lunes, 30 de abril de 2012

COCODRILO QUE DUERME...

Aldosivi (Mar del Plata)  1 - 1  River Plate
B Nacional 11/12 - 31ª fecha.
Estadio José María Minella - 29/04/12.


ALDOSIVI: Campodónico; Roselli, Furios, Cajaravilla y Zunino; Vega, Briones, Blanco y Malcorra; Giglio y Piñero da Silva. Posteriormente Aguirre, Seccafien Y Villalba. DT: Fernando Quiróz.
RIVER PLATE: Vega (4); Sánchez (5), Maidana (5), Ramiro Funes Mori (5) y J.M. Díaz (5); Ponzio (5), Cirigliano (7), González (6) y Domínguez (5); Cavenaghi (5) y Trezeguet (6). Luego Ocampos (5) y Rogelio Funes Mori. DT: Matías Almeyda.
GOLES: Alejandro Domínguez (RP) -penal- 16 st. Matías Gigli (ALD) 39 st.
ARBITRO: Pablo Lunati -bien-
ROJAS: Agustín Briones (Aldosivi)
MAN OF THE MATCH: Iván Furios (Aldosivi)
RESULTADO MORAL: Aldosivi 0 - River Plate 1.

Existe una palabrita que comienza con "bol" y termina con "udo". Eso es lo único que no se perdona. Podrás ser arriesgado, temeroso, pensante, irracional, ingenuo, expeditivo, irresoluto, hasta incapaz. Pero jamás eso. A los 39 del segundo tiempo ocurrió lo que todo Aldosivi soñaba que pase, lo único que podía generarle a River algo parecido al temor: Un tiro libre en tres cuartos de cancha. Cayó un bochazo rutinario al corazón del área. Uno la peinó a duras penas, otro de espaldas la devolvió al medio como pudo, y un tercero la mandó a la red con un salto cortito solo! en el área chica. Pellizcame, por favor. El muerto en vida que resucita con tu propio masaje cardíaco. Una vez más el cocodrilo se ha dormido... y ya es cartera.
River Plate hizo un partido correcto en Mar del Plata. Ni bueno, ni muy bueno, ni grandioso, ni deplorable. Correcto. Enormemente superior desde lo técnico individual, manejó a rienda corta los vaivenes del cotejo tanto en los pasajes densos en los que el gol no llegaba, o cuando -tras el penal de Domínguez y la expulsión de Briones- dispuso de balón y espacios para hacer y deshacer a discreción. El problema fue que ni hizo ni deshizo. Prefirió mover el balón de banda a banda queriendo apurar así el reloj, en lugar de ir y liquidar a un adversario sangrante e indefenso. No es la primera vez que pasa y este error es (esta altura) imperdonable. El tiburón rogó por un centrito y se sacó la lotería sin siquiera haber comprado un mísero billete.
Vemos esfumarse en la noche las luces de otro tren que se escapa. Duele en el corazón que sea unicamente por culpa nuestra. Habrá que volver a cerrar filas y sortear con temple esta nueva confusión a la espera del siguiente tren que seguro llegara. Que este empate 1-1 (o mejor dicho, derrota 1-1) mueva las fichas correctas en la mente de este equipo y así pueda plasmar de una buena vez por todas la diferencia de categoría que tiene, y no nos vuelva a dejar en el borde de la locura con este despilfarro de chances que está comenzando a volverse peligrosamente crónico.

miércoles, 25 de abril de 2012

CABALLERO DE LA FINA ESTAMPA

River Plate 1935/49 - 323 partidos - 0 goles - 6 títulos.

