Mas allá de sus logros profesionales, Oscar Ruggeri y Ricardo Gareca tienen un dudoso record en el Fútbol Argentino: Ser dos de los jugadores mas insultados en toda la historia. Algo habrán hecho.
Para graficar esta historia millonaria es necesario hablar de Boca y su pasado no tan perfecto, en los arranques de la tumultuosa década del 80. Momentos que llevaron a la autocaratulada y supuesta mitad mas uno al borde de la desaparición. Deudas impagables. Estadio clausurado. Hecatombe interna. Amateurs en primera. Números pintados con fibrón. Gareca, Ruggeri y varios referentes de ese plantel (Loco Gatti, Roberto Mouzo, Hugo Álvez, Jorge Vázquez) estaban on fire porque la dirigencia ni siquiera amagaba con pagarles los sueldos. Al plasmarse determinado tiempo de incumplimiento y haciendo valer su derecho, los futbolistas, iniciaron una huelga por tiempo indeterminado. Pero, pese al revuelo mediático y la inflexibilidad de su postura, la medida de fuerza no tenía el plafón de la unidad absoluta de los manifestantes. Existían dos objetivos muy marcados: Unos iban por el pago de la deuda y otros por la libertad de acción.
A los jugadores los manejaba, el por entonces novel, Guillermo Cóppola, quién operaría la situación con mucha astucia y lograría el cometido de los huelguitas. Dicen que hasta Grondona puso plata. A fin de año Ruggeri y Gareca fueron declarados jugadores libres. De allí, a la firma con River, había pocos pasos de distancia. La doble contratación fue un shock, y verlos entrar al Monumental con la banda roja para una sesión de fotos, fue un pecado para muchos imperdonable.
Gareca y Ruggeri habían debutado en 1980. El cabezón había sido campeón con el equipo de Marzolini y ya mostraba el tinte caudillezco que lo acompañaría en toda su carrera. En tanto que el Tigre, lograría consolidarse a fuerza de goles un tiempo mas tarde, luego de una temporada en Sarmiento de Junín. En 1985 eran hombres de Selección. Jugadores consolidados y apetecibles para el mercado interno. Ellos lo sabían y en su jugada por la libertad de acción arriesgaban toda una carrera.
Por ellos, River envió a Boca a Julio Olarticoechea y Carlos Tapia. Tuvieron experiencias desiguales. Ruggeri fue un pilar enorme del equipo que logró todo en el 86 y se fue a mitad del 88 rumbo al Logroñés de España. Gareca en tanto, solo vistió la banda roja 6 meses y partió al América de Cali, donde enfrentaría a River en las finales de la Libertadores.
Aquel suceso de rebeldía les colgó para siempre en el cuello el cartelito de “conflictivos”. Gareca se fue demasiado rápido como para vivir en carne propia la vendetta de alguna cuenta pendiente. De Ruggeri se encargó su ex compañero Roberto Pasucci en el mismísimo círculo central del Monumental con un planchazo inolvidable.
Igual, su rebelión dejó una huella tan grande que cada tribuna del fútbol local se los recordó todos los domingos hasta sus retiros con un rosario de puteadas, que ya formaban parte del folclore mismo de nuestras canchas.
Para graficar esta historia millonaria es necesario hablar de Boca y su pasado no tan perfecto, en los arranques de la tumultuosa década del 80. Momentos que llevaron a la autocaratulada y supuesta mitad mas uno al borde de la desaparición. Deudas impagables. Estadio clausurado. Hecatombe interna. Amateurs en primera. Números pintados con fibrón. Gareca, Ruggeri y varios referentes de ese plantel (Loco Gatti, Roberto Mouzo, Hugo Álvez, Jorge Vázquez) estaban on fire porque la dirigencia ni siquiera amagaba con pagarles los sueldos. Al plasmarse determinado tiempo de incumplimiento y haciendo valer su derecho, los futbolistas, iniciaron una huelga por tiempo indeterminado. Pero, pese al revuelo mediático y la inflexibilidad de su postura, la medida de fuerza no tenía el plafón de la unidad absoluta de los manifestantes. Existían dos objetivos muy marcados: Unos iban por el pago de la deuda y otros por la libertad de acción.
A los jugadores los manejaba, el por entonces novel, Guillermo Cóppola, quién operaría la situación con mucha astucia y lograría el cometido de los huelguitas. Dicen que hasta Grondona puso plata. A fin de año Ruggeri y Gareca fueron declarados jugadores libres. De allí, a la firma con River, había pocos pasos de distancia. La doble contratación fue un shock, y verlos entrar al Monumental con la banda roja para una sesión de fotos, fue un pecado para muchos imperdonable.
Gareca y Ruggeri habían debutado en 1980. El cabezón había sido campeón con el equipo de Marzolini y ya mostraba el tinte caudillezco que lo acompañaría en toda su carrera. En tanto que el Tigre, lograría consolidarse a fuerza de goles un tiempo mas tarde, luego de una temporada en Sarmiento de Junín. En 1985 eran hombres de Selección. Jugadores consolidados y apetecibles para el mercado interno. Ellos lo sabían y en su jugada por la libertad de acción arriesgaban toda una carrera.
Por ellos, River envió a Boca a Julio Olarticoechea y Carlos Tapia. Tuvieron experiencias desiguales. Ruggeri fue un pilar enorme del equipo que logró todo en el 86 y se fue a mitad del 88 rumbo al Logroñés de España. Gareca en tanto, solo vistió la banda roja 6 meses y partió al América de Cali, donde enfrentaría a River en las finales de la Libertadores.
Aquel suceso de rebeldía les colgó para siempre en el cuello el cartelito de “conflictivos”. Gareca se fue demasiado rápido como para vivir en carne propia la vendetta de alguna cuenta pendiente. De Ruggeri se encargó su ex compañero Roberto Pasucci en el mismísimo círculo central del Monumental con un planchazo inolvidable.
Igual, su rebelión dejó una huella tan grande que cada tribuna del fútbol local se los recordó todos los domingos hasta sus retiros con un rosario de puteadas, que ya formaban parte del folclore mismo de nuestras canchas.
3 comentarios:
Me hace recordar algunos partidos del Tigre y más precisamente un partido con Estudiantes en cancha de Independiente jugado el 31-05-85 que ganamos 2 a 0 por el campeonato Nacional con goles del Tigre ...luego jugamos y perdimos contra Vélez en la rueda de ganadores y nuevamente en la de perdedores con el Vélez del Coco Basile. El Tigre la verdad que no demostró nada ..pero sí puedo destacar el pase del Cabezón porque aunque mercenario al fin ...supo jugar con la camiseta de la Banda y ganar campeonatos de mucha valía para el club .
También el cabezón supo devolver gentiliezas y hacer un golcito versus a su club formador ..cosa que se agradece . Otro mal recuerdo del TIGRE es que al ño siguiente y con la camiseta del América se floreaba con globos azules y amarillos con Ischia en la final de la copa que le ganamos dignamente tanto en Colombia como en Belgrano .
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