Camiseta roja arremangada, pantalones rojos, medias blancas. Ramón Miguel Centurión le estrechó la mano a un adversario, se secó la transpiración de la frente y levantó los brazos en saludo de despedida. Tibios aplausos bajaban desde las tribunas cubiertas en forma discreta. Habrá descendido los escalones del túnel comentando el partido, satisfecho por la victoria. Alguien le habrá avisado “Te tocó el antidoping”, y se habrá ofuscado apenas, más por la molestia de ese trámite engorroso que le demoraría más de la cuenta la ducha reparadora y el encuentro con los suyos. Se habrá ido del Monumental escuchando algún grito de ánimo y algún pedido de autógrafo. Jamás se le habrá cruzado por la cabeza que nada mas en su carrera volvería a ser igual.
El 24 de agosto de 1986 River Plate le ganó a Temperley 3-1 (2 de Alonso y Ruggeri) por la 7ª fecha de la Temporada 1986/87. Días más tarde, una bomba surgida en el seno de AFA explotó en Núñez. Ramón Centurión había dado positivo de altas dosis de metanfetamina en su control antidoping. La suspensión que le cabría sería de un año sin jugar. El tiempo fue poblando de enigmas un caso que dejó para toda la historia al goleador sucio como una papa. No debe ser lindo que todo el mundo te llame falopero, sobre todo si uno se considera inocente. Tal vez por eso, y con las ataduras de la propia censura aflojadas por los años, es que Ramón se animó a confesar su verdad. Aquella que dice que a la droga se la pusieron, y quién lo hizo fue un compañero de plantel.
Centurión jamás confesó oficialmente –y tal vez nunca lo haga- el nombre del compañero en cuestión, pero nadie duda que hace referencia a Juan Gilberto Funes. Todos los argumentos deslizados en entrevistas son vagos, incomprobables y agarrados de los pelos. Darlos por cierto es cuanto menos irresponsable, sobre todo por la ausencia física de uno de los involucrados.
Las siguientes son algunas frases proferidas por el santafesino referidas a la cuestión: “Por respeto a la familia no doy el nombre, pero a mi me cagó un compañero que tenía que jugar”. “Yo fui al doping con Alzamendi, ¿Te pensás que si no estaba limpio hubiera ido?, si por no presentarte al control de daban 4 partidos”. “Nadie cambió los frascos ¿Qué pasó?, y… Cuando termina el primer tiempo, a vos te tiran una botella con agua y la agarrás. ¿Qué sabés si el tipo no le había puesto algo al agua? Concentrábamos en River, no en un hotel. ¿Qué sabés si no me puso algo en el agua del mate? Me quiso cagar y lo logró”. “Yo siempre tuve mis sospechas, pero me terminó de cerrar todo el día que escuche algo que se le escapó al Tolo Gallego”.
Según Centurión, Gallego leía un diario cuando se anotició del doping positivo del uruguayo Diego Aguirre, que era compañero del Búfalo en Olympiakos de Grecia. Al saberlo exclamó sin percatarse de la presencia de Centurión: “!Que hijo de puta¡. Debe haber sido … (Funes) otra vez”.
Centurión había arribado a River a principios de 1986. Llegaba de Boca donde había tenido muchos líos con la barra brava. Se acopló rápido a un club con otro estilo e idiosincrasia. La venta de Francescoli le reportó muchos minutos en cancha, que fueron recompensados con goles y buen juego en la Copa ganada en el 86. Era un delantero difícil de clasificar. Tenía habilidad, tenía carácter, repentizaba, era dúctil pero a la vez potente, fuerte de arriba y con buen olfato. Su lugar en el equipo no tuvo discusión hasta la llegada de Funes para la fase final de la Libertadores. El puntano entró con el pié derecho y sus goles en las finales ante América de Cali lo afirmaron como titular e ídolo. Sin embargo tenía en Centurión un competidor fuerte para el puesto. Pasó a Grecia en 1987. Mas tarde volvió a Vélez Sarsfield y estuvo coqueteando con Boca Juniors cuando le detectaron una anomalía cardíaca que lo retiró del fútbol y le quitó la vida en 1992.