Cuando se hizo cargo de las divisiones formativas de River Plate, tras su retiro como futbolista profesional, el sabio Barullo Peucelle fue bastante gráfico para explicar lo que pretendía. Llamó al grupo de jóvenes que jugaban en la defensa, los reunió en torno a él en el círculo central del campo de entrenamiento, sacó de un sobre cerrado una fotografía y levantándola a la altura de su cabeza y dijo: “Señores, esto es lo que yo quiero de ustedes”. Lo que la fotografía contenía era una imagen de Ricardo Vaghi parando un balón con el pecho. Corría 1942. Vaghí tenía 26 años y ya era un referente ineludible.
   Ricardo Vaghi era un señor. Tenía pinta de señor. Se comportaba como un señor. Jugaba como un señor. Tanto lo era que hasta no era muy habitué de las largas noches de parranda de un grupo de futbolístas tan expertos en la cancha como en la pista de baile. Esa figura altiva, plena de recato y de autoridad, fue una marca distintiva en aquellos equipos riverplatenses que encontraban velozmente el elogio casi siempre por el espectáculo y no por la solidez defensiva. Pero aún en épocas esplendorosas, Vaghi siempre fue un pilar. Pulió su estilo actuando a campo abierto, donde no solo la fortaleza física, sino también el don del timming, era lo único que garantizaba la supervivencia ante delanteros estelares.  Se volvió experto en cubrir las espaldas de volantes que iban siempre y volvían cada tanto, y todo lo hacía con un touch señorial que fue la marca distintiva de toda su carrera.
   Nacido en 1916, y criado a pleno picado en los barrosos potreros del Parque Centenario, cuesta creer que una figura tan adherida a la esencia riverplatense, haya iniciado su camino del fútbol portando la insignia prohibida. “Allá en Boca jugaba poco y nunca me dieron bola, hasta que un día me canse y me fui”, dijo alguna vez. A los 15 años se enroló en Almagro y al año siguiente, gracias al ojo perspicaz de un anónimo socio millonario, el flaquito Vaghi apareció por primera vez en el portón del estadio de Alvear y Tagle para fichar por River.
   Una lesión del zaguero titular Teófilo Juárez, propicio que el Húngaro Emérico Hirschl lo estrenara en Primera el domingo 4 de agosto de 1935. Con 19 años, Vaghi jamás pudo borrar la chochera de ese día por jugar al lado del divo Bernabé Ferreyra, pese a que el humilde Platense haya arruinado la tarde perfecta ganando por 2-0. Fue el primero de 323 partidos con la banda roja, los primeros en forma alternada, y desde 1938 de manera casi ininterrumpida. Supo armar con otros backs inolvidables como el “zurdo” Eduardo Rodríguez o Luis Antonio Ferreyra formidables duplas custodias de la retaguardia de La Máquina, aguantando a pié firme las aventuras de un equipo preparado para el show.
   Ricardo Vaghi fue tal vez el mejor defensor de su tiempo y uno de los grandes olvidados a la hora de las convocatorias para la Selección Nacional, que en esos tiempos era conducida como un feudo por Don Guillermo Stábile, un hombre al que buena parte del plantel millonario le profesaba una alta antipatía, y que prefería la confianza que le otorgaba José Salomón –un buen zaguero del Racing Club que dirigía- a los pergaminos ampliamente reconocidos y elogiados de Vaghi. Quedará como una anécdota en su trayectoria que jamás haya jugado partidos alguno con la casaca Argentina. Una carrera coronada con 6 vueltas olímpicas y la presencia perpetua por una década y media en el cuadro titular millonario.
   El 24 de noviembre de 1949 La banda le ganó a Ferro Carril Oeste 1-0 en el Gasómetro de Avenida La Plata. No fue aquella una tarde felíz para el mundo River. Vaghi trabó firme una pelota y el delantero verdolaga, en la inercia de la carrera, cayó encima de su rodilla rompiéndole los ligamentos y meniscos. Salió de la cancha caminando a duras penas, pero buscando conservar ese porte que lo hizo un caballero distinguido de las canchas. Muy íntimamente sabía que esa era la última vez que se había abotonado en el pecho la casaca de sus amores.

domingo, 22 de abril de 2012

JUSTO Y NECESARIO

River Plate  1 - 0  Instituto (Córdoba)
B Nacional 11/12 - 30ª fecha.
Estadio Monumental - 21/04/12.


RIVER PLATE: Vega (6); Sánchez (5), Maidana (6), Ramiro Funes Mori (6) y J.M. Díaz (6); Cirigliano (7), Ponzio (5), González (8) y Dominguez (5); Cavenaghi (7) y Trezeguet (8). Posteriormente Ocampos y Rogelio Funes Mori. DT: Matías Almeyda.
INSTITUTO: Chiarini; Damiani, Barsottini y Sills; Gagliardi, Videla, Fileppi y Canever; Encina, Dybala y Lagos. Luego Rebola, Coronel y López Macri. DT: Darío Franco.
GOLES: David Trezeguet (RP) 11 st.
ARBITRO: Carlos Maglio -mal-
ROJAS: Raúl Damiani (Instituto)
MAN OF THE MATCH: Cesar González (River Plate).
RESULTADO MORAL: River Plate 2 - Instituto 0.

