miércoles, 29 de septiembre de 2010

EL DARSENERO MONTEVIDEANO


La historia oficial del River Plate uruguayo dice que nació el 11 de marzo de 1932, luego de que Olimpia FC y Atlético Capurro de Montevideo decidieran fusionarse en una sola entidad. Pero el origen de su nombre, la elección de sus colores y la historia que motivo a sus creadores, exigen un recuento pormenorizado de una gesta que se inició varios años antes y que a muy pocos se les pasa por alto en la otra rivera del Plata.
A fines del XIX, el puerto era la internet de nuestros tiempos. El lugar por donde se divisaba el mundo. Las ciudades explotaban y crecían con masas enormes de inmigrantes que arribaban para hacerse la América. Las novedades que convulsionaban a los locales y cambiaban estilos de vida, llegaban con los buques en cajas de madera, a menudo identificadas con una leyenda que con el tiempo haría historia: “The River Plate”. Una de esas excentricidades del viejo mundo era el juego del fútbol, cuyo veneno de pasión, prendió rápido y de forma irremediable en los criollos de la banda oriental. Corría 1897 cuando un grupo de estibadores y changarines del puerto montevideano, ya perdidamente entregados a la fascinación del juego, tomaron la decisión de crear un equipo de fútbol. Jamás pensaron lo mucho que les costaría.
La primer traba fue su nombre. Se bautizan como Cagancha FC, pero cuando concurren a la “League” uruguaya (antepasado de la actual AUF) sus aristocráticos directivos los rechazan por considerarlo un nombre demasiado mersa para la alta alcurnia de su Federación. Deciden pues renombrarse como London FC, -¿acaso hay algo mas inglés que London?-, pero nuevamente son vetados por los nariz parada de la elite con el argumento, nuevamente sectario y discriminatorio, de no poseer en sus filas jugadores de origen británico.
Así deambularon varios años, entre enojos, furias, nuevas ilusiones, repetidas decepciones y amagues de dejar todo. Ya habían cambiado definitivamente su nombre por el de River Plate FC, en honor a la inscripción que casi todos los días se paseaba frente a sus ojos, en las cajas que descargaban de los barcos que llegaban al puerto. Pero en el año 1900, la League admite a Nacional de Montevideo, Club formado por potentados criollos, pero criollos al fin de cuentas. Vuelven a la carga por su sueño y cuando parecía que las excusas se habían acabado, se les impone –A diferencia del Bolso- la condición de jugar y ganar una serie irrisoria de campeonatos para finalmente ser aceptados en el círculo superior.
Originalmente River Plate FC usaba una casaca de color negro, pero aquellos iniciales años del siglo XX trajeron consigo un acontecimiento que quedo marcado a fuego en la historia charrua. La Guerra Civil, el viejo conflicto que enfrentó a los seguidores del Partido Colorado y el Partido Nacional. En homenaje a ese suceso, adoptaron los colores rojo y blanco a rayas verticales para su uniforme. Los Darseneros se convierten rápido en uno de los mejores equipos de su país. Ganan los títulos de 1908, 1910, 1913 y 1914. Rozan la gloria al convertirse en el primer equipo oriental en derrotar al poderoso Alumni de Buenos Aires. Les ganan en Montevideo y también Capital Federal. En este partido, ante la similitud de camisetas, es que los muchachos del River uruguayo deciden jugar con una casaca color celeste. La magnitud de la victoria es tan grande que la Selección uruguaya adopta para siempre esos colores, en homenaje a tal hazaña.
Finalmente, River Plate FC desapareció a comienzos de 1925. Su historia fue la que inspiró la unión de los Clubes Olímpia FC y Atlético Capurro para fundar el Club Atlético River Plate de Montevideo. Desde 1932 participan con suerte dispar en los torneos profesionales de la AUF. El River de Uruguay no es millonario ni mucho menos. Comparte los preceptos humildes que marcaron la vida de sus antecesores. Amigo de repetidos ascensos y descensos. Juega en su cancha de siempre, el Parque Saroldi, bautizada así en homenaje a Federico Saroldi, un arquero del Club que falleció en 1932 por un golpe en la cabeza jugando un partido.
Del Darsenero surgieron jugadores como Osvaldo Canobbio, Waldemar Victorino, Robert Flores o Carlos “Pato” Aguilera. Pero tal vez sea el artillero Fernando Morena, el mayor exponente histórico de sus divisiones formativas. Morena jugó 5 temporadas antes de ser traspasado en el 73 a Peñarol y convertirse allí en un icono del carbonero.
Gracias al juego desprejuiciado, vistoso y a menudo suicida pregonado por Juan Ramón Carrasco, River Plate tuvo su tiempo de notoriedad hace algunas temporadas atrás. Arañaron el título uruguayo en 2008, perdiendo el desempate final con Peñarol 5-3. Fue una campaña historia en la que el Darsenero se dio el gusto de hacerle 7 goles a Rampla Jrs, 5 a Danubio y Defensor Sporting, y 6 al mismo Peñarol. A partir de allí las puertas de América se abrieron para este pequeña entidad montevideana. Llegaron hasta las semifinales de la Sudamericana en 2009, siendo eliminados por el Campeón Liga de Quito, no sin antes haber sorprendido al continente eliminando a San Lorenzo de Almagro en el mismísimo Gasómetro.
Hoy, siguen apuntando alto sin dejar de tener los pies sobre la tierra. Tal como lo hicieron aquellos legendarios laburantes portuarios hace mas de un siglo atrás.

domingo, 26 de septiembre de 2010

CASTIGO DEL CIELO

River Plate 1 - 1 Quilmes
Torneo Apertura 2010 - 8ª fecha.
Estadio Monumental - 26/09/10.


