viernes, 29 de junio de 2012

AHÍ VA EL CAPITAN BETO POR EL ESPACIO

Le dirán Maestro y tendrán razón. O tal vez le digan Genio y nadie podrá discutirlo. O acaso lo llamarán ídolo, y claro, habrán cantado la justa. Sin embargo, ninguno de los merecidos calificativos que se le dispensen hará justicia con lo que fue la verdadera naturaleza de Juan Alberto Badía: Comunicar.
Se encendía la luz roja y el hombre parecía nacer en vida. Se convertía en el Capitán Beto de ese espacio al que llaman eter. Fue para ese universo de radio el inventor de algo nuevo, donde la creatividad era la ley y el buen gusto el dogma inquebrantable. Allí donde las fronteras las imponían la propia palabra y la capacidad imaginativa de la mente tras el receptor. 
Badía imaginaba un mundo y lo contaba con sabiduría. Frase a frase. Palábra a palábra. Lo sostenía ser creíble, ser jovial y ser honesto. Metió la radio dentro de la tele y (cosa casi imposible) la tele dentro de la radio. Referente de la vieja raza de locutores hoy en desaparición, sus programas insignias (Badía y compañía, Imágen de radio) fueron verdaderas escuelas para quienes fantaseabamos sin tapujos con la aventura de hablarle a una cámara o a un micrófono. Somos muchos los que a tipos como él le debemos un trabajo, una conducta de vida, una inspiración...
Estaría bueno reclamarle a la parca que afloje un poco, que es suficiente por ahora. Sus decisiones inapelables han golpeado este año al mundo River con la ausencia de tres de sus más altos referentes. Primero el Flaco, luego el Negro, y ahora el Beto. Y allá arriba estarán ahora, charlando de los Beatles, de la música, del mundo, de los sueños, de la banda roja... Llegará Juan Alberto al grito de "Muchachos!, tengo algo para contarles!"... y les narrará la noticia del ascenso con la pasión riverplatense que lo distinguió de por vida;  La misma que puso a diario cuando se enfrentaba con su amigo el micrófono.

jueves, 28 de junio de 2012

ESO NO SE HACE

Ahora que parece todo un bajón, no te dejes llevar por la bronca de lo incomprensible...
Ahora que todavía duele el puñal en la espalda...
Ahora que te sentís usado y despreciado...
Ahora que el desagradecimiento puede ser la sensación mas abarcadora...
Ahora, tras las lágrimas que seguro derramaste...
Ahora que el recuerdo de lo hecho se deshace en mil preguntas vanas...
Ahora que ya no habrá más festejos...
Ahora, cuando todavía no podemos salir de la perplejidad...
Ahora que las cosas aún no cierran...
Ahora que tu angustia se hermana a la nuestra...
Ahora, querido Cavegol, es el momento del silencio, y dejar que el tiempo hable...
El pueblo de River es memorioso y sabrá esperarte.
...
Claro que decisiones son decisiones, pero un referente no es un pañuelo que se usa y se descarta. Los argumentos de Almeyda / Passarella podrán ser inobjetables, pero tal vez lo que más duela no sea el hecho, sino las formas, y la sensación de que River vuelve a morderse su propia cola infectada de rabia. 
Si un traidor puede más que unos cuantos, que esos cuantos no lo olviden facilmente. Fernando Cavenaghi expuso al fuego abrasador del descenso el prestigio y el cariño que supo cosechar en las redes millonarias por temporadas enteras. Puso la cara cuando lo más fácil era esconderse. Volver -para él y para el hincha- fue un rotundo acto de amor. Solo en el campo legendario se reconocen gestos así, y ese gesto en el sentir millonario (dalo por descontado, torito) no morirá jamás...
Llamenlo como quieran: Forreada, traición, desagradecimiento.. Lo sucedido con Fernando Cavenaghi (y con el Chori también), por mas que sobren los motivos, simplemente no se hace. 