Tuc-tuc / tuc-tuc / tuc-tuc... va rápido el corazón... Parece un día de superclásico, pero no lo es...Hago fuerza en vano por Deportivo Merlo, almuerzo mal, mastico apurado, evito la siesta, contesto disperso, renuevo cábalas olvidadas. Tuc-tuc / tuc-tuc / tuc-tuc... no lo puedo parar. Me entrego a las previas de una prensa que kerosenea el fuego, mando rezo, saco cuentas que solo redondean con 3 puntos ante Instituto, "el" rival de todos los rivales. Tuc-tuc. Suspiro. Tuc-tuc. Más nervios. Tuc-Tuc. zapping Barca - Madrid. Tuc-tuc. Es un compromiso con la historia...¿cuanto falta para que empiece?. 
Hay momentos que son irrepetibles. Hay trenes que paran una sola vez en el andén. Hay instancias que doblan el codo del destino. Instituto no solo supone un partido bisagra desde lo deportivo, sino que del resultado depende toda la paz interior del mundo River a mediano plazo. Por eso la carga, por eso los nervios... Uh no, la camiseta negra es mufa... o no lo es?... Faaa loco!, mirá lo que es la gente!.... Dale Maglio!. Dale viejo!. Dale River!...
Ponzio revolea a un blanquirojo al minuto y ve la amarilla. revana a otros tres más antes de la primera media hora pero Maglio (de patético y colaboracionista arbitraje) tiene decidido no complicarse la tarde. La Gloria arremete de movida buscando marcar terreno pero solo será un espejismo. Paulo Dybala (tan pibe que no da ni para insultarlo) yerra la única que tiene antes de ser deglutido por los centrales millonarios. River acecha. Es intenso. Se brinda entero. Chiarini justifica con creces el título de "mejor arquero del campeonato" ahogando goles hechos a Trezeguet y Cavenaghi. El primer tiempo se va sin siquiera aplacar un poquito de toda la adrenalina contenida.
   La providencia envía señales positivas en el retome. Ezequiel Videla (ese pulpo que juega en la mitad de cancha cordobesa) se lesiona y debe salir. Al ratito el que finalmente sale es el sol en el frío ocaso porteño. El Maestrico y Cavenaghi la arman por izquierda. Chiarini consuma otro milagro ante el remate del Torito, pero nada podrá hacer ante el reboteo maestro de Trezeguet. La pelota ingresa tras un viaje lento, infartante, cinematográfico. El grito es indescriptible, nacido de las víceras más profundas, tumbando miedos, desbordando causes de angustia, capaz de ahorrar meses de consultas al psicólogo. Tiempito después Instituto muere en vida. Maidana salva in extremis un cabezazo franco de Gagliardi con Vega vencido. Maglio completa su obra expulsando a Damiani a expensas del línea. Ya no volverán a inquietar por el resto de la tarde. El pitazo suena procedido por el catártico vamos!!! de 60.000 gargantas. Y sabe a música en los oídos.
River sabía que no tenía otra que ganar y ganó; Y lo hizo incluso debiendo haberlo hecho por más goles de diferencia. Sabía que para ganar debía intentar jugar y jugó siempre intentando. Con un plan acertado despintó al más pintado sacándolo de su patrón de juego. Exhibió una formidable labor del venezolano Cesar González, revelado como una nueva usina de juego claro, más la notable capacidad de Trezeguet para hacer siempre fácil lo difícil (golear, jugar de espaldas, tocar de primera, ganar de arriba), y la entrega y prestancia -no exceptuada de falencias- de un equipo que comprendió rápido y a tiempo la necesidad de jugar colectivamente para resaltar su brillo individual. 
Todavía falta una eternidad, pero si este es el famoso momento bisagra de la temporada, bienvenido sea... Lo estábamos esperando.

