Elija la que más le guste. Hay imágenes como para hacer una película. Cavenaghi y el Chori encabezando la fila bajo la lluvia la noche del debut. Los 10.000 clandestinos en las tribunas de Mendoza. La hinchada de Merlo gritando “vo’ so’ de la beee”, el conmovedor marco del Kempes ante Instituto, cualquiera de las puebladas en Jujuy, Corrientes o Puerto Madryn. Alguna tapa del diario Muy, cualquiera de los festejos de Cavenaghi. En fin. Pasaron apenas 6 meses hundidos en pantano espeso del ascenso. Pareciera que fuese toda una vida.
River supo desde el inicio mismo que la B no sería un desfile de carrozas. Lo comprobó incluso luego de un arranque furioso a plena victoria. La esencia de este torneo es otra y ella se corporizó lentamente sobre un millonario que fue dejándose enredar en la telaraña de equipos que esperaron décadas la oportunidad de tenerlo enfrente. Si ante Chacarita, Independiente Rivadavia y Desamparados los éxitos habían sido sobrios y contundentes, bastó el primer contratiempo (empate shock de Quilmes sobre la hora) para que la verdad salga a la luz. Adversarios curtidos, entrenadores estudiosos y experimentados, jugadores pillos, esquemas complicados de descifrar. Poco espacio. Mucha pierna. Demasiada presión.
Los juegos contra Defensa y Justicia, Deportivo Merlo, Ferro y Gimnasia (ganado por una inspiración de Funes Mori tras un penal detenido por Chichizola) profundizaron la incertidumbre al comprobar que River no solo era maniatable con cierto orden, sino que también absolutamente fácil de vulnerar en la contra. Pero fue allí, en la etapa más turbia de este semestre, cuando el equipo dio una muestra de lo que puede valer si logra armonizar sus individualidades. 7 goles a Atlanta, virada ante Huracán, goleadas en Jujuy y en Puerto Madryn, comprobaron la diferencia de jerarquía entre nuestra pantilla y los demás.
Pero lamentablemente River careció de consistencia y golpe de KO para hacer un colchón de puntos tranquilizante. Fue inconstante porque defeccionó en casa tras buenos partidos afuera, cayendo ante Aldosivi (tarde negra), Atlético Tucumán (suicidio de contra en los primeros 20) y Boca Unidos (aún inexplicable). Lo de la piña liviana se evidenció sobre todo frente a los adversarios mas serios en la carrera por el ascenso. River perdonó a Instituto y Central luego de trámites muy favorables acordando empates que debieron ser victorias. 6 puntos allí hubiesen sido determinantes.
El fútbol de River prometió más de lo que cumplió. Almeyda le imprimió una tónica renovada a lo que fueron los patéticos espasmos finales de la era JJ. Trató de ser River en su esencia de ir al ataque, con gente, con ímpetu, con ambición, con desaires defensivos, con hambre. A veces se quedó en el intento por sus propias falencias y presiones, y porque -además- siempre tuvo enfrente un adversario motivado hasta las muelas. Tuvo en Cavenaghi y Domínguez sus estandartes. Cuando ellos sintonizaron la misma frecuencia la diferencia fue evidente. Al Torito le costó tres partidos encontrar el ritmo, pero bastaron dos definiciones con su sello para retomar como si nada aquella senda de goles interrumpida en 2004. El Chori encandiló desde el principio y a muchos sorprendió la nueva cara de su juego adquirida en Europa, más al servicio del equipo y menos del lucimiento personal. Como fuese, River, con su gambeta filosa y su toque distinto, sonó infinitamente mejor con él en cancha.
Ambos tuvieron buenos pero intermitentes laderos. Carlos Sánchez fue un enérgico motor por la banda derecha, a veces pasado de revoluciones. Martín Aguirre revitalizó momentos con su aptitud para el juego y la lucha. Tuvo partidos impecables y otros en los que desapareció misteriosamente. Ezequiel Cirgliano se ganó la titularidad tras las fallidas opciones de Domingo y Ledesma, su máxima virtud fue el simple y contundente argumento de entregarle siempre la pelota a un compañero. El Flaco Ocampos irrumpió de la nada a plena zancada larga, osadía, llegada al gol, e inmadurez evidente a las que hay que saber pulir y esperar.