martes, 26 de junio de 2012

MERCI BEAUCOUP


   El hincha argentino tiene dos características que lo resaltan sobre los demás. La mente podrida y el ojo entrenado. La noticia de la llegada de Trezeguet a principios de año disparó inmediatamente el comentario de “je, está todo roto, viene a robar” al amparo de los últimos antecedentes de descenso en España y 3 partidos en 6 meses en la liga de los Emiratos. Pero bastó verlo unos minutos en el verano, un par de toques de primera, una definición ante Racing, para comprender que en cancha había un tipo especial, dotado de un nivel distinto, ubicado, comprometido, predispuesto a la humildad, al que solo la incógnita de su estado físico, se interponía en una ilusión que tenía muchos fundamentos.
   Ahora resulta fácil preguntarse si hubiera ascendido River Plate si a mitad de temporada no hubiera llegado Trezeguet. Pregunta inútil, pregunta inquietante, pregunta sin respuesta. A la luz de los hechos es tentador decir que “no”, aunque cualquier afirmación siempre chocará contra la barrera de lo improbable. Si pudo haber otro jugador en lugar de David en el sitio y en el momento de sus goles claves (A Instituto, a Jujuy, a Ferro, a Defensa, a Almirante Brown) es jugar en una tómbola sin sentido donde la hilera de causas, consecuencias y casualidades puede resultar interminable. Lo importante es que estuvo. Listo, a otra cosa.
   Demostró tener la banda roja pintada. No por sus declaraciones de fanatismo y sueño cumplido de la previa, no por el gesto folclórico de golpearse el corazón tras cada gol convertido. Lo demostró por llevar a cada paso el legendario estilo de la escuela millonaria. Esa estirpe de alta clase, lo elegante, cierta indolencia, la gracia en los movimientos, la belleza en los pequeños detalles, el poder de simplificar la dificultad, la contundencia para el golpe, el poder de seducir muchedumbres sin recurrir a bajas artes. Pero no solo eso. Trezeguet mostró en estos seis meses ser una figura a la que River debería invitar a quedarse a vivir en Núñez. Hoy resulta desproporcionado imaginarlo, pero cuando ya sea un ex, sería un pecado desaprovechar esa experiencia, ese bagaje, esa influencia positiva, esa expresión ubicada y componedora que vimos imponerse con tanta fuerza en los tramos más caldeados de esta historia del ascenso.
   Llevaré en silencio la humilde medalla moral de haber confiado desde el primer minuto en el acierto de su compra. Pero más que nada guardaré en el corazón hasta el fin de mis tiempos los recuerdos de sus goles de escalofrío, que inyectaron morfina hasta sanar una herida que –con el paso de los partidos- parecía incurable.
   Seguramente nunca vaya a leer esto, Señor David Trezeguet. De todas formas no hará falta que yo ni nadie le exprese a viva voz el eterno agradecimiento que todo el mundo River le tendrá a su figura. La historia se lo hará saber a cada instante hasta el día en que se muera.

sábado, 23 de junio de 2012

NUNCA MÁS

River Plate  2 - 0  Almirante Brown.
B Nacional 11/12 - 38ª fecha.
Estadio Monumental - 23/06/12.
.
RIVER PLATE: M.D. Vega (6); Vella (5), Maidana (5), González Pírez (5) y Ramiro Funes Mori (6); Ponzio (6), Cirigliano (6) y González (4); Domínguez (5), Cavenaghi (4) y Trezeguet (8). Luego Rogelio Funes Mori (8), Ocampos (7) y Aguirre. DT: Matías Almeyda.
ALMIRANTE BROWN: Monasterio; León, Nievas, Ortíz y Garre; Centurión, Olmedo, Meza Sánchez, y Cisterna; Díaz y D. Vega. Luego Chavarri, Giménez y Canelo. DT: Blas Giunta.
GOLES: David Trezeguet (RP) 4 st. David Trezeguet (RP) 43 st.
ARBITRO: Alejandro Toia -mal-.
MAN OF THE MATCH: David Trezeguet (River Plate)
RESULTADO MORAL: River Plate 1 - Almirante Brown 0.