martes, 17 de abril de 2012

PABLO AIMAR


Todo es recuerdo. Y del bueno. Una vez ante Talleres de Córdoba, una pelota derivó cerca del banderín del corner. Hacia ella fueron Aimar y detrás suyo Víctor Sotomayor. De espaldas y apretado contra las líneas, el crack pisó la pelota con zurda hacia la derecha y con una leve caricia de su empeine salió del apremio con un caño monumental. Del centro llegó el tanto de Cardetti, pero seguro, el grito de “oleeeee!!!” fue mas fuerte que el del gol. Otra vez, en la cancha de Lanús ante Los Andes, tomó la pelota en la línea media, se montó a sus esquíes y arrancó un slalom cancha arriba, pisando el área juntó a tres defensas milrrayitas y con un centelleante cambio de dirección los dejó pagando con un garabato de su cintura. Tocó al gol ante una tribuna –a esa altura- ya desarmada de placer.
Buena parte de la carrera de Pablo Cesar Aimar podría resumirse en una sola pregunta. ¿Qué fue lo que le pasó?. Y es una pregunta brava de responder. Es que resulta difícil imaginar un jugador con tamaña gama de virtudes, que vaya uno a saber porqué se fueron derrochando paulatinamente en una carrera europea que arrancó a lo grande y se fue esfumando en el mediopelo que supone la Liga Portuguesa. Si me apuran, yo creo que Aimar es uno de los máximos casos de desperdicio de talento de toda la historia del fútbol Argentino.
Nacido en el Imperio Cordobés el 3 de noviembre de 1979, y producto nato de la mágica cantera. El payaso debutó en Agosto de 1996 (0-1 ante Colón en el Cementerio) asomando su esmirriado físico bajo el regazo de nenes como Francescoli, Astrada, Ortega, Hernán Díaz y Gallardo. Su consagración tardó unos años en llegar pero cuando lo hizo, marcó precedentes en la escala del buen gusto. Aimar era la fineza, la distinción, el vértigo justo, el pase exacto, la estética precisa, el caño irreverente, la historia riverplatense a flor de piel. Se desplazaba como con patines en sus pies, comandando ataques con una sapiencia veterana que su cara de chiquilín con ángel desmentía. La dupla con Javier Saviola fue tan explosiva que no se exagera al ponerla a la par de otras míticas duplas millonarias como la de Bernabé y Peucelle, Pedernera y Moreno, Labruna y Loustau, Onega y Más, o Alonso y JJ. Piloteó con gran estilo el F1 millonario ganador de los Apertura 1999 y Clausura 2000, hasta que un año mas tarde se fue, tentado por el sueño y los dólares europeos.
Pasó por Valencia y Zaragoza de España, y hoy defiende la malla escarlata del Benfica de Lisboa. Tal vez cierta irregularidad, tal vez la perdida de hambre, tal vez alguna lesión traicionera, tal vez un equipo no puesto del todo a su servicio, tal vez una Selección Nacional con demasiados claroscuros, tal vez… algo; Lo cierto es que en algún momento Aimar salió del círculo de los jugadores top del país y jamás volvió a entrar en él. Quienes lo vimos (y disfrutamos) en su esplendor nos resistimos a la idea de poner a este talento brutal en el casillero del pasado. Tal vez el retorno a casa (que tarde o temprano se dará) reavive al genio que hoy descansa placidamente dentro de su lámpara, amoldado al confort de un fútbol pasatista, que solo le exige marcar tarjeta cada domingo.
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Son apenas 6 minutos. Valen la pena.

sábado, 14 de abril de 2012

ES LO QUE HAY

River Plate 2 - 0 Huracán
B Nacional 11/12 - 29ª fecha.
Estadio Monumental - 14/04/12.



RIVER PLATE: Vega (6); Abecasis (4), Maidana (6), González Pírez (6) y Vella (4); Sánchez (4), Ponzio (5), Cirigliano (6) y Ocampos (4); Domínguez (5) y Cavenaghi (5). Posteriormente Trezeguet (6), Cesar González (6) y Aguirre (6). DT: Matías Almeyda.
HURACÁN: Calviño; Machín, Ferrero, Hernán González y Tavio; Villaroel, Leiva, Battaglia y Bustos; Milano y Cámpora. Luego Villegas, Martínez y Yacuzzi. DT: Néstor Apuzzo.
GOLES: Hernán González (RP) -en contra- 12 st. Fernando Cavenaghi (RP) 36 st.
ARBITRO: Federico Beligoy -mal-
ROJAS: Alexis Ferrero (Huracán), Cristian Tavio (Huracán).
MAN OF THE MATCH: Ezequiel Cirigliano (River Plate)
RESULTADO MORAL: River Plate 1 - Huracán 0.

