sábado, 30 de abril de 2011

PONELO A TEO...

Racing Club 0 - 1 River Plate
Torneo Clausura 2011 - 12ª fecha.
Estadio Cilindro de Avellaneda - 30/04/11.


RACING CLUB: Fernández; Cáceres, Cahais, Martínez y Litch; Pillud, Toranzo, Poclaba y Luguercio; Hauche y Gutierrez. Posteriormente B. Zuccullini y Fariña. DT: Miguel Ángel Russo.
RIVER PLATE: Carrizo (9); Ferrero (6), Maidana (7) y Román (5); Ferrari (5), Ballón (5), Almeyda (6), J.M. Díaz (4) y Lamela (7); Funes Mori (6) y Pavone (6). Luego Pereyra (5), Cirigliano y Arano. DT: Juan José López.
GOLES: Mariano Pavone (RP) -penal- 34 pt.
ARBITRO: Sergio Pezzotta
ROJAS: Juan Manuel Díaz (River Plate)
MAN OF THE MATCH: Juan Pablo Carrizo (River Plate)
RESULTADO MORAL: Racing Club 1 - River Plate 1.

Termina el partido. Tengo una contractura en el cuello, las manos transpiradas, el cuerpo enroscado. Hay algo excitante en el sufrimiento que lo hace al mismo tiempo detestable e irresistible. Antes era sentarse a contar los goles festejados, ahora es comerse las uñas hasta el mismísimo final. Cómo explicar entonces que este River no nos gusta cuando la alegría se nos nota a la legua. Cómo ser coherentes en el reino de la incoherencia. Como ser indiferentes ante estos tres puntos vitales. Cómo pensar en ser campeón si el forro promedio todavía nos persigue.
Enredado en sus mambos de rutina, este River halló en Avellaneda, una puntita interesante para imprimirle a su planteo recatado el plus de ofensiva que necesita. Con Funes Mori en cancha no sólo se sumó un (buen) elemento en el área, sino que se libró a Lamela de enrolarse en funciones de retroceso que no le competen. Erik comandó desde sus apiladas elegantes a River Plate en un primer tiempo que, a falta de brillantéz, resultó convincente. También, claro, hubo mucho de lo de siempre: Marca, actitud, sacrificio, un poco de fortuna, orden, y nervio, sobre todo luego de la roja para el uruguayo Díaz, cosa que llevó a rediseñar la táctica y a apretar mas los dientes en pos de los puntos.
Racing buscó y complicó con sus tres delanteros picantes obligando a acciones heroicas para evitar la caída de nuestra valla. Decir que Carrizo hace milagros es ya un ejercicio repetido, pero es imposible no convocar a la exageración en atajadas bestiales como las que hizo ante Gutiérrez o Luguercio. Le debemos cada segundo de oxigeno en esta carrera contra nosotros mismos.
La victoria tracciona mucha moral tanto acá abajo como allí arriba, porque se impuso en una cancha brava y ante un rival calificado. Pero más que nada porque es la refutación de aquello de que "el que no llora no mama". Y de lloriqueos estamos hartos. El fútbol argentino se ha tornado en un desfile incesante de patéticos quejosos y vigilantes de la peor calaña. En el top ten lacrimoso está esta Academia, y su desesperado pedido de "justicia" por Teo durante toda esta semana condicionando todo.
Tan sugestionado estoy que hasta me animaría a pedirles que no festejemos tanto la victoria, lograda con mucho corazón, algo de fútbol, y total legalidad.... Es que Ballón invadió 34 centímetros el área en el penal de Pavone, y no sea cosa que.....

martes, 26 de abril de 2011

EL AÑO DE LOS PENALES

Puede afirmarse sin dudar que en nombre del entretenimiento se han cometido las más absurdas atrocidades. Inventos descabellados que duraron lo que un suspiro. Para el arranque de la temporada 88/89 los cráneos pensantes de la AFA buscaron darle a las masas la cuota de emoción que ya escaseaba por aquellos años. Razonaron con toda la lógica que sus cabezas pudieron y se preguntaron "¿Cual es la instancia del juego que más emociona a la gente?". Alguien habrá respondido "la definición por penales. Listo. Démosle eso al público todos los fines de semana. Se inauguraba así una etapa muy bizarra en nuestro fútbol. Cada juego igualado debía desempatarse con una tanda de penales y el ganador obtenía un punto extra.
La definición desde los 12 pasos supone un pico de alta tensión en el juego y sus seguidores. Lo es porque se la utiliza para dirimir cuestiones en las que hay mucho en disputa. Es una circunstancia límite, y de allí, su naturaleza especial. Al hacerla normal y rutinaria, la AFA convirtió al show de los penales en un evento tedioso y aburrido. Verdaderos emboles que tuvieron el efecto contrario al buscado. River (como todos) naufragó en esa intrascendencia, pero dejo algunos detalles que aquí rescatamos.

