Campeonato AFA 1941 - 21/09/41.
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La primavera del 41 explotaba en los jardines y en las plazas porteñas. Ya el sol entibiaba las tardes animando a los muchachos al amor y la aventura. Lejos, demasiado lejos, estaban los truenos funestos de la Segunda Guerra. Aquí, al sur de todo, Buenos Aires solo tenía ojos para admirarse y sorprenderse, perfumada con aroma de vereda, barrio y baldío. Silbaba tangos por lo bajo y explotaba los domingo en las tribunas al grito de gol. Escribía sus páginas más románticas con “Malena” de fondo, y transpiraba su sabia vital en el tablón crujiente del Gasómetro, o en el cemento todavía fresco del flamante Monumental.
Fue una época maravillosa e irrepetible. Expuesta mejor desde la lógica del mito y no por la frialdad de la crónica. Discepolo y Moreno. Troilo y Pedernera. Buenos Aires años 40. Postales bohemias de milonga y fútbol espectáculo, palabras que evocan velozmente a la alucinación y a la magia. Porque solo en la patria del sueño y la magia puede explicarse cabalmente el surgimiento de La Máquina, un equipo que jugaba a “algo” parecido al fútbol.
Y al rescate de ese vetusto recuerdo van de la mano el mito y la historia. Una le imprime rigurosidad a la fantasía, El otro le agrega color a la verdad. Será mito y también será historia entonces esa tarde de inicio de primavera a pleno sol en Avellaneda, cuando el cuadro soñado cobró forma verdadera y se corporizó para siempre ante la presencia de 35.000 tipos que con el tiempo se contarían por millones.
Dicen que Barullo Peucelle –todavía jugador, pero que ya hablaba y aconsejaba como maestro- le sugirió a su colega (o sea otro maestro) Renato Cesarini la idea de correr a Adolfo Pedernera de la banda izquierda al centro del campo para armar juego. Al tano no le convencía la idea de quitar a Roque D’allesandro, el 9 titular, un hombre de escaso vuelo técnico pero con mucho gol, pero cedió al ver que River no lograba torcer la muñeca de sus contrincantes en la recta final del campeonato. Decir que Adolfo fue la pieza clave de ese equipo es faltarle el respeto al talento de los otros integrantes del quinteto, pero está claro que esa movida estratégica –tan sencilla como fundamental- fue el génesis de todo, ya que por muchos años solo hubo que hacerle pequeños retoques. Fue ni mas ni menos que la decisión táctica mas importante de la historia de River.
Independiente ese año no estaba en la conversación, pero era casi inexpugnable en Avellaneda. Sin embargo, tipos venerados y respetables como Antonio Sastre, Arsenio Erico, Celestino Martínez, Sabino Coletta, o Antonio Maril se comieron ese día uno de los peludos mas humillantes de sus carreras. Era sencillo. Adolfo bajaba para acompañar a Moreno y desde el medio se venían en yunta. Te pintaban. Por técnica, fortaleza, inteligencia y guapeza. A un costado, Muñóz era indescifrable y preciso en las estocadas, y al centro Labruna merodeaba con cuchillo y tenedor en cada mano. Nadie lo había anunciado, pero había nacido un super equipo. Había nacido La Máquina.
Adolfo la rompió en su estreno como conductor. Tenía 22 años pero parecía que lo había hecho toda la vida, como si efectivamente hubiera nacido para eso. A los 6, rompió el cero con un disparo desde afuera que dejó sin chances al brasileño Thadeu. Amplió la ventaja a los 25 luego de un pase gol de Moreno. Y, tras el tercero de Muñóz, sentenció el score a los 10 del complemento con una entrada sorpresiva. Lo patearon hasta el dolor, lo agarraron hasta rajarle la casaca, pero terminaron aplaudiéndolo de admiración. Esa tarde –también- había nacido un ídolo.
Al domingo siguiente de la tarde del génesis, La Máquina goleo 4-0 a Lanús. Posteriormente le hizo 5 a Boca y luego fue campeón en La Plata haciéndole 3 a Estudiantes. Mas tarde hubo un 4-0 a Boca, el debut de Loustau, una vuelta olímpica en la Bombonera, y otra vuelta más, y fútbol y aplausos cosechados a raudales. Sabrán disculpar entonces el cierre abrupto de este comentario. Demasiado arte para un solo post.
Fue una época maravillosa e irrepetible. Expuesta mejor desde la lógica del mito y no por la frialdad de la crónica. Discepolo y Moreno. Troilo y Pedernera. Buenos Aires años 40. Postales bohemias de milonga y fútbol espectáculo, palabras que evocan velozmente a la alucinación y a la magia. Porque solo en la patria del sueño y la magia puede explicarse cabalmente el surgimiento de La Máquina, un equipo que jugaba a “algo” parecido al fútbol.