El resto mayormente navegó en la medianía. Sobre todo una defensa inestable y dubitativa a la cual no hubo dupla central que le venga bien. Ni Alayes – Maidana, ni Ferrero – Maidana (a simple vista la mas sobria de todas), ni Maidana – Funes Mori, Ni Maidana – Román dieron síntomas de solidez. Por los laterales Abecasis fue una segura opción de salida limpia y Juan Manuel Díaz un llamativo camino de gol en el juego aéreo. Ambos cumplieron. Sus opciones del banco –Vella y Arano- tuvieron sus chances pero no mostraron mucho como para hacer méritos de titularidad. Esa flojera defensiva expuso por demás a un arquero que respondió en líneas generales. Chichizola es todavía un arquero a medio hacer. Algunas atajadas suyas ganaron un par de puntos para la causa (Gimnasia, Ferro, Huracán) aunque su única macana grossa (el gol de Núñez en Corrientes) cayó en el momento mas inoportuno del semestre. Mostró una enorme personalidad para soportar el tremendo peso del arco del más grande en su hora más complicada.
Pero lo que pasó dentro de la cancha es apenas una cabeza de este enorme monstruo que pretende despertarse. Afuera, en las tribunas, en la calle, en el país, River no paró de sorprender y emocionar. Si los últimos años de desgracias permitieron el regreso a los primeros planos del “River pueblo”, esta experiencia histórica ha potenciado eventos conmovedores. 10.000 hinchas ilegales en el Malvinas Argentinas ante Independiente Rivadavia. 20.000 ante Merlo en Avellaneda. 45.000 en el Mario Kempes frente ante Instituto. 40.000 ante Tucumán, Central y Patronato. Conmociones internas en las visitas a Jujuy y Corrientes. Un acontecimiento provincial ante Guillermo Brown de Puerto Madryn. Liderazgo en los rating televisivos cada fin de semana. Pole position en la tabla de venta de entradas de todas las categorías. Muchos opinaron que River se a “racingizado” pero es un error. River no puede parecerce a Racing por la sencilla razón de que River es infinitamente más grande que Racing. Es acaso esta una nueva forma de grandeza. Alguien llamó revolución a todo lo que está ocurriendo. En verdad es ésta la palabra que más se acerca a la descripción de una realidad que no tiene explicaciones terrenales.
River ha hecho de tripas corazón en un semestre durísimo para el orgullo. Ha soportado cargadas humillantes, ha tragado saliva ante la forreada continua, ha rumiado broncas contenidas, ha dejado pasar boludeos gratuitos, ha visto su gloria mancillada por ignorantes a sueldo. Lo que se explica bajo el nombre del folclore, vaya y pase. Pero el fogoneo muchas veces provino de aquellos sectores que en silencio urdieron nuestra caída, con artilugios a los que su origen tan burdo, terminaba por destruir. Las tapas del diario Muy inventando festicholas “justo” después de malos partidos, las chicanas cómplices supuestamente graciosas de ciertas caras visibles de grandes medios, marchan a la cabeza de una tortura soportablemente molesta, generada de nuestra propia incapacidad y a la que solo redime la certeza de saber que tarde o temprano habrá revancha.
A mitad de camino en esta ruta neblinosa, buscando la forma en este compás de espera. Se escuchan ladridos en inequívoca señal de cabalgata. Parece (ojalá) que vamos bien. Seguro podríamos ir mejor.
River supo desde el inicio mismo que la B no sería un desfile de carrozas. Lo comprobó incluso luego de un arranque furioso a plena victoria. La esencia de este torneo es otra y ella se corporizó lentamente sobre un millonario que fue dejándose enredar en la telaraña de equipos que esperaron décadas la oportunidad de tenerlo enfrente. Si ante Chacarita, Independiente Rivadavia y Desamparados los éxitos habían sido sobrios y contundentes, bastó el primer contratiempo (empate shock de Quilmes sobre la hora) para que la verdad salga a la luz. Adversarios curtidos, entrenadores estudiosos y experimentados, jugadores pillos, esquemas complicados de descifrar. Poco espacio. Mucha pierna. Demasiada presión.
Los juegos contra Defensa y Justicia, Deportivo Merlo, Ferro y Gimnasia (ganado por una inspiración de Funes Mori tras un penal detenido por Chichizola) profundizaron la incertidumbre al comprobar que River no solo era maniatable con cierto orden, sino que también absolutamente fácil de vulnerar en la contra. Pero fue allí, en la etapa más turbia de este semestre, cuando el equipo dio una muestra de lo que puede valer si logra armonizar sus individualidades. 7 goles a Atlanta, virada ante Huracán, goleadas en Jujuy y en Puerto Madryn, comprobaron la diferencia de jerarquía entre nuestra pantilla y los demás.