Definiciones ganadas: 6 victorias en total. A Mandiyu 4-2, a Boca 4-3, a Instituto 5-4, a Deportivo Español 4-3, a Argentinos Jrs. 4-2 y a Rosario Central 4-3. Solamente dos de ellas, -ante los correntinos y ante el bicho- fueron logradas en el Monumental.
Definiciones perdidas: Fueros 7 las caídas. Ante Ferro 1-4, Newell’s 2-4, Gimnasia 5-6 y 4-5, Estudiantes 5-6, Deportivo Armenio 2-4, y Mandiyú 2-4. Todas ellas fueron fuera de casa, salvo el 5-6 con el Lobo platense, por la 8ª fecha de la primera rueda.
La primera definición: Fue el 16 de octubre del 88 en Caballito, por la 4ª fecha de la primera rueda. Balbo abrió la cuenta ante Ferro, pero a poco del final lo empató Garre con un golazo. Passarella pateó el primero afuera y todo se complicó. Cancelarich se lo atajó a Balbo y el verdolaga terminó ganando 4-1.
El primer triunfo: Fue el 6 de diciembre del 88, martes por la noche en el Monumental. River la pasaba fiero ante Mandiyú, que tenía en sus manos un 4-1 histórico. Pero un arresto impetuoso y desesperado del cuadro de Menotti puso las cosas 4-4 en el descuento mismo del partido. Los correntinos se desmoronaron anímicamente y en la tanda todo fue millonario. River no falló, y Comizzo se lució conteniendo los remates de Correa y Quiroga.
La más recordada: El 5 de febrero de 1989, Boca y River jugaron en la Bombonera un clásico que sería poco recordado de no ser por dos cuestiones. 1- El inconcebible gol de tiro libre que Juan Bava le anuló a Daniel Passarella. 2- Fue la primer definición por penales oficial en la historia del Superclásico. Tarde consagratoria de Comizzo, deteniendo los disparos de Walter Perazzo, Ivar Stafuza y José Luis Cucciuffo. El 4-3 final lo estableció Sergio Batista, en su aporte mas destacado en su paso por River.
La mas dolorosa: Ninguna dolió tanto, pero ver a Deportivo Armenio festejando ante tus narices genera un poco de escozor. Ocurrió el 2 de abril del 89 en Vélez. En los 90 fue 1-1 con goles de Serrizuela y Espíndola. En la tanda, Jorge Sarmiento le atajó a J.J Borrelli y Batista. Kuchen derrotó a Comizzo y se fue al alambrado a festejar el triunfo con los aproximadamente 34 hinchas de Armenio que estaban en la popular.
Penales convertidos: 46.
Penales errados: 16.
El que mas pateó: Abel Balbo. Ejecutó penales en 10 de las 13 definiciones. Además, el delantero santafesino fue el goleador de River esa temporada con 12 tantos. Le siguió Passarella con 9 remates y Omar Palma con 7.
El que mas convirtió: Fueron 2. Abel Balbo y Daniel Passarella, ambos convirtieron 7 penales.
que mas erró: Abel Balbo falló 3 penales. Ante Ferro, Newell’s Old Boys y Boca. Todos contenidos por Cancelarich, Scoponi y Navarro Montoya, respectivamente. Passarella, Héctor Enrique y Fabian Basualdo marraron 2.
Los mas efectivos: Varios conservaron el 100 % de eficacia. A la cabeza están el Pastor Mario Bevilacqua y Jorge Da Silva quienes convirtieron los 4 penales que ejecutaron. José Tiburcio Serrizuela efectivizó sus 3 remates. Ramón Centurión y Gerardo Reynoso marcaron sus 2 disparos. Y Ernesto Corti, Fabio Talarico y Jorge Villazán metieron el único penal que patearon. Es bueno el promedio de Omar Palma, quién anotó 6 (GELP 2 veces, Boca, Instituto, Español y Argentinos), de los 7 que intentó.
Los menos efectivos: Fabian Basualdo no convirtió los dos penales que ejecutó. Uno se lo atajó Scoponi de Newell’s y el otro lo desvió ante Estudiantes en La Plata. Carlos Enrique envió al palo su único disparo ante Gimnasia en Nuñez. Y el remate de Julio Zamora fue contenido por Ramón Beníto Álvarez de Instituto.
Los penales atajados: Nunca Comizzo se destacó por sus cualidades atajapenales, y aquí no fue la excepción. De los 65 penales que le ejecutaron contuvo 8, lejos de los 22 que paró Gustavo Moriconi de Gimnasia, ganador de la estadística anual en este rubro. El flaco atajó los remates de Pino Hernández del Lobo, Correa y Quiroga de Mandiyú, Perazzo, Stafuza y Cucciufo de Boca, Sassone de Español y José Chamot de Central. La lista de los 16 penales fallados ante River se completa con los remates desviados de Roberto Trotta de Estudiantes, Arzubialde y Di Luca de Instituto, Pedro Catalano de Español, Fernando Cáceres y Jorge Gáspari de Argentinos, y Hernán Díaz de Rosario Central.
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Link: El dream team que no fue

domingo, 24 de abril de 2011

SOPAPO DE CONCIENCIA

River Plate 1 - 2 Godoy Cruz Antonio Tomba
Torneo Clausura 2011 - 11ª fecha.

Estadio Monumental - 23/04/11.



RIVER PLATE: Carrizo (5); Ferrero (5), Maidana (6) y Román (5); Ferrari (5), Acevedo (4), Almeyda (5), J.M. Díaz (4), Buonanotte (5) y Lamela (5); Pavone (4). Posteriormente Caruso y Pereyra. DT: Juan José López.
GODOY CRUZ ANTONIO TOMBA:
Torrico; Russo, N. Sánchez, Sigali y García; C. Sánchez, Damonte, Falcón, Villar y Rojas; Navarro. Posteriormente Ramírez, Miranda y Donda. DT: Jorge Orosman Da Silva.
GOLES:
Jonathan Maidana (RP) 37 pt. Zelmar García (GC) 3 st. Mariano Donda (GC) -tiro libre- 39 st.
ARBITRO:
Patricio Loustau -regular-
MAN OF THE MATCH:
Diego Villar (Godoy Cruz)
RESULTADO MORAL: River Plate 1 - Godoy Cruz 1.

