Puede llegar a pensarse que la lucha de la Patria Vasca es una lucha perdida. Pero nadie más que ellos sabe que una lucha definitivamente se pierde cuando se la abandona. Este texto no es una apología separatista ni una reivindicación del derecho que tienen los pueblos a escribir su historia como mejor le plazca. Aunque si así es tomado, la idea tampoco disgusta.
Euzkadi comprendió desde hace largo tiempo que el deporte –y el fútbol- eran instrumentos poderosos para hacer notar reclamos de autonomía. Los seleccionados del País Vasco (y el de Cataluña también) cargaron siempre con ese mantra de ser herramientas políticas para un objetivo independentista. Y lo fueron mucho más aún, en los peores momentos de la historia.
Con la Guerra Civil Española en marcha. El Lehendakari (Presidente) José Antonio Aguirre decidió la conformación de un seleccionado de vascos para girar por Europa con un doble objetivo: Lograr fondos para la defensa de la Segunda República, y hacer conocer en todo el viejo continente los valores de sus ancestrales reclamos de Nación. El legendario equipo se conformó con las mejores figuras nacidas en aquellas tierras, que además, varios de ellos eran de los máximos exponentes del fútbol de España. Cuando Bilbao cayó en manos franquistas, la Euzkal Selekzioa de vio forzada a cruzar el Atlántico para seguir blandiendo su estandarte. Jugaron en México y en Centroamérica hasta que la noticia peor (la caída Republicana) inició una diáspora entre sus jugadores. Varios de ellos optaron por el exilio y seguir en tierras americanas su carrera deportiva. Isidro Lángara y Ángel Zubieta hicieron punta en nuestro país y dejaron grabado a fuego su nombre en la historia de San Lorenzo de Almagro. No fueron los únicos. River Plate arrimó a sus filas a tres integrantes de aquella mítica Selección. Ninguno de destacó demasiado, pero a su modo, también quedaron en la historia.
Leonardo Cilaurren (Bilbao. 5/12/12) fue el pionero vasco en Núñez. Jugó las temporadas del 39 y el 40. Debutó el 23 de julio de 1939 en un 2-1 sobre Chacarita en el Monumental. En total jugó 18 partidos anotando 3 goles. Era un volante central corpulento y estratégico. Tapado por Pepe Minella, recién tuvo un poco de continuidad cuando los profesionales entraron en huelga tras una sanción a José Manuel Moreno. En 1940 el húngaro Platko lo colocó de titular en un puesto que no era el suyo y lo terminó de quemar. Había sido gran figura en Athletic de Bilbao y hombre de Selección Española en 14 cotejos. Tras River, jugó dos temporadas en Peñarol de Montevideo y volvió a México para cerrar su carrera en el Real Club España, donde fue compañero –de equipo y de juerga- del propio Charro. Enfermó gravemente y retornó a España para morir a los 57 años en diciembre de 1969.
Una detalle curioso introdujo para siempre a Gregorio Blasco (Mundaca. 10/5/09) en la historia del fútbol Argentino. Fue el primer arquero en usar guantes en nuestro país. Lo hizo el 6 de junio de 1940, el día de su debut en la valla millonaria ante Banfield. Había arrancado la temporada como suplente de Antonio Rodríguez, pero los malísimos resultados de la era Platko obligaban a modificaciones. Sus partidos en River -18 consecutivos- coincidieron con un enorme repunte en el juego del equipo. Dicen que fue uno de los mejores arqueros de España de su tiempo. Ganó Ligas y Copas con el Bilbao y los siguió ganando en México a su retorno de su excursión Argentina. Afincado en el DF murió el último día de enero de 1983.
La historia de Serafín Aedo (Baracaldo. 11/11/08) en River es tan fugaz que hay que afinar el ojo para poder observarla. Solamente jugó 2 partidos, un 2-0 ante Central en Núñez el 5 de mayo del 40 y en un 2-5 ante Newell’s en el Parque a la semana siguiente. En ambos cotejos fue compañero de Leonardo Cilaurrén. Adujo falta de adaptación para retornar inmediatamente a México y alinearse en el Real Club España. Era un zaguero férreo y expeditivo que (paradójicamente) hizo toda su campaña “española” en el Betis de Sevilla. La guerra cortó su pase hecho al Barcelona FC. Tras su retiro continuó su vida en la capital mexicana hasta su muerte, ocurrida en octubre de 1988.
