Final Torneo Nacional 1972 - 17/12/72.
Lo tiró afuera. Lisa y llanamente. Afuera mal. Horrible. Quiso asegurarlo, romperle el arco y se le fue al diablo. Así nomas. Alto, fuerte, lejísimo del arco de Perico Pérez. En el minuto 90 de aquella final ante San Lorenzo, el penal de Enrique Chazarreta fue a estrellarse en la cúspide del alambrado, elevado por la fuerza de vaya uno a saber cuantos dedos cruzados, cuantos cuernitos de mufa, cuantos ojos que no quisieron ver ese desenlace. Un alarido conmovedor tronó en tres cuartas partes del José Amalfitani. De pronto el sol radiante volvió a aparecer en aquel crepúsculo dominguero y las brujas y fantasmas que merodeaban se esfumaron empujados por la esperanza. Era un guiño inequívoco del destino de que sí, ese año tenía que ser.
Pero no fue. Y debe escarbarse bien profundo en el corazón del riverplatense para encontrar una pena que emparde aquella del 17 de diciembre de 1972. Cerca de 40.000 millonarios, que doblegaban en proporción de 3 a 1 a los sanlorencistas, fueron a Liniers a coronar una campaña con ribetes espectaculares. Hasta allí, ese Nacional era el torneo perfecto para River, en una celebrada vuelta a las fuentes de su historia, bajo la batuta de un joven e inspirado Beto Alonso y el poder de 3 delanteros picantes como Mastrángelo, Morete y Más. Habían sido 7 goles a Independiente, 7 a Mitre de Posadas, 8 a Independiente de Trelew, 5 a Gimnasia, 4 a Central en Rosario, mas los dos festejadísimos triunfos sobre Boca, el histórico 5-4 de la primera fecha, y el 3-2 con que logró el pase a la final.
Pero lo que el mundo River en su fervor ignoraba era que su equipo se había quedado sin combustible, y –lo que es peor- San Lorenzo tenía el tanque lleno. Al ser primero en la fase inicial, el cuadro de Lorenzo se había ganado el derecho de ser finalista, obligando a River y Boca (2º y 3º) a dirimir en un duelo entre sí, la otra plaza. La noche del miércoles 13 de diciembre, mientras el Ciclón velaba las armas, hubo un superclásico infartante en el Fortín. River ganó 3-2 remontando una desventaja inicial y dejando jirones de su físico para sostener la victoria en los minutos finales. Lo que se había ganado en el aspecto anímico, se había perdido inexorablemente en lo atlético, y era ese un handicap que un viejo zorro como el Toto no iba a dejar pasar.
A decir verdad, ese San Lorenzo era un superequipo, armado a la europea, vertiginoso, solidario, eficaz. Apretó la yugular de River desde el comienzo mismo y el cuadro de Urriolabeitia no tuvo las fuerzas para zafar. Lorenzo planteó 2 marcas personales. Ricardo Rezza sobre Morete y Roberto Espósito sobre Alonso. Ninguno de los 4 jugó. Además dispuso a Chazarreta para perseguir y complicar a JJ López. Y le ganó el duelo ampliamente. Quebrado en dos, River (más complicado aún tras la expulsión del uruguayo Vázquez) debió perder el partido en los 90 reglamentarios, incluso mucho antes de ese penal cometido por Pinino Más.
Era aguantar y llegar a los penales, pero San Lorenzo tenía piernas explosivas y escurridizas en sus atacantes para hacer estragos en la fatiga de grandulones como Dominichi y Daulte. A los 10 del suplementario el Ratón Ayala recibió de Cocco, se internó entre los zagueros y habilitó a Luciano Martín Figueroa que disparó cruzado y bajo en el arco de la General Paz. Aquella perejilada del silencio atroz hubiese quedado bien en ese instante. Lelé Figueroa (un gris delantero de discreta campaña antes y después de esta tarde) se convertía en un verdugo gravado a fuego en la historia triste de la banda roja.
La fría estadística dirá que River fue con Perico Pérez; Japonés Pérez, Gori Dominichi, Polaco Daulte y Rulo Giustozzi; JJ. López, Jorge Vázquez y Beto Alonso; Heber Mastrángelo, Puma Morete y Pinino Más. Que San Lorenzo jugó con Irusta; Sapo Villar, Rezza, Heredia y Rosl; Telch, Espósito y Victorio Nicolás Cocco; Figueroa, Rubén Ayala y Chazarreta. Que ingresaron luego Carlos López y Tola Scotta en la banda y Oscar Ortiz y Sanfilippo en San Lorenzo. Que arbitró Roberto Goicochea. Que hubo 53.000 personas en las tribunas.