RIVER PLATE: Carrizo (5); Ferrari (4), Maidana (5), Román (6) y Arano (6); Ballón (4), Almeyda (5), Lamela (7) y Buonanotte (4); Pavone (6) y Funes Mori (5). Posteriormente Ortega (7), Acevedo y M. Díaz. DT: Ángel Cappa.
QUILMES: Tripodi; Fontanini, Gioda, Gerlo y Broggi; Torres, Cerro, Kalinsky, Núñez y Raymonda; Morales. Luego Varela, Caneo y Garnier. DT: Hugo Tocalli.
GOLES: Mariano Pavone (RP) 2 st. Miguel Caneo (QUI) 47 st.
ARBITRO: Juan Pablo Pompei -regular-.
MAN OF THE MATCH: Emanuel Trípodi (Quilmes)
RESULTADO MORAL: River Plate 3 - Quilmes 0.

A diferencia de la religión, el fútbol no tiene mandamientos, pero si existiesen, tres de ellos serían los siguientes: - Le pasarás la pelota a un compañero. -Convertirás las situaciones que se te presenten. -Marcarás a tu adversario en la pelota parada. El fútbol (este juego impío que hoy nos golpea en frío en el mentón) está lleno de reglas no escritas que solo sirven para que mediocres periodistas luzcan como sabios, cuando con tono catedrático, exclamen la máxima de esta noche de Núñez: Los goles que se pierden en un arco, se sufren en el otro.
Esa idea tan vieja como el juego mismo comienza a hacer ruidito en tu cabeza cuando una a una las chances se desperdician. De pronto, un foul zonzo y evitable en la puerta del área le da la excusa justa al fantasma para meter la pata. Luego, lo que todos sabemos, uno o dos defensores x que se duermen, un delantero solo por el segundo palo, y lista la vacuna. Andá a llorar a la iglesia.
River perdió 2 puntos dolorosos, porque a veces, suele ser mejor pasar por incapaz que por boludo. Luego de un primer tiempo bastante liviano, los de Cappa ofrecieron una cara renovada y ambiciosa en la segunda mitad. Pavone logró rápido lo que parecía ser lo mas difícil de la noche, o sea, corroer el muro defensivo cervecero. Con pelota y espacios a disposición, River, y sobre todo Funes Mori, pudieron hacerse un festival de goles, pero solo lograron aumentar la cuenta en el casillero de los pingpones en los programas deportivos de entre semana. Sus yerros le estiraron la agonía a un Quilmes que, a la vista de su patética producción ofensiva, encontró ese empate como un verdadero regalo del cielo.
Entre tanto ceño fruncido y busqueda de explicaciones, algunas cosas quedaron mas o menos claras. Ballón es volante central o es suplente. Román no es menos que Ferrero, pero da ventajas de estatura. Que se mantenga a Buonanotte a este nivel es contraproducente para todos, sobre todo para él. Pavone y Funes Mori pueden (y deben) jugar juntos. Ortega lúcido ante rivales lúcidos es una cosa y ante rivales cansados es mucho mejor, ¿podremos entender que -tal vez- es mejor que arranque los partidos de suplente?. Erik Lamela tiene todo para ser la mejor aparición de las inferiores de River desde el Pipita Higuaín.
Hoy volamos de la calentura. Porque teníamos 16 en la mano y de golpe 2 se nos caen de puro giles nomas. Por los goles perdidos. Porque nos llegan media vez y nos empatan. Porque Almeyda se rompió y sin él, el desamparo será grande. Porque la fecha se había dado redonda en término de resultados. Así y todo, la incertidumbre del comienzo de temporada va dejándole paso de a poco a una tibia certeza de que será muy difícil que en junio del año que viene lo mas temido finalmente ocurra. Y si de cada cotejo hay que extraer una enseñanza para el futuro, esta paridad ante Quilmes nos ha revelado de la manera mas cruel posible, que los partidos no se terminan hasta que se terminan.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

