A fines del XIX, el puerto era la internet de nuestros tiempos. El lugar por donde se divisaba el mundo. Las ciudades explotaban y crecían con masas enormes de inmigrantes que arribaban para hacerse la América. Las novedades que convulsionaban a los locales y cambiaban estilos de vida, llegaban con los buques en cajas de madera, a menudo identificadas con una leyenda que con el tiempo haría historia: “The River Plate”. Una de esas excentricidades del viejo mundo era el juego del fútbol, cuyo veneno de pasión, prendió rápido y de forma irremediable en los criollos de la banda oriental. Corría 1897 cuando un grupo de estibadores y changarines del puerto montevideano, ya perdidamente entregados a la fascinación del juego, tomaron la decisión de crear un equipo de fútbol. Jamás pensaron lo mucho que les costaría.
La primer traba fue su nombre. Se bautizan como Cagancha FC, pero cuando concurren a la “League” uruguaya (antepasado de la actual AUF) sus aristocráticos directivos los rechazan por considerarlo un nombre demasiado mersa para la alta alcurnia de su Federación. Deciden pues renombrarse como London FC, -¿acaso hay algo mas inglés que London?-, pero nuevamente son vetados por los nariz parada de la elite con el argumento, nuevamente sectario y discriminatorio, de no poseer en sus filas jugadores de origen británico.
Así deambularon varios años, entre enojos, furias, nuevas ilusiones, repetidas decepciones y amagues de dejar todo. Ya habían cambiado definitivamente su nombre por el de River Plate FC, en honor a la inscripción que casi todos los días se paseaba frente a sus ojos, en las cajas que descargaban de los barcos que llegaban al puerto. Pero en el año 1900, la League admite a Nacional de Montevideo, Club formado por potentados criollos, pero criollos al fin de cuentas. Vuelven a la carga por su sueño y cuando parecía que las excusas se habían acabado, se les impone –A diferencia del Bolso- la condición de jugar y ganar una serie irrisoria de campeonatos para finalmente ser aceptados en el círculo superior.
Originalmente River Plate FC usaba una casaca de color negro, pero aquellos iniciales años del siglo XX trajeron consigo un acontecimiento que quedo marcado a fuego en la historia charrua. La Guerra Civil, el viejo conflicto que enfrentó a los seguidores del Partido Colorado y el Partido Nacional. En homenaje a ese suceso, adoptaron los colores rojo y blanco a rayas verticales para su uniforme. Los Darseneros se convierten rápido en uno de los mejores equipos de su país. Ganan los títulos de 1908, 1910, 1913 y 1914. Rozan la gloria al convertirse en el primer equipo oriental en derrotar al poderoso Alumni de Buenos Aires. Les ganan en Montevideo y también Capital Federal. En este partido, ante la similitud de camisetas, es que los muchachos del River uruguayo deciden jugar con una casaca color celeste. La magnitud de la victoria es tan grande que la Selección uruguaya adopta para siempre esos colores, en homenaje a tal hazaña.
Finalmente, River Plate FC desapareció a comienzos de 1925. Su historia fue la que inspiró la unión de los Clubes Olímpia FC y Atlético Capurro para fundar el Club Atlético River Plate de Montevideo. Desde 1932 participan con suerte dispar en los torneos profesionales de la AUF. El River de Uruguay no es millonario ni mucho menos. Comparte los preceptos humildes que marcaron la vida de sus antecesores. Amigo de repetidos ascensos y descensos. Juega en su cancha de siempre, el Parque Saroldi, bautizada así en homenaje a Federico Saroldi, un arquero del Club que falleció en 1932 por un golpe en la cabeza jugando un partido.
Del Darsenero surgieron jugadores como Osvaldo Canobbio, Waldemar Victorino, Robert Flores o Carlos “Pato” Aguilera. Pero tal vez sea el artillero Fernando Morena, el mayor exponente histórico de sus divisiones formativas. Morena jugó 5 temporadas antes de ser traspasado en el 73 a Peñarol y convertirse allí en un icono del carbonero.
Gracias al juego desprejuiciado, vistoso y a menudo suicida pregonado por Juan Ramón Carrasco, River Plate tuvo su tiempo de notoriedad hace algunas temporadas atrás. Arañaron el título uruguayo en 2008, perdiendo el desempate final con Peñarol 5-3. Fue una campaña historia en la que el Darsenero se dio el gusto de hacerle 7 goles a Rampla Jrs, 5 a Danubio y Defensor Sporting, y 6 al mismo Peñarol. A partir de allí las puertas de América se abrieron para este pequeña entidad montevideana. Llegaron hasta las semifinales de la Sudamericana en 2009, siendo eliminados por el Campeón Liga de Quito, no sin antes haber sorprendido al continente eliminando a San Lorenzo de Almagro en el mismísimo Gasómetro.
Hoy, siguen apuntando alto sin dejar de tener los pies sobre la tierra. Tal como lo hicieron aquellos legendarios laburantes portuarios hace mas de un siglo atrás.