Cuando pasan cosas como lo sucedido con De Vicente, es cuando uno piensa que la vida es muy corta. Y cómo no hacerlo. Si pareciera que fue ayer cuando debutó en Primera junto a sus amigos de la categoría 64. O que fue ayer nomas cuando llevó la batuta en una brillante consagración riverplatense en ese torneo de inferiores llamado Esperanzas 84. O en su celebrado paso por Platense, al que con su juego y sus goles ayudó a ganar una Liguilla Pre Libertadores. O en aquella recordada palomita a Independiente vistiendo los colores de la Academia. Como no creer que la vida es corta cuando se termina de esta forma. Insólita, injusta, desgraciada.
Producto genuino de la marca River, sus gambetas vigorosas y su físico espigado levantaban rumores de crack entre los asiduos testigos de las categorías formativas. El flaco De Vicente sumaba su cuota de versatilidad y buen gusto a un tándem compuesto además de él, por un poeta como Pipo Gorosito y un tiro al aire como Mariano Dalla Líbera. Subieron en yunta y antes de tiempo a la Primera, para llenar nada más que con amor por la camiseta, el hueco que una pelea egoísta entre los profesionales y la dirigencia había dejado en el equipo allá por 1983. De Vicente pagó esa precocidad y no pudo cumplir con lo mucho que se le reclamaba. No se dio. Otros horizontes lo esperaban en su vida deportiva. Instituto de Córdoba, Estudiantes de La Plata, Platense, Grasshoppers de Suiza, Racing de Avellaneda, construyendo una carrera tan sólida como extensa.
No fue ninguna gloria millonaria (24 partidos, 2 goles), pero más de 10 años al servicio de la banda roja, bien valen este sincero obituario. Vivía en familia de sus ahorros profesionales y de su laburo de representante de futbolistas, bajo el ala de Jorge Cysterpiller. Un accidente que no provocó, ocurrido en la Avenida Panamericana, lo culminó casi instantáneamente a la edad de 46 años. Deja un dolor inabarcable en su familia, y un recuerdo respetuoso y unánime en el hincha de las camisetas que defendió.
Producto genuino de la marca River, sus gambetas vigorosas y su físico espigado levantaban rumores de crack entre los asiduos testigos de las categorías formativas. El flaco De Vicente sumaba su cuota de versatilidad y buen gusto a un tándem compuesto además de él, por un poeta como Pipo Gorosito y un tiro al aire como Mariano Dalla Líbera. Subieron en yunta y antes de tiempo a la Primera, para llenar nada más que con amor por la camiseta, el hueco que una pelea egoísta entre los profesionales y la dirigencia había dejado en el equipo allá por 1983. De Vicente pagó esa precocidad y no pudo cumplir con lo mucho que se le reclamaba. No se dio. Otros horizontes lo esperaban en su vida deportiva. Instituto de Córdoba, Estudiantes de La Plata, Platense, Grasshoppers de Suiza, Racing de Avellaneda, construyendo una carrera tan sólida como extensa.
No fue ninguna gloria millonaria (24 partidos, 2 goles), pero más de 10 años al servicio de la banda roja, bien valen este sincero obituario. Vivía en familia de sus ahorros profesionales y de su laburo de representante de futbolistas, bajo el ala de Jorge Cysterpiller. Un accidente que no provocó, ocurrido en la Avenida Panamericana, lo culminó casi instantáneamente a la edad de 46 años. Deja un dolor inabarcable en su familia, y un recuerdo respetuoso y unánime en el hincha de las camisetas que defendió.
3 comentarios:
Es bueno que todos lo hinchas de River recordemos a De Vicente porque ha sido del semillero millonario y nunca renegó de su identidad con el club .
Tuve la suerte de estar en ese partido debut de la 64 en Proyección 86 frente a Central en Cancha de Vélez a estadio colmado y la verdad eran un deleite para la vista . Lástima que se fue muy jóven .
Una lastima lo De Vicente, un tipo joven. Yo conoci a uno de sus hijos, una lastima gigante. Bueno, los invito a todos a echar un vistazo a mi homenaje a Pedro Alexis Gonzalez: http://idolosriverplatenses.blogspot.com/2011/03/pedrito.html
Hoy se fue otro grande, el arquero de la Máquina José Soriano. Una pena enorme por los dos.
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