Ahora que todavía pica el sopapo en la mejilla del Tomba mendocino. Ahora que la pompa de jabón se ha reventado y devuelta nos hemos encontrado con la realidad. Ahora que el sacudón de la derrota nos ha vuelto a poner en el lugar que nunca debimos dejar. Ahora, justo ahora. Es bueno pensar en un pequeño replanteo.
Replantear no es destrozar. Replantear no es discutir ni criticar. Replantear es observar y analizar en forma constructiva. Las conclusiones pueden ser varias pero una comienza a saltar a la vista: El esquema de juego (tan redituable en la era JJ) parece estar llegando a su techo. Los rivales se avivan y contrarrestan, y las variantes brillan por su ausencia. Tal vez sobre un volante (Acevedo, JM Díaz?), o pueda estar de mas un creativo (Buonanotte?), o a lo mejor falte algún nombre entre los 11 (Tucu Pereyra, Funes Mori, Caruso?). Pensar opciones se impone ahora que el agua no nos llega al cuello. Dos cosas ha hecho River en este Clausura en forma incuestionable: Sumar valiosos puntos, y jugar repetidamente mal. Ha enfrentado sus partidos con ilusión y preocupación, aunque ya está descontado que esta última sensación es la que se nos ha apoderado.

El partido ante Godoy Cruz mostró más de lo mismo. Un millonario cauto y combativo, pero vacío del poder creativo de las grandes jornadas. Así las cosas, sin cartas fuertes en la mano, River volvió a quedar expuesto a los buenos o malos azares para resolver su historia en este cotejo. Y este sábado los dioses no nos hicieron el favor. Porque a los 3 del complemento los mendocinos pegaron en frío aprovechando una desinteligencia; Porque luego de eso hubo varios peloteos infartantes en el área chica del visitante que no terminaron en gol; Y porque Erik Lamela tuvo su festejo con el arco libre y la tiró afuera y completó el combo desviando involuntariamente el remate manso de Donda que iba a morir en el pecho de Carrizo y se transformó en el gol del desnivel.
Equipo por equipo, realidad por realidad, nadie podrá tomar esta derrota ante el Tomba como un batacazo inesperado. El circo de entresemana planteó en su cartelera una esperanza que nuestro equipo no tiene fundamentos para sostener: La ilusión del campeonato. A veces, cuando la cría se descarría, un buen correctivo justo a tiempo endereza el rumbo. Que el garrón del sábado sirva entonces para recontraconfirmar que en Nuñez no es tiempo de bonanza, sino tiempo de calculadoras. Y que de nosotros depende el grado de sufrimiento que deberemos padecer de aquí hasta el final.

miércoles, 20 de abril de 2011

EL MENCHO DE GUALEGUAY

River Plate 1989/93 - 1996/98 - 198 partidos - 74 goles - 8 títulos


Un domingo de 1990 ante Estudiantes de La Plata, nos dio un campeonato convirtiendo desde posición cerrada, luego de esquivar al arquero pasando por el lado contrario de donde había tirado la pelota. Otra vez en 1992, ante Huracán en el Ducó, le pegó tal taponazo al balón, que el pobre Manuel Serrano tuvo que apartar la cabeza para que no se la arranque. Esa misma temporada, en Avellaneda ante Racing, pegó tal derechazo tres dedos que la pelota tomó una parábola inverosímil y se metió en el ángulo del segundo palo, dejando parado a Carlos Roa. Casi un año mas tarde, un viernes por la noche ante Lanús en el Monumental, dos goles suyos con la ceja abierta de un tajo le dieron a River una victoria clave para el título.
El Mencho no manejaba la fina ironía, no leía entre líneas, no tenía doble discurso ni mucho menos medias tintas. Era dueño de enormes silencios que culminaban en el repentino estallido de todos. Sincero, honesto, cristalino. Cuantas mandadas al carajo se habrán ahogado cuando detonaba en la red contraria alguna bomba de su pie derecho. Cuanto pelotazo al alambrado, cuanto chapón de publicidad abollado, cuanto “ooohhhhh” de desencanto. Así era el Mencho. Había que tomarlo o dejarlo. Autor de pifies sonoros y de golazos celestiales, hijos de su tosca polenta entrerriana y de una fe ciega en sus condiciones. Fogueado en las brasas de una humildad que lo hacía querible hasta el extremo.
Llevó durante largas temporadas la número 7 en la espalda, la de Muñóz, la de Vernazza, la de Pedrito, la de Alzamendi. Llenaba cada centímetro de esa casaca con su polenta descomunal y con su personalidad diáfana y sumisa, incapaz de un gesto o descalificación. Vino a Núñez en 1989 y al rato mandó al mismísimo Batistuta a comer banco. Passarella le dio mucha pista y en él encontró un delantero con mucho gol, pese a no ser nunca un artillero hecho y derecho, que se complementó bárbaro con Polillita Da Silva primero y Ramón Díaz después. Ambas duplas grabaron a fuego los noventa en el Monumental.
Lanzado y con espacios era letal. Su físico rocoso era inamovible en el cuerpo a cuerpo y sus piernas de roble poseían una velocidad llamativa para el peso nada liviano que transportaban. Tenía siempre el arco en la mira y le daba sin asco ni vergüenza desde cualquier lado, pero también era capaz de inventar cabriolas insólitas en la búsqueda del festejo. Hizo goles a montones, festejó varias vueltas olímpicas, y se metió tan hondo en el corazón del hincha, que fue imposible no extrañarlo cuando los japoneses del Yokohama Marinos se lo llevaron en principios de 1994, o cuando ya con las piernas gastadas, se despidió para siempre de Núñez en 1998, tras volver para ser participe del ciclo exitoso al comando de Ramón.
Medina Bello jamás jugaba para la tribuna, no le gustaban las poses heroicas ni los reportajes extensos, no impostaba nada, no se peleaba con los rivales, no gesticulaba, no mandaba en cana nadie, nunca le hizo goles a Boca. A veces el hincha le otorga el título de ídolo a personajes mucho menos complejos de los que nos pretenden imponer. La fuerza de sus goles y la transparencia de tipo buenazo lo elevaron como referente de la banda roja. Y allí se quedará para siempre.

domingo, 17 de abril de 2011

SANGRE SUDOR Y PUNTO

Gimnasia (La Plata) 0 - 0 River Plate
Torneo Clausura 2011 - 10ª fecha.
Estadio Único de La Plata - 17/04/11.