Hubiera preferido otra cosa. 4 goles hermosos para hacerle "shhhhh" a la rapiña multimedial. Una ostentación de toques bajo el coro de oles. Un convincente funcionamiento colectivo al servicio del lucimiento individual. Ojos repletos de fútbol al bajar las escalinatas. Hubiera preferido otra cosa, pero no. Habrá que conformarse con esta bola de nervios, esta pila de dudas y estos tres puntos extraídos con sacacorchos. Valen, claro que valen. A esta altura del partido es lo que hay.
Una bandera colgada en la platea Belgrano contextualiza el momento y alimenta la hoguera: "Ascender no es un mérito, es una obligación". Chocolate por la noticia. La presión es proporcional a nuestra grandeza y crece al tren del paso de las fechas y el panorama no se aclara. La pelota quema cuando el score no se abre, los espacios se achican conforme los minutos pasan, el murmullo sube su volumen in crescendo a la par de un equipo falto de ideas. Embocando ya la recta final de esta carrera la disputa tiene múltiples y fieros adversarios. Instituto, Quilmes, Central, el propio River, la obligación, la presión, el deseo, el miedo... Y no se sabe cual de todos es el peor.
En un partido con mucha carga, River encontró en pocos minutos una solución ajena a todos los problemas que por las propias no podía resolver. Tras un primer tiempo desesperantemente chato, el combo de "gol en contra de Hernán González + roja a Ferrero" destruyó el precario orden quemero y lo desnudó enterito en sus miserias, tanto que jamás volvió a arrimarse a la valla de Vega. También ayudó River, revitalizado con las variantes de Trezeguet y Cesar González, más el empuje propio de alguien que se está muriendo de sed. Dos sorbos muy oportunos saciaron el ansia, al menos por una semana.
River sigue descendiendo en su espiral futbolístico. No impone, no inventa, no seduce, no transmite. Sus buenas intenciones sucumben demasiado rápido al plan ríspido de los rivales y en esa vorágine juega con fuego -y con el resultado-. La vuelta de Cirigliano aportó más orden y criterio, aunque al mediocampo sigue faltándole el vértigo y la sorpresa que solo Aguirre (o tal vez el Maestrico) pueden aportar. No hay lógica que explique la ausencia de Trezeguet en el equipo titular. Su caso es aparte y solo comprensible desde la paz interna del vestuario y no desde las necesidades del equipo.
Ojalá Almeyda esté seguro de lo que hace.... porque a veces es muy difícil comprenderlo.
Los argumentos expuestos en las últimas fechas pueden parecen escasos como para contraponerlos ante la llegada del prepotente Instituto. Habrá que recurrir al talento que se sabe en algún lado está, y a los históricos poderes del pueblo y la camiseta, para doblar con éxito la peligrosa curva de La Gloria, y enderezar por fin la marcha en este camino de cornisa que se angosta cada vez más.

jueves, 12 de abril de 2012

LUZ DE MIS OJOS

River Plate 2 - 1 Quilmes
Copa Argentina 11/12 - 8vos de final.
Estadio Bicentenario (San Juan) - 11/04/12.



RIVER PLATE: Chichizola (7); Abecasis (4), Pezzella (6), Ramiro Funes Mori (6) y J.M. Díaz (5); Domingo (5), Ledesma (6), Aguirre (5) y González (6); Rogelio Funes Mori (5) y Trezeguet (6). Posteriormente Villalva (7), Cazares y González Pirez. DT: Matías Almeyda.
QUILMES: Dulcich; Serrano, Martínez, Carli y Goñi; Mandarino, Rimoldi, Torres y Romero; Cauteruccio y Diz. Luego Vázquez, Caneo y Mansilla. DT: Omar De Felippe.
GOLES: David Trezeguet (RP) 26 pt. Daniel Villalva (RP) 31 st. Martín Cauteruccio (QUI) 42 st.
ARBITRO: Alejandro Toia -regular-.
MAN OF THE MATCH: Daniel Villalva (River Plate).
RESULTADO MORAL: River Plate 2 - Quilmes 1.