Pero lamentablemente River careció de consistencia y golpe de KO para hacer un colchón de puntos tranquilizante. Fue inconstante porque defeccionó en casa tras buenos partidos afuera, cayendo ante Aldosivi (tarde negra), Atlético Tucumán (suicidio de contra en los primeros 20) y Boca Unidos (aún inexplicable). Lo de la piña liviana se evidenció sobre todo frente a los adversarios mas serios en la carrera por el ascenso. River perdonó a Instituto y Central luego de trámites muy favorables acordando empates que debieron ser victorias. 6 puntos allí hubiesen sido determinantes.
El fútbol de River prometió más de lo que cumplió. Almeyda le imprimió una tónica renovada a lo que fueron los patéticos espasmos finales de la era JJ. Trató de ser River en su esencia de ir al ataque, con gente, con ímpetu, con ambición, con desaires defensivos, con hambre. A veces se quedó en el intento por sus propias falencias y presiones, y porque -además- siempre tuvo enfrente un adversario motivado hasta las muelas. Tuvo en Cavenaghi y Domínguez sus estandartes. Cuando ellos sintonizaron la misma frecuencia la diferencia fue evidente. Al Torito le costó tres partidos encontrar el ritmo, pero bastaron dos definiciones con su sello para retomar como si nada aquella senda de goles interrumpida en 2004. El Chori encandiló desde el principio y a muchos sorprendió la nueva cara de su juego adquirida en Europa, más al servicio del equipo y menos del lucimiento personal. Como fuese, River, con su gambeta filosa y su toque distinto, sonó infinitamente mejor con él en cancha.
Ambos tuvieron buenos pero intermitentes laderos. Carlos Sánchez fue un enérgico motor por la banda derecha, a veces pasado de revoluciones. Martín Aguirre revitalizó momentos con su aptitud para el juego y la lucha. Tuvo partidos impecables y otros en los que desapareció misteriosamente. Ezequiel Cirgliano se ganó la titularidad tras las fallidas opciones de Domingo y Ledesma, su máxima virtud fue el simple y contundente argumento de entregarle siempre la pelota a un compañero. El Flaco Ocampos irrumpió de la nada a plena zancada larga, osadía, llegada al gol, e inmadurez evidente a las que hay que saber pulir y esperar.
El resto mayormente navegó en la medianía. Sobre todo una defensa inestable y dubitativa a la cual no hubo dupla central que le venga bien. Ni Alayes – Maidana, ni Ferrero – Maidana (a simple vista la mas sobria de todas), ni Maidana – Funes Mori, Ni Maidana – Román dieron síntomas de solidez. Por los laterales Abecasis fue una segura opción de salida limpia y Juan Manuel Díaz un llamativo camino de gol en el juego aéreo. Ambos cumplieron. Sus opciones del banco –Vella y Arano- tuvieron sus chances pero no mostraron mucho como para hacer méritos de titularidad. Esa flojera defensiva expuso por demás a un arquero que respondió en líneas generales. Chichizola es todavía un arquero a medio hacer. Algunas atajadas suyas ganaron un par de puntos para la causa (Gimnasia, Ferro, Huracán) aunque su única macana grossa (el gol de Núñez en Corrientes) cayó en el momento mas inoportuno del semestre. Mostró una enorme personalidad para soportar el tremendo peso del arco del más grande en su hora más complicada.
Pero lo que pasó dentro de la cancha es apenas una cabeza de este enorme monstruo que pretende despertarse. Afuera, en las tribunas, en la calle, en el país, River no paró de sorprender y emocionar. Si los últimos años de desgracias permitieron el regreso a los primeros planos del “River pueblo”, esta experiencia histórica ha potenciado eventos conmovedores. 10.000 hinchas ilegales en el Malvinas Argentinas ante Independiente Rivadavia. 20.000 ante Merlo en Avellaneda. 45.000 en el Mario Kempes frente ante Instituto. 40.000 ante Tucumán, Central y Patronato. Conmociones internas en las visitas a Jujuy y Corrientes. Un acontecimiento provincial ante Guillermo Brown de Puerto Madryn. Liderazgo en los rating televisivos cada fin de semana. Pole position en la tabla de venta de entradas de todas las categorías. Muchos opinaron que River se a “racingizado” pero es un error. River no puede parecerce a Racing por la sencilla razón de que River es infinitamente más grande que Racing. Es acaso esta una nueva forma de grandeza. Alguien llamó revolución a todo lo que está ocurriendo. En verdad es ésta la palabra que más se acerca a la descripción de una realidad que no tiene explicaciones terrenales.
