ni bueno ni malo, pero que tiene sus formas que tienden a privilegiar el orden y el equilibrio en desmedro de la persistencia ofensiva. Ese estilo permitió reagrupar un pequeño capital de puntos que hasta aquí nos zafan de todo, pero que se queda bastante corto a la hora de encontrar respuestas a ciertas adversidades. Esa ausencia de variantes es la luz de alarma que -por ahora- parpadea tenuemente en el accionar de nuestro equipo.
Ante Vélez el partido era un empate clavado. River arrimó peligro de arranque pero se fue perdiendo lentamente en sus eternos problemas: La soledad de Pavone, las intermitencias de Lanzini y Lamela, lo poco variable de su juego ofensivo. El Fortín se encontró con la apertura del score luego de una burda pifia de Chichizola cuando no había hecho demasiado. En el complemento, la banda cinchó hasta conseguir el empate y parecía que lo podía dar vuelta. Pero tanto empuje lo partió en dos, volviéndose un equipo largo y jugado, quedando el resultado para cualquiera. Pegó Vélez y ese fue su mérito, aunque los 3 puntos parecen ser un regalo demasiado generoso.

El camino es largo y con varios obstáculos por delante. El torneo pasado a esta altura River acumulaba 10 puntos e iniciaba una larga racha sin sumar de a tres. Despacito y por las piedras. Si de algo sirve esta caída es para volver a recordarnos cual es nuestro objetivo en toda esta historia.

