José María Minella es para River Plate, lo que Alex Ferguson es para Manchester United, o Arsene Wegner para Arsenal. Distancias temporales al margen, con más romanticismo y menos histeria, con más docencia y menos verso, con más potrero que pantalla, Minella edificó en River una campaña irrepetible, tanto por el valor de su legado, como porque en estos tiempos exitistas, pensar que un entrenador permanezca 13 años ininterrumpidos en su cargo es algo que se parece mucho a un chiste.
Podría decirse que Minella fue el continuador del legado impuesto por esa especie de logia futbolística nacida e inspirada en el pensamiento de Renato Cesarini y Carlos Peucelle. Heredó una relación con el mundo River que había comenzado a echar fuertes raíces en su época de señorial centrojás de aquel cuadro pre-máquina, que había obtenido en forma brillante los torneos de 1936 y 1937. Poco importó que en el 42 se fuera a Peñarol de Montevideo. La identificación ya estaba sellada.
Asumió el cargo en 1947 y se iría en 1959. Atravesó épocas de bonanza, y supo también, capear los esporádicos temporales que se presentaron en el cielo millonario. 14 años como DT. 6 vueltas olímpicas. La primera de ellas en su debut en el 47 con la inercia de la recién desarticulada Máquina por la partida de Pedernera a Atlanta, y con la luminosa aparición de Alfredo Di Stéfano y la perpetua categoría de Moreno, Labruna y Loustau. Las otras cinco, fueron en el período 52-53-55-56-57, como corolario de una época dorada, repleta de fútbol exquisito, grandes victorias, y jugadores de enorme jerarquía.
Minella era un caballero, y un hombre de pocas palabras. Quienes hoy chocamos día a día en la pantalla de TV con esa troupe de entrenadores dicharacheros, perturbados, fumadores, histéricos, charlatanes, arrogantes, verseros, vende humo, no podemos hacer otra cosa que resistirnos a catalogar en la misma profesión a este tipo, que apenas hablaba en las charlas técnicas, que vagamente realizaba trabajos tácticos, y que nunca analizaba las virtudes del rival.
Cuentan que Minella vestido de jogging y remera se sentaba sobre una pelota cerca de la raya de cal y desde allí miraba los partidos, hablando solamente para dar una pequeña arenga al jugador que pasaba cerca. Su virtud era otra: Otorgar libertad, crear armonía, fomentar convivencia. Su tarea, para nada minúscula, consistía en alinear los planetas para que rutilantes figuras como Walter Gómez, Vernazza, Sívori, Ángel Labruna, Eliseo Prado, Loustau, Norberto Menéndez, Carrizo, Federico Vairo, Néstor Rossi, etc, entraran contentos a la cancha a hacer lo que mejor sabían. Mal no le fue.
Dejó su cargo en el 1959 para dirigir en Colombia y luego en Uruguay. Volvió a River en 1963 contratado para cortar la sequía de campeonatos (5 años en ese momento) que ya empezaba a molestar. No se le dio por poco, ya que ese cuadro comandado en la cancha por Ermindo, Artime y Delém terminó segundo de Independiente tras puntear todo el año. Se fue al término del campeonato, y no volvió más. Entre sus éxitos mas resonantes, además de los de River, se cuenta la Copa de las Naciones del año 64 en Brasil, dirigiendo la Selección Argentina. Al año siguiente lograría el pasaporte para el Mundial de Inglaterra, pero la AFA lo sacaría del cargo. Disgustado y cansado, se retiró definitivamente del ámbito del fútbol. Falleció a los 72 años el 13 de agosto de 1981. El mundo River lo recuerda como uno de sus mayores próceres.
Podría decirse que Minella fue el continuador del legado impuesto por esa especie de logia futbolística nacida e inspirada en el pensamiento de Renato Cesarini y Carlos Peucelle. Heredó una relación con el mundo River que había comenzado a echar fuertes raíces en su época de señorial centrojás de aquel cuadro pre-máquina, que había obtenido en forma brillante los torneos de 1936 y 1937. Poco importó que en el 42 se fuera a Peñarol de Montevideo. La identificación ya estaba sellada.