GIMNASIA: Monetti; Casco, Masuero, Magallán y Sapetti; Castro, Rinaudo, Capurro y Aued; Vizcarra y Neira. Posteriormente Barros Schelotto y Méndez. DT: Ángel Cappa.
RIVER PLATE:
Carrizo (7); Ferrero (6), Maidana (6) y Román (6); Ferrari, (5) Acevedo (5) Almeyda (5), J.M. Díaz (5), Buonanotte (4) y Lamela (4); Pavone (4). Luego Caruso y Lanzini. DT: Juan José López.
GOLES: No hubo.
ARBITRO:
Gabriel Favale -bien-
MAN OF THE MATCH: Fabián Rinaudo (Gimnasia La Plata)
RESULTADO MORAL:
Gimnasia 0 - River Plate 0.

Tips de un show difícil de presentar. El Único de La Plata podrá ser imponente, tener una pantalla monstruo suspendida en las alturas y unas formas futuristas que lo asemejen a uno de la NFL, pero su campo de juego es un picadero lamentable. La hinchada de Gimnasia coloca las banderas patas para arriba porque no quieren por nada del mundo ser locales allí. El graph de la transmisión pone a Sessa como el arquero titular de los locales. Marcelo Araujo dice que el zaguero central se llama “Mansueto”, y que Tigre empató con Boca 3-3 con dos goles de Straqcualursi. El juego es una competencia por ver quien la patea más lejos del área propia. Las llegadas más emocionantes son dos centros a la olla y un rechazo desafortunado. River se va del estadio sin hablar porque en las canillas no había agua caliente. Cappa declara que a su equipo “solo” le faltó el gol. Lo primero que ocurre luego de concluido “esto” al que insisten en llamar fútbol, es un enorme reclamo de piedad. Hay quienes dicen que el fútbol nunca morirá en tanto aparezcan talentos como los que (milagrosamente) aún surgen. Puede que sea verdad. Lo que también es cierto es que con espectáculos como el que ofrecieron triperos y millonarios, nuestro fútbol jamás logrará escaparse de este coma irreversible.
La pregunta es ¿sirve el punto?. La respuesta es sí, para sumar y para estar una unidad mas cerca de ese objetivo que no se ha variado, por mas que la prensa haya fogoneado toda la semana con aquello del River puntero y candidato. La actitud alerta, precavida y pijotera del equipo lo dejó bien en claro. Ahora, ¿Sirve jugar así para zafar?. El silencio y un ademán confuso es la respuesta. Y es toda una respuesta.
Es muy difícil hablar de un partido donde primó el miedo y la avaricia, tanto como las chambonadas y el mal gusto. River y Gimnasia compartieron sobriedades defensivas y carencias en ataque. Ambos se anularon mutuamente y apenas ofrecieron un puñado de remates a distancia de Lamela, Buonanotte, Vizcarra y Castro. Un cabezazo afuera de Román y un nuevo milagro de Carrizo ante un rechazo fallido de Pavone. Tercer mundo futbolístico y muy poco para tanta expectativa.
Seguirá Gimnasia con su pobreza franciscana en su inexorable camino al patíbulo. Seguiremos nosotros atando todo con alambre y abriendo a machetazos una senda en la espesura, al menos hasta que los números sigan dando. Seguirá el fútbol en esta espiral decadente, quemando los leños del bosque sagrado, mientras los leñadores afilan sin pudor el hacha en la pantalla de alto rating, y reciben el perdón de todos los enamorados en nombre de esta pasión incomprensible.

miércoles, 13 de abril de 2011

EL APOGEO DE UNA ESCUELA

Manchester City (Inglaterra) 3 - 4 River Plate
Amistoso Internacional - 02/02/52.