   Hola papá, soy yo, el nene. Quedate tranqui viejo, solo vine a avisarte que esta tarde volvimos a Primera. Si, viejo, volvimos... Y dejame que sea yo, como el riverplatense bien nacido que educaste, el que cierre el círculo que vos mismo abriste hace casi un año atrás, cuando el recuerdo de tu cara tras el penal de Pavone me anunció que aquella historia del descenso iba a culminar de la peor manera. Pero hoy volvimos, viejo, y estamos contentos, y quiero compartir con vos esa alegría. Dejame contarte que hoy ganamos con 2 goles de Trezeguet, un francesito que era apenas un pibe cuando te fuiste; Que él, junto a un tal Cavenaghi y un tal Chori Domínguez (dos muchachos que ni siquiera conociste) fueron los que llevaron la bandera todo este año cargado de nervios. Que fue Matías Almeyda -si pa, aquel cinco que tanto te gustaba- el que condujo al equipo desde el banco a un campeonato que nos sacó canas verdes. Sufrimos mucho pero volvimos, papá. Volvimos y te lo quiero contar. Volvimos y tengo la secreta esperanza de que a partir de esto todo vuelva a ser como fue. Como vos me enseñaste. Como tanto extraño que me cuentes. Esta noche a la hora de la cena, date una vuelta imaginaria por casa, así te sentas en la cabecera y nos damos el gusto de elevar una copa brindando por tu memoria, y por la gloria de la banda roja. La casaca que me metiste en el corazón y enseñaste a amar hasta el dolor.
...
   Terminó, madre de Diós, terminó...No es alegría lo que siento, mucho menos euforia. 363 días, 8760 horas, 210240 minutos después de aquel fatídico 26/J estoy de nuevo en el mismo lugar, plantado frente a la compu, con idéntico nudo en la garganta y angustia contenida, comprendiendo finalmente en este desahogo aliviador la verdadera magnitud de lo que es sufrir un descenso y la titánica lucha por defender las banderas pisoteadas por el malón. Fueron 26 sábados, 9 domingos, un viernes, un miércoles, y un martes en la B. Solo vos (que leés esto) y yo sabemos las que pasamos. 
   Estuvimos siempre. Ese martes lloviznoso ante Chacarita aguantando estoicos el debut. Fuimos con los 10000 ilegales a la popular en Mendoza. Nos retumbó el silencio en las tribunas vacías del Gasómetro. Copamos San Juan, Corrientes, Jujuy, Córdoba, Tucumán, Chubut, Catamarca, alborotadas por una camiseta. Reventamos todos los estadios y las mediciones de rating. Nos tragamos el sapo de las cargadas humillantes. Soportamos tapas de diarios mala leche. Oímos incrédulos como piojos resucitados nos cantaban que eramos de la B. Bancamos que Boca Unidos, Aldosivi, y Guillermo Brown nos saquen puntos sobre la hora. Perdimos ante Atlanta y Patronato de Paraná. Jugamos en el Raúl Conti de Puerto Madryn y en el Fragata Sarmiento de La Matanza. Festejamos golazos, maldijimos regalos defensivos, sacamos cuentas fecha tras fecha, nos copó una angustia insoportable, aprendimos nombres de jugadores desconocidos. Nos dorminos en el infierno tras la caída del Cementerio de los Elefantes y nos levantamos el domingo del día del padre resucitados gracias a la mano de Chacarita. Cruzamos a plena angustia esta larga semana previa hasta sacarnos el diablo de adentro con los goles (ya históricos) de Trezeguet... Me enorgullezco y me respeto por esta fidelidad. Solo pido que el domingo que volvamos a jugar en Primera, queridos amigos, todos los riverplatenses juremos  recordar todo lo que padecimos para parir esta cosa a la que llamamos felicidad.
   Y seguiremos siendo River. El River de siempre, el millonario, el más grande por lejos. No se nos caerá ningún anillo cuando comenzemos a contar todos los Torneos de Primera, Las Libertadores, La Intercontinental, La Supercopa, La Interamericana, y ahora, el Torneo de la B, a simple vista, el título más difícil de nuestra historia.
   Quisiera rubricar este drama con final feliz, con una sola frase. Solo una. Aquella que fue expresada en momentos aciagos y que sirvió como punta señera para alumbrar la esperanza de la llegada de buenos tiempos. Una frase que sirva de lección y escarmiento, y se nos tatúe a fuego en la mente y el corazón, al convocar la memoria a todos los responsables de nuestra caída y a todo lo que penamos en pos de la reconstrucción que nos debemos.
Señoras y Señores... Nunca más.
.