MUCHO MAS QUE UNA TRIBUNA

River Plate 1954 / 1957 – 63 partidos – 28 goles – 3 títulos.
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De que pacto diabólico habrás surgido, demonio petiso. Que bruja nicoleña habrá untado mágicos conjuros en tus pies prodigiosos. Que regla no escrita habrás violado, para aguijonear con el filo de tu regate, el éxtasis de una tribuna rendida.
Que maestro suburbano te habrá inculcado tu gracia, diablillo de la gambeta. Que códigos ocultos jamás pudieron descifrar, aquellos que a patada limpia descargaron su impotencia. Cuantas redes del planeta habrás desvirgado con remates imparables.
Sivori. Enrique Omar. El cabezoncito de San Nicolás. 17 años en las valijas cuando lo mandaron a la cancha, una tarde de domingo de abril de 1954 para reemplazar al mito viviente que ya por ese entonces era Ángel Labruna. Cara de nene, mechón rebelde cayendo sobre la frente, físico retacón, medias caídas y porte de malandrín desorejado. Es esa misma estampa que se le vio aquella tarde de mayo del 69 en el San Paolo de Nápoles, cuando jugó el último partido de su carrera. Había acumulado gloria, fama y dinero en generosas partes iguales, pero el código del barrio y el potrero no se había ido de su sangre. Es difícil encontrar un elogio mejor que este.
Sivori llevaba a Satanás en las piernas. Podía sentar de traste a toda una defensa, o golear desde posiciones inverosímiles. Era un reo y un divo al mismo tiempo. Las ataduras tácticas le molestaban tanto que, simplemente, no les llevaba el apunte. Lo distinguía del resto el ángel especial que acompaña el paso de todos los fenómenos. Como en el picado, actuaba libre haciendo lo que quería. Su genio malarreado lo metía a menudo en problemas con zagueros de pocas pulgas y con árbitros quisquillosos, pero siempre escapaba indemne, porque además de un genio del fútbol, también era un pillo de aquellos. Era el niño mimado de nenes como Pipo Rossi, Carrizo, Labruna o Walter Gómez, subió a primera en 1954 en yunta con el Beto Menéndez y su talento descomunal elevó aún mas el porte infranqueable de aquel equipo riverplatense. Angelito alguna vez dijo “Menéndez le era mas útil al equipo, pero Sivori levantaba a la gente”. Se fue a Italia a los 21 años. Media comisión directiva se opuso terminantemente a su venta, pero pesó mas la postura de la otra parte que razonaba diciendo que nunca más se pagarían 10.000.000 de pesos por un futbolista.
Su paso por Juventus de Turín lo puso a la altura de los grandes dioses del fútbol de todos los tiempo. Con el dinero abonado, River cerró la histórica herradura que apuntaba al Río de la Plata. Dijeron por ahí que la vida de un hombre puede definirse por lo que ha ayudado a construir. Falso. En el mundo River todos tenemos en claro que Sívori es mucho, pero mucho más que una tribuna.

domingo, 19 de septiembre de 2010

PERDONA Y PAGARÁS

Newell's Old Boys 1 - 0 River Plate
Torneo Apertura 2010 - 7ª fecha.
Estadio Marcelo Bielsa (Rosario) - 19/09/10.


NEWELL'S OLD BOYS: Peratta; Alayes, Cichero y Schiavi; Vella, Bernardi, Mateo, Estigarribia y Formica; Sperdutti y Borghello. Posteriormente Salvatierra, Vangioni y Dolci. DT: Roberto Sensini.
RIVER PLATE: Carrizo; Ferrari, Maidana, Ferrero y Arano. Pereyra, Almeyda, Ballón y Lamela; Ortega y Funes Mori. Luego Pavone, Buonanotte y Rojas. DT: Ángel Cappa.
GOLES: Iván Borghello (NOB) 10 pt.
ARBITRO: Néstor Pitana.
RESULTADO MORAL: Newell's Old Boys 1 - River Plate 1.

El destino suele dar señales, y se sabe, el que avisa no traiciona. Viernes por la noche. Gimnasia de la Plata convierte un gol luego de 7 meses y medio y ganan su primer partido en ese tiempo. Mala señal. Sabado por la tarde Tigre le da vuelta a Godoy Cruz un partido que tenía perdido. Mala señal. Domingo al mediodía. All Boys doblega al laureado Estudiantes de La Plata en su canchita de Floresta. Mala señal. No podía ser este un fin de semana felíz. Y -efectivamente- no lo fue.
Les confieso amigos que no vi el partido. Y me siento el peor de los traidores. Se imaginarán entonces, un viaje a visitar parientes, un cuñado 0 fútbol que saca turno de tenis justo (justo!!!!) de 4 a 6. Y una elegante negativa que ronda mil veces por la cabeza, pero que nunca se produce porque no da. Pero uno nunca se puede escapar de River del todo y por eso se mantiene alerta al lejano relato del televisor del buffet. El corazón se detiene cuando una "o" se estira. Es gol, obvio, pero ¿de quién?. No hace falta llegar al final del relato. Lo hace saber un bostero que rondaba al grito de "estos gallinas son unos muertos". Callate, nabo.
La tarde (o el turno) se va en la espera de algun otro grito, otra señal, algo que rompa la monotonía. Llego al bar sucio y transpirado justo para ver como Pitana levantaba los brazos y terminaba el partido decretando la derrota. Taqueloparió. Luego mirás el resumen. Ves el golazo de cabeza del "Memo" Borghello. Te sorprendés con el atajadón de Peratta a Funes Mori. Y no podés creer como Ballón en el primer tiempo y Ferrero en el complemento erraron los goles que erraron. Y se sabe, el que perdona las paga. Volvés a casa haciendo cuentas todo el viaje. Que tenemos 13, que si le ganamos a Quilmes son 16, que el partido pendiente de Gimnasia, que All Boys y Olimpo suman distinto. Que tortura, por Diós.
El duelo ante Newell's en Rosario era una prueba de personalidad. Y River -como ante Vélez- volvió a defeccionar en ese plus de caracter que se necesita para revertir un trámite que arranca torcido. Es cierto que se pudo haber empatado y tal vez (por el contexto y el rival) no se haya jugado un mal cotejo. Pero hace bastante rato que River no gana estos partidos visagra. Algo, evidentemente muy dificil de identificar, todavía sigue faltando para dar el gran despegue.
Escribo esto con el odioso "Marteeeeen" de Araujo de fondo, mientras Boca termina de darle forma a su victoria sobre Colón de Santa Fe. Una fecha que nació mal parida desde el viernes no podía acabar de otra forma.
Ah. Gané 6-2 / 6-4. Pero eso no salva el fin de semana ni a palos.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