Saliendo por el túnel de Maine Road una piña helada los estremece. Hace un frío inolvidable y las casacas abotonadas no atajan nada en absoluto. La nieve de la noche ha sido apartada a duras penas del campo de juego, dejando un suelo barroso que se hunde con las pisadas. Es la tarde del 2 de Febrero de 1952 en Manchester. Las tribunas del estadio se difuminan en sus contornos superiores por una espesa bruma que no tardará en convertirse en llovizna. Parados en el círculo central, levanta las manos hacia una multitud indiferente, pero especialmente para un grupito de muchachos que gritan "¡¡Ar-gen-tina!!" desde lo alto. Son los tripulantes del buque Eva Perón, anclada en el puerto ese domingo.
Cuesta recrear las sensaciones experimentadas por el plantel de River esa jornada inolvidable en Inglaterra. Camino al estadio habrán observado boquiabiertos las huellas de centenares de edificios bombardeados al tronar de la segunda guerra. Hay ojeras indisimulables en la delegación producto de la fatiga ya crónica de un viaje demencial. La aventura iniciada en diciembre de 1951 arribaba a su punto culminante trayendo consigo un desafío demasiado seductor: Ganar por primera vez en la tierra de los inventores del fútbol.
De amistoso solo el rótulo. El juego se vende como un choque de estilos, y la clase obrera –sustento popular del City- abarrota las tribunas del viejo estadio. Nadie regala nada. River es consiente del valor histórico de lo que está en juego. La gloria, el reconocimiento, el orgullo. Los ingleses lo hacen para defender lo que ellos todavía consideran una verdad irrefutable: Su dominio mundial en el planeta fútbol. Han escuchado que hace unos años en Argentina existió un equipo al que llamaban La Maquina, y que cambió para siempre los parámetros del juego. Había un clamor popular por redimir esa herida en el orgullo, y esa tarde era su chance.
Pero con la pelota rodando la verdad aflora notablemente. River hace la ilógica y sale directo a la yugular. En 10 minutos ya está 2-0, merced a una ráfaga de Labruna. Los ingleses son más rápidos y más fuertes pero corren detrás del balón como un perrito inexperto. A los 25, Brannagan y Hannaway cargan flojitos ante Vernazza y terminan desparramados en el lodo. Guito esquiva al arquero y se mete con pelota y todo en la valla local. El estupor es inenarrable. Un rato mas tarde descuenta Meadow, pero al baile sigue su curso. A 4 del final Walter Gómez se despega de su marca con un amague, juega la pared con Labruna y define cruzado y bajó para el 4-1. No vuela una mosca cuando suena el pitazo final de la etapa. Nadie lo puede creer.
Para el complemento la historia cambia. Además del City, River juega los 45 finales ante dos rivales inexpugnables. El campo de juego y el árbitro. La cancha, que en el primer tiempo está blanda y despareja, es ahora una ciénaga que se agranda con la llovizna que no cesa. Los locales sienten el apuro de la vergüenza y meten pata en forma desmedida y temeraria. Los ampara Mister Mortimer, juez del partido, que opta por hacerse olímpicamente el pelotudo y juega decididamente a favor del empate de los locales.
El millonario arranca tranquilo, pero pronto se da cuenta que las piernas no le responden. Hay fatiga en los músculos y el barro no ayuda. En esa época no hay cambios, hay que aguantar. A los 10 Clark anota el segundo luego de un centro de Hart, y los locales se vienen al humo. A los 25 hay un borbollón en el área, caen abrazados dos jugadores, se oye un estallido alienado de la gente y el juez marca el esperado penalcito de cortesía. Lo ejecuta Revie y pone el 3-4. Es en ese momento de confusión y euforia rival, cuando aflora la estirpe ganadora de ese gran equipo. Walter Gómez y Loustau se hacen enormes en los veinte finales con el solo hecho de tener el balón en sus pies, enfrían el ritmo, estrujan el reloj. Pacha Yácono, José Ramos y Héctor Ferrari le ponen rigor a sus marcajes, y Amadeo Carrizo ahoga ilusiones descolgando los mil y un centros que caen en el final.
Hay un último intento, un último centro, un último rechazo de cabeza. Hay tres pitazos secos no muy convencidos que se escuchan entre el desencanto. Una treintena de gritos copa el gélido crepúsculo de Manchester. Hay abrazos entre esos 11 hombres conmovidos empapados en fango. Los suplentes de buzos grises, se suman engarrotados al delirio. Alguien ingresa agitando una bandera, es Machín, el masajista. Alguien camina parsimonioso, saludando a los derrotados con respeto y orgullo, es José María Minella, el DT. Alguien, puro en boca y enfundado en un soberbio gabán, baja de las tribunas y se mete en el campo de juego sin empacho de embarrar sus costosos zapatos, es Antonio Liberti, y está exultante.
Carrizo; Ramos y Soria; Yácono, Spada y Ferrari; Vernazza, Prado, Gómez, Labruna y Loustau fueron por River. Trautmann; Brannagan y Hannaway; Paul, Rigby y Phoenix; Hart, Revie, Meadow, Broadis y Clarke lo hicieron por el local. Hoy, el City es propiedad de un magnate multimillonario, que a acumulado un plantel de estrellas para vender camisetas y lavar sus petrodólares. El estadio de Maine Road fue demolido en 2004 y en sus ruinas históricas se erigió un burdo estacionamiento. River sobrevive a los ponchazos una realidad mediocre, añorando años buenos y no tan lejanos. Del partido que le dio el primer triunfo a un equipo argentino en tierras inglesas, solo quedan estos recuerdos imborrables, y un obsequio en forma de pelota, en un lugar privilegiado del Museo del Monumental.
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VER CAMPAÑA 1952

domingo, 10 de abril de 2011

EL FUEGO SAGRADO

River Plate 1 - 0 Banfield
Torneo Clausura 2011 - 9ª fecha.
Estadio Monumental - 09/04/11.



RIVER PLATE: Carrizo (7); Ferrero (5), Maidana (5) y Román (6); Ferrari (6), Acevedo (5), Almeyda (9), J.M. Díaz (5), Buonanotte (5) y Lamela (6); Pavone (7). Posteriormente Caruso, Lanzini y Bordagaray. DT: Juan José López.
BANFIELD:
Bologna; Barraza, Dos Santos, Bustamante y Tagliafico; Quinteros, Bustos, Delfino y Gómez; Achucarro y Ferreyra. Luego Ladino, G. Méndez y Romero. DT: Sebastián Méndez.
GOLES:
Mariano Pavone (RP) 24 st.
ARBITRO: Pablo Lunati -mal-.
MAN OF THE MATCH: Matías Almeyda (River Plate).
ROJAS: Marcelo Bustamante (Banfield).
RESULTADO MORAL: River Plate 1 - Banfield 0.