miércoles, 20 de junio de 2012

UN DÍA EN LA VIDA


Pienso el tema del post y el inconsciente de inmediato envía dos nombres desde el recuerdo: Rubén Bruno y Cristian Nasuti. Error que la estadística desmiente con su frialdad habitual. Bruno y Nasuti hicieron dos goles con la casaca millonaria. No voy a pisar en falso, pues. Entonces, voy a la lista y la misma se extiende a –seguro- más de 100 nombres que estamparon su sello en las redes millonarias una única vez en la vida. Todos y cada uno tienen su historia mínima. Este es un resumen (arbitrario, opinable y agregable) de 10 de los casos más significativos.
1- Héctor Jeréz: No había muchas chances de jugar para el joven Héctor Jeréz en el River de 1973. Quique Wolff, Japonés Pérez, Zuccarini, Giustozzi, o Bottaníz, cerraban todas las puertas para cualquiera que se proyectase a Primera como lateral. Sin embargo, suspensiones, lesiones y malos momentos le abrieron una pequeña ventana para por fin mostrarse. La historia recordará al Huracán de Menotti como uno de los cuadros más lujosos de la historia. A ese equipo River le ganó ida y vuelta por 1-0. En la revancha, en el Palacio Ducó, un cabezazo certero del joven Jeréz sentenció la caída de la valla de Roganti y su máximo momento de gloria en el fútbol. Era su segundo partido en Primera, el segundo de los apenas 4 que jugaría con la banda roja.
2- Ricardo Rojas: No hace falta explicar mucho, no?. Cualquier millonario bien nacido recordará que Ricardo Rojas se llevó la pelota luego de una pared con D’allesandro, encaró a Abbondanzieri y cuando lo tuvo a suficiente distancia pinchó la pelota sobre su cabeza para dejarla mansita en la red de Casa Amarilla. Grosso momento. Distinción justa para este misionero imperceptible, laburante a destajo y fiel como un soldado. Jugó en River 5 temporadas correctas que fueron coronadas por este único golazo, fetiche inolvidable para la historia del riverplatense, único momento que lo sacó de la calma que buscaba y transmitía. Hoy vive en Puerto Rico, Misiones, alejado del mundo del fútbol, disfrutando y laburando en paz y sencillez, y tal vez no muy consciente de lo que su gol significó (y significará) para la gloria de la banda roja.
3- Vicente Locasso: El valor agregado del único gol de Locasso como futbolista de River es el de ser el primero en la historia profesional del club. Cuentan las crónicas que fue un remate corto y cruzado para el 1-0 ante Atlanta, en un sitio de Buenos Aires que hoy ya no existe. Dicen que Locasso era un interesante proyecto, destacado unánimemente durante la parte final de la era amateur. Un día se rompió feo la rodilla y por aquellos años, se sabe, esas lesiones dicifilmente sanaban bien. A los pocos años se vio obligado al retiro. Tomó los libros y se recibió de contador. Trabajó en la tesorería millonaria hasta su jubilación.
4- Roberto Bonano: Cruzó la cancha decidido. Lo empujaba la sed de venganza. Chilavert lo había crucificado duró y parejo gracias al castigo de sus tiros libres y el filo de su labia. Un penal para River ante Vélez en un cotejo de primera fase de la Copa MERCOSUR de 2000 le dio la oportunidad. Pateó con el suplemento del diario, bajo y al medio. Chilavert eligió una punta y, por una vez en la vida, perdió. Tito se lo gritó “in your face”. Tal vez en la descarga de ira no comprendió un detalle histórico de reelevancia. Acababa de convertirse en el primer (y hasta ahora único) arquero millonario en anotar un gol oficial.
5- Javier Mascherano: Al joven jefecito ya lo distinguía una vitalidad asombrosa, y pese a los 2.600 metros de altura de la ciudad de Riobamba, había suficiente aire en sus pulmones como para amedrentarse ante una patriada. Tomó la pelota en mediacancha y se animó a la aventura de encarar. Uno, dos, tres rivales quedaron en el camino. Al borde del área prendió cartucho de derecha y la clavó arriba, abriendo el camino para una victoria millonaria ante el Olmedo ecuatoriano. Aquel festejo de 2005 es la excusa perfecta para recordarlo. Javier partió muy rápido conforme a las leyes caníbales del mercado del fútbol. Volverá algún día para seguir mostrando esa entrega, disciplina y liderazgo que lo hicieron reconocido en el mundo entero y referente de la banda desde el día mismo de su debut.
.
.
6- René Houseman: El inigualable duende de la banda derecha, llegó a Nuñez con las tabas cansadas y el bocho en otra cosa. Cascoteado por una conducta indócil, René entregó en River apenas un par de firuletes de su basto repertorio. Su solitario aporte goleador (una perla preciosa a Colón, en el arco del Río de la Plata, gestada a plena gambeta y remate al ángulo) quedó grabada como un símbolo de lo que fue: Un crack sin tiempo, al que llegamos muy tarde para disfrutar.
7- Fabián Basualdo: Si algo bueno tenía el primer River de Passarella (entre tantas cosas) era la previsibilidad. Todos sabían que ese equipo te iba a presionar, te iba a atacar, y casi seguro te iba a ganar. Y una de las tantas cosas previsibles era la subida desgastante y criteriosa de Fabián Basualdo, hacedor sobrio y atildado de un zurco por la banda derecha del ataque millonario durante 4 temporadas, cosa que además, lo elevó a la categoría de mejor lateral del país. Una tarde, una de esas repetidas escaladas no terminó en centro al delantero, sinó que culminó con una definición certera en el mano a mano frente a Pedro Catalano, y así rubricar un (previsible en esos años) 2-0 ante Español en el Amalfitani, por el Clausura 92.
8- Héctor López: El Gorrión era uno de los soldados más rasos de la armada que Angelito Labruna conformó para volver a las vueltas olímpicas en el 75. Perro de presa, humilde como sus virtudes, López se las arregló para volverse un habitué de aquellas formaciones basándose en su tremenda regularidad y en el correcto don para la marca y -cuando se podía- la proyección. Su único gol en Primera llegó en una de las pocas tardes amargas de aquel glorioso 75. El 8 de octubre, en La Plata ante Estudiantes y por la primera fase del Nacional, acertó un rebote tras un corner y estampó su único festejo con la banda roja en 284 partidos oficiales.
9- Domíngo Rodríguez: Uno lo nombra ahora y enseguida se impone el gesto de hacer un puchito con los dedos de la mano y moverlos hacia arriba y hacia abajo. Pero el tucumano Domingo Rodríguez fue una verdadera promesa de gol allá a comienzos del año 1959. Llegó con aires de artillero y con un lastre difícil de sobrellevar: Reemplazar a Ángel Labruna. No pudo, y solo 6 partidos bastaron para comprobar que no daba el piné. Encima, lo que pudo haberle dado cierto margen para adaptarse –gol a Boca en la Bombonera- ocurrió en el contexto de uno de los peores superclásicos de la historia millonaria: Derrota inapelable 1-5.
10- Juan Esnaider: Lo acompañó siempre un cartel desmesurado, y una chapa de crack rebelde que, honestamente, pocas veces demostró. Surgió en Ferro y fue famoso por algunos buenos partidos y varias polémicas en las juveniles de Merlo. Esnaider hizo casi toda su carrera en Europa, donde alcanzó a destacarse en el Zaragoza de España. Junto al uruguayo Daniel Fonseca, fue la mega contratación de River para la temporada 2002, pero el fiasco no pudo ser mayor. Lento, rellenito, lesionado y sin mucho interes, tuvo 6 meses de vacaciones bien pagas en Buenos Aires. La espectacular presentación de Cavenaghi en Primera lo envió rápido al ostracismo del que solo escapó con la rescisión de contrato. Antes, había dejado su única y humilde huella en las redes millonarias: Un toque de primera para el segundo gol de un 2-0 de River a Deportes Tuluá de Colombia por Copa Liberadores.