El affaire del doping sucedió en la previa del arranque del triangular de la segunda fase de la Copa. Centurión fue suspendido en el torneo local, pero pudo continuar actuando en la Libertadores. Debido a esto, viajó a Japón para preparar el cotejo ante Steaua de Bucarest. Allí le comunicaron que también quedaba descartado para el choque final. Esa fue una de las jornadas mas felices en la historia de River, solo una persona no estaba del todo contenta ese mediodía de Tokio. Ese era Ramón Centurión. Luego del parate volvió e incluso conquistó algunos goles importantes (el 2-1 a Boca en la final de la Liguilla de 1989), pero cargaba sobre sus hombros un peso difícil de soportar. Pasó por Estudiantes de La Plata y se retiró en el club que lo vio nacer. Unión de Santa Fe.
Los argumentos de Centurión podrán o no parecer disparatados. En todo este meollo es bueno consignar un par de datos de la realidad, que en el análisis de los acontecimientos pueden tener una gran trascendencia: Juan Gilberto Funes no jugó esa tarde ante Temperley. Es más, Funes ni siquiera había debutado en River Plate cuando el hecho ocurrió. Lo hizo 27 días después, el 21 de Septiembre, ante Independiente por el torneo local. 4 partidos fue Funes suplente de Centurión en la Copa, recién le quitó el puesto en el famoso desempate ante Argentinos en cancha de Vélez.
El 24 de agosto de 1986 River Plate le ganó a Temperley 3-1 (2 de Alonso y Ruggeri) por la 7ª fecha de la Temporada 1986/87. Días más tarde, una bomba surgida en el seno de AFA explotó en Núñez. Ramón Centurión había dado positivo de altas dosis de metanfetamina en su control antidoping. La suspensión que le cabría sería de un año sin jugar. El tiempo fue poblando de enigmas un caso que dejó para toda la historia al goleador sucio como una papa. No debe ser lindo que todo el mundo te llame falopero, sobre todo si uno se considera inocente. Tal vez por eso, y con las ataduras de la propia censura aflojadas por los años, es que Ramón se animó a confesar su verdad. Aquella que dice que a la droga se la pusieron, y quién lo hizo fue un compañero de plantel.
Centurión jamás confesó oficialmente –y tal vez nunca lo haga- el nombre del compañero en cuestión, pero nadie duda que hace referencia a Juan Gilberto Funes. Todos los argumentos deslizados en entrevistas son vagos, incomprobables y agarrados de los pelos. Darlos por cierto es cuanto menos irresponsable, sobre todo por la ausencia física de uno de los involucrados.
Las siguientes son algunas frases proferidas por el santafesino referidas a la cuestión: “Por respeto a la familia no doy el nombre, pero a mi me cagó un compañero que tenía que jugar”. “Yo fui al doping con Alzamendi, ¿Te pensás que si no estaba limpio hubiera ido?, si por no presentarte al control de daban 4 partidos”. “Nadie cambió los frascos ¿Qué pasó?, y… Cuando termina el primer tiempo, a vos te tiran una botella con agua y la agarrás. ¿Qué sabés si el tipo no le había puesto algo al agua? Concentrábamos en River, no en un hotel. ¿Qué sabés si no me puso algo en el agua del mate? Me quiso cagar y lo logró”. “Yo siempre tuve mis sospechas, pero me terminó de cerrar todo el día que escuche algo que se le escapó al Tolo Gallego”.
Según Centurión, Gallego leía un diario cuando se anotició del doping positivo del uruguayo Diego Aguirre, que era compañero del Búfalo en Olympiakos de Grecia. Al saberlo exclamó sin percatarse de la presencia de Centurión: “!Que hijo de puta¡. Debe haber sido … (Funes) otra vez”.
Centurión había arribado a River a principios de 1986. Llegaba de Boca donde había tenido muchos líos con la barra brava. Se acopló rápido a un club con otro estilo e idiosincrasia. La venta de Francescoli le reportó muchos minutos en cancha, que fueron recompensados con goles y buen juego en la Copa ganada en el 86. Era un delantero difícil de clasificar. Tenía habilidad, tenía carácter, repentizaba, era dúctil pero a la vez potente, fuerte de arriba y con buen olfato. Su lugar en el equipo no tuvo discusión hasta la llegada de Funes para la fase final de la Libertadores. El puntano entró con el pié derecho y sus goles en las finales ante América de Cali lo afirmaron como titular e ídolo. Sin embargo tenía en Centurión un competidor fuerte para el puesto. Pasó a Grecia en 1987. Mas tarde volvió a Vélez Sarsfield y estuvo coqueteando con Boca Juniors cuando le detectaron una anomalía cardíaca que lo retiró del fútbol y le quitó la vida en 1992.