El fuego sagrado, inmortal es. Generaciones de hinchas lo disfrutaron y lo contaron a sus hijos como la herencia más preciada. De niños lo descubrimos, de adolescentes se nos hizo pasión, de grandes lo mostramos con alto orgullo. Varios innombrables ayudaron a apagarlo y su ausencia se extraña horrores. Pero no en vano dicen que donde hubo fuego cenizas quedan, y de tanto en tanto una leve brisa sopla por Núñez y aviva esa llama que desde hace rato creemos extinta. Y entonces River vuelve a su esencia, a su estilo inimitable y superior. A ganarle al que sea por baile o de prepo. Para dejar a un equipo voluntarioso solo en la punta y para que su pueblo se pierda en la noche del sábado con la ilusión de pelear por algo más que zafar de todo.
Es el fuego que lleva
Almeyda en las tripas y en el corazón, para vestir esa camiseta como el hincha exige. El que tiene Lamela en su porte y en su estilo, para tirar caños y pisarla de pié a pié al minuto de juego o en el descuento, aunque le rayen las tibias a puro planchazo. El de Carrizo para atajar la que tiene que atajar. Y el de Pavone para soportar el constante maltrato e igual estar lo suficientemente frío en la hora señalada del gol.
Ante
Banfield, River otorgó lo de siempre en sus últimos juegos. No fue mucho, pero sí lo necesario. Actitud inquebrantable por la causa, defensa aguantadora, ataque intermitente pero oportuno, atajadas colosales, goles electrizantes, rival mediopelo, respaldo conmovedor. Habrá que buscar arduamente en la estadística para encontrar las últimas tres victorias seguidas y el último liderazgo en soledad. Todo se logró siguiendo una receta no tan generosa, pero cuya efectividad nos exime de cualquier tipo de queja.
A los 24 del segundo tiempo.
Almeyda toreo en soledad a medio equipo de Banfield, los aplastó con el vigor de su físico privilegiado y la vergüenza deportiva de alguien que está verdaderamente comprometido con su camiseta. Robó y asistió a Pavone para el gol del triunfo. Todavía lo recuerdo y me conmueve. Almeyda le da tres vueltas a tanto pibe sin humildad, creído que el fútbol es un par de goles, un festejo a la cámara y una frondosa cuenta en euros en Suiza. El pelado no solo jugó un partido perfecto, jugó un partido emocionante, jugó para quedar en la historia. Darle esa cinta de capitán y el título de ídolo y referente es -ante todo- un estricto acto de justicia.

jueves, 7 de abril de 2011

LUCHO GONZÁLEZ


Una debilidad es una debilidad y nada se le puede hacer. Y esta no es una debilidad cualquiera. Es fácil tener debilidad por Lionel Messi, o Roger Federer, o Michael Jordan o Tiger Woods, porque son los mejores. Está claro que Lucho no es el mejor, pero hay debilidades que son difíciles de explicar. Pongámoslo en claro antes de escribir los renglones siguientes. Personalmente renuncio a los Cavenaghis, D’alessandros, Aimares y Saviolas. Si pudiera elegir a alguien para que vista por siempre la casaca de River, ese alguien sería Lucho González.
Debutó con la banda a medidados de 2002 cuando todavía era un proyecto interesante y lagunero, y se fue 3 años después, siendo ya un jugador hecho y derecho, apetecible para el mercado internacional y con una huella impresa en el camino brava de borrar. Venía de Huracán donde se había despuntado como un volante por derecha de gran tranco, mejor manejo y alta elegancia. River no solo potenció esas cualidades al amparo de un plantel mas competitivo, sino que descubrió un jugador sin puesto fijo y con maravilloso don estético, versátil según los mandamientos del fútbol de hoy, dotado de un porte distinto, altivo en el traslado y en el toque, con un gran sentido colectivo, de un pie sensible y llegada al gol.
Su llegada a Europa no le cambió la ecuación a su juego. Es cierto que los campeonatos portugueses y Franceses pertenecen a la periferia de las grandes ligas del viejo continente, pero en el seno de equipos grandes, populares y poderosos como Porto FC u Olympique de Marsella, Lucho fue y es el referente y el estandarte.
Otro post de este portal ya trató de homenajearlo y es esta la prueba mas acabada de la debilidad confesada. Pues entonces no se hará abuso de las palabras. Solo diré que en su juventud, Lucho se tatuó en la pantorrilla el escudo del club de sus amores. El no sabía por ese entonces que ya tenía grabado a fuego en su estilo la marca centenaria de la mejor escuela millonaria.