sábado, 16 de junio de 2012

PUÑAL AL CORAZÓN

Patronato (Paraná)  1 - 0  River Plate
B Nacional 11/12 - 37° fecha
Cementerio de los Elefantes - 16/05/12
.

PATRONATO: Bértoli; Graciani, Andrade, Boggino y Márquez; Guzmán, Pereira, Bustos, Urresti y Acosta; Quiroga. Posteriormente Casado, Torres y Roda. DT: Marcelo Fuentes.
RIVER PLATE: Vega (5); Ponzio (3), Maidana (4), Ramiro Funes Mori (4) y González Pírez (4); Aguirre (4), Cirigliano (4) y Ocampos (3); Domínguez (4), Cavenaghi (5) y Trezeguet (4). Luego  Villalva (4), Rogelio Funes Mori (4) y Bou. DT: Matías Almeyda.
GOLES: Leonardo Acosta (PAT) 7 pt.
ARBITRO: Pablo Lunati -bien-.
ROJAS: Ignacio Boggino (Patronato).
MAN OF THE MATCH: Sebastián Bértoli (Patronato).
RESULTADO MORAL: Patronato 1 - River Plate 1.

Posta que ahí parado el arco se achica. Posta que los 11 metros parecen el doble cuando uno toma distancia y espera la orden. Al Chori se le deben haber cruzado 30 ideas distintas en la tensa espera. Eligió la que tal vez todos hubiésemos elegido. Bomba al medio. Bértoli razonó con pericia al comprender que no era momento para sutilezas. Se la jugó a esperar paradito y ganó. Lamentablemente. Dicen que fallan penales quienes los patean. Pobre Chori de haber pifiado justo ahora. De todas formas el penal es apenas la arista más saliente de una tarde tortuosa en Santa Fe. Antes de ese trompazo al mentón hubo 87 minutos saturados de miedo y de presión (y depresión), al ver el objetivo cerca y no saber como alcanzarlo.
   Y claro que duele. Duele todo. La cara roja de la bronca. Las palabras atoradas en la garganta. Los ojos atajando la inevitable descarga. Las preguntas sin respuesta. El silencio más dramático ante esta tortura inexplicable. Duele dejar pasar una nueva chance. Duele la retirada llena de hastío de un pueblo desilusionado. Duele la flagrante involución futbolística de un equipo que, en su intento de hacer todo, acaba no haciendo nada.
   Patronato no experimentó mucho en su táctica anti-River. 4-4-2. Poco espacio, mucha marca, un despliegue sobrehumano, y una notable efectividad para dar el golpe. Contó con la enorme colaboración de un millonario entregado a un quilombo psicológico brutal. Calamitoso en defensa, a medias tintas en la mitad y a la buena de Dios en el ataque. Sin el pulso firme en un técnico al que al precario armado táctico inicial, rara vez le suma habilidad en la muñeca para torcer el rumbo a tiempo. Luego del madrugador gol de Acosta, hubo varias chances claras que hicieron soberbia la figura de Bértoli. En el complemento la mente se nubló por el apuro y el miedo escénico. El penal a Funes Mori llegó cuando la batalla estaba perdida y su despilfarro volvió a apuñalar con una daga fría, el tajeado corazón del país millonario.
   Imagino la semana. La paz inexistente. Los rumores apocalícticos. Los buitres sobrevolando. El juego del fin de semana. Con punta o sin punta, habrá que ganarle a un adversario que vendrá chivo e incentivado. Deberemos poner la oreja en el auricular y rogar por una mano externa. Viviremos angustias conocidas al compás del morbo forastero por gozar de nuestro padecimiento. Deberemos ser -como sea- dignos de nuestra historia para ponerle fin a este viacrucis interminable.