Y al rescate de ese vetusto recuerdo van de la mano el mito y la historia. Una le imprime rigurosidad a la fantasía, El otro le agrega color a la verdad. Será mito y también será historia entonces esa tarde de inicio de primavera a pleno sol en Avellaneda, cuando el cuadro soñado cobró forma verdadera y se corporizó para siempre ante la presencia de 35.000 tipos que con el tiempo se contarían por millones.
Dicen que Barullo Peucelle –todavía jugador, pero que ya hablaba y aconsejaba como maestro- le sugirió a su colega (o sea otro maestro) Renato Cesarini la idea de correr a Adolfo Pedernera de la banda izquierda al centro del campo para armar juego. Al tano no le convencía la idea de quitar a Roque D’allesandro, el 9 titular, un hombre de escaso vuelo técnico pero con mucho gol, pero cedió al ver que River no lograba torcer la muñeca de sus contrincantes en la recta final del campeonato. Decir que Adolfo fue la pieza clave de ese equipo es faltarle el respeto al talento de los otros integrantes del quinteto, pero está claro que esa movida estratégica –tan sencilla como fundamental- fue el génesis de todo, ya que por muchos años solo hubo que hacerle pequeños retoques. Fue ni mas ni menos que la decisión táctica mas importante de la historia de River.
Independiente ese año no estaba en la conversación, pero era casi inexpugnable en Avellaneda. Sin embargo, tipos venerados y respetables como Antonio Sastre, Arsenio Erico, Celestino Martínez, Sabino Coletta, o Antonio Maril se comieron ese día uno de los peludos mas humillantes de sus carreras. Era sencillo. Adolfo bajaba para acompañar a Moreno y desde el medio se venían en yunta. Te pintaban. Por técnica, fortaleza, inteligencia y guapeza. A un costado, Muñóz era indescifrable y preciso en las estocadas, y al centro Labruna merodeaba con cuchillo y tenedor en cada mano. Nadie lo había anunciado, pero había nacido un super equipo. Había nacido La Máquina.
Adolfo la rompió en su estreno como conductor. Tenía 22 años pero parecía que lo había hecho toda la vida, como si efectivamente hubiera nacido para eso. A los 6, rompió el cero con un disparo desde afuera que dejó sin chances al brasileño Thadeu. Amplió la ventaja a los 25 luego de un pase gol de Moreno. Y, tras el tercero de Muñóz, sentenció el score a los 10 del complemento con una entrada sorpresiva. Lo patearon hasta el dolor, lo agarraron hasta rajarle la casaca, pero terminaron aplaudiéndolo de admiración. Esa tarde –también- había nacido un ídolo.
Al domingo siguiente de la tarde del génesis, La Máquina goleo 4-0 a Lanús. Posteriormente le hizo 5 a Boca y luego fue campeón en La Plata haciéndole 3 a Estudiantes. Mas tarde hubo un 4-0 a Boca, el debut de Loustau, una vuelta olímpica en la Bombonera, y otra vuelta más, y fútbol y aplausos cosechados a raudales. Sabrán disculpar entonces el cierre abrupto de este comentario. Demasiado arte para un solo post.
7 comentarios:
Excelente post, y buenísima la foto. Por un segundo me sentí transportado a esa época mágica. Grandioso Adolfo y La Máquina
Exelente relato, es increible pero dicen que a don adolfo por aquellos años la tribuna no lo tenia entre sus preferidos (habia exceso de cracks) ya que le reclamaban que le faltaba gol, de no creer no?
http://www.centrojas.com.ar/river-plate?product_id=72
Si Manu. Increible. Sobre todo teniendo en cuenta que Adolfo dejó River con 131 goles oficiales.
Un fenómeno.
Que bueno sería tener imágenes de esos partidos ..gran post Adrian ..
Y si, Marce. Sería glorioso poder ver un partido de la máquina completo, o al menos un tramo. Lo que hay son puchitos de imagenes de sucesos argentinos y poco más. Una lastima.
Grandísimo post, Felicitaciones!
El tipo al que conocí y que según mi parecer más sabía de fútbol, insistía en que Adolfo Perdernera fue el mejor jugador de la historia. Por encima de Maradona, Pelé o Distéfano; y eso que el tipo era bostero...
Enrique, mi viejo es bostero y sostiene que el mas grande del mundo fue el Charro.
Por otro lado tengo una nota a Obdulio Varela que le preguntan por un jugador brasilero y les contesta " ese no me preocupa, el que no me deja dormir cuando se que lo voy a enfrentar es Adolfo Pedernera"
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