River ha hecho de tripas corazón en un semestre durísimo para el orgullo. Ha soportado cargadas humillantes, ha tragado saliva ante la forreada continua, ha rumiado broncas contenidas, ha dejado pasar boludeos gratuitos, ha visto su gloria mancillada por ignorantes a sueldo. Lo que se explica bajo el nombre del folclore, vaya y pase. Pero el fogoneo muchas veces provino de aquellos sectores que en silencio urdieron nuestra caída, con artilugios a los que su origen tan burdo, terminaba por destruir. Las tapas del diario Muy inventando festicholas “justo” después de malos partidos, las chicanas cómplices supuestamente graciosas de ciertas caras visibles de grandes medios, marchan a la cabeza de una tortura soportablemente molesta, generada de nuestra propia incapacidad y a la que solo redime la certeza de saber que tarde o temprano habrá revancha.
A mitad de camino en esta ruta neblinosa, buscando la forma en este compás de espera. Se escuchan ladridos en inequívoca señal de cabalgata. Parece (ojalá) que vamos bien. Seguro podríamos ir mejor.
8 comentarios:
Sos un grande Dalmassito, me saco el sombrero (?) ante tu posteo.
Creo que el principal problema del equipo en esta primera rueda ha sido no tener el temple para asumir su condición de grande.
Este torneo se parece más a la A de antaño que lo que se esperaba de la B: malas canchas, pierna fuerte, fricción.
River jugó en canchas chicas y grandes con los mismos problemas: abrir la cancha, tener paciencia para enhebrar el juego y definirlo.
Eso es lo que le falta. La discusión es por qué.
Creo que hay falta de calidad en algunos casos, de rodaje en otros. La cuestión es ver si en la segunda rueda la mayor experiencia de jugar juntos y con un esquema definido permite que el equipo juegue mejor. Ahí otra vez juega también qué pueda hacer el cuerpo técnico.
No dejo de pensar en lo que le leí a Perfumo el otro día: la segunda rueda será peor (más presión) y no hay peor decepción que no ascender rápido. Nos queda mucho sufrimiento, eso es lo único seguro.
Estamos a mitad de camino, y vamos a seguir cortando clavos con la muelas, no tengan dudas.
Me preocupa el tema defensa, si se va Maidana, quedamos con una par de pibes de 20, y necesitamos alguna vos de mando atrás, con oficio.
¡¡¡Abrazos¡¡¡
Importante, leer:
http://el-blog-del-hincha-de-boca.blogspot.com/2011/12/no-mientas-mas-forrinella.html
Dalmassito, coincido en casi todo.
Las únicas dos cosas que quiero agregar.
Una, que no nos ensañemos con los diarios amarillistas. Una cosa es inventar fiestas, otra modificarles la fecha. Las dos denuncias del pasquín ese responden respectivamente a esas opciones. Pero yo creo que más daño hacen medios como Ol#, con mentiras y ocultamientos más graves aún, y encima de un medio que se pretende serio.
La segunda, a mí sí me preocupa la racinguización de River. Quizá en unos años retomemos la senda que no debimos abandonar jamás y todo sea un recuerdo, pero me asusta hinchas que festejan más un revoleo a la tribuna de un central que una doble pared en tres cuartos de cancha. Me joden los “hinchas de su hinchada” como decía Copani. Eso no quita que me gusta y emociona ver lo que River genera, pero no mezclemos eso con la (creo yo) evidente estupidización de los hinchas.
Del resto, insisto, coincido con el posteo plenamente.
After getting more than 10000 visitors/day to my website I thought your riverlujoypueblo.blogspot.com website also need unstoppable flow of traffic...
Use this BRAND NEW software and get all the traffic for your website you will ever need ...
= = > > http://get-massive-autopilot-traffic.com
In testing phase it generated 867,981 visitors and $540,340.
Then another $86,299.13 in 90 days to be exact. That's $958.88 a
day!!
And all it took was 10 minutes to set up and run.
But how does it work??
You just configure the system, click the mouse button a few
times, activate the software, copy and paste a few links and
you're done!!
Click the link BELOW as you're about to witness a software that
could be a MAJOR turning point to your success.
= = > > http://get-massive-autopilot-traffic.com
a bathing ape
bape hoodie
palm angels t shirt
palm angels outlet
hermes bag outlet
hermes bags
palm angels hoodie
jordans shoes
bape outlet
kyrie shoes
Publicar un comentario