El 17 de octubre de 1951 fue el último Día de la Lealtad para Evita. Su voz, valiente y ensayada, escondía no con mucha efectividad una profunda angustia por saber perdida la batalla contra su cuerpo. Tras ella y de cara a un mar de cabecitas explotando la Plaza de Mayo, un estrambótico aparato con la leyenda de Canal 7 capturaba su discurso para que sea visto al mismo tiempo por un grupo de pocos privilegiados lejos de allí. Ambos estaban haciendo historia. La leyenda escribía su epitafio en vida, mientras la televisión nacía en nuestro país, justo a tiempo para dejar constancia.
Hoy y siempre, televisión, política y fútbol se ayudaron y correspondieron cuando se necesitaron. Son hermanos de sangre, hijos de la misma pasión popular que los ha trascendido. No fue de extrañar entonces que luego de Perón y Evita, la segunda transmisión importante en nuestro país haya sido un cotejo de Primera División. Hasta entonces, el fútbol en la caja mágica solo existía en los memorables reportes de Sucesos Argentinos, que mostraba de a puchitos el match mas importante de la semana. Todo cambió de pronto, y allí estaba River, como también lo estaría casi 40 años luego, cuando la AFA inauguró ese fabuloso negocio llamado Televisión Codificada.
El alma mater de la criatura fue Jaime Yankilevick, un inmigrante búlgaro llegado al país en los años 20. De su cabeza salieron las primeras ideas que alentaron la aventura de la TV en Argentina. Fue él quien trajo los equipos desde Estados Unidos con los que se montaron las primeras transmisiones. El desafío asomaba quijotesco, no solo por la dificultad propia de un evento en vivo, sino porque la plaza de televisores reducía enormemente la cantidad de hipotéticos receptores. La inexperiencia del personal en estas producciones fue suplida con una inclaudicable voluntad por tapar los agujeros que minuto a minuto fueron surgiendo.
Minutos antes del pitazo inicial del juez británico Robert Cross, Ernesto Veltri dio la bienvenida a la transmisión formal. Veltri era todo un personaje de esos años, y se había dedicado al relato deportivo previa incursión como cantante de tangos durante buena parte de la década del 40 bajo el nombre artístico de Néstor Del Campo. A su lado estaba el ya veterano Enzo Ardigó, un uruguayo símbolo del periodismo radial de todos los tiempos, aportando la claridad conceptual que lo distinguió por años en el comentario deportivo. 3 cámaras fueron dispuestas en la platea oficial del Gasómetro de Boedo. Una a la altura del círculo central y las dos restantes a ras del piso en línea a ambas áreas. Estaban conectadas al camión de exteriores que llevaba la señal a los receptores. Nicolás Del Boca (papá de la actriz Andrea Del Boca) fue el tipo más ocupado de la tarde. A su cargo estaba la función de asistente, pero un imprevisto del cameraman lo obligó a quedar al mando de uno de los aparatos. Su pánico e inexperiencia lo llevaron a distraerse un instante y así perderse de filmar el primer gol del partido, convertido por el Sanjuanino Maravilla.
La manija periodística de este hecho histórico hizo que no se hable de otra cosa más que del partido en los días previos. Unos 35 grados centígrados martillaban el Wembley Porteño ese domingo 18 de noviembre de 1951. Muchedumbres colmaban Avenida La Plata y Las Casas, pugnando por ser parte de las casi 60.000 personas que esperaban un partido anunciado como clave. El River de Minella debía ganar para igualar en la cima de la tabla al sorprendente Banfield que en esa 33ª fecha quedaba libre, pero se quedó apenas con un empate agridulce. Faltando 15 minutos para el cierre, luego de un penal dudoso de Oscar Basso a Ángel Labruna, Santiago Vernazza lo empató fusilando a Blazina con uno de sus habituales remates de derecha. Lo festejó sin coreografías para la cámara, apenas levantando la mano y volviendo al circulo central. No era de buen colega festejar un gol de penal.
Carrizo; Ramos y Soria; Yácono, Venini y Ferrari; Vernazza, Pizutti, Gómez, Labruna y Loustau vistieron la banda. Blazina; Martínez y Basso; Cívico, Zubieta y Fontana; Picot, Maravilla, Benavídez, Farro y Silva usaron la azulgrana. Se desconoce a ciencia cierta que cantidad de personas vivieron las incidencias del partido desde la TV. Se supone que existían en Buenos Aires en ese tiempo unos 1300 receptores, que eran en efecto, un artículo de super lujo, solo habitual en las casas de potentados o en algunos bares y restaurantes de alta clase. Una cosa es segura. Con mucho o poco rating, la televisión había llegado al fútbol para quedarse.