jueves, 10 de marzo de 2011

PADRES NUESTROS

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Verdugos, Bestias negras, o como quieran llamarles. Ellos nos quitaron el sueño por décadas en forma despiadada. Noches en vela, jornadas enteras descifrando el modo justo para anularlos. Técnicos y ayudantes se habrán exprimido al máximo para neutralizar sus virtudes. Generaciones de hinchas descargando rosarios de agravios para molestarlos y cancelar su poder de fuego. Silbidos en catarata, agarrones groseros, marcas zonales y persecuciones individuales. Pero en el área la fortuna siempre les sonreía a estos tipos jodidos, ensañados con nuestra camiseta. Eh aquí pues el sombrío catálogo –según la estadística oficial- de los màs importantes padres nuestros de toda la historia.
1- Carlos Bianchi:
Pelado, chueco para adentro, era todo lo contrario a la imagen del futbolista. Sin embargo, Bianchi es uno de los paradigmas del olfato goleador. Fana de la banda cuando pibe, en la cancha jamás lo pareció. Es el máximo goleador anti-River con 16 tantos. Todos los hizo con la casaca de Vélez. El primero de ellos tal vez fue el más doloroso, porque un cabezazo suyo quebró el record de imbatibilidad de Carrizo en el 68. Hizo 7 hasta su partida a Francia a mediados de los 70, y cuando pegó la vuelta, siguió con su dosis puntual de vacuna hasta su retiro a finales del 83, incluido un hattrick en esa temporada.
2- Ricardo Infante:
Hay una palabra que define certeramente la categoría futbolística del Beto: Crack. Héroe pincharrata de tiempos románticos, Infante se destacaba por su talento, su toque distintivo, la delicadeza de sus movimientos y una efectividad admirable en el remate. El 27 de agosto del 44 le anotó por partida doble a Héctor Grissetti sus dos primeros goles a River. En total fueron 13. El último de ellos a Amadeo en 1961, el año de su retiro. También goleó a la banda con la casaca de Huracán, equipo por el que jugó la campaña del 54. Poco hay que agregar sobre la categoría de un tipo que fue capaz de hacer un gol de rabona de afuera del área. Chapeau, pese a los disgustos.
3- José Sanfilippo:
Quienes vimos jugar a Romario quizá podamos adivinar cepas del talento del nene en el baixinho carioca. Explotó en goles con la casaca de San Lorenzo en 1957. Desde allí y hasta 1963 (año en el que pasó a Boca), le convirtió religiosamente a River en todas las temporadas. Tenía una amplia gama de recursos para sacar ventaja en el área. Chiquito, veloz, movedizo, astuto. Sanfilippo era un tanito pedante y jetón, y se le recuerdan tantos bardos como festejos. Jugó mucho en el exterior, y cuando retorno para retirarse en 1972, para variar, le anotó a Perico Pérez su 12ª tanto a River. Uno de los cuatro goles con que el Ciclón provocó la salida del banco de millonario del brasileño Didí.
4- Arsenio Erico:
River lo tuvo en la palma de su mano, pero la presencia de Bernabé en el equipo hizo que este paraguayo genial eligiera Independiente al llegar al país. No era ni alto ni fuerte, pero se trataba de un verdadero fenómeno del gol. Sus números son estratosféricos. Saltaba sobre el salto, era un malabarista de equilibrio perfecto. El 8 de septiembre de 1935 le hizo el primero de sus 12 goles a River. Sebastián Sirni, Juan Besuzzo, Gregorio Blasco, Eduardo Letieri y Eusebio Soriano fueron sus víctimas. Tuvo un breve paso por Huracán antes de irse definitivamente a su tierra. Dejó un recuerdo perdurable en forma de 293 goles. Ni uno mas ni uno menos que Labruna.
5- Delfín Benítez Cáceres:
Le decían el “machetero”, en honor a los soldados de las primeras líneas guaraníes en la Guerra del Chaco que, a falta de balas y fusiles, defendían los embates bolivianos a machetazo limpio. Así de corajudo era Benítez Cáceres, una sorpresa que irrumpió a mediados del 32 y se quedó hasta el cierre de sus días como futbolista. Su tarde estelar ante River fue la del 14 de Abril del 40 cuando, jugando para Racing, se despacho con 4 de los 11 goles que le convirtió en total. Ya era un verdugo conocido luego de su paso inicial por Boca, en donde se anotó 6 veces en el superclásico. Cerró su campaña en Ferro, donde volvió a castigar a la banda con un tanto que sirvió para ganarle 2-1 a La Máquina en 1942.
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6- Manuel Pelegrina:
El 11 de mayo de 1938, River goleó a Estudiantes de La Plata 8-1. En ese marco humillante, el Payo Pelegrina, cordobés de San Vicente, le convertía el primero de sus 11 goles a River. Con su compadre Ricardo Infante, compartieron muchas cosas en sus carreras. La idolatría en el pincharrata, el traspaso a Huracán en 1954, y la costumbre de meterle goles a la banda roja. Peregrina no era muy dúctil, pero remataba con potencia y era difícil de contener por su físico poderoso. Anotó en total 221 goles y es máximo goleador histórico del León, y el cuarto en la historia del Fútbol Argentino.
7- Martín Palermo:
La pesadilla moderna. Quedará para fanáticos y detractores analizar las bondades y torpezas de su estilo. Solo algo está claro: Los goles no se discuten. Y Martín de eso sabe. Eximio cabeceador, tocado por la varita mágica e inflado por la prensa amiga. Palermo hizo de su vida una película y en ella River es un capítulo clave. Un viernes por la noche del 97, jugando para Estudiantes, saltó a la fama con dos goles espectaculares y un festejo onda yoga. Los tantos al millonario fueron el trampolín para su idolatría en la Ribera. Los quetejedi todavía se desarman de placer con su grito postrero en el imborrable 0-3 de la Libertadores del 2000, a pesar que fue ese –seguro- el gol menos decisivo que nos convirtió. Van 11, y ojala ya haya cerrado su cuenta.
8- Diego Maradona:
Metáfora del destino. El diez nos hizo 10. Una particularidad le da más mérito aún: Diego no era delantero y señaló todos sus goles en apenas 4 años. Explicar que Maradona se inspiraba contra River es erróneo, porque en realidad, Diego jugó inspirado toda su carrera. Pero se recuerdan fabulosas actuaciones suyas ante el millo vistiendo las casacas de Argentinos y Boca, además de duelos memorables con el Pato Fillol, al que le convirtió 7 de sus tantos (los otros 3 los sufrió Landaburu). Pudo haber estirado la cuenta a 12, pero el extraterrestre era, al fin de cuentas, un humano más, y falló dos penales en 1980 y 1996.
9- Roque Avallay:
Notable la evolución un tipo que pasó de caerse al foso en la cancha de Independiente a convertir verdaderos golazos en el Huracán de Menotti. Rápido y potente a la vez, Avallay llegó desde Mendoza y tuvo una carrera prolífica en equipos y goles, 10 de ellos a River. El primero se lo anotó a Hugo Carballo por el Metro de 1969 jugando para Newell’s. Luego conquistaría 5 en Huracán en las temporadas del 71, 72 y 74. En Racing celebraría sus cuatro tantos restantes, todos ellos en el Nacional de 1977.
10- Paulo Valentim:
Cuando llegó al país en 1960, los dirigentes de Boca solo le pidieron que se preocupara por anotarle a River y, por los que se ve, el brasileño era un hombre obediente. Fue durante 3 años la pesadilla de Carrizo, pese a que el gran Amadeo le contuvo dos penales. Fino y certero para la definición, Valentím se erigió en el máximo goleador boquense en la historia del superclásico con 10 gritos. Su gran tarde fue la del 12 de noviembre del 61 cuando anotó un hattrick en La Bombonera. Como Maradona, su vendaval goleador se extinguió rápido, pero dejó una huella dolorosa. Murió poble y olvidado en Buenos Aires en 1984, lejos de la gloria que supo conseguir merced a nuestras redes. A pesar de todo, no lo merecía.