LOS PIBES DEL 83


La tarde del 10 de julio de 1983, no salieron estrellas desde el túnel local del Monumental. La casaca de River la portaban tímidamente 11 jugadores que no eran más que un puñado de adolescentes a medio formar, jugando obligadamente un juego de adultos. Tenían entre 18 y 19 años y tal vez no entendían mucho porqué en el costado de enfrente los estaban esperando los profesionales de Unión de Santa Fe y no otros mocosos como ellos para un juego de inferiores. Fue una de las tantas veces en que los pibes pagaron por las macanas de los grandes. Y en 1983, de macanas, River estaba poblado. Hubo huelga de profesionales, y a lo largo de un mes, los muchachitos defendieron la banda roja a capa y espada. 0-3 ante Unión. 2-1 a Platense. 0-2 ante Huracán. 1-0 a Instituto. 0-4 ante San Lorenzo. 1-2 ante Racing de Córdoba y 0-0 frente a Independiente. La categoría 64 era famosa en el mundo River, pero tal vez no estaba del todo lista para poner la cara y aguantar la cachetada. Pero lo hicieron, y ese acto de anegamiento heroico por la camiseta, se recuerda mas allá de los resultados. Varios de los pibes del 83 prolongaron su carrera hasta hace poco. Otros tuvieron una vida deportiva mas humilde, y otros tantos, naufragaron inmediatamente en el océano del olvido popular, fagocitados por su propia incapacidad o infortunio.
Adrián Rodríguez: Arquero, y era tan pibe que le sobraba portería por todos lados. Atajó solo en esos partidos del 83. Se le recuerda un penal contenido a López Turitich de Platense. Quedó libre en 1985 y pasó a Español.
Héctor Fabián Vittor: Jugador tosco y polifuncional. Podía actuar de volante o defensor. Jugó en total 21 partidos hasta la temporada 1986/87. Fue traspasado a Banfield y ese año el taladro perdió la categoría. Sus últimas imágenes como futbolistas lo vinculan al fútbol Mendocino.
Carlos Karabín: Zaguero central que le pegaba como una mula (a balones y tobillos por igual). Luego de integrar los planteles campeones del Bambino Veira se fue a jugar a Vélez. Actuó en Colombia para Millonarios de Bogotá y Junior de Barranquilla. Su carrera se cerró con un largo derrotero por el fútbol de los sábados. Quilmes, Deportivo Laferrere, Almirante Brown, Atlético Tucumán y Defensa y Justicia.
Luis Gennero: Marcador de punta izquierdo. Jugó en primera solo en el 0-3 del debut ante Unión. La pasó tan mal que su lugar lo ocupó Alejandro Montenegro. Quedó libre en el 85 y se fue a jugar a la Liga de Junín.
Néstor Gorosito: Era volante central y terminó siendo un enganche de alta clase. En realidad, Pipo fue uno de los mejores jugadores argentinos de los 90. Ganó todo en el 86, pero encontró su lugar en el mundo en San Lorenzo de Almagro donde fue ídolo. Hombre de Selección Nacional, también actuó en el exterior para el Tirol de Austria, la Universidad Católica de Chile, y Yokohama Marinos de Japón. Hoy es entrenador.
Néstor De Vicente: Junto a Pipo, eran los cracks de la categoría 64. Volante izquierdo espigado, potente y hábil. Su explosión nunca se produjo y le fue difícil lograr continuidad. En el 85 se fue a Instituto de Córdoba. Luego pasó por Talleres, Platense, Grasshoppers de Suiza, Estudiantes y Racing Club. Nunca llegó a ser lo que decían que era.
Ricardo Vélez: Lateral derecho. En el partido contra Platense un golpe casual contra su compañero Diéguez, le generó un problema en un riñón que le impidió jugar por largo tiempo. Posteriormente defendió a Tigre y a Unión de Calaveras, de la Liga de Rojas.
Mauricio Trillo: Delantero. La suya es la historia mas freak de todas, por lejos. Fue titular en el 0-3 ante Unión y suplente en el 0-0 ante Independiente. Quedó libre y fue a parar a Talleres y luego a Racing de Córdoba. Se casó con Encarnación Zalazar, la del pelo suelto de las Azúcar Moreno. Se hizo manager del dúo musical español, hasta que una pelea suya con Antonia (la del pelo recogido) causó la disolución del grupo. Grosso.
Claudio Gavazzi: Volante ofensivo. Convirtió el primer gol del triunfo 2-1 ante Platense. Lo dejaron libre en 1985 y recaló en el Calamar donde no tuvo continuidad. Pasó por Morón e Italiano en el ascenso antes de cruzar la cordillera para jugar en Cobresal, Magallanes y Palestino. Dicen que se dedica a la venta de automóviles.
Fabio Spotorno: Volante. Su nombre es sinónimo de ascenso. En River solo jugó unos minutos del partido ante Unión. Fue transferido a Temperley en 1986 y al año siguiente a Banfield. En ambos equipos perdió la categoría. Tuvo una larga trayectoria en el fútbol de los sábados, jugando para Atlanta, Arsenal, Almagro, Tigre y San Martín de San Juan.
Roberto Diéguez: Defensor central. Jugó solo los partidos ante Unión y Platense. Poco se sabe de su carrera posterior. El Museo River lo recuerda escuetamente con esta semblanza: “Ricardo Diéguez (sic). Defensor. Jugó poco y puso el hombro en momentos complicados. 2 partidos. Fecha de debut 11-7-83”.
Pedro Troglio: Volante todo terreno categoría 65. Se afirmó en primera en el 87 por las lesiones del Negro Enrique. En 1988 pasó a Verona de Italia junto a Claudio Caniggia. Jugó tambien en Lazio de Roma y el Avispa Fukuoka de Japón. Retornó a Gimnasia de La Plata y se retiró en Villa Dálmine. Hoy es DT.
Guillermo Nicosia: Dicen que era un defensor central de gran categoría. Tras su debut, fue cedido a Tigre en 1985. Anduvo también por Colón y Huracán antes de transformarse en un trotamundos del fútbol. Jugó en Grecia para el Iraklis Salónica, en México para Morelia, y en USA para Albuquerque. Cerró su trayectoria en Brown de Arrecifes en la B Nacional.
Alejandro Montenegro: Lateral izquierdo. Jugó esos partidos del 83 y luego fue prestado a Chacarita Jrs. Fue “redescubierto” por Veira a principios del 85, integrando el equipo que ganó todo. Su gol a Gatti en el Monumental es uno de los mas inolvidables de la historia. Entre otros, tambien jugó en San Lorenzo. Hoy entrena en las inferiores del club.
Sergio Mercado: Nacido en la provincia de Salta, era un punta veloz que se dio el enorme gusto de marcar dos goles en primera con la casaca de River (a Platense y a Instituto, ambos para ganar). Hizo reserva hasta que fue cedido a Almirante Brown para jugar en la temporada 1985/86 del flamante Nacional B.
Fabio Nigro: Nacido en Junín, hizo todas la inferiores como delantero. En 1985 se fue a probar suerte a Italia. Jugó en Lemenzia, Viterbese y Frosinone. Tambien anduvo por Eslovaquia donde actuó para Slovan Bratislava. Retorno a Argentina para jugar en Estudiantes el 1996, ya como volante mixto. Se retiró jugando en Sarmiento de su ciudad.
Fabián Guido: Es de la misma generación, pero su caso es particular porque solo jugó un partido en primera, pero en el año 1982, ante Talleres de Córdoba. Delantero zurdo de gran capacidad anotadora. Se lo recuerda por lesionar a Gatti en un amistoso ante Boca en Montevideo. Libre en 1985, jugó también en Defensores de Belgrano y en la Liga de Bolivar.
Mariano Dalla Líbera: Aunque ahora muchos no lo crean, el Loco pintaba para ser el sucesor de JJ. Volante derecho de mucho despliegue, técnica y poca conducta. Tuvo dos etapas en River, esa del 83 y con Griguol en 1987. Entre ambas, jugó de prestado en Unión y Temperley. Mas tarde defendió a Estudiantes, Platense, Huracán, Independiente Santa Fe, FAS de El Salvador; Puebla de Mexico. Finalizó su carrera en Newell’s, tan loco como siempre.
Ariel Dacko: Marcador de punta derecha. Rubio, rústico y aguerrido. Su aventura en River duró 6 partidos. Quedó libre a comienzos de 1984 y firmó para Chacarita Jrs. Jugó en la B nacional para Douglas Haig de Pergamino. Mas tarde cerró sus días jugando en las ligas del interior bonaerense.
Sandro Elmo Andreani: Volante creativo llegado con edad de cuarta desde Racing. Solo jugó 2 partidos –Platense e Instituto-. A fin de temporada quedó libre y arregló en Independiente, donde tampoco jugó. Un rápido rastreo por su campaña lo indica vistiendo los colores de Cipolletti de Río Negro, Talleres de Remedios de Escalada, Quilmes, Laferrere y Dep Patagones.