A los 15 minutos del primer tiempo, José Cristóbal Maravilla cabeceó al gol un centro de Ernesto Picot. Con Carrizo indefenso, al seguro trayecto del balón a la red se interpuso el volante de River Héctor Ferrari quién con una providencial chilena mandó la pelota afuera en la misma línea de sentencia. Hubo protestas y dudas que concluyeron finalmente 7 minutos después con la convalidación del tanto por parte del juez. El incidente quedó como una simple anécdota recordada por los pocos testigos vivos del evento. Imagínense esa jugada hoy en día, con 20 cámaras estratégicamente ubicadas, alimentando el show de polémicas, telebines y discusiones baratas a lo largo de toda una semana. Con periodistas pidiendo cortes de cabeza a árbitros y líneas por un margen de error de 5 centímetros. A nadie se le hubiera cruzado por la cabeza hace 60 años. La tecnología mejoró la vida de las personas, lamentablemente no pudo hacer mucho por el buen gusto de las mismas.
Hoy y siempre, televisión, política y fútbol se ayudaron y correspondieron cuando se necesitaron. Son hermanos de sangre, hijos de la misma pasión popular que los ha trascendido. No fue de extrañar entonces que luego de Perón y Evita, la segunda transmisión importante en nuestro país haya sido un cotejo de Primera División. Hasta entonces, el fútbol en la caja mágica solo existía en los memorables reportes de Sucesos Argentinos, que mostraba de a puchitos el match mas importante de la semana. Todo cambió de pronto, y allí estaba River, como también lo estaría casi 40 años luego, cuando la AFA inauguró ese fabuloso negocio llamado Televisión Codificada.
El alma mater de la criatura fue Jaime Yankilevick, un inmigrante búlgaro llegado al país en los años 20. De su cabeza salieron las primeras ideas que alentaron la aventura de la TV en Argentina. Fue él quien trajo los equipos desde Estados Unidos con los que se montaron las primeras transmisiones. El desafío asomaba quijotesco, no solo por la dificultad propia de un evento en vivo, sino porque la plaza de televisores reducía enormemente la cantidad de hipotéticos receptores. La inexperiencia del personal en estas producciones fue suplida con una inclaudicable voluntad por tapar los agujeros que minuto a minuto fueron surgiendo.
Minutos antes del pitazo inicial del juez británico Robert Cross, Ernesto Veltri dio la bienvenida a la transmisión formal. Veltri era todo un personaje de esos años, y se había dedicado al relato deportivo previa incursión como cantante de tangos durante buena parte de la década del 40 bajo el nombre artístico de Néstor Del Campo. A su lado estaba el ya veterano Enzo Ardigó, un uruguayo símbolo del periodismo radial de todos los tiempos, aportando la claridad conceptual que lo distinguió por años en el comentario deportivo. 3 cámaras fueron dispuestas en la platea oficial del Gasómetro de Boedo. Una a la altura del círculo central y las dos restantes a ras del piso en línea a ambas áreas. Estaban conectadas al camión de exteriores que llevaba la señal a los receptores. Nicolás Del Boca (papá de la actriz Andrea Del Boca) fue el tipo más ocupado de la tarde. A su cargo estaba la función de asistente, pero un imprevisto del cameraman lo obligó a quedar al mando de uno de los aparatos. Su pánico e inexperiencia lo llevaron a distraerse un instante y así perderse de filmar el primer gol del partido, convertido por el Sanjuanino Maravilla.
La manija periodística de este hecho histórico hizo que no se hable de otra cosa más que del partido en los días previos. Unos 35 grados centígrados martillaban el Wembley Porteño ese domingo 18 de noviembre de 1951. Muchedumbres colmaban Avenida La Plata y Las Casas, pugnando por ser parte de las casi 60.000 personas que esperaban un partido anunciado como clave. El River de Minella debía ganar para igualar en la cima de la tabla al sorprendente Banfield que en esa 33ª fecha quedaba libre, pero se quedó apenas con un empate agridulce. Faltando 15 minutos para el cierre, luego de un penal dudoso de Oscar Basso a Ángel Labruna, Santiago Vernazza lo empató fusilando a Blazina con uno de sus habituales remates de derecha. Lo festejó sin coreografías para la cámara, apenas levantando la mano y volviendo al circulo central. No era de buen colega festejar un gol de penal.