miércoles, 13 de junio de 2012

ENTREGADO AL MARRÓN

River Plate  2 - 3  Platense
Torneo AFA 1986/87  -  02/05/87
.
Nadie vio nada, nadie escuchó nada. No hubo cámaras ocultas que cercioren el pacto, ni arrepentidos que desnuden entretelones desconocidos. Entonces lo que pueda haber pasado esa tarde otoñal de mayo de 1987, nació, vivió y murió dentro del campo de juego de Núñez y en los acuerdos tácitos y miradas cómplices que los protagonistas de aquel cotejo puedan haber cruzado. Cuando se está envuelto en la coyuntura, es difícil sentir el peso de la historia. Si River se hubiera imaginado la manchita que quedaría para siempre, tal vez no le hubiese allanado tan placidamente el camino a un Platense que, perdido por perdido, fue en busca del milagro que necesitaba para seguir con vida. Y lo encontró.
   A principios de 1987, el River del Bambino Veira ya había detenido el motor de su máquina gana todo y marchaba solo con el impulso de su inercia. Esa última fecha del Campeonato Temporada 86/87 encontraba al millonario sin nada importante por que jugar y con un indisimulable aroma a final de ciclo. Platense, por el contrario, era una bola de nervios deshojando su habitual margarita de “desciendo / no desciendo”. Llegaba con el agua al cuello obligado a descontar el punto con que Temperley lo aventajaba en el duelo por evitar el rebajamiento de categoría.
   El partido transcurrió sobre carriles normales durante la primera hora de juego. River imponiendo sin apuros la enorme diferencia de categoría individual con que contaba, y Platense anudado en sus tensiones por una calculadora que no sonreía y una radio que no traía buenas noticias, tal es así que nadie se sorprendió cuando llegaron los goles de Claudio Morresi y Aponte en contra, casi lapidando cualquier tipo de aspiración del marrón por zafar.
   Pero ocurrieron 3 hechos claves para que el milagro se produzca. El primero fue el empate de Omar Palma para Central ante Temperley en el sur, que avivó un poco más la pequeña llamita de esperanza. El segundo fue la variante introducida por el Chamaco Rodríguez, poniendo toda la carne en el asador con el ingreso de Miguel Ángel Gambier. Y el tercero –y no menos fundamental- fue la mansedumbre con la que River afrontó los 15 minutos finales del partido. De allí a decir que la banda entregó el partido hay un trecho muy grande, pero la sospecha de que algo raro pasó jamás podrá escaparse del recuerdo de los que vivieron aquella jornada.
   Apenas ingresado, Gambier había descontado con una volea de derecha tras controlar un centro con el pecho. Liberado de su carga al saberse ya condenado, Platense se hizo empuje y fervor. A los 38 hubo un corner y un centro pasado. Fueron varios los que saltaron en el segundo palo y entre todas las cabezas apareció una mano que desvió el balón como un voleybolista. Era el Tolo Gallego. Gambier puso el segundo y el milagro no solo ya no era imposible, sinó que –a la luz de los hechos- era lo mas probable. Tuvo el Calamar que sacudir un poco más la rama para que la fruta madura caiga. Y cayó sobre el minuto final. Hubo un nuevo centro, un cabezazo a boca de jarro que obligó un atajadón el pibe José Miguel y el rebote de Gambier sacudiendo la red de la Figueroa Alcorta. El triunfo de Platense obligó a un desempate con Temperley para evitar el descenso. En cancha de Huracán se impuso 2-0 y mantuvo la categoría.
Abel Gnecco fue el juez esa tarde. River dispuso a José Miguel; Plumero Gómez, Tano Gutiérrez, Erbín y Gordillo; Gustavo Zapata, Gallego, Morresi y Gorosito; Alzamendi y Pedro Salaberry. Después entraron Medri y Sperandío. Por Platense jugaron Fortunato; Bellini, Avalos, Larramendi y Aponte; Desanto Callipo y Espina; Gerardo González, Nannini y Alfaro Moreno. Posteriormente ingresaron Gambier y el Colorado Vieta. Son ellos, los protagonistas, los únicos que conservan fielmente para sí la verdad de la historia de ese partido memorable. Un cotejo que, como tantos otros antes y otros después, nos enseño que en el fútbol (al igual que con las brujas) los arreglos no existen, pero que los hay, los hay.

