Pido anticipadas disculpas por los ejemplos elegidos. Pero está claro que en los Simpson, Maggie no pesa lo mismo que Homero, o en los Stones, Charlie Watts que Keith Richards, o en la Revolución Cubana, Camilo Cienfuegos que Fidel Castro. La historia es selectiva, y si bien para ella todos somos iguales en el recuerdo, algunos, son mas iguales que otros.
Como una fórmula química, la delantera de La Máquina sale de un solo tirón. Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustau. El Charro era el dandy, Labruna el ídolo del gol, Don Adolfo el estratega frío, Chaplín era una perla extraña, y Muñoz era el silencio, la timidez. Tal vez por eso, las citas hacia el inmenso talento de Muñoz no abunden mas allá del reconocimiento conjunto por la delantera que ayudó a construir.
Juan Carlos Muñoz nació en Avellaneda, allí vive hoy a los 89 años. Hizo las inferiores en Independiente, pero en la cuarta fue dejado libre. Tras un breve paso por Dock Sud, Antonio Liberti lo arrimó para el lado del Río de La Plata. Una circunstancia fortuita (una huelga del plantel profesional en solidaridad por una suspensión de José Manuel Moreno) hizo que Muñoz apareciera en la primera en el año 1939. De todas formas no fue hasta 1941 que se estableció definitivamente en primera.
Muñoz era extremadamente hábil. gambeteaba en una baldosa, su desborde era un rayo, el centro milimétrico, el pase justo. Labruna y Moreno se cansaron de convertir gracias a sus asistencias. Su estilo tuvo herederos en Corbatta, Rojitas, Houseman, el Negro Ortíz y el mellizo Guillermo.
Fue titular indiscutido hasta 1947 cuando la dirigencia trajo a Hugo Reyes para jugar por la banda derecha. Ese fue año de campeonato, pero Muñoz no jugó un solo partido. A la temporada siguiente volvió como en sus mejores tiempos y nadie le sacó el puesto hasta su despedida en el último partido del campeonato de 1950. Fue en el Monumental, el 26 de noviembre ante Platense. Muñoz cerró su campaña con un gol a los 30 minutos del segundo tiempo. River lo cambió por Santiago Vernazza a Platense. Allí jugó dos temporadas más, hasta su retiro.
Mas allá de las revoluciones por minuto, los caballos de fuerza, la velocidad, o la autonomía, hay algo fundamental en la constitución de los motores que pasa por el sentido colectivo de su funcionamiento. Ningún mecanismo funcionaría al 100 % si alguna de sus partes no está a la altura de las circunstancias. Juan Carlos Muñoz, engranaje mayúsculo en el motor de esa revolución futbolística llamada La Maquina. Allí está, como un vivo testimonio de nuestra mejor historia.
2 comentarios:
cuando vamos a volver a tener un jugador que por lo menos le llegue a los talones a esos que nombraste?
encima ahora buscamos a fabbiani como si fuera nuestro salvador
gracias por recordarnos a nuestros ídolos. Me gusta el título por la justeza que tiene.
SAludos
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