Lo que la estadística no podrá explicar jamás es esa nausa interna, esa impotencia en todo un pueblo abatido, el flagelo sórdido de desanudar del alambre las banderas, de bajar de a tres los peldaños de la popular, de inmensas lenguas de gente marchando cabizbajas en la retirada, preguntándole a las baldosas de la vereda el porque de una nueva frustración. Iban 15 años de navidades tristes, y habría que esperar otros 2 años y medio más para encontrar las respuestas allí, en las mismas tribunas del Fortín de Villa Luro.
Lo tiró afuera. Lisa y llanamente. Afuera mal. Horrible. Quiso asegurarlo, romperle el arco y se le fue al diablo. Así nomas. Alto, fuerte, lejísimo del arco de Perico Pérez. En el minuto 90 de aquella final ante San Lorenzo, el penal de Enrique Chazarreta fue a estrellarse en la cúspide del alambrado, elevado por la fuerza de vaya uno a saber cuantos dedos cruzados, cuantos cuernitos de mufa, cuantos ojos que no quisieron ver ese desenlace. Un alarido conmovedor tronó en tres cuartas partes del José Amalfitani. De pronto el sol radiante volvió a aparecer en aquel crepúsculo dominguero y las brujas y fantasmas que merodeaban se esfumaron empujados por la esperanza. Era un guiño inequívoco del destino de que sí, ese año tenía que ser.
Pero no fue. Y debe escarbarse bien profundo en el corazón del riverplatense para encontrar una pena que emparde aquella del 17 de diciembre de 1972. Cerca de 40.000 millonarios, que doblegaban en proporción de 3 a 1 a los sanlorencistas, fueron a Liniers a coronar una campaña con ribetes espectaculares. Hasta allí, ese Nacional era el torneo perfecto para River, en una celebrada vuelta a las fuentes de su historia, bajo la batuta de un joven e inspirado Beto Alonso y el poder de 3 delanteros picantes como Mastrángelo, Morete y Más. Habían sido 7 goles a Independiente, 7 a Mitre de Posadas, 8 a Independiente de Trelew, 5 a Gimnasia, 4 a Central en Rosario, mas los dos festejadísimos triunfos sobre Boca, el histórico 5-4 de la primera fecha, y el 3-2 con que logró el pase a la final.
Pero lo que el mundo River en su fervor ignoraba era que su equipo se había quedado sin combustible, y –lo que es peor- San Lorenzo tenía el tanque lleno. Al ser primero en la fase inicial, el cuadro de Lorenzo se había ganado el derecho de ser finalista, obligando a River y Boca (2º y 3º) a dirimir en un duelo entre sí, la otra plaza. La noche del miércoles 13 de diciembre, mientras el Ciclón velaba las armas, hubo un superclásico infartante en el Fortín. River ganó 3-2 remontando una desventaja inicial y dejando jirones de su físico para sostener la victoria en los minutos finales. Lo que se había ganado en el aspecto anímico, se había perdido inexorablemente en lo atlético, y era ese un handicap que un viejo zorro como el Toto no iba a dejar pasar.
A decir verdad, ese San Lorenzo era un superequipo, armado a la europea, vertiginoso, solidario, eficaz. Apretó la yugular de River desde el comienzo mismo y el cuadro de Urriolabeitia no tuvo las fuerzas para zafar. Lorenzo planteó 2 marcas personales. Ricardo Rezza sobre Morete y Roberto Espósito sobre Alonso. Ninguno de los 4 jugó. Además dispuso a Chazarreta para perseguir y complicar a JJ López. Y le ganó el duelo ampliamente. Quebrado en dos, River (más complicado aún tras la expulsión del uruguayo Vázquez) debió perder el partido en los 90 reglamentarios, incluso mucho antes de ese penal cometido por Pinino Más.
Era aguantar y llegar a los penales, pero San Lorenzo tenía piernas explosivas y escurridizas en sus atacantes para hacer estragos en la fatiga de grandulones como Dominichi y Daulte. A los 10 del suplementario el Ratón Ayala recibió de Cocco, se internó entre los zagueros y habilitó a Luciano Martín Figueroa que disparó cruzado y bajo en el arco de la General Paz. Aquella perejilada del silencio atroz hubiese quedado bien en ese instante. Lelé Figueroa (un gris delantero de discreta campaña antes y después de esta tarde) se convertía en un verdugo gravado a fuego en la historia triste de la banda roja.
La fría estadística dirá que River fue con Perico Pérez; Japonés Pérez, Gori Dominichi, Polaco Daulte y Rulo Giustozzi; JJ. López, Jorge Vázquez y Beto Alonso; Heber Mastrángelo, Puma Morete y Pinino Más. Que San Lorenzo jugó con Irusta; Sapo Villar, Rezza, Heredia y Rosl; Telch, Espósito y Victorio Nicolás Cocco; Figueroa, Rubén Ayala y Chazarreta. Que ingresaron luego Carlos López y Tola Scotta en la banda y Oscar Ortiz y Sanfilippo en San Lorenzo. Que arbitró Roberto Goicochea. Que hubo 53.000 personas en las tribunas.