Carrizo; Ramos y Soria; Yácono, Venini y Ferrari; Vernazza, Pizutti, Gómez, Labruna y Loustau vistieron la banda. Blazina; Martínez y Basso; Cívico, Zubieta y Fontana; Picot, Maravilla, Benavídez, Farro y Silva usaron la azulgrana. Se desconoce a ciencia cierta que cantidad de personas vivieron las incidencias del partido desde la TV. Se supone que existían en Buenos Aires en ese tiempo unos 1300 receptores, que eran en efecto, un artículo de super lujo, solo habitual en las casas de potentados o en algunos bares y restaurantes de alta clase. Una cosa es segura. Con mucho o poco rating, la televisión había llegado al fútbol para quedarse.
A los 15 minutos del primer tiempo, José Cristóbal Maravilla cabeceó al gol un centro de Ernesto Picot. Con Carrizo indefenso, al seguro trayecto del balón a la red se interpuso el volante de River Héctor Ferrari quién con una providencial chilena mandó la pelota afuera en la misma línea de sentencia. Hubo protestas y dudas que concluyeron finalmente 7 minutos después con la convalidación del tanto por parte del juez. El incidente quedó como una simple anécdota recordada por los pocos testigos vivos del evento. Imagínense esa jugada hoy en día, con 20 cámaras estratégicamente ubicadas, alimentando el show de polémicas, telebines y discusiones baratas a lo largo de toda una semana. Con periodistas pidiendo cortes de cabeza a árbitros y líneas por un margen de error de 5 centímetros. A nadie se le hubiera cruzado por la cabeza hace 60 años. La tecnología mejoró la vida de las personas, lamentablemente no pudo hacer mucho por el buen gusto de las mismas.
9 comentarios:
Excelente recuerdo , ese partido termino con las aspiraciones de River en el torneo de 1951 , ya que quedo tercero a un punto de Banfield y racing, que definirian el torneo. El primer gol televisado fue el de Vernazza , pues como bien se señala en la excelente reseña el gol del sanjuanino maravilla de CASLA no fue tomado pro las camaras. Y seguramente muy pocos vieron el partido por tv ya q no se habia masificado su uso solo en vidriera de la calle florida y en elgun q otro hogar. Fue el primero de millones de goles televisados , lastima que negligentemente no hay registros de esa transmision hsitorica como de tantas otras hasta entrados los setenta.
Que buen recuerdo Adrian. Que coincidencia en TV ABIERTA - FUTBOL PARA TODOS - EVITA - CRISTINA - PERON - NK . Evidentemente no hemos evolucionado mucho .
sea más claro con respecto a su última expresión ,soy de ríver,no quiero polemizar acá,si entramos en esa terminamos como en otros blogs,mal..
Cual ultima expresión, anonimo?. La del post, sobre el buen gusto?. O la de Marcelo en su comentario.
Respondo por las dudas. Está claro la depresiación de la calidad de nuestra prensa deportiva, directamente proporcional a las horas de cosumo de deporte. Salvo honrosas excepciones, se habla poco de futbol y mucho del puterio. A mi eso no me gusta.
Si lo dice por la expresión de Marcelo. Todo bien. Todos tenemos una visión de las cosas. Nos guste o no. Se puede discrepar y polemizar siempre con respeto.
Evita quería campeón a Banfield y Cereijo,Ministro de Hacienda, a Racing, mientras tanto, River quedó al margen por 1 punto, pero pegó el envión para campeonar , salvo el 54,dese el 52 al 57.
Buen recuerdo.
HOLA , SOY HIJO DE HECTOR FERRARI,QUIEN RECHAZA LA PELOTA DE CHILENA, VIVIMOS EN MEXICO, MI PADRE TENIA O TIENE UNA FOTO DE ESA JUGADA EN REALIDAD PARECE QUE NO ENTRA PELOTA , LA BUSCARE Y SI LA ENCUENTRO SE LAS ENVIO CON GUSTO GRACIAS.
Buenos días.
Mi nombre es Roberto Enzo Ardigó, hijo de Enzo.
El artículo está muy bueno pero le recuerdo a su autor que mi padre no era uruguayo.
Su lugar de nacimiento fue Cañada de Gomez, provincia de Santa Fe.
Gracias por su atención.,
Buenos días.
Mi nombre es Roberto Enzo Ardigó, hijo de Enzo.
El artículo está muy bueno pero le recuerdo a su autor que mi padre no era uruguayo.
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