martes, 5 de abril de 2011

ALFREDO DI STÉFANO


Lo malo que tiene ser una superfigura de la historia del fútbol, es que en cualquier emprendimiento posterior la comparación con la estrella que se supo ser resulta inevitable y rara vez se logra salir bien parado. Salvo Beckenbauer que fue campeón del mundo, y Pelé que ni se metió en el tema, los grandes paladines de este juego tuvieron sus berretines de entrenador. Alfredo fue bueno en el tema, pero nunca como cuando llevaba puesto los pantalones cortos.
La decisión de cesantear a Ángel Labruna se sabía que iba a desatar una tempestad. Aragón Cabrera era consiente de eso y antes de jugar su carta frente a Ángel, quería tener plena certeza de encontrar un reemplazo que tenga el plafón suficiente como para bancarse lo que venga. Por eso levantó el teléfono, discó Madrid y luego de un par de charlas, selló el retorno a casa de un ídolo exiliado por mucho tiempo.
Para ese entonces, la carrera de Di Stéfano había evolucionado bastante desde aquella lejana experiencia de Boca en el 69. Europeizado en estilo, quiso imprimirle a su River esa característica por entonces tan extraña y las incorporaciones que pidió apuntaron en ese sentido. Julio Olarticoechea, Enzo Bulleri, Américo Gallego, Jorge García. “Quiero un equipo con pressing” dijo el primer día de entrenamiento en las proximidades del Nacional de 1981. Su apuesta pagó en el corto plazo, pero le pasaría factura poquito tiempo después.
El River de la saeta nunca convenció. Su llegada supuso el fin del encanto de la primavera labrunista, y las tormentas que la entrenada muñeca de Ángel ocultaba en la intimidad, estallaron al choque de fuertes personalidades. Di Stéfano movió sin miedo a varias vacas sagradas del 11 titular (Alonso, Merlo, Ortiz, JJ, Pédro González) con lo cual se ganó la antipatía de buena parte de la masa. Les dio pista a juveniles como Vieta, Tévez y Vega. Apostó a un mediocampo guerrillero con Bulleri, Gallego y Comisso como estandartes. River ganaba y no gustaba. Vestía oberol en lugar de ropa de gala, y usaba la contundencia de dos cracks como Kempes y Ramón Díaz para hacer una diferencia que nunca era holgada.
Debutó oficialmente en la ciudad de Posadas ante Guaraní Antonio Franco. Fue 2-2. Luego de un comienzo dubitativo, su idea cobró repentina fuerza tras el festejado éxito matutino ante Boca en La Bombonera. Logró el pase a las eliminatorias con sufrimiento, y a partir de allí, se hizo invencible sin sobrarle nada. Eliminó a Central ganando en Arroyito e igualando de local. Superó en semis a Independiente por un gol de visitante. Y en la final se impuso al cuco de la época, el Ferro de Timoteo, derrotándolo en forma inobjetable por 1-0 los dos chicos. Paradójico es saber que todo esto no hubiera ocurrido sin la mano vital que dio el Talleres de Labruna, sacándole un punto a Loma Negra, que permitió el pase a los cuartos de final.
Pero ni siquiera el campeonato logró apaciguar la creciente mala onda que despertaba en el público, profundizada ya en el arranque de la temporada de 1982, cuando la dirigencia decidió darle la libertad de acción al Negro López y Alonso que emigraron a Talleres y Vélez respectivamente. Todo en River comenzaba a desmoronarse. Ya Passarella y Ramón habían sido vendidos a Italia, Kempes devuelto a España por no haber modo de pagarlo y Fillol en una fase sin retorno de su pelea con Aragón. Como si esto fuera poco, el plantel decidió desertar de un partido amistoso en Mar del Plata ante Peñarol por falta de pago, quedando suspendido por 45 días. Di Stéfano tuvo que afrontar el Nacional de 1982 con lo que había en la cantera. Hubo derrotas feas (1-5 ante Boca, 2-4 y 1-2 ante Independiente Rivadavia, 0-3 ante Instituto), la situación se tornó insostenible y Don Alfredo comprendió rápido que ese era el momento del adiós.
Se volvió a su lugar en el mundo. A Madrid, donde lo veneran como lo que es, una gloria viviente, y donde nadie se le anima siquiera a tutearlo. La experiencia del Gran Alfredo en el banco de River se saldará bajo el signo del festejo y la turbulencia. Un tiempo de decisiones difíciles y climas enrarecidos que pudieron haberse manejado un poquito mejor.

domingo, 3 de abril de 2011

PAN PARA HOY

Quilmes 0 - 1 River Plate
Torneo Clausura 2011 - 8ª fecha.
Estadio Centenario - 03/04/11.



QUILMES: Trípodi; Leyes, Gerlo y Fontanini; Grana, Kalinsky, Cerro, Corvalán, Caneo y Raymonda; J.J. Morales. Posteriormente Torres, Cauteruccio y Varela. DT: Ricardo Caruso Lombardi.
RIVER PLATE: Carrizo (7); Ferrero (6), Maidana (6) y Román (6); Ferrari (6), Almeyda (8), Acevedo (6), J.M. Díaz (6), Buonanotte (5) y Lamela (7); Caruso (5). Luego Pereyra, Funes Mori y Lanzini. DT: Juan José López.
GOLES: Paulo Ferrari (RP) 14 pt.
ARBITRO: Héctor Baldassi -bien-.
MAN OF THE MATCH:
Matías Almeyda (River Plate).

RESULTADO MORAL:
Quilmes 1 - River Plate 1.

Bajan las tensiones, vuelve la calma, se oye el delirio de la hinchada de cara al sol del conurbano. Hay un ramillete apretado de bandas rojas que se abraza y parecen juramentarse algo. Vuelve despacio la razón para anteponerse al instinto de supervivencia que hemos desarrollado a full por estos días. River festeja su victoria en el Centenario de Quilmes que vale su peso en oro. Lo ganó como pudo y no como supo alguna vez. La lógica dirá que triunfos así son pan para hoy y hambre para mañana, pero en este River con un límite de futuro en el próximo partido, el pan para hoy es bienvenido.
No hay muchas vueltas para darle a esta realidad. Abocado a resolver los problemas de la coyuntura, River ha decidido patear para mas adelante su obligación histórica de ser protagonista. Se podrá criticar todo de esta postura sacapuntista, pero hay algo que es irrefutable: Su efectividad. De tanto en tanto, como para no olvidarlo del todo, el legendario espíritu glorioso ilumina los pies de un pibe (siempre hay un pibe) como Lamela para tejer la sensacional jugada que propició el único gol del partido, tanto que es tan de Ferrari como fue de Gareca el segundo gol a los peruanos en el 85.