Siempre habrá un pibe que nos ilumine los ojos. Que nos infle el pecho al comprobar al tranco nomas la indeleble marca River. Ese gesto niño, esa picardía, esa chispa única. De allí vuelve Daniel Villalva, surgido como una flor en el lodo hace unos años cuando todo comenzaba a incendiarse. No pudo -como ninguno- escaparse de las llamas, pero el talento siempre exige ser esperado. En San Juan, keko jugó poco más de media hora e hizo un zafarrancho. A los 31 del complemento se llevó a un cervecero en velocidad, quebró la cintura con un enganche en el borde del área y desde allí sacudió un derechazo seco que estremeció la red de Dulcich y justificó con el recuerdo de la promesa que supo ser, una noche que cotizaba alto en el mercado del desinterés.
El término justicia es demasiado contundente como para ser aplicado en la calificación de este 2-1 en el Bicentenario Sanjuanino. River ganó y no es poco. Bien desde la contundencia, y hasta por ahí nomas en cuanto al desarrollo de un juego que solo permitió relax tras el segundo tanto. Quizá la presencia en los cuartos de final de la Copa Argentina levante un poco más el alicaído interés por este torneo que (más allá de lo eternamente importante que es ganar) encuentra su punto más positivo en la excelente prueba de fogueo que significa para pibes -Pezzella, Chichizola, Abecasis, Ramiro y Rogelio, Cazares, Villalva, etc-, que de otra forma sería difícil ver tan seguido con la casaca millonaria.

domingo, 8 de abril de 2012

PONGA JUEGO, RIVER, PONGA JUEGO

Atlanta 1 - 0 River Plate
B Nacional 11/12 - 28ª fecha.
Estadio José Amalfitani - 08/04/12.


ATLANTA:
Pellegrino; Quiles, Millán, Cherro y Resch; Mancinelli, Lorefice, López y Pasquini; Abel Soriano, Andrés Soriano. Posteriormente Guzmán y Ramirez. DT: Carlos López.

RIVER PLATE: Vega (7); Vella (3), Maidana (4), Ramiro Funes Mori (4) y J.M. Díaz (5); Sánchez (4), Ponzio (4), Ocampos (3) y Domínguez (3); Trezeguet (4) y Cavenaghi (3). Luego Aguirre (4), Villalva (5) y Rogelio Funes Mori. DT: Matías Almeyda.
GOLES: Fernando Lorefice (ATL) 34 pt.
ARBITRO: Fernando Echenique -mal-.
MAN OF THE MATCH: Lucas Mancinelli (Atlanta)
RESULTADO MORAL: Atlanta 2 - River Plate 0.

Hay millones de cosas básicas y fundamentales para comenzar bien algo que se emprende... Levantar la tapa del inodoro cuando se va al baño... poner pié en el embrague antes de meter el cambio... mirar a los costados antes de cruzar la calle... ganarle tu partido a Atlanta si pensás en el ascenso... y miles de pavadas así... ¿se entiende el concepto?.
Perder como se perdió ante el Bohemio no es obra de un accidente imponderable. Todo lo contrario. Es el claro resultado de una desidia que ya lleva varias fechas y que hasta aquí había sido cubierta por el dudoso biombo del resultado. Urge que el entrenador tome nota de esto. Que ordene sus ideas y sus prioridades, Que se serene o lo serenen. Comprenderá cuando lo haga que su nuevo sistema no va. En realidad nunca fue. Y si no va hay que cambiarlo. Caiga quien caiga. Sea quien sea.
La involución futbolística es notable. Mientras River reune nombres con cartel, la depreciación de su juego se ha acentuado en forma alarmante. No hay pase, no hay pequeñas sociedades, no hay desmarque, no hay tenencia, no hay punch. Ante este panorama Atlanta no se comió los mocos y planteó un juego inteligente maximizando sus acotados recursos en base a la asfixia en la zona central y su salida veloz en réplica. Tuvo -hay que decirlo- su día inspirado, y se ganó con total justicia un festejo para toda la historia.
No es conveniente hacer futurología aún con el azote ardiendo en el lomo. Falta demasiado como para hacerse mala sangre. No obstante, lo de esta tarde en el Amalfitani no debe ser tomado como llamado de atención más. Es una sonora voz de alarma que reclama cambios drásticos a corto plazo. Hay en juego muchas cosas más que un boleto de retorno a la máxima categoría.