domingo, 12 de septiembre de 2010

RESULTADO MATA ACTUACIÓN

River Plate 1 - 0 Arsenal
Torneo Apertura 2010 - 6ª fecha.
Estadio Monumental - 12/09/10.


RIVER PLATE: Carrizo (7); Ferrari (6), Maidana (6), Ferrero (6) y Arano (4); Affranchino (4), Almeyda (6), Rojas (5) y Pereyra (5); Ortega (5) y Funes Mori (7). Posteriormente Caruso (5), Lamela (6) y Ballón. DT: Ángel Cappa.
ARSENAL: Campestrini; Nervo, López, Aguilar y Krupoviesa; Sena, Leiva, Ortíz y Choy González; Óbolo y Leguizamón. Luego González, Alustiza y Franzoia. DT: Gustavo Alfaro.
GOLES: Rogelio Funes Mori (RP) 29 st.
ARBITRO: Patricio Loustau -bien-
ROJAS: Roberto Pereyra (River Plate), Pablo Aguilar (Arsenal)
MAN OF THE MATCH: Rogelio Funes Mori (River Plate)
RESULTADO MORAL: River Plate 1 - Arsenal 0.

Cuanto vale un puñito apretado como el del final de esta tarde gris en Núñez?. Cuanto cuesta una alegría marcada por el esfuerzo y la perseverancia?. Cuanto sale la sonrisa de un domingo en su crepúsculo?. Cuesta garra, sale transpiración, vale oro. Ahí se va River, apretando fuerte en el bolsillo los tres puntos para depositarlos en caja. Ahí también nos vamos nosotros, contentos, esperanzados, permitiéndonos dejar para otros momentos las exigencias que nuestro pasado ostentoso impone, convencidos ya, que para tener el pan en la mesa, ahora hay que sudar y embarrarse las manos.
Hasta el mas ignorante de los neófitos hubiera predicho como se iba a plantear el partido ante Arsenal en el Monumental. Equipo de Alfaro que va de visitante: Todos atrás y Dios de nueve. Para que gastarse en describir un juego que se repitió en las ráfagas estériles de River por percutir una defensa sobrepoblada y el latente cagazo que sobrevoló la tarde de que te hagan percha en una contra. Ganamos bien. Metimos mucho. Jugamos medio pelo. Sumamos, que no es poco.
Mejor describir entonces los dos puntos cumbres que marcaron el trámite del juego y coronaron a las figuras de la tarde. A los 15 del complemento, un pelotazo cayó en el área a las espaldas de Almeyda. Al Pelado (en su primera falla del semestre) lo durmió Luciano Leguizamón entrando por el lado ciego y su remate franco en el área chica obligó a una atajada monstruosa de algún superheroe de historieta disfrazado de Juan Pablo Carrizo. A los 29, Ortega tiró un corner de esos que siempre se rechazan, pero entre los agarrones, las cortinas y las miradas pétreas apareció la cabeza del pibe Funes Mori. Gol de goleador. Gol de delantero importante. Gol de aumento de cotización. Si hubo en el país algún millonario que se quedó sentado en su silla, debe ir con urgencia al médico.
Hoy River es un arquero soberbio (ganador de 6 de los 13 puntos que tenemos). Es una defensa que se las arregla como puede, pero se las arregla. Es la fibra de Almeyda y el chispazo intermintente de Ortega. Es el gol de un delantero que con cada tanto se hace más jugador. Pero River también es una larga laguna de imprecisiones. Un mediojuego que a veces no para ni agrede a nadie. Es un ariete demasiado solitario allá arriba. Es una bola de nervios irritante. Es un emocionante estadio repleto, es una plegaria al cielo, es una relojeada a la tabla de los promedios.
Es también -y no nos olvidemos de esto- uno de los punteros del campeonato. Quién dice que por ahí, buscando laboriosamente ganarnos el pan, ademas peleemos por quedarnos con la torta.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

EN BRASIL POR PRIMERA VEZ

Vasco da Gama (Brasil) 0 – 2 River Plate
Supercopa Joao Havelange - 30/10/97

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Era jueves y Río de Janeiro amaneció, como siempre para variar, sensual y peligrosa. Como una apiñada manta de edificios recostada sobre los morros de la bahía de Guanabara, olorosa a mar, bronceador y bolsita de pegamento. Era jueves y sin embargo la ciudad maravillosa sabía distinto, como expectante y maliciosa. Un clima de guerra deportiva se adivinaba desde la portada de los diarios como “Hora da vinganca” de O’ Día o “E tudo o nada, vascao” de Folha do Río. River Plate era por esos días claramente el mejor equipo del continente y Vasco da Gama (campeón carioca y brasileño, y aspirante al trono millonario) lo aguardaba con el dedo en el gatillo. Debía ganar o ganar para ser semifinalista de la Supercopa, y para eso estaba dispuesto a llegar hasta el límite e, incluso, a superarlo.