El gol nos ilusionó con un partido tranquilo y amoldado a nuestro juego, pero River prefirió la cautela al golpe de KO, y le pasó el problema del partido al local. Quilmes no supo que hacer con la iniciativa en sus manos, sumó gente en el área, buscó a los ponchazos y generó algunos minutos de julepe, creando varias chances bien conjuradas por Carrizo, con paradas de gran factura. ¿Merecieron algo más?. La respuesta es tan sincera como irrelevante: Si.

El tiempo (y el paso de las fechas) terminarán por confirmar o no, la sensación de victoria bisagra obtenida. El lloriqueo irritante del DT cervecero condicionando todo en la semana, y los resultados que se dieron a lo largo de la fecha ameritaban un triunfo que vale en tres frentes: En el anímico, y en el de las dos tablas. La tabla de arriba vaya y pase, pero en la otra tabla (la que todos miramos primero) el capital obtenido puede ser clave. Tanto que el fantasma que en las primeras fechas nos abrazaba hasta maniatarnos, hoy comenzamos a mirarlo desde la vereda de enfrente, jodiendo a otros infelices con su desdicha.

viernes, 1 de abril de 2011

NÉSTOR LEONEL SCOTTA

River Plate 1970 – 1972 - 47 partidos – 12 goles - 0 títulos.
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En cualquier ámbito de la vida, y en el fútbol en particular, existen sobrados ejemplos de que no es necesario ser un superdotado para llegar al objetivo, y que con el corazón y la voluntad suficientes, cualquier hijo de vecino puede encontrar el camino del éxito. Al tola Scotta no lo tocaron con la varita mágica, y sin embargo, nadie podrá aseverar jamás que su carrera navegó en la intrascendencia. Dirán que en River su paso fue más bien mediocre. Es cierto, aunque en su caso, el verdadero éxito fue que alguna ver el millonario se haya fijado en su pase.
Néstor Leonel Scotta nació en la localidad santafesina de San Justo. Gringo bruto y buenazo, criado a leche y puchero, junto a Héctor –su hermano mayor- no paraban de sorprender a quienes los conocían de los potreros barriales o las inferiores del Club Justino. Unión de Santa Fe le echó el ojo cuando apenas tenía 18 años y lo hizo debutar en la Primera División. Los 16 goles que marcó en el Tatengüe fueron el trampolín para su llegada a River, que se concretó en Diciembre del 69, a cambio de 10.000.000 de pesos ley.
Cayó en un River complicado, turbado por los fracasos continuos en los intentos por quebrar una racha sin vueltas que en ese entonces era de 13 temporadas. Ninguna de las virtudes futbolísticas de Scotta pasaban por la técnica y la belleza visual. Era un puntal de área. A veces parecía un estorbo, pero tenía la fuerza de un toro, un remate certero con ambas piernas, era veloz en los metros finales y poseía una persistencia a prueba de balas que obligaba a los zagueros a estar en alerta constante. El 27 de marzo del 70, ante Quilmes, jugó el primero de sus 47 partidos. Tuvo un arranque fulgurante con 4 goles en los primeros 4 cotejos. Labruna lo tenía en cuenta como esperanza de gol de un equipo que se jugaba por la doble aspiración del torneo casero y Copa. Pero la suerte fue esquiva. Independiente nos arrebató el Metro del 70 por un gol mas a favor, Angelito se tuvo que ir, y con él, las chances del Tola de continuidad. Didí llegó manejando un par de conceptos que defendería a rajatabla: Jugarán los talentosos y los pibes de la cantera. Scotta no cuadraba en ninguno de ellos.
A principios de 1971 fue cedido a préstamo a Gremio de Porto Alegre. Su principal aporte en el tricolor gaucho fue el de convertir el primer gol en la historia de los brasileiraos, en un triunfo de su equipo ante San Pablo en el Morumbi. Cuando volvió para la temporada de 1972 el panorama no había cambiado. La brusca salida de Didí le permitió volver a jugar con cierta regularidad durante el Metro de ese año. Allí anotó lo que sería su gol mas importante con la banda roja, al aprovechar un error de Antonio Roma y empatar 2-2 un superclásico en la Bombonera. Con el arribo de Urriolabeitia sus participaciones se volvieron casi nulas. Sus minutos finales en River los jugó viniendo desde el banco en la famosa final del Nacional ante San Lorenzo en el Amalfitani.
Inició un largo peregrinaje de varios clubes. En 1973 pasó a Racing en parte de pago por el pase de Quique Wolff. En la academia vivió sus mejores momentos en nuestro fútbol, anotando 63 de sus 104 goles en primera. Mas tarde viajó a Colombia contratado por el Deportivo Cali, equipo en la que realizó una gran campaña y ayudó para que su equipo llegue a jugar una final de Libertadores en 1978. Retornó al país en 1981 para enrolarse en Platense. Luego deambuló por Temperley, Colón de Santa Fe, Estudiantes de Caseros y Excursionistas, equipo en el que se retiró del fútbol en 1986.
Es claro que su paso por River dejó menos de lo esperado, pero es bueno decirlo, muy pocas de las incorporaciones realizadas por esos años turbulentos pudo dejar algo positivo en el recuerdo. Pasó el tiempo, pasó la vida, y una tarde como cualquiera de enero de 2001 alguien avisó que el Tola Scotta había muerto. Como ocurrió con De Vicente hace poquito, fue difícil de creerlo. El colectivo en el que viajaba fue embestido por un camión en un brutal accidente de tránsito ocurrido en las cercanías de la ciudad de Campana, en el cual murieron otras 4 personas. Así de simple, como fue su juego y como fue su vida. 52 años tenía.