Asumió el cargo en 1947 y se iría en 1959. Atravesó épocas de bonanza, y supo también, capear los esporádicos temporales que se presentaron en el cielo millonario. 14 años como DT. 6 vueltas olímpicas. La primera de ellas en su debut en el 47 con la inercia de la recién desarticulada Máquina por la partida de Pedernera a Atlanta, y con la luminosa aparición de Alfredo Di Stéfano y la perpetua categoría de Moreno, Labruna y Loustau. Las otras cinco, fueron en el período 52-53-55-56-57, como corolario de una época dorada, repleta de fútbol exquisito, grandes victorias, y jugadores de enorme jerarquía.
Minella era un caballero, y un hombre de pocas palabras. Quienes hoy chocamos día a día en la pantalla de TV con esa troupe de entrenadores dicharacheros, perturbados, fumadores, histéricos, charlatanes, arrogantes, verseros, vende humo, no podemos hacer otra cosa que resistirnos a catalogar en la misma profesión a este tipo, que apenas hablaba en las charlas técnicas, que vagamente realizaba trabajos tácticos, y que nunca analizaba las virtudes del rival.
Cuentan que Minella vestido de jogging y remera se sentaba sobre una pelota cerca de la raya de cal y desde allí miraba los partidos, hablando solamente para dar una pequeña arenga al jugador que pasaba cerca. Su virtud era otra: Otorgar libertad, crear armonía, fomentar convivencia. Su tarea, para nada minúscula, consistía en alinear los planetas para que rutilantes figuras como Walter Gómez, Vernazza, Sívori, Ángel Labruna, Eliseo Prado, Loustau, Norberto Menéndez, Carrizo, Federico Vairo, Néstor Rossi, etc, entraran contentos a la cancha a hacer lo que mejor sabían. Mal no le fue.
Dejó su cargo en el 1959 para dirigir en Colombia y luego en Uruguay. Volvió a River en 1963 contratado para cortar la sequía de campeonatos (5 años en ese momento) que ya empezaba a molestar. No se le dio por poco, ya que ese cuadro comandado en la cancha por Ermindo, Artime y Delém terminó segundo de Independiente tras puntear todo el año. Se fue al término del campeonato, y no volvió más. Entre sus éxitos mas resonantes, además de los de River, se cuenta la Copa de las Naciones del año 64 en Brasil, dirigiendo la Selección Argentina. Al año siguiente lograría el pasaporte para el Mundial de Inglaterra, pero la AFA lo sacaría del cargo. Disgustado y cansado, se retiró definitivamente del ámbito del fútbol. Falleció a los 72 años el 13 de agosto de 1981. El mundo River lo recuerda como uno de sus mayores próceres.
7 comentarios:
Uno de los pocos que integran la galeria de notables que no salieron de nuestros riñones, era el simbolo del gimnasia campeon 29 y de aquel famoso expreso que bombearon hasta dejarlos sin titulo
es genial lo que haces dia a dia soy un fiel seguidor y lo verdad que disfruto con cada parrafo en que me atgumentas y me refrescas la razon por la que eligo creer, sentir y vivir el mundo river.
Esa es la idea Nicolás. Gracias por tus visitas y por la exageración de tus comentarios.
Saludos
Dalmassito es excelente lo que hacés porque al recuerdo histórico le agregás un toque personal que te distingue sobre cualquier otrosw blog ...gracias por seguir informandonos ...
hector minella ;garcias por articulo y la valoracion de la humildad de mi padre que siempre llevo la camiseta blanca cruzada de azul y rojon en su corazon
El técnico mas ganador de River junto a Ramon Diaz, tiene muy poco reconocimiento Minella y es un error de River que siempre desprestigia el pasado (hablo de River institucion... y tambien los hinchas)
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