Luego de un arranque espectacular con cuatro victorias al hilo, la posibilidad de no clasificarse en el grupo no se había pensado seriamente en Núñez, pero una serie de resultados adversos (caída 1-2 ante Santos en la Villa Belmiro, y 2 éxitos como visitante de Vasco) hicieron que la travesía a Río, que se había pautado en principio como un test para suplentes, se transformara en un examen decisivo: Para pasar de ronda no había que perder en Brasil.
Los directivos cariocas tomaron conciencia de lo que había en disputa y quisieron sacar tajada de su influencia. Intentaron mudar la sede del partido al estadio Vivaldao de Manaos, querían los 300.000 dólares de derechos televisivos, y que el efecto de la fatiga (2000 kilómetros mas lejos que Río) y el calor humedo del amazonas haga mella en los físicos millonarios. Como River se negó rotundamente, Vasco impuso entonces jugar en el Sao Januario, su pequeño y vetusto estadio, ubicado en zona de favelas, con tribunas pegadas al campo de juego, donde Vasco tenía fama de invulnerable.
Pero hubo mas. Los brasileños no dejaron a River hacer el reconocimiento del estadio alegando tareas de refacción impostergables. Tampoco suministraron agua caliente a los vestuarios y omitieron invitaciones protocolares para los dirigentes argentinos en los habituales ágapes de la Conmebol. Por supuesto que hubo piedras para el colectivo. Había olvidado Eurico Miranda (mandatario vascaíno) que River levantó la mano en la Confederación para que se aprobara la participación de su equipo en la Supercopa, omitiendo el detalle fundamental de haber ganado previamente una Copa Libertadores. Vasco abogó para que se considere como oficial el Sudamericano de Clubes de 1948 jugado en Chile que los cariocas ganaron, superando justamente, a River en el juego decisivo.
De todos modos, hubo un ítem que ninguna treta pudo desbaratar. River era mucho mejor equipo que Vasco, cosa que había quedado evidente en el juego de ida, cuando los de Ramón Díaz se habían despachado con un show de fútbol y goles que culminó en goleada 5-1. En la premeditada hostilidad del Sao Januario, River sacaría a relucir una faceta no muy utilizada. El carácter. Bancó con aplomo un escenario plagado de contratiempos, golpeó fuerte en el momento justo, y manejó el trámite del partido con la prestancia de los grandes cuadros de nuestra historia. Fue 2-0. Rotundo e inapelable.
El Pelado repitió esa noche una apuesta que había resultado mucho en los juegos de Libertadores del año 96. Juampi Sorín de volante por la izquierda. Burgos; Díaz, Ayala, Berizzo y Placente; Escudero, Astrada, Sorín, Berti; Gallardo y Salas fueron los titulares. A los 5 minutos, el Matador sacó a pasear a Mauro Galvao y de la infracción llegó el tiro libre que Gallardo dejó colgado en el ángulo derecho de Carlos Germano. Golazo. Con el 1-0 Vasco se cegó y perdió la compostura, comenzó a levantar la suela y reclamar cualquier cosa. El juez chileno Eduardo Gamboa, harto de sus ademanes tribuneros, echó a Edmundo (estrella local, tan jugadorazo como tarado). Entonces comenzó a primar el toque y la experiencia de un equipo que sabía lo que quería. El gol de Salas en el complemento, definiendo cruzado una veloz contra, desencadenó el precipitado final. Fue expulsado el lateral Felipe por un patadón y la impotencia explotó en las tribunas. Los torcedores arrojaron una lluvia de proyectiles hasta que uno de ellos le acertó en la nuca al línea Riquelme. La suspensión estaba cantada. Faltaban 20 minutos. Fue esta la primer victoria de River en suelo brasileño, por torneos oficiales.
Todos sabemos como concluyó la historia. River ganaría esa Supercopa y también el Apertura de 1997. Fue esa la semana mas importante de todo el semestre. 4 días antes del choque ante Vasco, River había perdido ante Boca en el Monumental. 3 días luego, ya con la clasificación en el bolsillo, recuperaría el liderazgo del torneo casero goleando a Platense y aprovechando una caída de los primos a manos de Lanús.
Así era la historia por esos días. Tiempos en los que los malos momentos de River Plate duraban apenas una semana.

