sábado, 10 de enero de 2009

¿NUESTRO BARACK OBAMA?


Puede ser este el vaticinio de un cambió histórico en la vida de River Plate. Si todo se da tal lo planeado, apelando a la lógica y a una lectura fugaz por la manera de pensar hoy del socio de River. Daniel Alberto Passarella reemplazará a José María Aguilar en la presidencia del Club cuando culmine 2009. El gran salto en cuestión, que desde hace algunos días atrás, se anuncia en algunos afiches en la ciudad de Buenos Aires.
El Kaiser está mas allá del bien y del mal, en el patio de los ídolos legendarios de River. Pero nunca Passarella ha elegido descansar plácidamente el los colchones del reconocimiento. Es un hombre de grandes desafíos. Por naturaleza, y por aquello de “el gran capitán”, que lo obliga a no echarse atrás ante dificultades importantes. Por eso resignó varias veces su altura de prócer para mezclarse en el arduo lodo del día a día, sometido a las pasiones cotidianas de la insalubre tarea de entrenador. Ganó. Perdió. Se fue. Volvió. Pero siempre siguió estando. Arrancando amores y odios. Siempre marcando una línea de conducta imposible de no reconocer. Esa línea y esa identificación, podrán llevarlo de la mano a la única silla que no ha ocupado aún en Núñez. La de Presidente.
Passarella manejó muy bien las ganancias de su época de jugador. Invirtió y ganó en actividades extrafutbolísticas. Ese roce empresarial lo rodeó de personajes influyentes con los que ha contado (en forma peligrosa y discutida) en su tiempo como Director Técnico, y que lo apadrinan en esta patriada. Esa relación gris con cierto establishment empresarial (recordar el famoso caso del yate), es su talón de Aquiles. Cómo no sospechar de negociados cuando en su época de entrenador se lo vinculó como propietario de pases de jugadores, y él mismo, en algún momento, confesó haber puesto dinero para abonar sueldos.
Su aparente rectitud en el cumplimiento del reglamento, seduce a todos los que estamos cansados de los delincuentes a sueldo que comandan la Barra Brava. River necesita paz. Cómo no depositar esperanzas de saneamiento y honestidad en un tipo que llegó a enfrentarse cara a cara con un barra con un cuchillo en la mano (aquella pelea con Sandokán, en una pretemporada en Mar Chiquita en 1993).
Mas allá de cómo le vaya al término de su gestión, Barack Obama logró inyectar en el pueblo norteamericano el elemento fundamental para iniciar la construcción de un sueño: La esperanza. River necesita eso, y Passarella parece ser el hombre indicado. El tiempo dirá. Por ahora es solo un sueño a concretar, y está tomando impulso.

2 comentarios:

Martín Sachella dijo...

Me gusta mas la idea del Beto Alonso acompañado de gente que conozca sobre negocios y esas cosas

Saludos

RaMonStones dijo...

la esperanza

ojala sea así

sabes algo de Mosquera?
por aki se rumorea q se va a river??

saludos desde sevilla!!!!