Hay cosas que existen realmente, y a otras cosas que existen cuando algo o alguien determina que así lo es. Euzkadi está a medio camino en esa frontera imaginaria. Historias como ésta servirán para apuntalar esa lucha que terminará con la victoria o que no terminará jamás.
Euzkadi comprendió desde hace largo tiempo que el deporte –y el fútbol- eran instrumentos poderosos para hacer notar reclamos de autonomía. Los seleccionados del País Vasco (y el de Cataluña también) cargaron siempre con ese mantra de ser herramientas políticas para un objetivo independentista. Y lo fueron mucho más aún, en los peores momentos de la historia.
Con la Guerra Civil Española en marcha. El Lehendakari (Presidente) José Antonio Aguirre decidió la conformación de un seleccionado de vascos para girar por Europa con un doble objetivo: Lograr fondos para la defensa de la Segunda República, y hacer conocer en todo el viejo continente los valores de sus ancestrales reclamos de Nación. El legendario equipo se conformó con las mejores figuras nacidas en aquellas tierras, que además, varios de ellos eran de los máximos exponentes del fútbol de España. Cuando Bilbao cayó en manos franquistas, la Euzkal Selekzioa de vio forzada a cruzar el Atlántico para seguir blandiendo su estandarte. Jugaron en México y en Centroamérica hasta que la noticia peor (la caída Republicana) inició una diáspora entre sus jugadores. Varios de ellos optaron por el exilio y seguir en tierras americanas su carrera deportiva. Isidro Lángara y Ángel Zubieta hicieron punta en nuestro país y dejaron grabado a fuego su nombre en la historia de San Lorenzo de Almagro. No fueron los únicos. River Plate arrimó a sus filas a tres integrantes de aquella mítica Selección. Ninguno de destacó demasiado, pero a su modo, también quedaron en la historia.
Leonardo Cilaurren (Bilbao. 5/12/12) fue el pionero vasco en Núñez. Jugó las temporadas del 39 y el 40. Debutó el 23 de julio de 1939 en un 2-1 sobre Chacarita en el Monumental. En total jugó 18 partidos anotando 3 goles. Era un volante central corpulento y estratégico. Tapado por Pepe Minella, recién tuvo un poco de continuidad cuando los profesionales entraron en huelga tras una sanción a José Manuel Moreno. En 1940 el húngaro Platko lo colocó de titular en un puesto que no era el suyo y lo terminó de quemar. Había sido gran figura en Athletic de Bilbao y hombre de Selección Española en 14 cotejos. Tras River, jugó dos temporadas en Peñarol de Montevideo y volvió a México para cerrar su carrera en el Real Club España, donde fue compañero –de equipo y de juerga- del propio Charro. Enfermó gravemente y retornó a España para morir a los 57 años en diciembre de 1969.
Una detalle curioso introdujo para siempre a Gregorio Blasco (Mundaca. 10/5/09) en la historia del fútbol Argentino. Fue el primer arquero en usar guantes en nuestro país. Lo hizo el 6 de junio de 1940, el día de su debut en la valla millonaria ante Banfield. Había arrancado la temporada como suplente de Antonio Rodríguez, pero los malísimos resultados de la era Platko obligaban a modificaciones. Sus partidos en River -18 consecutivos- coincidieron con un enorme repunte en el juego del equipo. Dicen que fue uno de los mejores arqueros de España de su tiempo. Ganó Ligas y Copas con el Bilbao y los siguió ganando en México a su retorno de su excursión Argentina. Afincado en el DF murió el último día de enero de 1983.
La historia de Serafín Aedo (Baracaldo. 11/11/08) en River es tan fugaz que hay que afinar el ojo para poder observarla. Solamente jugó 2 partidos, un 2-0 ante Central en Núñez el 5 de mayo del 40 y en un 2-5 ante Newell’s en el Parque a la semana siguiente. En ambos cotejos fue compañero de Leonardo Cilaurrén. Adujo falta de adaptación para retornar inmediatamente a México y alinearse en el Real Club España. Era un zaguero férreo y expeditivo que (paradójicamente) hizo toda su campaña “española” en el Betis de Sevilla. La guerra cortó su pase hecho al Barcelona FC. Tras su retiro continuó su vida en la capital mexicana hasta su muerte, ocurrida en octubre de 1988.
Hay cosas que existen realmente, y a otras cosas que existen cuando algo o alguien determina que así lo es. Euzkadi está a medio camino en esa frontera imaginaria. Historias como ésta servirán para apuntalar esa lucha que terminará con la victoria o que no terminará jamás.