lunes, 7 de marzo de 2011

CUPLÉ DE UNA INCERTIDUMBRE

River Plate 0 - 0 Argentinos Jrs.
Torneo Clausura 2011 - 4° fecha.
Estadio Monumental - 06/03/11.


RIVER PLATE: Chichizola; Ferrero, Maidana y Román; Ferrari, Acevedo, Almeyda, J.M. Díaz, Lanzini y Lamela; Pavone. Posteriormente Bordagaray, Cirigliano y Buonanotte. DT: Juan José López.
ARGENTINOS JRS: Navarro; Prósperi, Sabia y Escudero; Oberman, Gentiletti, Lava, Hernández y Torren; Niell y Salcedo. Luego Ocampo, Rius y Berardo. DT Pedro Troglio.
GOLES: No hubo.
ARBITRO: Diego Abal.
ROJAS: Paulo Ferrari (River Plate), Mariano Torren (Argentinos Juniors).

¿Se puede escribir de algo sin haberlo visto?. Si se es ladri, sí. Pero hacerlo requiere de un esfuerzo de inmoralidad que no se está dispuesto a realizar. Entonces deben saber que estas primeras líneas están siendo escritas a las 7 de la mañana del domingo en el hall del Buquebus, esperando partir rumbo a Montevideo. El café quema la lengua y la modorra. Buenos Aires se despierta y yo, Clarín en mano exaltando a Racing y sus cuatro goles, solo estoy seguro de una cosa. Esta noche no veré a mi amado River Plate. Y eso no me gusta nada.
Es ahora el mediodia uruguayo, tipeo mientras esperamos el almuerzo en una cantina de la ciudad vieja. Cuatro señores uruguayísimos apuran el vermouth y hablan de la victoria de Peñarol y de la noche del carnaval. River no está en sus agendas pero serles testigo es un placer. Como también lo es confirmar que en alguna parte del mundo todavía existen lugares como este. Donde nadie imposta nada, donde nadie presume una marca en sus ropas, donde la señora gorda que te atiende te dice que de comer hay "milanesa con ensalada" y no "lomo rebosado con frutos del huerto", donde los códigos y los valores se respetan y no les cuesta. Le pregunto al mozo por un buen tablado para la noche. Se le ilumina la cara y me dice "El velódromo", sin dudar. Le comento mi pequeño infortunio de no poder ver a River esta noche y me aconseja como la sabiduría de los años y las confesiones: "Y bue... no se puede todo en la vida...".
El tablado revienta a pura murga y carnaval. A contramano, La gran siete, Araca la cana, Falta y resto, Agarrate Catalina. No hay plumas ni vedettes. Son tipos anónimos -jóvenes o entrados en años-, pintados con colorines que cantan sus verdades a voz en cuello. Es una ceremonia poderosa reafirmada por la venia de un pueblo que aplaude y disfruta de una porción grande de su esencia. El anunciador es fanático de Nacional y cada tanto anuncia como va su equipo, que a esa hora, está jugando en el Parque Central ante Miramar Misiones. De tanto en tanto miro la hora y supongo lo que podría estar pasando en Núñez. Sueño algún gol, imagino algún resultado, pero la murga vuelve y al ratito se te olvida todo.
Ahora ya es la 1 de la madrugada. Acabo de llegar al Hostel, sucio, oloroso a humo y con un hambre inolvidable. Hace cinco prendí la compu, cliqueé ole.com y el final de la historia así de golpe y en seco. 0-0. Leo rápido para enterarme algún pormenor. El trámite trabado, el cero en nuestra valla, la dificultad repetida para convertir, la roja de Ferrari. Apago y noto que no hay desilusión. No hay bronca. No hay nada. A veces uno se hace demasiado problema por cosas que no tienen la dimensión que merecen. River se merece todo, pero un resultado de morondanga no.
Escribo este párrafo final en algún punto del Río de la Plata, el lunes a la tardecita, volviendo del paisito. Poco tiene que ver este post con lo estrictamente analítico que se pretende ser cuando hay un partido de la banda. Pero no puedo mentirles. Queda la invitación abierta para que los amigos comenten sobre sus pareceres del punto logrado. Y queda también la invitación abierta, para que si les place, visiten la otra ribera para ver una fiesta popular por excelencia, y para comprobar que un fin de semana (uno solo, no exageren) con River pero sin él, no le hace mal a nadie.

