jueves, 19 de agosto de 2010

NELSON CUEVAS


Así como Romario (según la logradísima metáfora de Jorge Valdano) era un jugador de dibujitos animados. A su modo, Pipino Cuevas también lo era. Una mezcla errática del Coyote y el Demonio de Tazmania. A un jugador de fútbol se lo puede amar o se lo puede odiar. Pero hay que tener un estilo muy particular para generar en el hincha esas sensaciones al mismo tiempo. Acabó con nuestra paciencia de esperar que algún día se saque el balde que tenía en la cabeza, pero también se ganó nuestra simpatía gracias a su entrega inclaudicable y un par de goles de esos que nunca mas se olvidan.
Pipino levantaba a la gente de sus butacas para ovacionarlo o para acordarse de su madre. Veloz y hábil, tomaba el balón, agachaba la cabeza y no paraba hasta convertir el gol, hasta que se la quiten o hasta chocarse contra los carteles de publicidad. Tal vez quién mejor lo definió fue Ramón Díaz, el entrenador que mejor lo comprendió y quién mas rédito extrajo de sus características. “Pipino es un fenómeno, pero tiene el problema de que gambetea cuando tiene que dar el pase y da el pasa cuando tiene que gambetear”.
Nelson Rafael Cuevas nació en Asunción del Paraguay un 10 de Enero de 1980. Hizo sus inferiores en la precariedad del humilde Sport Colombia de la colindante Fernando de la Mora. Su nombre empezó a hacerse rápidamente conocido y no tardó en alistarse en las selecciones juveniles de su país. En Enero de 1999, Pipino jugó en Mar del Plata el Sudamericano Sub 20, clasificatorio para el Mundial de Nigeria. Sus arranques desaforados por la banda derecha (jugaba de 8) llamaron la atención a mas de un club de nuestro país. Cuando el dinero no era problema en Núñez, una comitiva dirigencial partió rumbo a Asunción y a la vuelta traían a Cuevas ya contratado.
Pipino siempre fue un buen suplente y un mal titular. Sus aportes redituaban mucho mas en 15 minutos que en 90. De contra y con espacios solía ser un dolor de cabeza, pero atrapado en la maraña de un partido aún no resuelto, solamente aportaba un barullo exasperante. Pero Cuevas le ponía empeño, actitud, combatividad, era simpático a la prensa, su madre un personaje digno de Showmatch. Y pese a que tanto Ramón Díaz, Pellegrini y Astrada lo tenían siempre como segundo de, ese tezón voluntarioso le valió el premio de anotar su nombre en las páginas de la historia. O acaso habrá algún hincha de River que logre olvidar la apoteosis de su gol a Racing sobre la hora, o ese tanto a Abbondanzieri haciendo equilibrio en la línea final en un superclásico de 2005.
Peleado con Aguilar y media dirigencia (otro motivo mas para caer simpático), Cuevas emigró y se transformó en un viajero errante del mundo fútbol. Jugó en China para el Inter de Shangai, en México para el Pachuca de Hidalgo y las Águilas del América, en Brasil para el Santos, cruzó la cordillera para defender a la Universidad de Chile y volvió a su tierra para jugar 6 meses en Libertad de Asunción. En el medio de todo este periplo, fue hombre de Selección en los Mundiales de 2002 y 2006. En Japón lo mandaron a la cancha en los 30 minutos finales del juego clave contra Eslovenia. Su gambeta terca descalabró la defensa balcánica y con dos goles llevó a la garra guaraní a octavos de final. En Alemania, volvió a convertir frente a Trinidad y Tobago, pero ese día la clasificación ya se había escapado.
Nelson Cuevas jugó en Olimpia de Paraguay la última temporada y ahora lo hará para el Albacete de la B española. Todavía muchos plateístas se siguen levantando como eyectados para mandarlo al carajo cuando elije una gambeta de más o un remate al arco desde un ángulo imposible. El problema es de ellos, a esta altura deberían saber que Pipino es así. Incorregible. Tomalo o dejalo.

6 comentarios:

Enrique dijo...

Una pena que Pipino se haya ido por la puerta de atrás, encima siempre creí que iba a volver, juro que lo extraño. Una vez en la confitería del club (una cena de no se que) pasó caminando por el anillo, alguno lo saludó y se metió a charlar con la gente. Al rato ya estaba con una quitarra cantando y animando la velada. ¿Y qué decir del gol a racing? tengo tatuado en el cerebro ese momento indeleble.

Centrojas dijo...

...siempre fue un buen suplente y un mal titular...

esa frase resume de manera perfecta su paso por River, al igual que enrique tengo un gran recuerdo de el, no solo el gol inolvidable a racing, o los que les hizo a boca.

Un gran personaje

Anónimo dijo...

Pipino " a pesar de" a mi me gustaba mucho , la frase : "siempre fue un buen suplente y un mal titular" es fuerte pero debía de ser cierta porque en Paraguay , la selección , sucedía lo mismo , lo que pasa que cuando era fenómeno era tan fenómeno ...
el contraataque es un estilo , en estos tiempos donde a los mejores equipos les falta "profundidad" se entiende por qué Pipino se embarullaba si salía desde el comienzo y si no preguntenlé al Bambino o a Mou para aprovechar tipos como Cuevas .


saludos , Jorge .

Marcelo desde Mendoza dijo...

Gran definición Adrian ...Hay tantos buenos jugadores que nunca llegaron a consolidarse como titulares que tendríamos que hacer una lista casi interminable .
Por un lado creo que la camiseta de River es para muy pocos (habría que preguntarle al ingrato de Sand a ver que piensa ) y por otro lado hay jugadores que no juegan en función del equipo . Creo que Pipino era las dos cosas juntas : Individualista y sin categoría suficiente para jugar en RIVER . Pero ojo con los muertos que tuvimos en la decadencia de Aguilar era un fenomeno . De todas formas es alguien difícil de olvidar . Otra cosa una lo veía y era el CANTINFLAS JUGADOR DE FUTBOL ...jajajaj

Matias dijo...

Si bien coincido con la definición de CENTROJAS... perdonen, no puedo dejar de querer y extrañar a un tipo así.
Qué grande Pipino, qué lástima que se haya ido como se fue, y qué suerte que pude disfrutarlo, a pesar de y gracias a sus locuras.
Indelebles, para el podio:
-El gol a Racing
-El gol a Boca en el arco de la Sívori
-El gol que se pierde en Roma contra la Lazio, que después los compañeros hacían fila en el vestuario para putearlo.
Y eso que ni hablé de la madre...

Anónimo dijo...

Gran post para un gran recuerdo de Pipino.
Si mal no recuerdo, hizo un gol en su primer partido en River.
Detalle: el gol a boca fue en el Apertura 2004, cuando renunció Brindisi en el vestuario.

felicitaciones por el blog