miércoles, 4 de abril de 2012

PLATA QUEMADA


Alberto García Aspe: Está comprobado que a mediados de los 90, tres personas vivieron en Buenos Aires a cuerpo de Rey: Alfredo Yabrán, Amalia Lacroze y Alberto García Aspe. Televisa mexicana quería explotar el mercado argentino y vio en River la opción más potable. Propuso acercar a uno de los mejores futbolistas aztecas de aquel momento a cuenta de una jugosa inversión. Lo cierto es que por seis meses, el Beto se movió por Baires como un duque, cobrando un contrato superior al de Francescoli y con un rédito deportivo al que calificarlo de paupérrimo es absolutamente generoso. 4 partidos jugados sin el más mínimo compromiso y una sola pregunta sin responder: ¿Cómo se dice “ladri” en México?,
Roberto Matosas: Liberti tenía esas cosas. Cuando a principios de 1964 River anunció una inversión de 33 millones de pesos en la compra de un jugador, el hincha común habrá supuesto que a Núñez llegaba por lo menos Pelé. Pero no, tal dineral fue gastado para traer un defensor uruguayo llamado Roberto Matosas, imagínense el revuelo. Matosas era un muy buen jugador. Puntal de tantos intentos vanos de campeonar en esa década maldita, sobrio, versátil, atildado, rendidor, pero carecía tal vez del fuego sagrado distintivo de la estirpe charrúa. Amortizó su inversión jugando más de 100 partidos en 4 años, pero vamos, cuando se gasta tamaña cifra, uno espera champagne del mejor y no apenas un vino decente.
Mauro Rosales: No hay peor cosa que un hombre encaprichado. Por esos años, el capricho de Passarella tenía nombre y apellido: Mauro Rosales. 1.800.000 euros costó la joda de comprar parte de su pase al Ajax de Holanda. Arribó con chapa de crack algo que se encargó de desmentir largo y tendido durante 3 años cargados de lesiones, goles errados y centros a la tribuna. Jamás pareció importarle demasiado. Hoy juega en el Seattle Sounders de la MLS. Será mejor así. “La dirigencia sabe que nos falta un delantero de la jerarquía de Mauro”, dijo Passarella. Por “visiones” como esta estamos como estamos.
Juan Antonio Pizzi: A fines de los noventa, la vara de la exigencia del hincha estaba más elevada que lo normal, y la de las pretensiones económicas de los jugadores también. Para reemplazar las ventas de Salas, Cruz mas el reciente retiro de Enzo, River apostó fuerte en un fichaje llamativo. Juan Antonio Pizzi, aquel de tantos goles en Tenerife, Valencia y Barcelona, y el de la polémica decisión de vestir la camiseta española. Su amplia experiencia europea y su indiscutible calidad de goleador generaron una expectativa incumplida con creces. Pizzi llegó a un equipo que comenzaba a desmembrarse tras una larga borrachera de éxitos, jugó un año con 11 goles en 33 partidos. No son malos números, salvo que se tenga en cuenta el millón y medio de dólares que costó su fichaje.
Luis Ernesto Castro: Un detalle simpático sobresale en la figura de este oriental pese a sus logros y su gran calidad: No veía un pomo. El mito dice que su miopía era tal que se guiaba en la cancha por la banda lateral y que los adversarios que eliminaba con gracia para él solo eran bultos borrosos que estorbaban. A Castro le decían Mandrake. Llegó a los 29 años desde Nacional junto a Walter Gómez luego de que Liberti hipotecara en ellos una guita importante destinada originalmente a comprar un terreno para el Club. Era wing derecho y soñaban con que herede a Muñóz. Tenia desborde, dribbling, centro, dominio de perfiles. Pero no cuajó, y tras 19 partidos y 4 goles, volvió al paisito sin que nadie derrame por él una lágrima.
Kilian Virviescas: Entre el 20 y el 27 de mayo de 2003, River enfrentó a América de Cali por los cuartos de final de la Copa Libertadores. Los caleños clasificaron con un global de 5-3. Una figura sobresalió del resto. Kilian Virviescas, un ignoto lateral que en esa serie pareció la reencarnación del mejor Roberto Carlos. Nunca tan rápidos, sus representantes viajaron a Núñez con el negocio en manos: 600.000 verdes por el préstamo más una opción de compra fijada en un millón y medio. No hizo falta. En Argentina, Virviescas mostró lo que realmente era. En sus 11 partidos con la banda roja no paró ni al taxi, y si pasó la mitad de la cancha en proyección solo fue para tirar un centrito a las manos del arquero. Lo que se dice un buzón.
