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Solo atinó a agarrarse la cabeza, el gesto universal de la desesperación. La tarde caía pesada y calurosa en el Gasómetro ese 22 de diciembre de 1968. Ya había descargado su alud de reclamos en la cara del juez del partido y ahora volvía a su puesto mordiéndose los labios y mirando al cielo buscando allí alguna explicación a lo sucedido. Un minuto antes, Jorge Recio había cabeceado al gol un corner de Daniel Onega. Sintió como el arquero quedaba en el camino y la vio ir inexorablemente a la red cuando, en el instante previo al éxtasis, un intruso metió la mano truncando una historia que debía ser heroica. El entrometido se llamaba Luis Gregorio Gallo, defensor de Vélez Sarsfield, el villano no vidente disfrazado de arbitro se llamaba Guillermo Nimo y el suceso en cuestión, uno de los choreos mas grandes de la historia del Fútbol Argentino.
River debió cortar en esa jugada injusta del Nacional 68 su sequía de campeonatos, 7 años antes de cuando finalmente pasó. Si así hubiese ocurrido, hoy Jorge Recio sería el pibe Bruno, y su nombre estaría tallado en el mármol inmortal de la vida millonaria. Es muy probable que varios años después de su retiro, en la tranquilidad de una reunión con amigos, o en la intimidad de una charla con la almohada, Jorge Recio haya reflexionado sobre lo cerca que estuvo de transformarse en una celebridad riverplatense. En realidad, que eso no haya ocurrido fue solo pura culpa de la injusticia.
A Jorge Recio le decían el “Laucha”. Había nacido en Bahía Blanca el 2 de Enero de 1942. Se crió correteando en los baldíos del barrio de Bella Vista, la populosa barriada bahiense que acunó tambien los sueños iniciales de Alfio Basile y Rodrigo Palacio. No tardó mucho en dejar los potreros para jugar en la primera de la Liga del Sur con el equipo del barrio y luego en Olimpo, el grande de la ciudad.
Su carrera en la Primera División de AFA fue mas bien corta, pero intensa. Con 25 años, en 1967 fue contratado por Platense y su debut se dio casualmente ante River en Núñez. Alguna vez rememoró: “Yo me había acostumbrado a la reserva y una tarde vienen y me dicen que iba a debutar en Primera, y nada menos que ante River. Yo ni siquiera conocía el Monumental, nunca volví a sentir una felicidad igual. Y encima ganamos 4-2”. Parece que Recio anduvo bien porque no salió mas del equipo calamar. El tiempito, Renato Cesarini lo citó para la Selección, y fue el mismo Tano quién recomendó a River su contratación a fin de ese año.
A Recio lo definía mejor que nadie su apellido. Podía jugar de zaguero o volante central. Era alto y fuerte. Cuando corría se le formaba una joroba en el lomo que lo hacía parecer mas lento de lo que era. Tenía personalidad, ganaba de arriba, metía la pata y rara vez perdía. Era un leñador traído con otros tantos (Pipo Ferreiro, Zurdo López, Chamaco Rodríguez, Garza Guzmán) para darle moral y huevo a un plantel abatido por haber perdido varias finales imposibles.
Debutó el 3 de Marzo de 1968 en Rosario ante Central. Su primer gol se lo marcó a Independiente Rivadavia de Mendoza por el Nacional de ese año. Fue en este torneo donde más se destacó. Labruna lo tenía como fija entre los titulares, convirtió 7 goles, y si Gallo no hubiese metido la mano, realmente se habría consagrado; Aunque el hincha de River tal vez lo recuerde un poco más por aquel taponazo furibundo de 35 metros que le estampó a Antonio Roma en el arco de Casa Amarilla, en un clásico de 1969.
Recio fue en un fogonero inclaudicable de los vanos intentos millonarios por quebrar la malaria. Su figura espigada soportó la humillante derrota en la final del Metro 69 ante Chacarita y la dura afrenta de Boca dando la vuelta en Núñez en el Nacional de esa temporada. Tambien fue actor principal del equipo que perdió el Metropolitano de 1970 por haber convertido un gol menos que Independiente.
La partida de Ángel Labruna y el arribo de Didí a mediados de los 70 le marcaron a Recio un futuro de menos protagonismo. El brasilero venía con una escoba grande en sus manos y se sabía que los primeros en ser barridos serían los referentes del vestuario. Actuó de último hombre en algunos partidos del Nacional 1970 hasta que fue perdiendo el puesto a manos de los juveniles Ricardo Pellerano y Cesar Larraigneé. Su último partido lo jugó el 29 de octubre en el Monumental ante Gimnasia de Mendoza. River ganó 2-0 y esa tarde debutó en primera JJ López.
Fue el momento de volver al pago. Jugó para Olimpo algunos años y se entregó al retiro con el orgullo de ser uno de los jugadores bahienses con mas trayectoria en el fútbol grande. Trabajó en su taxiflet hasta que murió, a los 66 años, el 24 de enero de 2008.
River debió cortar en esa jugada injusta del Nacional 68 su sequía de campeonatos, 7 años antes de cuando finalmente pasó. Si así hubiese ocurrido, hoy Jorge Recio sería el pibe Bruno, y su nombre estaría tallado en el mármol inmortal de la vida millonaria. Es muy probable que varios años después de su retiro, en la tranquilidad de una reunión con amigos, o en la intimidad de una charla con la almohada, Jorge Recio haya reflexionado sobre lo cerca que estuvo de transformarse en una celebridad riverplatense. En realidad, que eso no haya ocurrido fue solo pura culpa de la injusticia.
