La Guerra de los Balcanes desmembró la antigua Yugoslavia. Y no fue precisamente una separación en buenos términos. Tantas particularidades poblacionales, tantas etnias disímiles, tantas religiones opuestas, terminaron por convertir a esa pequeña porción de tierra recostada sobre el Adriático en un polvorín en el cual se desangraron millones de personas, y que fue tierra fértil para que afloren varias de las peores miserias de las que el ser humano puede ser capaz.. Esta Guerra culminó lo que otra contienda había comenzado. La Segunda Guerra Mundial, saldada allí con la victoria de los partizanos de Tito, trajo consigo cambios muy drásticos en el estilo de vida eslavo. Las Repúblicas de Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Serbia, Macedonia y Montenegro fueron anexadas para conformar un único país muy particular, que adoptó el modelo socialista, pero que no se circunscribió a los designios de Moscú.
El fútbol en la vieja Yugoslavia también vivió cambios drásticos. Las ligas de cada país (que simbolizaban la autonomía y la independencia de cada suelo) fueron disueltas, conformándose un único certamen oficial en el que predominaban los conjuntos de Croacia y Serbia. En las principales ciudades y en los pueblos mas pequeños, las actividades culturales se redujeron dramáticamente trayendo consigo la muerte de muchas instituciones. Varios clubes fueron prohibidos, varios de ellos se vieron obligados a desaparecer. El KSK Zrinjski de Mostar, nuestro River en Bosnia, fue uno de ellos.
Fundado en 1905 (les suena el año?) por un grupo de estudiantes bosniocroatas, El Hrvatski Športski Klub Zrinjski Mostar, tal su nombre completo, se convirtió en la entidad futbolística más antigua de Bosnia y participó desde sus albores en los campeonatos regionales del país. El terremoto provocado luego de la contienda mundial y el arribo de la nueva Yugoslavia obligó a cerrar las puertas definitivamente por una cuestión muy obvia: El Club -aglutinante de toda la etnia croata en la ciudad de Mostar- hubiera sido un enorme foco de resistencia a la autoridad imperante. Casi 48 años después, tras la eclosión del comunismo a nivel mundial, un grupo de memoriosos y soñadores, impulsados por la primavera liberal provocada por la ola independentista, reflotó aquella idea del viejo club truncado.
El Zrinjski de Mostar volvió a cobrar vida y desde allí no paró de crecer. Se enroló en la flamante liga de su país y ha obtenido desde entonces 2 torneos locales y una Copa Nacional. Juega sus partidos con una hermosa casaca de banda roja que lo hace querible al instante, y que no es más que una adaptación libre del cuadriculado rojo y blanco que tanto distingue a los croatas en el mundo entero.
Tal vez todos conozcamos Bosnia por el escalofriante sitio de Sarajevo y por los horrores de una guerra fracticida que desangró entero a un país, y de la cual todavía no se ha recuperado. Tal vez sean menos los que ubiquen a la ciudad de Mostar, pequeño municipio de 120.000 habitantes, situado a la vera del río Neretva, y que recibe su nombre por el famoso puente Stari Most, y que es un símbolo de la lucha independentista. Pero para los millonarios, Bosnia y Herzegovina guarda además el secreto de otra banda roja que aflora en el mundo. Una banda roja que, por más nombre difícil que tenga, banda roja queda.
El fútbol en la vieja Yugoslavia también vivió cambios drásticos. Las ligas de cada país (que simbolizaban la autonomía y la independencia de cada suelo) fueron disueltas, conformándose un único certamen oficial en el que predominaban los conjuntos de Croacia y Serbia. En las principales ciudades y en los pueblos mas pequeños, las actividades culturales se redujeron dramáticamente trayendo consigo la muerte de muchas instituciones. Varios clubes fueron prohibidos, varios de ellos se vieron obligados a desaparecer. El KSK Zrinjski de Mostar, nuestro River en Bosnia, fue uno de ellos.
Fundado en 1905 (les suena el año?) por un grupo de estudiantes bosniocroatas, El Hrvatski Športski Klub Zrinjski Mostar, tal su nombre completo, se convirtió en la entidad futbolística más antigua de Bosnia y participó desde sus albores en los campeonatos regionales del país. El terremoto provocado luego de la contienda mundial y el arribo de la nueva Yugoslavia obligó a cerrar las puertas definitivamente por una cuestión muy obvia: El Club -aglutinante de toda la etnia croata en la ciudad de Mostar- hubiera sido un enorme foco de resistencia a la autoridad imperante. Casi 48 años después, tras la eclosión del comunismo a nivel mundial, un grupo de memoriosos y soñadores, impulsados por la primavera liberal provocada por la ola independentista, reflotó aquella idea del viejo club truncado.
El Zrinjski de Mostar volvió a cobrar vida y desde allí no paró de crecer. Se enroló en la flamante liga de su país y ha obtenido desde entonces 2 torneos locales y una Copa Nacional. Juega sus partidos con una hermosa casaca de banda roja que lo hace querible al instante, y que no es más que una adaptación libre del cuadriculado rojo y blanco que tanto distingue a los croatas en el mundo entero.
Tal vez todos conozcamos Bosnia por el escalofriante sitio de Sarajevo y por los horrores de una guerra fracticida que desangró entero a un país, y de la cual todavía no se ha recuperado. Tal vez sean menos los que ubiquen a la ciudad de Mostar, pequeño municipio de 120.000 habitantes, situado a la vera del río Neretva, y que recibe su nombre por el famoso puente Stari Most, y que es un símbolo de la lucha independentista. Pero para los millonarios, Bosnia y Herzegovina guarda además el secreto de otra banda roja que aflora en el mundo. Una banda roja que, por más nombre difícil que tenga, banda roja queda.
1 comentario:
Alguna ves, Macri dijo: "En Europa, conocen mas a River".
Todavia hay bosteros que me lo discuten, pero esto de Bosnia, podria tomarse com prueba.
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