Marcelo Sosa: Tal vez nunca Marcelo Sosa (el pato Sosa) haya jugado en River. Se lo reconocía por su larga cabellera rubia, por su estampa batalladora en el centro del campo, por su tendencia al roce y el sacrificio a flor de piel, por sus experiencias en Danubio, Spartak de Moscú, Atlético de Madrid, Osasuna y la Selección Uruguaya. A pedido de Passarella, el tipo que llegó a River diciendo que era Marcelo Sosa era un morrudito de 33 años, cabello corto morocho, falto de forma y de distancia. Alcanzó a jugar un par de partidos por Copa Sudamericana hasta que la dirigencia, los hinchas, el cuerpo técnico, y hasta él, se dieron cuenta que no daba para más.
Victorio Cocco: Podría decirse que Victorio Cocco fue contratado para reemplazar a Dios, que eso era más o menos el Beto Alonso para River a mediados del 76. Pobre Cocco, tarea imposible, ya que nada más (y nada menos) era un muy buen jugador. Tenía 30 años, una carrera reconocida en San Lorenzo y venia de España donde jugó para el Deportivo La Coruña. Era un espléndido estratega pero no rompía los moldes, tal vez por eso no encajó. Actuó 12 partidos y apenas hizo un gol, a San Telmo en el Monumental. Jugó la famosa final en cancha de Racing. Fue su último partido antes de fichar por Atlanta.
Juan Carlos Heredia: Milonguita fue un crack en España. Pasó Central, Porto, Elche y Barcelona donde fue referente y figura. Había iniciado su carrera en Belgrano de Córdoba, donde Labruna lo sufrió en carne propia en sus duelos ante Talleres. En 1980 llegó para jerarquizar aún más a un plantel que, no obstante, ya mostrada síntomas de aburguesamiento. No rindió para nada. Las pocas oportunidades dentro de una competencia interna exigente, su gusto por la farra, o vaya a saber qué, impidieron que en Núñez luzca su habilidad y potencia. Hoy cuentan que deambula por la ciudad de Córdoba en un taxi, lejos de la gloria que supo obtener pero no cuidar.
Alfredo Rojas: Antes de que el Tanque se convierta en un fiero verdugo millonario, tuvo un paso olvidable con la propia banda roja. Venía de una breve experiencia europea en el Betis de España donde había marchado en 1958 empujado por la fuerza de sus goles en Lanús. Su llegada se dio en una época particular en la historia de River Plate: La era del fútbol espectáculo, años donde todo lo nacional era mirado con recelo tras el fracaso del mundial de Suecia. Alfredo Rojas comió banco la mayor parte de su estadía en Núñez.
Sebastián Rambert: El Rambert que llegó a River fue solo la cáscara del que amenazó ser y no cumplió. Aquel avioncito goleador de Independiente que se mostraba como una joven gran promesa, ya le había dejado paso en Europa a una nueva versión más híbrida, más escuálida, menos talentosa, menos explosiva. Un River de arcas generosas pagó unos descarados 3.800.000 dólares por alguien que jamás fue titular en sus 3 años de permanencia en el club. Aportó algún golcito, alguna gambetita y no mucho más. Poco, para alguien que sin comerla ni beberla sumó 3 vueltas olímpicas para su palmarés.
Carlos Bernabé Moyano: Pocos tipos en la historia del fútbol argentino tuvieron el orgullo de decir “yo mandé al banco al Charro Moreno”. Uno de ellos fue Carlos Bernabé Moyano, llegado a River en 1935 de la fusión Atlanta/ Argentinos Jrs. River pagó por él 5.000 pesos y los pases de Clotardo Dendi, Federico Tello, Vicente Ruscitti y Roberto Basílico. Jugó las primeras fechas en detrimento de Moreno (que había debutado en la jornada inicial) enviado a la reserva. La verdad no tardó en imponerse y a Moyano lo pasó por encima el tornado de fútbol y personalidad que aún en su adolescencia ya ostentaba el Charro. Alcanzó a jugar 14 partidos con 4 goles. A fin de año fue cedido a Platense.