lunes, 6 de septiembre de 2010

TAN CERCA Y TAN LEJOS

Vélez Sarsfield 2 – 1 River Plate
Torneo Apertura 2010 – 5ª fecha.
Estadio José Amalfitani – 05/09/10.



VELEZ SARSFIELD: Barovero; Cubero, Tobio, Domínguez y Papa; Vella, Zapata, Somoza y Moralez; Silva y Martínez. Posteriormente Razzotti y Álvarez. DT: Ricardo Gareca.
RIVER PLATE: Carrizo (5); Ferrari (4), Maidana (6), Ferrero (6) y Arano (4); Affranchino (4), Almeyda (5), Pereyra (4), Lanzini y Ortega (4); Funes Mori (4). Luego Buonanotte (5) y Pavone. DT: Ángel Cappa.
GOLES: Juan Manuel Martínez (VZ) 33 pt. Diego Buonanotte (RP) 41 pt. Santiago Silva (VZ) –penal- 13 st.
ARBITRO: Héctor Baldassi (bien)
ROJAS: Leandro Somoza (Vélez Sarsfield)
MAN OF THE MATCH: Santiago Silva (Vélez Sarsfield)
RESULTADO MORAL: Vélez Sarsfield 2 – River Plate 1.


Ya está. Ya ocurrió. Ya fue. Pasó lo que tenía que pasar. Lo que sabía yo, lo que sabías vos. Lo que sabía el y todos. En el Fortín teníamos todos los números para ser boleta. Asistían a esa certeza mil y un fundamentos de la razón y la realidad, solo negados por esta esperanza combativa y popular que hemos fundado con el semestre. 1-2 en el Amalfitani. Chau punta, chau invicto. Bajamos las escalinatas de Villa Luro o apagamos presurosos los televisores abrumados por los mismos pensamientos oscuros, con los cuales ya somos como chanchos. Al menos, nos vamos comprendiendo cual es nuestro verdadero objetivo en esta temporada.
Desde ya que no es Vélez (o Estudiantes, o Boca) nuestro adversario ni nuestro parámetro. Pero tampoco nuestros rivales son All Boys, Quilmes, Olimpo, Gimnasia o Huracán. Básicamente River compite esta campaña contra sus temores y apremios, que son tan molestos como el peor de los contrincantes. Luego de un comienzo auspicioso en todo sentido, las últimas fechas han arrojado un serio retroceso en esa carrera de River contra River. Por eso el gesto adusto de esta masa fiel ante la actuación de un equipo que todavía deja muchas preguntas sin responder.
Vélez fue más a lo largo de los 90 minutos. A ellos siempre 2 + 2 les da 4. Presionan, asfixian, muerden, te la quitan y juegan. Todos la tocan y se animan, potenciados por un sentido colectivo que da envidia. Al millonario, en cambio, las ecuaciones le dan, solo cuando el lápiz de Ortega está con punta. Hay algo que es muy evidente. River sufre horrores para generar juego ofensivo. El tándem creativo Ortega – Lanzini u Ortega - Buonanotte es apenas un híbrido que se queda en medias tintas y aisla demasiado a Funes Mori. El juego por las bandas poco aporta para rescatar el naufragio, porque Pereyra y Affranchino todavía están muy tímidos, y porque Ferrari (una buena carta, a menudo bien cubierta) y Arano (de 5 mediocres partidos hasta aquí) solo aportan confusión y no claridad.
Nos quedamos masticando bronca. El empate de Buonanotte había servido para detener el impulso de un Vélez siempre mas intenso y mejor parado. Pero el complemento volvió a mostrar la misma cara. Los de Gareca salieron mejor, aprovecharon su chance y justificaron su ventaja. La historia pudo virar a los 28 del segundo cuando Baldassi dejó a los locales con 10. Pero a River le faltó… algo para encontrar la paridad. Y ese algo, no fue la actitud, claro está.