lunes, 11 de junio de 2012

SABOR A ASCENSO

River Plate  2 - 1  Boca Unidos (Corrientes)
B Nacional 11/12 - 36ª fecha.
Estadio Monumental  - 10/06/12.
.

RIVER PLATE: Vega (7); Maidana (4), González Pírez (4) y Ramiro Funes Mori (4); Sánchez (5), Cirigliano (6), Ponzio (5), Domínguez (6) y Villalva (5); Cavenaghi (4) y Trezeguet (6). Posteriormente Aguirre (5), Ocampos (6) y Rogelio Funes Mori (7). DT: Matías Almeyda.
BOCA UNIDOS: Sessa; González, Donatti, Moisés y Baroni; Danelón, Sánchez Paredes, Babak y Ríos; Visconti y Núñez. Luego Retamar, Fredrich y Ferreyra. DT: Darío Ortíz.
GOLES: Lucas Ocampos (RP) 31 st. Elvio Fredich (BU) 36 st. Rogelio Funes Mori (RP) 42 st.
ARBITRO: Carlos Maglio -regular-
MAN OF THE MATCH: Rogelio Funes Mori (River Plate)
RESULTADO MORAL: River Plate 2 - Boca Unidos 1.

- No se puede sufrir tanto.
Parece mentira como ese reloj que antes disparaba hacia adelante sin control, ahora gotea sus segundos con una parsimonia exasperante. Y uno empuja las agujas preso del miedo, frunce con cada atisbo de ataque adversario, se desangra por dentro conteniendo esta turra angustia, que mezclada con el apuro y la inoperancia que ven tus ojos, son un coctel mortal para el maltrecho corazón. Termina River. Gana River. Se desahoga River. Es un estallido preso de un desespero nunca vivido en nuestra historia. Y acá estamos, riendo por no llorar, sabiendo que la meta está cada vez más cerca, concientes de que a este ritmo, tendremos 15 años menos de expectativa de vida.
- El equipo más ingenuo del mundo.
Hay una palabra del diccionario que este River no conoce: Inteligencia. Out de lo conceptual y la lógica. Se apura, tropieza, sucumbe al murmullo y al cantito. Va ciego y sin plan a que el talento le gane al orden. Y a veces no puede. Atropella, rebota y juega a inmolarse ensanchándole los caminos de la réplica a rivales pillos e hipermotivados. Corrientes perdonó a la banda tres veces con delanteros llegando al gol solos en el área chica. Cuando parecía derrumbado en su moral tras un empate regalado por una defensa que -ya ni siquiera marca mal- no marca, revivió entre los nervios gracias a una pincelada maestra de Trezeguet para el remate poderoso y memorable del Mellizo delantero que estremeció la red de la Figueroa Alcorta, y le devolvió la razón de ser a medio país.
- La guerra interna.
Lo que a los 5 minutos es "vamos que ya llega", a los 20 se transforma en "Hay que poner, River!!!", y luego pasa a ser un "Movete, dejá de joder", para derivar luego en el "Jugadores, la c... de su madre". Entender al hincha es entender un sinsentido que ha acumulado años y años de frustraciones. No por eso todo se le perdona. En la cancha y en las tribunas, los rumores devenidos en furia resultaron un auténtico salvavidas de plomo para un equipo sobrepasado por la obligación. Con un año de tortura sobre el lomo y a dos fechas del epílogo, casi todos hemos entendido el valor gigante de lo que está en juego, pero no son muchos los que han acertado con la manera justa de jugarlo.
- Sabor a ascenso.
El millonario jugó uno de sus peores partidos de la temporada, pero ganó -tarde pero seguro- la gran batalla psicológica que se debía. Triunfó porque la historia así lo quiso. Y ante los designios de la Señora, mejor no meterse. Yo escribo el título del post con los dedos cruzados, y consiente de que jamás hay que contar los pollitos antes de que nazcan. Sin embargo uno conoce esta sensación, este alivio, esa verdad no revelada, ese percepción tácita, esa inequívoca lectura de los hechos que indican que, ahora sí, la empresa parece encaminada a buen destino. Alivia y preocupa al mismo tiempo saber que solo River y nadie mas que River podrá lograr atragantar la ilusión por la que tanto ha (hemos) peleado, sufrido y merecido.