A Jorge Recio le decían el “Laucha”. Había nacido en Bahía Blanca el 2 de Enero de 1942. Se crió correteando en los baldíos del barrio de Bella Vista, la populosa barriada bahiense que acunó tambien los sueños iniciales de Alfio Basile y Rodrigo Palacio. No tardó mucho en dejar los potreros para jugar en la primera de la Liga del Sur con el equipo del barrio y luego en Olimpo, el grande de la ciudad.
Su carrera en la Primera División de AFA fue mas bien corta, pero intensa. Con 25 años, en 1967 fue contratado por Platense y su debut se dio casualmente ante River en Núñez. Alguna vez rememoró: “Yo me había acostumbrado a la reserva y una tarde vienen y me dicen que iba a debutar en Primera, y nada menos que ante River. Yo ni siquiera conocía el Monumental, nunca volví a sentir una felicidad igual. Y encima ganamos 4-2”. Parece que Recio anduvo bien porque no salió mas del equipo calamar. El tiempito, Renato Cesarini lo citó para la Selección, y fue el mismo Tano quién recomendó a River su contratación a fin de ese año.
A Recio lo definía mejor que nadie su apellido. Podía jugar de zaguero o volante central. Era alto y fuerte. Cuando corría se le formaba una joroba en el lomo que lo hacía parecer mas lento de lo que era. Tenía personalidad, ganaba de arriba, metía la pata y rara vez perdía. Era un leñador traído con otros tantos (Pipo Ferreiro, Zurdo López, Chamaco Rodríguez, Garza Guzmán) para darle moral y huevo a un plantel abatido por haber perdido varias finales imposibles.
Debutó el 3 de Marzo de 1968 en Rosario ante Central. Su primer gol se lo marcó a Independiente Rivadavia de Mendoza por el Nacional de ese año. Fue en este torneo donde más se destacó. Labruna lo tenía como fija entre los titulares, convirtió 7 goles, y si Gallo no hubiese metido la mano, realmente se habría consagrado; Aunque el hincha de River tal vez lo recuerde un poco más por aquel taponazo furibundo de 35 metros que le estampó a Antonio Roma en el arco de Casa Amarilla, en un clásico de 1969.
Recio fue en un fogonero inclaudicable de los vanos intentos millonarios por quebrar la malaria. Su figura espigada soportó la humillante derrota en la final del Metro 69 ante Chacarita y la dura afrenta de Boca dando la vuelta en Núñez en el Nacional de esa temporada. Tambien fue actor principal del equipo que perdió el Metropolitano de 1970 por haber convertido un gol menos que Independiente.
La partida de Ángel Labruna y el arribo de Didí a mediados de los 70 le marcaron a Recio un futuro de menos protagonismo. El brasilero venía con una escoba grande en sus manos y se sabía que los primeros en ser barridos serían los referentes del vestuario. Actuó de último hombre en algunos partidos del Nacional 1970 hasta que fue perdiendo el puesto a manos de los juveniles Ricardo Pellerano y Cesar Larraigneé. Su último partido lo jugó el 29 de octubre en el Monumental ante Gimnasia de Mendoza. River ganó 2-0 y esa tarde debutó en primera JJ López.
Fue el momento de volver al pago. Jugó para Olimpo algunos años y se entregó al retiro con el orgullo de ser uno de los jugadores bahienses con mas trayectoria en el fútbol grande. Trabajó en su taxiflet hasta que murió, a los 66 años, el 24 de enero de 2008.
8 comentarios:
Uno de los mejores sino mejor apellido para un defensa central
OTRA VEZ GENIAL TU APORTE. TE PONGO LA DIRE DE MI BLOG SI PODES PASATE. PRORIVER.BLOGSPOT.COM
Es cierto, genial posteo. Debo confesar que no sabía quien había impulsado la pelota al gol, en el cual se interpuso la mano de Gallo.
Gran aporte.
Muy buena la nota , esos grandes jugdores de la década de fin del 60 principios del 70 no han tenido el reconocimiento suficiente porque no lograron ganar nada pero el caso de RECIO es uno de los pocos que se salvaba del incendio . Para los que quieren recordar algo de ese fatídico partido vean esto en mi blog .
http://riverplatehistoricos.blogspot.com/2009/10/subcampeonato-nacional-1968.html
Recuerdo a Jorge Recio, como uno de los mejores números 5 de River.
Metia y metia y metia.
Se ganó muy bien su dinero y el respeto del hincha de River.
Hoy injustamente olvidado, como el gran Cesar Laraignée, qu fue uno de los mejores maracdores centrales de la historia.
Un grande Jorge Recio.
Aunque el idolo era Pinino Mas, la presencia del bahiense en el medio, era fundamental.
Lamentablemente la pésima administración de William Kent permitió que la camarilla de Alonso, JJ.Lopez, Merlo, Morete protegidos por Didi, disolvieran un gran plantel (Daniel Onega, Recio, M.A.Lopez, Trebuck, Mas, Dominichi...)
Lamentablemente la pésima administración de William Kent permitió que la camarilla de Alonso, JJ.Lopez, Merlo, Morete protegidos por Didi, disolvieran un gran plantel (Daniel Onega, Recio, M.A.Lopez, Trebuck, Mas, Dominichi...)
Gran jugador Jorge Recio. Un cinco excepcional. Tesonero. Luchador incansable. Sabía mucho con la pelota. Cubría muy bien los espacios. Valuarte un poco olvidado.
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