Habrán notado que no se mencionó hasta aquí lo del descenso directo. Bastante tendremos que escuchar toda la semana a la prensa buitre mendigando rating con ese ítem. Ojalá comprendamos que su pesadilla convivirá con nosotros por un par de temporadas, y que solo la auyentaremos con juego (mucho más del que mostramos hasta aquí) y sobre todo, con una enorme dosis de paciencia.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

UNA PENA, UNA


Vista desde River, la vida de Alejandro del Prado, tuvo por lo menos dos organizadores importantes: La radio y el fixture. Junto a la radio lloró largo y tendido una mañana cuando, tomando mate en la cama y levantándose tarde, porque había dibujado de noche, escuchó la noticia de que había muerto Raúl Scalabrini Ortiz. Junto a la radio palideció en diciembre del 62, cuando Nai Foino cobró el famoso penal que enfrentó para la historia a Roma y Delem. Le dijo a su hijo “Andá para arriba. No lo escuchés”, y lo mandó a la terraza. Una ovación trepó por los techos del Barrio de Villa Real, anunciando que algo malo había pasado. Calé subió como si la muerte del mundo hubiera caído sobre su vida. Solo dijo “lo atajó” y se dejó caer al piso, mesándose los cabellos hasta el derrumbe peor.
Poco después de aquello, se murió. Era demasiado para Calé, un hombre que había enarbolado en el tanque de agua de la azotea la bandera de River que le había cosido una novia rosarina, festejando como un campeonato el día que nació su segundo hijo. Y lo del fíxture era así. Según salieran los partidos de visitante, se sabía a que tía se iba a visitar o quién vendría a comer a su casa. Con Huracán sería domingo en lo de Tía Susi, que vivía enfrente del Colegio Bernasconi. Con Platense, en lo de tía Ñata, en la calle Tamborín. Con Vélez, cerca de su casa, llegaría para el almuerzo su entrañable barra de la Revista River: Don Roberto, Bubi Neuberger, El Veco, Juvenal, Genaro Presta, Ulises Bravo… ¿Era excesiva esa relación fatal entre la vida y la tabla de posiciones?. Quién sabe. En su lápida imaginaria, en esa especie de cementerio de Pere Lachaise o Arlington al que los Millonarios van a sufrir juntos por la eternidad, prodría inscribirse el título con que lo despidió El Veco en la Revista River: “Una pena, una”. Pero sobre todo la gloria incomparable de que Martín Pando lo homenajeara, al enterarse de su “retiro”, dedicándole su gol en el 2-0 de River sobre Chacarita que se jugó aquel domingo de su muerte. Vista su vida desde River Plate, Calé diría que valió la pena.
Sus lápices, sus pinceles, sus papeles de dibujo y, sobre todo, su corazón estaban atravesados por una banda roja. Desde esta perspectiva parcial, pero ampliada a otros temas por la agudeza de sus visiones, reflejó el ambiente del fútbol , el del club de barrio, el de la milonga, las pilchas y la moda de la época como pocos. Alejandro del Prado –para todos Calé- fue el gran dibujante costumbrista de los años cincuenta y uno de los mejores de toda la historia gráfica argentina. Lo popular fue la materia con que desarrolló su talento.
Calé nació el 14 de diciembre del 24 en Buenos Aires, pero fue una casualidad el lugar. Su madre estudiaba en Bellas Artes y ni bien recibió su título, se volvió con el pequeño bebé a su Rosario natal. Su vocación artistica innata se potenció por la influencia familiar y el ambiente en el que dio sus primeros pasos. Cuando por fin ancló en la Capital –ya abandonadas sus pretensiones de futbolista y cantor- la noche porteña lo abrazó siguiendo las orquestas de tango. Siempre provisto de su libreta de bocetos, en la cual hacía caricaturas y retratos de los músicos. De allí a probar suerte con sus dibujos y textos en una editorial formal había un paso. Así surgió su memorable “Buenos Aires en camiseta” en épocas en que la revista Rico Tipo tiraba a la calle 200 mil ejemplares y luego su pase a la revista River.
Murió a los 38 años, el 3 de mayo de 1963. Tal vez su corazón no resistió las exigencias de un arte –sostenido a veces en el gremio del café, el wisky y el cigarrillo- que cuando se convierte en un trabajo, con entregas y plazos fijos, suele devorarse a sus propios cultores.