El affaire del doping sucedió en la previa del arranque del triangular de la segunda fase de la Copa. Centurión fue suspendido en el torneo local, pero pudo continuar actuando en la Libertadores. Debido a esto, viajó a Japón para preparar el cotejo ante Steaua de Bucarest. Allí le comunicaron que también quedaba descartado para el choque final. Esa fue una de las jornadas mas felices en la historia de River, solo una persona no estaba del todo contenta ese mediodía de Tokio. Ese era Ramón Centurión. Luego del parate volvió e incluso conquistó algunos goles importantes (el 2-1 a Boca en la final de la Liguilla de 1989), pero cargaba sobre sus hombros un peso difícil de soportar. Pasó por Estudiantes de La Plata y se retiró en el club que lo vio nacer. Unión de Santa Fe.
Los argumentos de Centurión podrán o no parecer disparatados. En todo este meollo es bueno consignar un par de datos de la realidad, que en el análisis de los acontecimientos pueden tener una gran trascendencia: Juan Gilberto Funes no jugó esa tarde ante Temperley. Es más, Funes ni siquiera había debutado en River Plate cuando el hecho ocurrió. Lo hizo 27 días después, el 21 de Septiembre, ante Independiente por el torneo local. 4 partidos fue Funes suplente de Centurión en la Copa, recién le quitó el puesto en el famoso desempate ante Argentinos en cancha de Vélez.
9 comentarios:
Me parece insostenible la versión de Funes. En su momento lo primero que dijo fue que había tomado el antigripal Wilpan. Tal vez eso sea lo más cercano a la realidad.
En otra oportunidad le tiro al Beto, dijo que lo habían usado para taparle el doping a él.
Fue un caso resonante porque era una da las primeras veces que agarraban un jugador y tal vez se ensañaron demasiado desde el tribunal y la gente.
Negro, ya de por si es irrespetuoso involucrar a alguien (aun sin decirlo) en un tema así.
Esos datitos del final del post son dan por tierra me parece la sospecha de Centurión. Yo creo que el tipo está caliente todavía porque le pegaron el mote de falopero, cosa que seguramente no fue.
Igual me da pena por el. Era un buen delantero. Disfruté mucho sus goles.
También se dijo en su momento que tomaba unos adelgazantes que le daba la hermana pero la verdad que lo del Búfalo no me lo creo y si se mandó una cagada la tendría que asumir como tantos otros que pasaron por lo mismo . Que hable con Dieguito/Diegote y se van a entender .
En algunas notas, Centurión desligó del tema a Alonso y Alzamendi que tal vez quedaron un poco manchados.
Aparte. Yo nunca -no se ustedes- escuche a alguien hablar mal de Funes en este sentido. Es mas, todos hablan de que fue un magnifico compañero, con sus locuras, pero querible al mango.
Archubi estaría chocho si su "porrogate" hubiera tenido tanta prensa como el caso de centurión.
La version que acusa al "bufalo", me parece descabellada, ya que su debut, se produjo dias despues de aquel episodio de Centurion.
Funes debuto ante el rojo, por el torneo(" ME CHOQUE UN ROPERO," dijo Hugo Villaverde, zaguero rojo), luego actuo unos minutos ante el Barcelona de Ecuador(4-1).
Fue el Beto Alfonso!!!
Lo nombro de esta forma porque es mufa y duhaldista!!!
Fue el Beto Alfonso!!!
Lo nombro de esta forma porque es mufa y duhaldista!!!
A Diego Aguirre le pasó exactamente lo mismo en el equipo griego en que jugaba. La misma substancia y todo.
Oh casualidad, el suplente en su puesto era Juan Gilberto Funes. Ese tipo fue un sorete marca mayor. Eso es sabido en todo River.
Qué pena, el doping era de Funes y deberian sacarles el tittít.
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