miércoles, 6 de junio de 2012

EL SALTO DEL TIGRE


Ponele que es una noche de Octubre de 2007. Noche húmeda y con algo de llovizna. Ponele que se juega una ronda inicial de la Copa Sudamericana y que hay obligación de ganarle a Botafogo de Brasil, tras la derrota en la ida en Río de Janeiro 0-1. Ponele que un tal Lucio Flavio convierte el primero y que luego del empate, Dodó hace el segundo de contra faltando media hora. Ponele que Oscar Ahumada se hace echar y que la gente pierde la paciencia ante la inminente eliminación. Ponele que de la nada el equipo encuentra fuego interno y fuerza un empate y hasta una ventaja por 3-2 que sin embargo no alcanza. Ponele que en el descuento mandan un bochazo al área para que un modozito colombiano se eleve, felino como un tigre, entre la muchedumbre de camisetas blanquinegras y aplique un cabezazo inolvidable a contrapierna del arquero. Ponele lo que quieras a esa noche excitante de Buenos Aires, para siempre en el recuerdo, no por el “qué”, sino por el “cómo”.
Hubiera sido lindo verlo a Falcao en un contexto más acorde a lo que fue nuestra historia. Urgido, desaprovechado, y hasta subestimado, Radamel alcanzó apenas a ofrecer en cuentagotas el estilo intenso que hoy disfrutan en Madrid y envidian en media Europa. Sus 3 goles aquella noche ante el Fogao (la mejor de su carrera en Núñez) son una rotunda muestra de lo mucho que pudo haber sido y no fue.

domingo, 3 de junio de 2012

YA FUE

River Plate  0 (4) - 0 (5)  Racing Club
Copa Argentina 11/12 - Semifinal.
Padre Martearena (Salta) - 03/06/12.


RIVER PLATE: Chichizola (6); Abecasis (4), Pezzella (6), González Pírez (6) y Ramiro Funes Mori (6); Aguirre (6), Ledesma (6), Domingo (5) y Ríos (4); Rogelio Funes Mori (5) y Villalva (5). Posteriormente Ocampos (5), Vila y Ponzio. DT: Matías Almeyda.
RACING CLUB: Saja; Pilloud, Martínez, Cáceres y Cahais; Zucullini, Pelletieri, Castro y Moreno; Viola y Santander. Luego Fariña DT: Luis Zubeldía.
GOLES: No hubo
PENALES: Por River convirtieron Ponzio, Rogelio Funes Mori, Ocampos y Ledesma. Villalva desvió su remate y Sala le contuvo a Vila. Por Racing convirtieron Saja, Viola, Pilloud, Hauche y Fariña. Chichizola le atajó a Moreno.
ARBITRO: Alejandro Toia -mal-.
MAN OF THE MATCH: Sebastián Saja (Racing Club)
RESULTADO MORAL: River Plate 1 - Racing Club 0.

Es histórico. Si Boca debiera hacerle un monumento al que se le ocurrió definir los empates ejecutando penales, River tendría que iniciarle acciones legales. Rara vez el show de los 12 pasos le dio alegrías al millonario. Un par de definiciones en Brasil en la Supercopa del 91, un triunfo en Quito en el 99, un éxito en San Pablo en 2003, o la legendaria noche de la "adelantada" de Lucchetti ante Santos Laguna. Y luego poco más. Los penales no son suerte. Todo lo contrario. Requiere todos los sentidos puestos en una puja que tiene tanto de técnica como de psicológica. Y cuando aparece la chance no hay que perdonar. River Plate (perdonador histórico por excelencia) tuvo la suya en el quinto penal del Keko Villalva pero se le escapó contra el palo. Y, como casi siempre, fue.
Lastima por los pibes que merecían la final. Jugando de tu a tu contra un  Racing que no escatimó titulares en su intento de salvar la ropa del semestre, la banda se mostró siempre mas insinuante y fluida, y tuvo las ocaciones mas claras para desnivelar el cero. No se dio. Hubiese estado bueno un River- Boca, pero tal vez sea mejor evitar una final superclásica que desvie el foco de lo verdaderamente importante. Hay en el horizonte inmediato un juego contra otro Boca del cual se desprenderán cosas mas vitales que definir ante el eterno rival una copa clase B.