miércoles, 2 de marzo de 2011

SEÑOR ESTAMPILLA

River Plate 1938 / 1953 - 393 partidos - 0 goles - 6 títulos.


Pacha!!!. Vos vas con Erico, eh!.
Norberto Yácono era un hombre de desafíos constantes. Lo debe haber aprendido en su infancia transcurrida en el barrio más riverplatense de la historia, La Boca, pero que ya para esos años en la década del 20, comenzaba a compartir cuña con el mal necesario. El pequeño Pacha era enfermo de River. A los 6 años lo hicieron socio del club y jugaba a ser Bernabé Ferreyra en sus tardes del Colegio San Juan Evangelista. Nunca hubiera pensado que juntos, jugarían respectivamente el primer y último partido de sus carreras.

Pacha!!!. Mirá que Boyé es tuyo, eh!.

Había nacido el 8 de enero del 19. Dicen que su vieja no veía con buenos ojos que a su nene le gustara más la pelota que el estetoscopio, pero tuvo que rendirse ante lo inevitable cuando en 1933 se llevaron a probarse en River y quedó de una. Allí empezó a despuntar ese estilo tesonero e inclaudicable que tanto enamoraba a su tribuna y molestaba a sus ocasionales marcados. En verdad eran muy pocos –y menos su madre- los que hubieran creído que ese tanito retacón alcanzaría a jugar 393 partidos oficiales en el club mas importante del país.
Pacha!!!. Vas con Pontoni, vos!.
Desde 1938 a 1953 cada domingo le representó una aventura diferente, pero su misión siempre era la misma: Anular al crack adversario, los que no solo rebalsaban de talento sino también de mañas. Se mordía los labios, abría grandes los ojos y se posesionaba con el esmero de un perro encarnizado. En una de sus primeras tardes como profesional, tuvo que marcar al legendario “Chueco” García, y fue tal la intensidad de su custodia que al termino del juego, el wing de Racing lo elogió ante la prensa diciendo “lo felicito, se me pegó como una estampilla”. Desde allí, decir Yácono, y decir estampilla eran lo mismo.
Hoy marcás a Tucho, Pacha!.
Jugó en el mejor equipo de la historia, La Maquina. Y lo hizo por comprender rápido sus limitaciones y por saberse pieza clave en un rubro específico. Es que La Máquina no era Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustau. Fueron 11 tipos que concebían el oficio del fútbol de una misma manera; O sea, como el arte de defenderse bien y atacar mejor. Es por eso que el fulgor de los cinco estelares podrá eclipsar pero jamás borrar la otra cara fundamental de ese superequipo: La defensa. Tipos anegados y comprometidos, dispuestos al sacrificio personal en pos del brillo colectivo. Y en ese laburo, nadie mejor que el Norberto Yácono.
Pacha!!!. Pegátele a De la Mata, dale!.
Habrá oído esa orden mil veces en su carrera. Anegó su figura con tal de opacar al mejor de los contras. Pacha rendía cuentas siempre con puntualidad. Era un especialista, de esos que ahora se ven poco por nuestras canchas, confundidos por el vendaval del polifuncionalismo que obliga a los jugadores a saber hacer un poco de todo, y al fin de cuentas, no hacer nada bien. Después de 16 años, 6 campeonatos y 393 partidos, el 21 de junio de 1953 jugó su último partido en Manuela Pedraza y Cramer ante Platense. Se fue a México a actuar en el América. Luego anduvo por Canadá y se retiró en el 60 siendo el primer jugador argentino en actuar en la Liga de fútbol de los Estados Unidos. Mas tarde siguió ligado al fútbol en el rol de técnico, ya sea de profesionales como de juveniles. River –su casa- lo acunó como coordinador de inferiores en los últimos días de su vida, que llegó a su fin en noviembre de 1985.
Desde allí y para toda la eternidad, el ángel gambeteador de todos los cielos jamás volvió a dormir tranquilo, sabedor de que Yácono pidió marcarlo en el duelo celestial.