Lo que la estadística no podrá explicar jamás es esa nausa interna, esa impotencia en todo un pueblo abatido, el flagelo sórdido de desanudar del alambre las banderas, de bajar de a tres los peldaños de la popular, de inmensas lenguas de gente marchando cabizbajas en la retirada, preguntándole a las baldosas de la vereda el porque de una nueva frustración. Iban 15 años de navidades tristes, y habría que esperar otros 2 años y medio más para encontrar las respuestas allí, en las mismas tribunas del Fortín de Villa Luro.
8 comentarios:
Del dolor de esta final me hablaron muchas veces, es cierto lo de fisico despues de un partido tremendo contra Boca pero tambien es cierto que por aquellos años con el toto a la cabeza san lorenzo era un dolor de cabeza bastante frecuente.
Triste pero hermosa foto del pueblo millonario detras
Gran post, Dalmassito. Ese partido fue mi primera gran tristeza futbolera. Tenía siete años. Ya había pisado el Monumental, pero ésta fue la primera final que sufrí. Recuerdo verlo por tv con mi Viejo. Y recuerdo mucho el penal de Chazarreta (también puede haber influido que Perico era un gran atajapenales), el gol de Figueroa (para mí, siempre ese apellido me remitió a Luciano) y la foto de El Gráfico tomada de atrás del arco de Perico de cuando Figueroa patea y las piernas de los defensores de River se estiran pero no llegan...
No había reparado en que en ese estadio, un poco después, cortamos la mufa.
ESA DELANTERA DE RIVER ; Mastrangelo , JJ, Morete , Alonso y Mas esta entre las 5 mejores de todos los tiempos de River , nos mato la semifinal con boca llegamos muertos a la final y todo pq el fin de semana anterior se empato en el Mnumetal un partido casi ganado con san lorenzo 2 a 2 q nos mando a desempatar con boca.
Lele figueroa vive en venado tuerto y sigue rompiendo las bolas con ese gol , ademas nos tuvo d hijo ese año y el siguiente haciendonos varios goles en Copa Metro y Nacional , 6 o7 en 5 partidos creo no estoy seguro,
Al año siguiente por la libertadores del 73, en nuñez gano san lorenzo 4-0 -fue urriolabeitia-. Esa noche hizo 3
Pesadilla total.
A mi amigo Hugo Garro, que Dios lo tenga en la gloria, ni le hablaran del tal Figueroa ese,le daba una bronca tremenda."un perro, nunca mas hizo goles", etc, etc.
Triste episodio de una epoca nefasta, en la cual se escapaban los torneos de las manos siempre.
Ese equipo, creo que hizo algo asi como 50 goles en 13 partidos, una cosa increible que no halla campeonado.
Como cantaba Lito Nebia, "Si la historia la escriben los que ganan eso quiere decir que hay otra historia,la verdadera historia, quien quiera oir, que oiga"
Despues, en el 75, llego Angelito y puso las cosas en su lugar.
¡¡Abrazos¡¡¡
Gran post Adrian pero foe recuerdo.
Fue ese dia en el finalmente me hice hincha de River, mi hermano de San lorenzo me cargó hasta morir y me marcó a fuego . Quería ser de ese equipo sufrido en el que veía la angustia en la cara se sus hinchas . estaba a 20 cuadras de la cancha ese dia en la casa de mi abuela . Una sóla corrección Merlo no jugó ese dia y lo hizo el uruguayo Vazquez que se fue expulsado apenas empezado el partido que vos lo indicabas en el post en la primera parte . Un capitulo especial para el Toto Lorenzo que nos cagó en esa final y luego con los bosteros en el 76 , era un DT muy meticuloso y ventajero . En el Metro tampoco le habíamos podido sacar ventaja .
Uno de Los goles mas gritados en mi vida y prolongaba la sequia gallina con UN baile barbaro en Los 120 minutos!!!!
Gran crónica, soy de San Lorenzo y siempre admiré, no todas, pero muchas cosas de la institución riverplatense, sin embargo, debo aclarar que hay un dato que no está del todo completo, y es el de la cantidad de espectadores de uno y otro. Es cierto que tres partes del estadio eran de River y sólo la cabecera visitante era nuestra, pero lo que no puedo dejar pasar son los motivos de esa decisión: la idea era que River, que hacía mucho no era campeón, tenga una ventaja deportiva y por eso se dispusó la medida de otorgarles más entradas. En fin, cosas que siguen pasando, hoy cada vez más. Ojalá algún día, el fútbol sea más justo. Un abrazo, buen año.
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