No me pregunten porqué, pero supe que esta historia tenía fecha de caducidad, la noche despues del partido ante Patronato en Santa Fe. Escribir la crónica de ese cotejo fue una tortura, lo mismo que tratar de conciliar el sueño un rato más tarde. Y dando vueltas en las incómodas sábanas de la frustración por un ascenso que -parecía- se escapaba, pude concluir que cuando algo deja de ser placentero, es mejor dejarlo ir, a que mantenerse aferrado a él por una mera cuestión de costumbre.
Escribir lujo y pueblo fue (sin exagerar) uno de los más enormes gustos de mi vida. Y lo fue por varias razones, pero sobre todo por el indescriptible placer de juntar en una sola expresión las dos pasiones por la que uno se desvive: River y la escritura. Asombrosamente, sin llamarlos, ni convocarlos, ni amenazarlos, y atraídos vaya a saber uno por que motivo, una calificada troupe de internautas fue sumándose a esta experiencia aportando, desde el respeto y el buen gusto, ideas muchas veces más interesantes que los textos mismos. Junto a ellos pasamos los muchos momentos amargos y los escasos estallidos de alegría de este tiempo histórico. Es por esos tipos y solo por ellos (gente de la que no conozco ni el nombre, ni la edad, ni el trabajo, ni la ideología ni las facciones de la cara) que siento algo de pena por ponerle fin a este blog.
Escribir el post de Patronato fue una tortura. El de Almirante Brown una descarga y un compromiso. El resumen del año fue una cuestión ya rutinaria. Estar en el retorno a Primera ante Belgrano era un deber ineludible, y el resto hasta aquí, un ejercicio repetido que se asemejó cada vez más a un trabajo. Yo nunca quise eso para Lujo y pueblo. Anoche luego de la amarga presentación ante Vélez no hubo forma de plasmar en la pantalla alguna idea atractiva o un punto de vista distinto para compartir con ustedes. No pude, no supe, no quise. Comprendí entonces que era el momento de tomar la decisión.
Eramos distintos hace 4 años y pico cuando la experiencia arrancó. Explotaba la novedad blogger. Había otras ganas. Había -y las sigue habiendo- muchas historias para contar. Había otro tiempo libre del cual valerse. Hoy muchas cosas han cambiado, salvo el irrenunciable amor por River, motor de todo esto. Por ello el sitio quedará abierto como tribuna de opinión. Yo entre tanto, bajaré la persiana sin remordimientos y me guardaré la llave del candado en el bolsillo por si alguna vez pinta volver. Quedarán en los archivos varios textos sobre la historia millonaria que no alcanzaron a ver la luz y otros tantos que surgirán cuando por el puro placer de hacerlo me siente a escribir de lo que me gusta.
Amigos (que bueno que hoy pueda llamarlos así), imaginen que los miro a los ojos y les digo muchas gracias con el mayor afecto posible. Les dejo un abrazo enorme. Y la certeza de saber que valió la pena cada instante de esta experiencia inolvidable.
Adrian Dalmasso (dalmassito).
Adrian Dalmasso (dalmassito).